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El personaje

El personaje

La cafetera comienza a silbar y el vapor delata el intenso aroma, punzante, que parece invadir cada rincón de la casa; las profundas fragancias lo llevan a evocar su época de estudiante universitario, con discusiones interminables y acompañadas siempre por mucho café. Se levanta sin dificultad, decidido, con ágil expresión corporal, de la mecedora que le sirve de abanico para refrescar, en este caso sus pensamientos; regresa con la taza hirviente, la bebida oscura, sin azúcar, como debe ser, y se acomoda de nuevo, se mece y mira el mapamundi que descansa en el escritorio que le sirve de soporte para sus escritos. No ha llevado la taza a los labios y ya todo el cuerpo agradece la bebida.

Es el final de un año inédito, como pocas veces le ha tocado vivir, a pesar de sus varias décadas de trasegar, de viajes y exploraciones; un año con un personaje que apareció en escena para descuadrarlo todo.

El ir y venir lento de la mecedora le permite mirar con atención, sin desenfocar la vista, el globo donde están delineadas las fronteras de los continentes y plasmados los nombres de los países ubicados en uno u otro de ellos; mira, detalla y sigue meditando en lo sucedido en este largo año que no olvidará. ¡Qué personaje este! –magulla para sus adentros. Como en otros años, está rememorando lo sucedido a lo largo de estos meses y clasificando aquello que otras muchas personas también realizan cuando ven que ya está deshojado el calendario que decora la sala de estudio o algún rincón de la casa.

El café lo satisface, al contrario de las experiencias recientes que bullen en su cabeza. En esta ocasión, como tal vez no le había sucedido desde cuando recuerda realizar esta meditación, la selección del principal actor de los doce meses transcurridos fue sencilla; en realidad, no tuvo que comparar entre varios sucesos, revisar con atención, adentrarse en características y cualidades de unos y otros, en sus efectos para el mundo o para el país donde cada uno de ellos tomó forma, No. En esta ocasión, la identificación y la selección del personaje del año, en su país y en el mundo como un todo, fue elemental y no requiere ni siquiera nombrarlo.

¡Qué maravilla! –piensa, mientras sigue gustando el café. El personaje no se ve pero se siente cuando coloniza un organismo; imperceptible a la vista humana, un simple microsistema de entre 50 y 200 nanómetros, un excluido de la gran comprensión sobre los sistemas vivos, logró descolocar a la humanidad en la suma de sus seguridades.

La revisión de los meses transcurridos, que como proyección de celuloide trae a su mente imágenes, titulares de prensa, discursos, lo lleva a relacionar que este excluido llegó para decir que existe, que está presente, dejando en claro varios asuntos:

a) que el modelo de desarrollo imperante por doquier llegó a su límite y debe ser superado por otro en que la naturaleza objeto deje de serlo, a la par de lo cual la creencia en un avance humano sin límite tocó fondo también;
b) parte de ello, igualmente tocó fondo el modelo agroindustrial, sin respeto por otros seres vivos, en que virus de distinta especie son liberados o encubados, pudiendo saltar entre cuerpos y especies;
c) la crisis medioambiental, sin ruptura con el vigente sistema productivo, es irreversible; un modelo tan contrario a toda sensatez, soportado en una agotada matriz energética en todos los planos, que envenena todo el planeta; un sistema que potencia el consumo sin límite a través, por ejemplo, de empacar desechos en lo conocido como obsolescencia programada, no tiene razón de ser ni futuro por considerar;
d) la perversión por parte de todos los Estados y gobiernos, alejados de su deber de garantizar y preservar la vida en dignidad, consiste en que seguridad y defensa son el primer renglón de inversión y, por eso mismo,
e) el impacto de la crisis, en un mundo globalizado y cada vez más parecido a una aldea, no fue por el virus mismo sino por la ineficiencia de todos los sistemas de salud: el debilitamiento del estado de bienestar en Europa, la crisis del healthcare en Estados Unidos, la privatización de la salud en Colombia…

Camina, con la taza en las manos y sorbiendo de tanto en tanto el delicioso café, y medita en los argumentos que llevarán a los investigadores a decir que este siglo también es corto, pues empezó en el año 20. ¿En cuál terminará?
Pondera: lo más negativo de la crisis de salud pública que llevó a millones a cambiar rutinas, con una acelerada recesión económica que facilitó que no pocos perdieran los ínfimos ahorros con que contaban, dejándolos en la calle y sin trabajo fijo, arrebatándoles sus derechos básicos, sometiéndolos a un control autoritario, es que no potenció un alzamiento social que llevara contra la pared al sistema propiciador de todo esto, a tal punto la conformidad (enajenación) social que la llamada “nueva normalidad” no es otra cosa que más de lo mismo, pero con tapabocas y unas supuestas normas de bioseguridad que hacen recaer la culpa de los contagios en el individuo y no en el sistema.

