Izquierda centro derecha

Hay intelectuales, académicos y simpatizantes del socialismo que le tienen fobia a los vocablos izquierda y derecha por el origen circunstancial de estos dos conceptos: la ubicación física de las facciones de la asamblea constituyente durante la Revolución francesa, con relación al rey.

En cambio a los más caracterizados voceros de la derecha les molesta que los señalen como tales y prefieren palabras menos comprometedoras. A pesar de las pocas simpatías que los vocablos izquierda y derecha tienen entre unos y otros, lo cierto es que esas voces hacen parte del lenguaje político mundial y local. Y en Colombia son de uso corriente en los medios de comunicación, en las asambleas sindicales y en las mismas corporaciones de elección popular. Y de las dos palabras originales se derivan otras como extrema izquierda, izquierda radical, centro, centroizquierda, extremo centro y extrema derecha.

Los últimos veinte años el mundo ha sido dominado por la extrema derecha: Reagan, Thatcher, Bush, neoliberalismo, guerra, invasión y transnacionales que imponen sus leyes y su basura. Todo esto se acentuó con la caída del muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y la crisis del socialismo. Es normal que así suceda, porque las corrientes políticas fuertes actúan como imanes, que halan o arrastran a las más débiles. Mientras los dos bloques políticos –capitalismo y socialismo– existieron, cada uno obraba como polo de atracción sobre los distintos componentes de la sociedad, y el resultado era un cierto equilibrio ideológico. Roto ese equilibrio con el hundimiento temporal del socialismo, la derecha ha impuesto la hegemonía en el orbe, y hasta quienes antes de los ochentas eran socialdemócratas han quedado atrapados en las garras del capitalismo salvaje. Ahí está el señor Blair, hombro a hombro con Bush invadiendo a Irak y disputándose con el petrolero estadounidense el botín de guerra de ese pequeño país del Medio Oriente.

Colombia, cuyas elites tienen alma de títeres, no ha sido ajena al influjo de la derecha mundial. En nuestro país, sólo de manera excepcional, han existido breves períodos sin predominio del mesianismo derechista. Hoy, como jamás, Colombia vive la supremacía de la extrema derecha y cualquier corriente política distinta, por el proceso dialéctico de atracción, corre el riesgo de desaparecer. Pero ahora, no es la simple dialéctica la que actúa, sino el propósito deliberado del presidente Uribe. Él recurre a todas las herramientas a su alcance para minar la conciencia y la moral de sus adversarios y críticos. La presión y la simple amenaza serán las primeras avanzadas. El amor a la patria y la necesidad de derrotar al terrorismo serán los pasos siguientes.

Y si esto no funciona, entonces vendrá la carga de profundidad: la embajada, el consulado, el ministerio, la alta burocracia. En Colombia a esto, de manera impropia, se le denomina cooptación del adversario.

Debido a esa gran realidad, resulta saludable para la sociedad que exista una corriente de centro izquierda en proceso de consolidación, capitaneada por el Polo Democrático Independiente y por el ala progresista del liberalismo. Pero ¡cuánto mejor para los excluidos!, que haya una “izquierda sin adjetivos” –según Carlos Gaviria–, liderada por el Frente Social y Político. Ésta puede tener concepciones distintas sobre el Estado, la propiedad privada, la soberanía nacional y el conflicto interno, de aquellas que tienen el PDI y el liberalismo progresista, pero en todo caso esa izquierda sin adjetivos, siguiendo el proceso dialéctico, es la garantía de que el centroizquierda no sea colonizado y vencido por la poderosa e intransigente extrema derecha. Por lo que respecta a la “Alternativa Democrática”, no afecta ni al PDI ni al FSP, pues se trata de una bancada de legisladores, cuyo propósito es resistir la arremetida del Plan B del presidente Uribe.

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Autor/a:
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo Nº86, 2004

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