Obsesionado por el crecimiento de Marina Silva, a quien percibía como escollo mayor para la reelección, el Partido de los Trabajadores de Brasil realizó una durísima campaña en su contra y facilitó el crecimiento del candidato socialdemócrata. Hoy Aecio Neves puede llegar a desbancar a la izquierda del gobierno.
En el Senado el PT mantiene su presencia, pero pierde 18 diputados: de los 88 que tenía pasa a 70. La caída más estrepitosa se produjo en San Pablo: perdió un millón de votos y sacó sólo diez diputados, perdiendo seis.
Un país dividido. Un PT declinante. Una Marina Silva pulverizada. Un Aécio Neves en pleno crecimiento. Los días que restan hasta la segunda vuelta del domingo 26 de octubre serán testigos de la creciente polarización que vive Brasil. Un país conservador, por derecha y por izquierda. Unos para bajar al PT del gobierno y asentar privilegios. Otros para mantener el statu quo. El futuro Congreso, por lo pronto, estará más volcado a la derecha que el actual.
Lo cierto es que la campaña del PT, de Lula y de Dilma Rousseff contra Marina logró su objetivo: deconstruir su candidatura, mostrar los flancos débiles de la ambientalista y las fragilidades de sus propuestas, evidenciar que se había recostado hacia las elites del país.
Una vez derrotada llegó un coletazo apenas lógico. En la noche del miércoles 8 de octubre, los socialistas que presentaron a Marina como candidata llamaron a votar por Neves. Aunque los electores brasileños no suelen tomar al pie de la letra las recomendaciones de sus líderes, es un golpe para Dilma. También el Partido Verde (PV) se pronunció en el mismo sentido, al igual que el Partido Popular Socialista (PPS), que agrupa a ex comunistas liderados por el diputado Roberto Freire. El Partido Socialismo y Libertad (Psol), el más a la izquierda del espectro, dirigido por Luciana Genro, hija del dirigente del PT y ministro Tarso Genro, llamó a no votar por Aécio pero no recomendó explícitamente respaldar a Rousseff.
Datos que cantan
El 41,5 por ciento cosechado por Dilma no es un mal resultado, tal como venía la campaña. En su caso, las encuestas anduvieron muy cerca. Pero el problema no es tanto el desempeño sino la comparación con los anteriores resultados de los candidatos del PT. En 2002 Lula sacó 46,5 por ciento en la primera vuelta, en 2006 llegó al 48,6, y la misma Dilma había cosechado 47 por ciento en 2010. En 2014 perdió casi seis puntos.
En la segunda vuelta de 2010 Dilma sumó nueve puntos, llegando al 56 por ciento. Si ahora sumara el mismo guarismo, apenas superaría el 50 por ciento. En suma: si gana será por poco.
El PT, encima, obtuvo un resultado magro. En el Senado mantiene su presencia, pero pierde 18 diputados: de los 88 que tenía pasa a 70. La caída más estrepitosa se produjo en San Pablo: perdió un millón de votos y sacó sólo diez diputados, perdiendo seis. La representación en el mayor colegio electoral es tan baja como en 1990. Un retroceso indudable.
Sin embargo consiguió tres gobernadores y puede sumar dos más en el balotaje. Es destacable el esplendoroso resultado en Minas Gerais, segundo colegio electoral del país (con 15 millones de votantes), donde el petista Fernando Pimentel se alzó con el 53 por ciento. El partido de Lula repitió en Bahía, donde ostenta la gobernación desde hace dos mandatos.
La socialdemocracia de Neves (Partido de la socialdemocracia brasileña –Psdb– ) creció en 11 diputados: de 44 a 55. Junto al PT y al Partido del Movimiento Democrático Brasileño –Pmdb– (que pasó de 71 a 66 representantes) son los tres mayores partidos en la Cámara baja. El Psdb consiguió un tercio de sus votos, nada menos que diez millones, en el estado de San Pablo, el doble que Dilma y Marina. El mayor y más rico estado del país, allí donde nacieron el PT y la central sindical Cut, las mayorías sociales les está dando la espalda, al igual que en casi todo el sur.
