Arranca una nueva administración en Bogotá y con ella, la posibilidad de incluir algunas propuestas y proyectos que no se pudieron desarrollar en los gobiernos de Lucho Garzón y Samuel Moreno. Para conversar sobre la posibilidad de construir una ciudad “más humana”, hemos citado a Carlos Torres* y Saúl Montealegre.**
Diego Sánchez González
“Si nosotros pensamos en un mundo en el cual el capital ya no sea el diseñador de las ciudades, asumiendo que ahora lo es, entonces deberíamos pensar que habrá una nueva democracia urbana, en la que la gente decidirá por ella misma si lo que quiere tener es un parque o más espacio para vivir. Eso no sería ya una ciudad griega, sería una ciudad democrática en un sentido nuevo”.
Estanislao Zuleta
Diego Sánchez González –DSG-: ¿Ocurrió un cambio en la planificación, construcción y orientación de la ciudad durante los ochos años que gobernó un partido de izquierda en Bogotá?
Carlos Torres-CT: Para mí, la ciudad no ha cambiado ya que los escenarios para su diseño estratégico, continúan en manos de los que históricamente han controlado todo lo qué se hace en Bogotá. En estos ocho años, las secretaria de Hábitat, de Planeación Distrital y el Instituto de Desarrollo Urbano, mantuvieron las mismas directrices de los años 90, años en los que no había gobiernos de izquierda. Es decir, se da continuidad a una serie de prácticas y políticas vinculadas a la configuración de un modelo que privilegia el mercado y el capital. El modelo se profundizó con cada administración. Indistintamente del color político de los alcaldes, dio lo mismo que estos fuesen rojos, verdes o amarillos. Todos trabajan sobre los mismos ejes de la ciudad, sin mirar los impactos generados sobre la población. Es evidente que al mismo tiempo que aumenta la acumulación de riquezas de un grupo, aumenta la segregación, la pobreza y las problemáticas sociales.
Saúl Montealegre –SM-. Por un lado estaría lo que menciona Carlos, pero es necesario agregar que dentro de estos gobiernos no se contempló la importancia que tiene el tema de hábitat en la solución de la pobreza y la exclusión para amplios sectores de la población. Las administraciones de izquierda mantuvieron el esquema de prevalencia del interés de los grandes capitales, por encima de las soluciones a los problemas de la ciudad.
DSG. ¿Qué cambios se pueden adelantar dentro del modelo de ciudad que ya planificó la derecha?
CT. Una cosa es ser gobierno y otra es tener el poder. Para cambiar el modelo hay que hacer un proceso que modifique las bases estructurales que mantienen el sistema social. Ser gobierno hoy en día significa jugar con las reglas existentes, reglas definidas por un pensamiento de derecha, reglas que amarran absolutamente todas las dinámicas de la sociedad. Esto no significa que sea conveniente quedarse con los brazos cruzados y decir que no se puede hacer absolutamente nada. El problema es cómo construir una mirada colectiva, inclusiva, democrática, que dé alternativas para los habitantes de Bogotá.
SM. Los sectores influyentes de la ciudad construyeron un modelo para poder captar un mayor beneficio económico, a partir de instrumentos como los planes zonales, planes parciales y planes estratégicos. Estos instrumentos permiten la expulsión de la población y garantizan a los grandes constructores la adquisición de suelo a muy bajo precio, lo cual en sus desarrollos posteriores se convierte en plusvalía mediante desarrollos inmobiliarios. La población no ha tomado conciencia de la manera como la planeación de la ciudad se ha convertido en un motor de expulsión de grandes grupos de ciudadanos.
CT. Bogotá es un escenario privilegiado del modelo globalizado, es un nivel de aglomeración significativo para el mercado mundial, y desde esa perspectiva Bogotá es muy atractiva para ese modelo vinculado al capital financiero y la movilidad de mercancías y materias primas. Además de esto, hoy es un escampadero de los capitales del sector inmobiliarios norteamericano y europeo que están en crisis y encuentran que es muy rentable hacer inversiones aquí. Inversiones con menor capital, rápida recuperación y más garantías que en sus propios países. Hay una dinámica de orden global que se está instalando paulatinamente en Bogotá. Pero esos dineros no nos traen riqueza, si miramos indicadores como el coeficiente de Gini, en los últimos diez años vemos mayor riqueza en la capital, pero concentrada en pocas manos.
El modelo sigue privilegiando intereses particulares en la ciudad. Las elites desde los años 70, con el gobierno de Misael Pastrana Borrero y sus “Cuatro Estrategias”, establecieron la industria de la construcción como un dinamizador de la economía. Esto ha sido nefasto y es lo que ha llevado a ofrecer vivienda de 28 metros cuadrados.
DSG. ¿Da la impresión que no se puede hacer nada?
CT. Se pueda hacer mucho. Por ejemplo, en el tema vivienda debemos pensar en soluciones más allá de la vivienda nueva, pues es posible intervenir el modelo con oferta de vivienda social para el arrendamiento, recomposición de sectores informales, me refiero a reasentamiento in situ, mejorando el entorno y la infraestructura, para así evitar el desplazamiento de la población.
