Las elecciones del pasado 30 de mayo anuncian una crisis política de dimensiones imprevisibles. Crece en el país el hartazgo y la ira con un sistema de control y ‘renovación’ de la dirección estatal, que astutamente logra, una y otra vez, burlar el clamor de un pueblo que se resiste a perecer en la miseria, sometido por la corrupción.
El Polo Democrático Alternativo (PDA) tuvo varios años para llegar a la decisiva coyuntura electoral, en condiciones de ofrecer a la nación una opción ética y política contrario al rumbo de destrucción y degradación establecido. No se ignoran las temibles condiciones adversas que durante muchos años ha enfrentado la oposición política en Colombia, pero fatal equivocación fuera no realizar un examen sereno, público y constructivo de los errores que condujeron a que el PDA no estuviese en las mentes y los corazones de la nación como la propuesta anhelada frente al régimen corrupto, no soberano e incapaz de crear las condiciones para la felicidad de las mayorías. En esa perspectiva, en nada favorece una mirada satisfecha por el millón trescientos mil votos obtenidos.
Iván Cepeda, representante a la Cámara por Bogotá, logró un extraordinario resultado político y electoral en marzo de este año. Un notable reconocimiento ciudadano a su luz ética, así como a su consagración durante muchos años al deber de acompañar a las víctimas de crímenes de Estado, que enfrentan inermes un temible aparato de poder que ha acudido a toda suerte de métodos para asegurar la impunidad de los victimarios. Mientras la mayor parte de las campañas de los congresistas cifran su acceso al sagrado recinto de las leyes en colosales capitales que se invierten, y después cobran con creces su apoyo, el proceso que condujo a Iván Cepeda a la Cámara de Representantes estuvo fundado en el reconocimiento que suscita su conducta ejemplar y valerosa.
Preguntamos a Iván Cepeda por las razones que le impidieron al PDA ser considerado en los pasados comicios como opción ética y política.
Héctor Arenas (HA): En las elecciones presidenciales de 2010, el PDA debió estar presente en la segunda vuelta, porque contó con un tiempo largo de preparación y era previsible la crisis del régimen uribista, y, sin embargo, algo impidió que el partido de oposición más consistente fuese protagonista en este decisivo escenario político y electoral.
Iván Cepeda (IC): Lo primero es decir que el Polo sí es la fuerza política de izquierda más importante que hay y que ha tenido la historia del país, y que es una conquista histórica de todos los movimientos sociales y políticos de izquierda, por su expresión de unidad. Pero precisamente por eso también es una expresión de una gran diversidad y de corrientes históricas que van superando una serie de debates y contradicciones, pero que tienen algunos que son vigentes y en eso hay discusiones históricas que se van sanando. Pero hay otras que se mantienen vivas. De todas maneras, vemos que se ha logrado una mínima coherencia política sobre temas como la lucha política y la lucha armada.
Hoy día, el Polo es una organización que rechaza la violencia y esto es una conquista histórica. Algún tipo de consenso sobre el valor de la democracia, así sea en su forma liberal, el valor de lo social, lo que se llama el ideario de unidad, y esto es una importante adquisición política. De igual manera, el Polo ha logrado exitosamente gobernar, y esa es su característica como formación política; a diferencia de otras experiencias de izquierda, el Polo ha gobernado en instancias estatales que toman decisiones de amplio impacto. Y ha logrado hacerlo con relativo éxito. Es indudable que hay problemas, errores, carencias, e incluso se han dado escándalos de corrupción. Yo diría que, además de eso, el PDA, como expresión de izquierda, ha logrado romper la barrera bipartidista; lo cual es parte de una nueva realidad política en Colombia. Y si bien esa es una afirmación problemática porque liberales y conservadores siguen teniendo mucho poder en el país, hemos avanzado hacia la conformación de un espacio político multipartidista. Ahora, qué tan homogéneo, qué tan heterogéneo, que tan democrático es o no, es lo que habrá que pensar. De todas maneras, el Polo ha sido en esto un innovador aporte político.
HA: Pero, ¿qué dificulta su avance electoral?
IC: En relación con las elecciones de este año hay dos factores que a mi modo de ver son importantes. El primero, que el Polo ha soportado durante los últimos ocho años una campaña de persecución, de desprestigio, de deslegitimación, como ninguna otra fuerza política en el país, sea a través de medios y métodos ilegales como el crimen político, como la persecución y los mecanismos sucios de criminalidad de Estado; sea mediante el espionaje, la cacería montada desde los aparatos de policía secreta del Estado, sea apelando a la campaña sostenida en términos mediáticos para deslegitimar su gobierno en Bogotá. Y creo que eso es un factor que hay que tomar muy en serio, muy en consideración, porque la fortaleza del Polo se demuestra al haber sobrevivido a estas ‘condiciones’. Me parece que un primer mérito en estas elecciones, tanto parlamentarias como presidenciales, es que el PDA pudo sobrevivir a los intentos por exterminarlo, por desprestigiarlo o por dividirlo. Por captar a sus dirigentes, por comprar a sus dirigentes, por menguar sus fuerzas. La realidad es que hoy día el Polo sigue contando con una representación parlamentaria muy importante, con gobiernos municipales y ciudades importantes, y cuenta con un candidato presidencial que es el cuarto en las estadísticas. Es decir, el Polo sigue siendo una fuerza política.
HA: ¿Y el segundo?
