El delirio especulativo
Lo anterior no niega lo que los expertos sobre el tema petrolero afirman, que esa alza en los precios del petróleo es producto de la situación de la guerra en Iraq, Afganistán y el Medio Oriente, del aumento de la demanda por la época estacionaria de los países situados en la zona templada, por el aumento del consumo en China, por la creciente dependencia de los EE.UU del petróleo del resto del mundo, por la situación fiscal de la petrolera rusa Yukos frente al Estado ruso etc., aspectos considerados de carácter coyuntural, es decir, que conllevan un sobresalto temporal en el precio para volver luego a un precio normal y estable. Lo que en este artículo se quiere enfatizar es que junto a ellos corre una elevación inercial permanente de los precios del petróleo, que no se podría precisar a donde van a llegar, debido a la devaluación que viene sufriendo el dólar y cuyas consecuencias, como sus causas, las sufren todos los habitantes del planeta por ser el dólar el patrón monetario internacional. Patrón que a partir de la segunda guerra mundial, con los acuerdos de Bretón Woods, le dio el derecho a los Estados Unidos de pagarse, prestarse y financiarse sus gastos con moneda ajena como lo ilustra John Nuller (Le Monde, junio 10 de 1990).
“Imagínese que todas las personas acepten en pago los talones girados por usted añada a eso que todos los beneficiarios de sus talones, repartidos por el mundo, omiten cobrarlos y se sirven de ellos como forma de moneda para cubrir sus propios gastos. Eso tendría para sus finanzas dos consecuencias importantes. La primera sería que si todo el mundo aceptara sus talones, usted ya no necesitaría usar billetes de banco, le bastaría con su talonario. La segunda consecuencia sería que, al revisar su extracto bancario, tendría la sorpresa de descubrir la existencia de un saldo de dinero superior al importe de la suma no gastada por usted. ¿Por qué? Por el motivo expuesto antes, a saber: que los cheques girados por usted circularían, sin ser jamás cobrados, pasando incesantemente de mano en mano. En cuanto a los resultados práctico, serían los de poner a su disposición más recursos para consumir y para invertir. Cuanto más los otros usaran sus cheques como moneda, más abundantes serían los recursos suplementarios de que usted dispondría”.
De esa manera los EE.UU hacían uso del dinero ajeno como suyo, al ser el dólar el signo y el instrumento de su poderío.
Situación que los lleva en los años ochenta al mismo delirio teórico y práctico del sueño económico capitalista, de enriquecerse especulando en las bolsas de valores sin necesidad de ser propietario ni productor de riqueza “sin ensuciarse las manos, ni siquiera los zapatos, como en la fábrica” ( Michel Albert. 1992). “Apareciendo ganancias sin fundamento real, cuyos efectos desmoralizadores realmente se subestiman” como afirmara el premio Nóbel de economía de 1988 Maurice Allais
Petrodolarización y Reaganismo
Fueron los catalizadores de esta situación, la petrodolarización de la economía finalizando los años setenta, y la “revolución conservadora” de los años ochenta implementada por Ronald Reagan (1980-1988) durante sus dos administraciones presidenciales.
Ambas situaciones estuvieron antecedidas por la inflación de 1972, la recesión y el choque petrolero de 1973 que beneficiaron la economía norteamericana en el corto plazo pero que posteriormente lo forzaron a devaluar el dólar, tras desligarlo del patrón oro en 1971 y de las monedas europea y japonesa en 1973, mandando al traste los acuerdos monetarios de Bretón Woods.
