Precisamente, en una de sus haciendas, la ubicada en Turgua y contigua a Daktari –del cubano-venezolano Roberto Alonso– donde fueron capturados, la seguridad venezolana halló rastros de los paramilitares confabulados contra el presidente Chávez, los cuales tienen ramificaciones en 7 estados de Venezuela. Van 114 detenidos y tres oficiales de la Fuerza Armada venezolana imputados.
El dinero y los planes de la conspiración no son poca cosa. Máxime cuando la oligarquía opositora sabe que su tiempo se agota: a finales de septiembre en las elecciones de alcaldes y gobernadores se evidenciará ante el mundo el mayoritario respaldo del pueblo a los candidatos bolivarianos. Según el general venezolano Melvin López Hidalgo, secretario del Consejo de Seguridad y Defensa de la Nación (CODENA), en Venezuela existen hoy varias células de paramilitares colombianos en los estados Zulia, Carabobo, Yaracuy, Falcón, Anzoátegui, Bolívar y Monagas y armas diseminadas por todo el país. Lógico, relacionados con finanzas, avituallamiento y autoridades colombianas. Situación en la que no extraña el asesinato de 120 campesinos dirigentes agrarios en la frontera con Colombia, como respuesta a la ley de Reforma Agraria, impulsada por el presidente Chávez.
Los días de Semana Santa fueron aprovechados para el traslado desde la península de Paraguaná hasta Carabobo de las armas y pertrechos destinados a la conspiración develada el domingo 9 de mayo. Trasiegos protegidos por el gobernador opositor de Carabobo, Henrique Salas y por el ex gobernador de Falcón José Curiel, como aparentes acciones de seguridad ciudadana. Utilizando, ambulancias y vehículos oficiales de la gobernación de Carabobo y también para su posterior movilización en la zona de Barlovento –del acomodado estado Miranda, que limita con las propias calles de Caracas– bajo tutela de su gobernador Enrique Mendoza.
Otros antecedentes de la trama: Washington
Aunque parezca no son lejanos. Durante su visita a Bogotá realizada los días 4 y 5 de diciembre de 2002, Colin Powell, Secretario de Estado de los Estados Unidos, sostuvo una reunión secreta o ‘discreta’ –en términos diplomáticos– con el golpista empresario Pedro Carmona Estanga en el Hotel del Fondo de la Policía Nacional. También estuvieron allí el general Jorge Mora Rangel –a quien Powell conoció 17 años atrás en la Escuela de Las Américas y en la Cátedra de Altos Estudios Internacionales que organiza la Escuela de Estados Mayores del Ejército de los Estados Unidos–, la Embajadora Patersson, dos representantes de los militares que hacían tribuna en ‘la Plaza Altamira’ de Caracas y dos directores de medios venezolanos.
Por la cabeza de Chávez
En rueda de prensa con periodistas internacionales retransmitida en Colombia, el presidente Chávez esclareció varios aspectos del complot. Reveló que los capturados José Ernesto Ayala, ‘Comandante Lucas’, Rafael Antonio Omaña Trujillo, ‘comandante Richard’, y por Jefferson Gutiérrez Guzmán, al ‘comandante Jefferson’, fungían como jefes del grupo paramilitar colombiano sorprendido en su última fase de entrenamiento. Otros dos: el ‘comandante Dago’ y el ‘comandante Costeño’ lograron escapar. Como parte hasta ahora conocida de su plan, el miércoles 13 de mayo intentarían un ataque simultáneo al Palacio de Miraflores, la residencia presidencial de La Casona, la base aérea La Carlota con el objetivo de matar al Presidente.
El presidente Chávez contó además que al hablar con uno de los últimos capturados sintió su mirada fría. Era el mismo paramilitar que alardeaba ante sus cómplices de que cortaría la cabeza de Hugo Chávez y luego fumaría un tabaco. Al regresar el prisionero al lugar donde estaban los demás aprehendidos, fue reconocido como ‘Comandante Cabeza’’. identificado al punto como ejecutor de la muerte a hachazos por castigo y retaliación de dos paramilitares que estaban concentrados.
Así como la batalla electoral la tienen perdida: a duras penas conservan los mismos 2’600.000 votos que en 1998 votaron contra Chávez, la contratación de este grupo evidencia que los opositores venezolanos han perdido la posibilidad de contar con algún batallón o unidad militar para su afán conspirativo.
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