IC: Son los problemas que tienen que ver con el Polo mismo y aquí suscribo la idea de que el PDA se mantiene como una coalición electoral más que como un movimiento político y social. El Polo no es todavía un partido, una fuerza coherente, cohesionada, que pueda en un momento determinado generar realidades políticas con facilidad. Se mantiene como una federación de fuerzas que logra con mucho trabajo consensos y acuerdos, y que tiene todavía que entrar en muchas componendas burocráticas en su interior para poder lograr acuerdos. De eso se desprenden varios problemas, por ejemplo, el hecho de que al Polo le falte más actuación en la lucha social, en la movilización social y política; estar en la calle, estar en los centros donde se mueven los conflictos sociales en Colombia. E igualmente tener una mayor capacidad de respuesta política: articular su acción legislativa a la acción social, y su acción de control político parlamentario a la acción social; convertir sus iniciativas políticas en iniciativas de movilización ciudadana. Y también otros problemas.
HA: ¿Cómo cuáles?
IC: Por ejemplo, que aún no exista una cultura democrática sólida a su interior. Es necesario que el Polo comprenda o, mejor, que sus dirigentes comprendan cómo se rinden los debates y las deliberaciones, y distinguir claramente cuáles son aquellas que se dan en un plano interno y cuáles en el plano público; el definir cuáles son los mecanismos de control político y de rendición de cuentas de sus elegidos y de sus dirigentes. Los dirigentes del PDA no rinden cuentas; los representantes a los órganos colegiados no rinden cuentas. El establecer un mecanismo de eficaz control ético para contrarrestar las manifestaciones de clientelismo y de corrupción que puedan presentarse, y también el definirse políticamente. El Polo es una formación que aún está definiendo su identidad políticamente. Hay todavía debates que no están lo suficientemente decantados. Todo eso en medio de un escenario muy complejo en el que hay fuerzas que intentan atraer sectores del Polo hacia las llamadas posiciones de centro, en momentos en que sigue el conflicto armado, en que sigue vigente la lucha contra las mafias y las estructuras paramilitares, en que sigue la criminalidad de Estado. En tal contexto, todas esas discusiones y esos problemas adquieren una connotación a veces muy encendida.
HA: Cuando Martí funda el Partido Revolucionario Cubano (1891), tuvo quizás una situación muy similar para lograr la unidad en la diversidad, lo cual no era una situación fácil. También hubo un elemento que él vio con claridad, que fue el tema ético, el tema de las ambiciones y las vanidades, y luchó muy tenazmente para que ni las ambiciones de honores ni de bienes materiales ni el tema de la soberbia se impusiera sobre la responsabilidad conjunta en Nuestra América. ¿Tú crees que alguna de estas dimensiones puede estar presente en este territorio?
IC: Yo creo que sí, pero aquí hay que contextualizar. Todas esas discusiones, a mi modo de ver, tienen una gran validez. Y yo creo que se debe a la necesidad de una revolución política en el Polo, que enarbole muchos de esos valores. Es una revolución política que tiene que hacerse, como lo decía, en un contexto muy adverso. ¿Y ese contexto cuál es? Digamos, es ante un proyecto totalitario. La idea de una unidad nacional de Santos es una idea, ni más ni menos totalitaria; que intenta cerrar, sellar el universo político, imponer la impunidad, resquebrajar y desarticular la rama judicial del poder público; infligirle un golpe ético y un golpe reorganizativo a todas las estructuras del movimiento social en Colombia,… total, integrarlos a ese aparataje que se está creando, seducir a muchos dirigentes de sectores sociales con la idea de que es posible un gobierno que concilie en una misma plataforma: seguridad democrática y derechos humanos; privatizaciones y bienestar social. Y es claro que ahí hay una ideología; es claro que ahí hay un proyecto de unidad…
HA: ¿Cómo lograr, entonces, que el PDA se revolucione a si mismo?
IC: Aquí la gran cuestión es cómo producir esa revolución política manteniendo la unidad del partido, cómo renovar sin destruir el partido político y estas complejidades que a veces no se entienden desde afuera. Aquí la nueva ley electoral, la nueva ley política que hay, exige que los movimientos y los partidos tengan un mínimo de umbral. Sin ese umbral, no tienen vida política. El Polo necesita su diversidad para sobrevivir como partido político. Pero, repito, es claro y cierto que el Polo necesita una revolución política. Y esa revolución tiene que ser fundada sobre presupuestos y principios de izquierda, ideales humanistas, consecuencia política, fidelidad y memoria histórica. Es decir, una serie de vertientes que creo que tenemos ya adquiridas en Colombia y que, desde nuestras propias raíces y puentes, podemos recrear y potenciar, pero sin perder de vista el horizonte de la lucha política, que es un horizonte complejo en el cual cada movimiento, cada decisión, cada lucha de posición, es muy compleja.
HA: ¿Cómo se perfila el trabajo en el Congreso?
IC: Es claro que estamos en una situación muy adversa. También, que somos una bancada minoritaria. Ya se habla de un 80 por ciento del Parlamento muy en sintonía con el gobierno. Es claro que aquí cobra fuerza el debate de control político, y es claro que en ese aspecto también cobra sentido cierto tipo de iniciativas legislativas, pero ambas cosas tienen sentido y están articuladas a la movilización, y esa es la discusión que vamos a desarrollar con la bancada del Polo. Vamos a concentrarnos en algunos temas que consideramos estratégicos, y desde esa perspectiva intentaremos articular esos ejes con la movilización, con la consulta a las organizaciones. En mi caso, voy a moverme en el rango de lo que dije en mi campaña: mi trabajo legislativo y mi trabajo de control político van a ser esencialmente con las iniciativas que tienen que ver con las víctimas, la defensa de la justicia, el trabajo de derechos humanos. Voy a estar en la Comisión de Derechos Humanos, y vamos a realizar un trabajo de audiencia ciudadana e intentar que ese trabajo de audiencia tenga repercusiones político-jurídicas.
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