Reagan llegaba al poder con la misión providencial de recomponer la confianza interna y externa en el sistema político y hegemónico de los EE.UU venido a menos tras la evacuación de Saigón en Vietnam, el fracaso en Teherán del rescate de los rehenes de su embajada en Irán, el avance del hegemonismo soviético de la era Bresnev, la revolución sandinista, el proceso angoleño y de los fundamentalistas en Afganistán, entre otros. Invocando la mitología de los pioneros y fundadores de la gran nación, y apoyado en el poder que desplegaban los medios de comunicación, daba a conocer su fundamento: la “guerra de las Galaxias” o “iniciativa de defensa estratégica” (IDE) para la cual se necesitaba la fabulosa suma de 250 mil millones de dólares. Para su efecto ve la necesidad de renovar sin complejos al capitalismo norteamericano en su versión más conquistadora exaltando el espíritu emprendedor, denunciando los derroches del Estado Federal y arremetiendo contra los impuestos a la gran ganancia y a la gran propiedad por ser desalentadores de la libre iniciativa que frena las fuerzas vivas de los EE.UU. “¡Enriquézcanse! ¡Que los ricos se hagan más ricos! ¡Que los pobres se pongan a trabajar, en lugar de esperar del Estado todas esas ayudas y esos “programas sociales”, que siempre son solo una coartada de la pereza! En cuanto a las necesidades elementales de los más desprotegidos y de los marginados, la caridad ya se ocupará de ellos. Ese no es asunto del Estado” ( Michel Albert). Política fundamentada en los principios de los economistas y teóricos de la oferta (Milton Friedman) que predicaban como conceptos fundamentales: Las reducciones fiscales, el control estricto de la moneda, la desregulación y la privatización
Credo liberal reaganiano que como reguero de pólvora va a fascinar al mundo y que tiene como consecuencia inmediata que el dinero se vuelva mas caro, al alcanzar las tasa de interés niveles espectaculares, superando el 20%, y subiendo el valor del dólar bajo la creencia que era fuerte porque la economía norteamericana lo era.
En cuanto al petróleo, el alza de sus precios en 1973 y 1979, pasando de US$5 a US$ 45 el barril conllevó a que los EE.UU. dieran rienda suelta a su tipografía impresora de dólares, pues la demanda de los mismos no daba espera. “Aumentando la oferta de moneda en el mundo más de doce veces en una década” ( Gunder Frank. 1988) Serían a la larga dólares “inflados” al superar la capacidad de respaldo de su misma potencia económica, sustentada en su confianza hegemónica política y militar mundial.
Ese fenómeno monetario conocido como la petrodolarización de la economía saturó al sistema financiero internacional, que nunca antes en la historia del mundo veía llegar a sus arcas cantidades tan inimaginables de dólares. Así, fuera de las grandes petroleras privadas y de los países independientes de la OPEP, la sola OPEP (que maneja el 40% del la producción mundial) recibía 175 mil millones de dólares que equivalían entonces a la mitad del total mundial de las reservas monetarias oficiales.
Tantos dólares, que no se podían quedar encriptados en las bóvedas de los bancos, propiciaron, por ejemplo, que los diez mayores bancos de los EE.UU prestaran sólo a América Latina más del 100 por 100 de sus activos. Donde los dos mayores conocidos, el City Bank y el Chase Manhattan Bank de los Rockefeller (Propietarios de la EXXON, la multinacional petrolera más grande del mundo), prestaran cada uno, a Latinoamérica, más del doble de sus activos.
Buena parte de esa fiesta bancaria, que se convertía en especulación, evasión y/o fuga de capitales invertidos en edificios de apartamentos en Miami, Bancos suizos etc., se precipita en los 80 como crisis de la deuda al declarar, inicialmente Polonia (1980-81), seguida de Argentina, México y Brasil (1982), su incapacidad para responder por los préstamos contraídos. Situación que propicia la implementación en estos países de la política reaganiana de privatización de los activos estatales.
Fiesta de “verdes” que transforma al capitalismo bancario en capitalismo bursátil, de casino o especulativo. Costosa especulación que sufre hoy todo el mundo en la medida en que el dólar presiona por adquirir su valor real, al unísono con la incapacidad de pago de la deuda que acusan muchos países, incluido dentro de estos al mayor deudor de todos: los mismos EE.UU.