Los pensamientos van y vienen en su mente. Eso es lo más grave de lo sucedido hasta ahora, pero el personaje del año permitirá una reformulación radical sobre lo que es la existencia: los virus son protagonistas de la gran trama de la vida. Ellos, excluidos hasta la fecha pero cuyo espacio vuelve a ser recuperado específicamente gracias al Proyecto Viroma Global (2017-2027). Esta será la primera gran consecuencia en ciencia y tecnología del personaje. La segunda resaltará la crisis de todos los sistemas de salud; que son o deben ser sistemas de vida. O bien los Estados y los gobiernos reestructuran radicalmente el sistema de salud en cada país, o bien se confirma que asistimos a una crisis civilizatoria. Y es evidente que los Estados no podrán reestructurar los sistemas de salud, pues ello exigiría que la inversión social llegue a ocupar el primer renglón en sus presupuestos. Pero los afanes van por otros rumbos, ya que los conflictos rondan entre China y Estados Unidos, entre Rusia y Europa, en manipular una falsa guerra contra las drogas y muchos otros de nivel local.

Sus pasos lo llevan de nuevo junto al mapamundi, al que hace girar. Lo detiene, lo mira, al tiempo que con la otra mano sujeta el pocillo con su bebida predilecta, que sigue saboreando. ¿Qué esconde este personaje? ¿Será que hay otro en su trasfondo? ¿Por qué el afán de Estados y multinacionales por una vacuna cuando esta representa “[…] el más estrecho de los enfoques en la pandemia, y no la va a solucionar”? (1). ¿Por qué no se atreven unos y otros a identificar y cuestionar las causas de la pandemia y priorizar la prevención? ¿Acaso el afán de las multinacionales –caracterizadas por su voracidad lucrativa más que por la salud humana–, y sus bastones de apoyo que son los Estados, además de continuar difundiendo el miedo entre sus poblaciones como mecanismo de control y dominio, así como de embolsillarse una colosal suma de miles de millones de dólares, producto de vender dosis y más dosis de la supuesta solución para esta pandemia radica en llevar a cabo el “[…] mayor experimento humano transgénico –realizado– hasta la fecha”? (2). Para la creación acelerada de la vacuna, en particular por farmacéuticas como Pfizer/BioNtech y Moderna, han recurrido a una técnica de ingeniería genética conocida como mRNA, nunca antes probada en seres humanos.

Saborea la bebida, inhala sus vapores, al tiempo que los interrogantes se agolpan y buscan salida: ¿Ingresa la humanidad en una nueva etapa de control, de manipulación de sus cuerpos, mediante nuevas técnicas, en este caso biofarmacéuticas? Hay que recordar, piensa, que la vacuna “es experimental, pero también lo es la propia técnica y sus efectos imprevistos en general”. Asusta todo esto. Han creado una descomunal expectativa y una esperanza en algo que no se sabe a plenitud de sus efectos y consecuencias de todo orden. Y quienes conformamos la humanidad somos los conejillos sumisos que tienen para ello. ¿Y si la vacuna, así creada, sin verificación plena, potencia una transformación del virus y con ello afectaciones no controlables en el cuerpo humano? Es decir, si en ves de cura lo que producen sus creadores es un genocidio, ¿qué tendremos ante la sociedad global en pocos meses, o en uno o dos años? ¿Qué efecto tendrá todo esto en la geopolítica global?

Poder desenfrenado. Control y manipulación social. Especulación con la ciencia. Más control, más biotecnología, cuando es claro que la vacuna no es la solución y sí la superación del concepto de desarrollo y todo lo ligado con él, así como la reestructuración radical de los sistema sanitarios. Es nítido: el personaje del año va de la mano con la vida, que resalta en todo esto su fragilidad, su carácter dinámico, su urgencia y su sensibilidad. En este caso, la vida humana.