Seis nuevos partidos ingresaron a la Cámara, donde ya hay representadas 28 siglas. Vale destacar el progresivo y sostenido decrecimiento de la derecha tradicional del Partido Demócratas (Dem), que alcanza sólo 22 diputados (tenía 84 en 2002 y bajo Lula comenzó un inexorable declive. El Partido Republicano Brasileño (Prb), vinculado a la Iglesia Universal del Reino de Dios, duplica sus bancas alcanzando 20 escaños. Por izquierda, el Psol de Luciana Genro duplicó sus votos (1,6 millones), consiguiendo cinco bancas.
Pero más allá de las siglas, lo decisivo es que la base de apoyo de Dilma perdió más de 60 escaños de los 513 que componen la Cámara de diputados. En 2011 los 11 partidos que apoyan al gobierno de Dilma tenían 373 diputados. Luego del domingo pasado, los nueve partidos que la sustentan sumarán 304 diputados, aunque los alineamientos pueden modificarse luego de la segunda vuelta1.
El Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentaria señala que se trata del Congreso más conservador desde 1964, en el que abundan militares, religiosos, ruralistas y ultras. Por el contrario, los sindicalistas electos diputados pasaron de 83 a sólo 46.
En el lado opuesto, la bancada evangélica, que ya tenía 70 miembros, siguió creciendo basándose en la oposición al aborto y al matrimonio igualitario; la “bancada de la bala”, integrada por militares y policías que proponen la defensa individual armada, tuvo un crecimiento del 30 por ciento; la bancada de empresarios ascendió a 190 legisladores. La bancada ruralista, vinculada al agronegocio, creció 33 por ciento y obtuvo la mayoría absoluta con 257 parlamentarios, frente a 256 de no ligados a ese sector2.
Cuestión de clase
Dos fenómenos simultáneos que suelen solaparse ganaron visibilidad en la primera vuelta: el deseo de cambios y el aumento de los rasgos conservadores en la sociedad brasileña, con la polarización entre pobres y ricos como telón de fondo.
El cientista político André Singer, quien fuera portavoz de Lula en su presidencia de 2002-2007, acuñó el concepto de “lulismo”, al que define como “un modelo de cambios dentro del orden, y hasta para reforzar el orden”, sin movilizaciones ni conflictos. Se trata de “un gran pacto social conservador que combina el mantenimiento de la política económica del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) con fuertes políticas distributivas bajo el gobierno de Lula (2002-2010)”3. En un reciente artículo, Singer afirma que en estas elecciones la base lulista se mantuvo firme pese a los embates de sus rivales. Alude al sector más pobre, aquellos que ganan hasta dos salarios mínimos. En esa franja Dilma obtuvo el 50 por ciento de los votos. En el estrato superior, en cambio, con ingresos superiores a diez salarios mínimos, apenas recoge el 23 por ciento de simpatías. Singer defiende la hipótesis de que existe una “polarización entre pobres y ricos” y que “la clase media tradicional rechaza en masa la continuidad, la cual es sostenida en bloque por los pobres”4.
Este comportamiento es particularmente intenso en los estados al sur de San Pablo, donde Aécio resultó ganador, salvo en Río Grande del Sur, donde ganó Dilma pero Tarso Genro salió segundo en su intento por reelegirse como gobernador del estado. Siendo la mayor circunscripción electoral, la pésima performance del PT en San Pablo es un lastre que le impide despegar. Por el contrario, el partido de Lula se ha vuelto imbatible en el nordeste, oscilando entre el 61 por ciento en Bahía y el 70 en Piauí.
Quedan pocas dudas de que las clases medias le están dando la espalda al PT. Pero no es, en sentido estricto, sólo un voto clasista, sino combinado con identidades regionales como la paulista y la nordestina. El sociólogo Rudá Ricci ironiza: “El PT hizo todo lo posible para librarse del recorte de clase. Pero los brasileños trajeron la cuestión a través de las urnas”5, El deseo de cambios, como parece evidente, no se trasladó al escenario electoral. Por un lado, porque las manifestaciones de junio de 2013 no tenían por objeto cambiar el gobierno sino algo más profundo: modificar la vida cotidiana a través de servicios de calidad que permitan un acceso democrático e igualitario a la ciudad. En paralelo, en estas elecciones hubo el mayor porcentaje de abstenciones, blancos y nulos desde 1998: un 27 por ciento.
En todo caso, buena parte de los analistas dedican tinta a establecer en qué quedó el “espíritu de junio”, con escasa fortuna, ya que las elecciones suelen achatar tanto el espíritu crítico como la amplitud de miras. El primer turno se caracterizó, según Ricci, por un “retorno a la postura cínica”, a la que define como un voto “pragmático sin empatía”.