Devaluación que acompaña la actual alza de los precios de los hidrocarburos, paradójicamente por razones totalmente contrarias a las de los setenta, pues está vez no está presionada por falta de crudos para satisfacer la demanda mundial (garantizada por 50 años a los niveles de consumo actual de 75 millones diarios de barriles) como lo fue entonces, sino en buena parte por la devaluación globalizada del dólar. Una situación que ni los países, ni las empresas petroleras, ni los Estados están dispuestos a seguir subsidiando.
Desvalorización del dólar que preocupa a los petroleros, y en particular a la OPEP, que acusan pérdidas de un tercio en el valor del petróleo en menos de dos años. Una pérdida creciente de ingresos cuyo único recurso de recuperación reside en el aumento de los precios que compense el deterioro del valor de la divisa o en el cambio de la divisa misma.
Por eso empiezan a cotizar su petróleo en Euros, en un proceso que había iniciado en el año 2.000 Sadam Hussein cuando el euro estaba a una paridad de 0.80 por dólar, seguido en el 2002 por Irán (segundo mayor productor de la OPEP), cuando el euro se había apreciado en un 15% frente al dólar, convirtiendo la mayoría de sus reservas en euros y, posteriormente, por Venezuela, China y Rusia que empezaban a desprenderse de los dólares convirtiéndolos igualmente a euros. Una situación, que aunque no se haga pública, es indudablemente seguida por las mismas multinacionales, así sean Norteamericanas, que solo saben de negocios y por tanto las menos llamadas a sostener un patrón monetario que haciendo agua les causa pérdidas.
Lo que explica por qué en la medida en que los dólares van siendo desplazados de los grandes negocios legales, lícitos y estatales deambulen como alma en pena buscando reencarnarse en los negocios ilícitos, ilegales y paraestatales: “Cada 24 horas se blanquean en el mundo 1.643 millones de dólares producto del tráfico de drogas, armas y hasta personas. El fenómeno es tan grande que ya es considerado una “amenaza para la economía mundial” (El Tiempo. Agosto 1 de 2004)
Colombia:implicaciones
Para Colombia, que asiste a la implementación trasnochada de la política reaganiana, la situación no solo es incierta sino crítica.
Primero, porque la política petrolera persiste en seguir exportando las pocas reservas que tiene (Unos mil millones de barriles) sabiendo que debe empezar a importar petróleo a partir del 2005, el cual tendrá que comprarlo, muy probablemente, a precios superiores a los que hoy vende. Comportamiento explicable por la bancarrota fiscal que le asiste al Estado que, ante la crisis del café, tiene en el petróleo y en el carbón las únicas fuentes estables de divisas e ingresos.
Esa situación, de no ser resuelta por un milagro exploratorio petrolero o una bonanza económica inesperada presionará el alza de los combustibles sin fin, más allá del tan mentado precio internacional; igualmente, el proceso de endeudamiento del país y mayor dependencia de los dictámenes políticos del Sistema Financiero Internacional.
Segundo, por la misma deuda interna y externa de unos 120 billones de pesos que absorbe el 42% del presupuesto, en cuentas generales los recursos petroleros. Deuda “que en el 2005 en solo pago de intereses (sin contar abonos a capital) la Nación tendrá que desembolsar 12.7 billones de pesos, es decir, casi todo lo que se destina a salud y educación” (El Tiempo, Julio 12 de 2004). Que conlleva la profundización en las políticas reaganistas.
Como consecuencia de lo anterior, veremos la profundización del problema social y la para-estatización del sistema político por el desplazamiento del proceso productivo hacia la economía ilegal. Situación alentada por la permanente compra de dólares que viene haciendo el Estado para detener la falsa revaluación que le asiste al peso, y que se constituye en una versión actualizada de la ventanilla siniestra abierta para dólares que buscan descansar en paz.
Bogotá, agosto 9 de 2.004
Leave a Reply