La taza está vacía. Regresa a la cafetera y vuelve a llenarla, así no duerma esta noche. La vida, la misma que en su delicadeza está expuesta a cualquier contingencia, como sucedió en los primeros días de noviembre con el huracán Iota y su paso por el archipiélago de San Andrés y Providencia, desnudando la falta de atención y de seguimiento por parte del gobierno nacional y local al cambio climático, que con sus cada vez más potentes fenómenos meteorológicos deja huella en temporadas fijas sobre las zonas costeras, ¿por qué iba a estar exenta del mismo esta parte del territorio nacional?

Es una realidad. El cambio climático, de no ser atendido hasta neutralizarlo, causará a la humanidad crisis mucho más potentes que la desatada por el covid-19, llevando al límite los sistemas de salud y propiciando la muerte de millones de seres –humanos y no humanos–, así como la transformación y la destrucción de extensos territorios naturales. El incremento de temperaturas no solo hará de los glaciales de los Andes, por ejemplo, un simple recuerdo, sino que impedirá seguir cultivando infinidad de productos en las condiciones que hoy le son comunes. Una hambruna generalizada no sería de extrañar. La vida, para gozarla en dignidad, demanda su cuidado; una y otra vez es el eje de nuestra razón de ser, actuando por tanto de nuestra parte para que el futuro sea cada vez más amable para las nuevas generaciones. Vivimos, podemos decir, para la vida, para refrendarla cada vez en mejores condiciones.

Sus pasos lo llevan por la casa, recorre uno y otro rincón, se mira en un espejo y nota cómo los años van dejando huella; levanta el brazo que soporta el café y disfruta el último sorbo, cuyo buen sabor lo lleva de nuevo a la cocina por un poco más. Sirve y medita. El covid-19 es el personaje del año, ¿y en segundo renglón cuál pudiera ser? Si el personaje principal recae en quien nos descolocó y llevó a los hospitales a tanta gente, acelerando procesos de enfermedad y muerte, el que le sigue debe corresponderle al sistema de salud, en cada país y en el mundo, con todo su personal médico y asociado. Y con este sistema vuelve y emana la vida en todo su realce, con garantías para gozarla a plenitud, como reto y propósito que concitarán la atención de los millones que habitamos el planeta. Allí debe estar centrada la atención de quienes sueñan con el final del reinado del capital, para permitir que la especie humana dé un salto de calidad en su habitación de esta parte del universo, y emprenda una nueva existencia, consigo misma y con las demás especies que también pueblan el planeta.

¿Y en tercer lugar? –pregunta mientras se mece de nuevo en su silla favorita. Su rememoración lo lleva al país donde dicen que mutó el virus, el mismo donde sus gobernantes aplicaron una política de mano de hierro para su control, la que hizo contener la respiración de cientos de millones de quienes habitan otras partes del planeta al ver que, de un día para otro, ciudades de millones de pobladores eran totalmente cerradas, su población confinada sin derechos básicos, resaltando el Estado como divinidad todopoderosa. El silencio y la conformidad de sus pobladores eran inexplicables. Lo que no imaginaban quienes contemplaban aquel espectáculo desde las redes informativas era que en pocas semanas vivirían similar situación, todo bajo el manto de un mensaje de posible contagio y muerte que le entregaba al Estado la carta de derechos para que hiciera y deshiciera con la misma.

El aroma de la bebida caliente parece estimularlo; vuelve y se levanta de la silla, mira con atención en el mapamundi el inmenso territorio que ocupa China, y piensa en el poder omnímodo que allí cosecha innegables avances y que en la agenda internacional la lleva a descollar por su espectacular ascenso, el mismo que le permite medirse de tú a tú con el imperio aún dominante, desafiándolo en diversos planos.

Es inocultable, medita, aunque China fue el origen de este virus, también fue el país que primero lo controló y el que mejor salió librado de la recesión económica potenciada por el covid-19, lo que le permitirá profundizar su disputa con los Estados Unidos, en la cual, precisamente, la vida no solo humana sino de todo ser viviente que tenga expresión en el planeta Tierra, queda en suspenso.

Una vez más la vida, recapitula y se sirve una tercera taza de café.

1 Silvia Ribeiro, Vacunas, riesgos y negocios, La Jornada, https://www.jornada.com.mx/2020/11/21/opinion/031a1eco.
2. ibídem.

 

 

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Información adicional

Autor/a: Carlos Gutiérrez M.
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