En diciembre conversaba con unas personas de la Secretaria de Hábitat que me preguntaban cómo hacer para que la población no se localizara en zonas vulnerables. La pregunta era, ¿cuál norma funciona allí? Lo primero que les decía era que el problema no es la “norma”, yo puedo modificar la norma todas las veces que quiera, el problema es cómo se resuelven las condiciones estructurales de una población que no accede a la vivienda, la gente no se puede quedar en la calle y resuelve por su cuenta y riesgo el acceso a la vivienda. Tenemos que conversar con las comunidades y considerar sus propuestas. Porque desde el Estado se imagina que la población que habita en los territorios es incapaz de pensar cómo se construye un territorio. Entonces llegan “los expertos” y les establecen un parámetro y un modelo que no les beneficia. Se desconoce la capacidad que tiene la comunidad de pensarse el territorio o presentar alternativas a sus problemas y dar soluciones. Pero la población seguirá resolviendo, tal como lo ha hecho por años, el acceso a la vivienda, a los servicios públicos, a la movilidad, por la vía de la informalidad.
SM. Las entidades del estado enfatizan mucho el tema de vivienda nueva porque ésta es la que más beneficia a la industria de la construcción. Un nuevo modelo de ciudad mira otras alternativas como el mejoramiento de las viviendas ya existentes. En la actualidad la política pública de vivienda se reduce exclusivamente al subsidio, hay otras alternativas como el acompañamiento técnico a la población para mejorar su vivienda, pueden estar los enlaces entre comunidad, sector académico y Estado. Podemos desarrollar proyectos de capacitación para la construcción en ladera, hay un sector de la población que habita en ladera y la única solución no puede ser sacarlos de allí.
CT. Los gremios insisten en decir que Bogotá no tiene suelo disponible para hacer vivienda de interés social, mientras que yo considero que Bogotá sí tiene suelos para vivienda de interés social, el problema es que el suelo que existe está destinado para otro tipo de proyectos distintos al que necesitan la mayoría de los habitantes de la ciudad. Estos suelos que están disponibles y que se podrían ocupar para desarrollar proyectos para vivienda de interés social, están destinados para proyectos de altas rentas, rentas vinculadas con el capital internacional. El segundo problema con el tema de la vivienda es el subsidio, el cual no se ofrece a la demanda, es un subsidio al mercado. El subsidio no llega a la persona que espera beneficiarse, la gente tiene que meterse al juego financiero, hipotecándose a un banco con las reglas del mercado. ¿Y qué obtiene con un subsidio y un crédito? Una vivienda absolutamente incompleta, un producto inacabado en el cual debe seguir haciendo inversiones para vivir en condiciones mínimas.
SM. El modelo neoliberal estima que la función del Estado debe reducirse a la regulación, así que hoy en día el Estado no construye vivienda, solo el sector privado, y éste construye solo sí obtiene una ganancia. La pregunta es ¿dónde está el papel del Estado ofertando vivienda para los sectores más pobres?
CT. El nivel de especulación del sistema financiero, de los promotores inmobiliarios y de los constructores, es tan alto que las rentas que les generan proyectos de interés social no son suficientes para su avaricia, ya no hacen vivienda de cincuenta salarios mínimos. El mercado quiere agarrar la mayor cantidad de ganancia con el menor esfuerzo.
Así pues, podría decirse que el problema es que las políticas públicas no las determina el interés mayoritario, a éstas las sigue determinando el interés particular de los gremios. Miremos el proyecto de Ciudad Verde en Soacha, en donde Bogotá suple todas las necesidades, es un proyecto capitalino en Soacha, municipio donde las normas son más flexibles y se pueden saltar sin problema. Ciudad Verde no está creada para solucionar los problemas de Soacha, es un proceso de expansión de Bogotá en terrenos de Soacha, un proyecto que le significa a los constructores y los bancos más rentas que si se hubiera desarrollado en la capital.
DSG: Finalmente, ¿cómo ven las propuestas que se presentan desde la administración Petro?
SM. Como estrategia, es interesante pensar en localizar población de bajos recursos en sectores centrales. Esto garantiza mayor acceso a movilidad y servicios, sin embargo, considero que es un poco complicado generar vivienda de interés prioritario en un sector donde el mercado espera lucrarse. De otra parte, en la periferia hay unas dinámicas culturales de una población que no está acostumbrada a grandes concentraciones en propiedad horizontal. El Centro no permite el desarrollo de muchas de las prácticas culturales tradicionales de la población.
CT. A partir de la reformulación del POT, es posible reestructurar sectores de la ciudad que pueden servir para dar vivienda a sectores populares. Pongo un ejemplo preciso: la zona de Puente Aranda. Una zona donde tiene impacto la contaminación ambiental, una norma podría obligar a que todas las industrias contaminantes se trasladen fuera de la ciudad y esa zona cambie su uso del suelo por uno residencial, dirigido a la población de bajos ingresos. Allí se tendría resuelto todo el problema de infraestructura de transporte, comunicaciones, servicios y equipamientos. Así como éste, tenemos una cantidad de suelo muy bien localizado para ofertarlo a la población que lo requiere. Pero esta es una decisión política que implica jugársela frente a todas las presiones que se van a venir. No creo que el problema sea la ausencia de ideas en esta ciudad, el problema radica en que las ideas transformadoras no son las que están estableciendo la lógica de lo que se debe hacer. Como ves, con todo esto, la administración tiene un reto gigantesco.
* Arquitecto, Doctorado en urbanismo, profesor asociado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional.
** Arquitecto, Magister en planeación urbano-regional, docente de arquitectura.
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