“Y el hombre recogió en las ramas
las corolas endurecidas,
las entregó de mano en mano
con magnolias o granadas
y de pronto, abrieron la tierra,
crecieron hasta las estrellas”
(Pablo Neruda, aparte del Canto General)
El Encuentro Nacional Popular –ENP- entra en la segunda de sus fases: construcción de equipos de impulso. Como lo hemos explicado en distintas entregas del desde abajo y en las múltiples conferencias y conversatorios sostenidos, el primer año de trabajo era para difundir el propósito, legitimarlo, encontrar aliados, construir agendas parciales. Ahora entramos en el segundo año de labor, en el cual el propósito es enraizar, sembrar el árbol de la vida en cada municipio, en cada barrio, en cada empresa, en cada vereda.
Se trata de empezar a regar la semilla que sembramos en los meses anteriores. Cuidarla, abonarla, brindarle la sombra requerida. Pero también arar donde aún no hemos podido hacerlo o donde apenas identificamos el suelo.
El propósito es que por lo menos en cada localidad o comuna de cada una de nuestras ciudades, pero ojalá en muchos barrios de cada una de estas, a la par que en muchas empresas y otros sitios de trabajo, logremos la germinación de al menos un equipo de impulso pro ENP. Se trata de volver a la tierra y hacerlo con todo el entusiasmo que ese ejercicio demanda. Pero al mismo tiempo reconocer y retomar lo que muchos equipos están haciendo a través de mesas temáticas o movimientos de lucha como los de la salud, servicios públicos, vivienda, movimientos regionales.
Estos equipos han de germinar, con la condición esencial de enraizar profundamente en su tierra. Para ello, hay que volver a beber la sabia social/popular, identificar lógicas y deseos, experimentar nuevas formas de sembrar, de regar, de cuidar y cosechar. Pero también, lograr que allí se acepte la necesidad de movernos y disputar un nuevo proyecto de país. Para que así sea es necesario volver a sembrar el fruto de lo necesario, más allá de aquel de lo posible.
Y esto es muy importante, ya que con el ENP entra en disputa la política como ejercicio cotidiano, algo cercano a todos y cada uno de los habitantes de este país. Es decir, intentar romper la política del debate cerrado en los claustros o en la televisión superando las mediaciones o suplantaciones, al tiempo que intentamos hacer posible y creíble que la vida, esta que llevamos aquí y ahora, la podremos hacer mucho mejor si la asumimos entre todos como un ejercicio consciente, un ejercicio político al cual todos podemos acceder.
Tejer la telaraña territorial
Para que la política llene todo el territorio nacional, para que hasta el habitante del más lejano extra muro de Colombia se sienta movilizado por la sed de justicia, dignidad y vida, debemos entretejer una extensa telaraña territorial, la cual será la sumatoria, en cada ciudad, de todos y cada uno de los equipos de impulso del ENP.
Esa multitud de equipos se deben dar una coordinación y una comunicación en cada municipio. Por ahora hemos llamado a estas coordinaciones Mesas de Impulso. Entendemos que estas son Organismos vivos que asumen las luchas concretas, la cotidianidad, la solidaridad, la relación con las administraciones alternativas del orden municipal o departamental. Se conforman con delegados de cada uno de los equipos pro ENP existentes en barrios o sitios de trabajo. Sus funciones son elementales: permiten que las experiencias de construcción se conozcan, apoyan ejercicios de enraizamiento, discuten propuestas que aborden lo estructural, articulan agendas comunes, comparten recursos, impulsan o profundizan formas económicas solidarias al tiempo que medios de comunicación independientes, propician la realización del ENP de su municipio, preparatorio del reencuentro nacional que en fecha por definir habrá de llevarse a cabo, etcétera.
No sobra recordar que uno de los objetivos del ENP es rehacer y entre cruzar los lazos entre personas, y comunidades, creando y fortaleciendo lo colectivo, rompiendo la cultura imponente y construir una cultura alternativa. Tras ese propósito, las Mesas de Impulso ni suplantan ni imponen. Simplemente son un sitio, una coordenada, un nodo. Al recibir las distintas informaciones que emanan de las experiencias concretas y al permitir que los distintos sueños de sus impulsores se pongan en conocimiento, estas Mesas palpan las necesidades, tiempos y ritmos de los ejercicios comunitarios centrales por afrontar en cada espacio territorial. De ahí saldrán las agendas sociales por impulsar y posteriormente la agenda nacional que habremos de darnos cuando el ENP llegue a nuevos niveles.
En otros casos, estas Mesas de Impulso pueden asumir el compromiso de salir a construir otros equipos en territorios que les parezca importante integrar y que por uno u otro motivo no participan aún de este proceso.
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