Conservadores
La filósofa Marilena Chauí está indignada con la reelección por cuarta vez del socialdemócrata Geraldo Alckmin como gobernador de San Pablo, con un abrumador 57 por ciento. “El Psdb es una monarquía hereditaria”, espeta. Considera difícil entender cómo un gobernador resulta reelegido en un estado donde hay racionamiento de agua, denuncias de corrupción y serios problemas de gestión pública. “¿Por qué estoy estupefacta? Porque tuvimos miles y miles y miles de jóvenes en las calles en San Pablo exigiendo más salud y más educación. Estoy intentando entender cómo es posible que usted reivindique aquello que es negado por quien usted elige”6.
Chauí es una de las tantas analistas que intentan comprender cómo después de ese junio de 2013, crítico, insumiso y prometedor, se llega a este conservador octubre de 2014.
Valter Pomar, de la Mesa Ejecutiva del PT, cree que el déficit de la izquierda en San Pablo es grave, porque “una parte del electorado sabe que el gobierno de Alckmin es malo pero lo vota para derrotar al PT”. Pomar entiende que hay tres factores que explican el retroceso del partido. El primero se relaciona con la juventud trabajadora, que “no es de derecha pero no tiene identidad de votar a Dilma y Lula, mira al partido con recelo y no tiene memoria de clase”. El segundo es que se profundizó el antipetismo en las clases medias, “una mezcla de malhumor con odio de clase”, que el dirigente relaciona con que ahora “los pobres están en los aeropuertos”, de lo que culpan al PT. Por último, el empresariado reforzó su posición anti Dilma porque el brasileño “es un capitalismo muy dependiente de salarios bajos y desempleo alto”7.
Sin embargo, estos análisis no tienen en cuenta las similitudes entre los dos grandes partidos, el PT y el Psdb. Ni uno es completamente neoliberal ni el otro está en contra del empresariado. “Debe recordarse que tanto el PT como el Psdb fomentaron la percepción de que el camino de la ciudadanía es el consumo”, apunta el periodista Leonardo Sakamoto. El consumismo, piensa, es inherentemente conservador, no contribuye a establecer vínculos entre las personas que, aisladas en sus casas y en los shoppings, alientan un modo de vida individualista, receloso de los otros y afín a la propaganda de la inseguridad. Probablemente esté tocando uno de los nudos.
Si los social
demócratas conquistaron a las clases medias del sur de Brasil es porque éstas se volvieron conservadoras en algún momento de las últimas décadas. No es por la derecha, ni por los medios, que cambiaron, sino porque la forma de vida las ha llevado a sentirse identificadas con ese discurso. “El Psdb paulista es una fuerza real, que consiguió crear una fuerte identidad con el electorado, tal vez el más conservador del país, más volcado hacia el éxito individual en la lógica empresarial y más refractario a las propuestas de promoción e igualdad social”, razona Ricci.
Todos los grandes partidos comulgan con esta cultura del éxito individual, del consumismo y del crecimiento sostenido de los ingresos. Es la cultura del mercado, fuera de la cual los espacios son demasiado pequeños para tantas ambiciones de poder. No puede resultar extraño, pues, que sean los partidos de la derecha los más coherentes con esa forma de mirar el mundo, los que están creciendo con mayor vigor. En particular cuando la economía tropieza y el paraíso parece evaporarse.
Las izquierdas, como el propio PT, suelen olvidar que nacieron a contracorriente, cuestionando el sentido común de cada época. Que para llegar al gobierno y mantenerse en la cima hagan tantas y tan serias concesiones a la cultura que combatieron, tal vez sea síntoma de un estancamiento que acaso está anticipando su decadencia.
* Periodista uruguayo, semanario Brecha.
1 Estado de São Paulo, 7-X-14,
http://www.estadao.com.br/
2 Valor, 8-X-14, http://www.valor.com.br/
3 Folha de São Paulo, 19-VIII-12,
http://www.folha.uol.com.br/
3 Folha de São Paulo, 4-X-14,
http://www.folha.uol.com.br/
4 IHU Online, 6-X-16, http://www.ihu.unisinos.br/
5 Rede Brasil Atual, 6-X-14,
http://www.redebrasilatual.com.br/
6 Rede Brasil Atual, 6-X-14,
http://www.redebrasilatual.com.br/
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