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El Estado al servicio del capital

El Estado al servicio del capital

En procura de derechos. Los pilotos de Avianca sindicalizados en la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles –Acdac– entraron en paro el 20 de septiembre. Sus exigencias son claras, desean la garantía de sus derechos laborales, principalmente la regulación salarial a la par de los otros pilotos del continente que trabajan para la misma empresa –caso Perú–; establecimiento de horarios de trabajo y horas de descanso; afiliación al sistema de salud vitalicia –después de 20 años de servicio–; regulación de su trabajo por parte del Ministerio de Trabajo, no de la Aeronáutica Civil, entre otras reivindicaciones1.

Pese a su decisión de paro, no fueron escuchados. Antes de iniciar el paro, varios años atrás, los pilotos venían planteando sus inconformidades y exigencias al interior de la empresa. Desde 2013 habían presentado dos pliegos de peticiones y, sin embargo, los empresarios se hicieron de oídos sordos2

 

No hay diálogo, solo amenazas

 

La respuesta por parte de la empresa, es la del patrón que no le interesan los derechos de sus empleados por que en realidad son sus esclavos. Ante el paro, Germán Efremovich, cabeza y propietario mayoritario de la empresa, respondió con amenazas, asegurando que los implicados en el cese de actividades, tarde o temprano, pagaran por sus actos.

Empresa y gobierno, aliados como un solo cuerpo, juegan sucio. De manera ilegal el Ministerio de Trabajo llamó el 28 de septiembre a constituir un tribunal de arbitramento para sentar a las partes y solucionar un problema que a su juicio es una huelga ilegal, pues los pilotos “[…] prestan un servicio público esencial en el país”. Para aclarar la validez de la huelga, 4 de octubre inició sesiones el Tribunal Superior de Bogotá. 

De igual manera, la Aeronáutica Civil dio vía libre a la empresa Avianca para contratar pilotos de otros países y así retomar actividades con normalidad, jugada que busca causar miedo y llevar a la   claudicación de los pilotos sindicalizados. La empresa no está interesada en sentarse en una mesa de negociación y declara que llevarán el conflicto laboral hasta las últimas consecuencias legales: palabras más, palabras menos, hasta el despido colectivo de los pilotos.  

 

¿Las leyes a favor del empresariado?

 

Tres días en sesión permanente tardó el Tribunal Superior de Cundinamarca, para fallar3. Allí las partes dieron sus argumentos sobre la legalidad o ilegalidad de la huelga. La empresa Avianca alegaba que los pilotos no podían estar en huelga, en primer lugar, “porque no representaban a la mayoría de trabajadores” y, en segundo lugar, “porque los pilotos prestan un servicio público esencial” y, por tanto, “[…] estaban afectando a la mayoría de la sociedad”, por ende “[…] debían volver a trabajar”. 

Por su parte, Acdac defendió su huelga con el argumento de que “[…] el servicio que prestan no es un servicio público esencial, pues la situación económica del país no permite que así lo sea”; a este servicio solo puede acceder un pequeño grupo de personas que no representan a la mayoría social. Por otra parte, “[…] de ser visto como un servicio público esencial, en el momento de la huelga existían otras empresas prestando el servicio, por tanto, no se estaba afectando a la mayoría sino a la empresa Avianca”. 

En cuanto a la representación de los trabajadores, alegaban que “[…] de no representar a la mayoría de trabajadores, no estarían en esa instancia judicial”. Aclararon que “[…] de los 1.282 pilotos que trabajan en la empresa Avianca, 702 integran Acdac” –debía sumarse a los 50 más que se sindicalizaron en tiempos del paro–. Al tiempo que aclaraban esta realidad, denunciaron las políticas antisindicales de la empresa, pues todos los trabajadores que no hacen parte del sindicato son beneficiados con viajes y bonos. 

De igual manera, todo trabajador nuevo que llega a la empresa debe firmar un pacto colectivo con la misma, lo que le impide sindicalizarse –de hacerlo son castigados con la reducción salarial. Vale la pena resaltar que del total de los trabajadores con que cuenta la empresa en distintos países, el 90 por ciento de quienes se encuentran tercerizados están en Colombia. 

Sin importar los argumentos del sindicato, el 6 de octubre el Tribunal Superior de Cundinamarca declaró ilegal la huelga. Extrañamente varios medios de comunicación –aliados a la empresa– daban por hecho la noticia de ilegalidad de la huelga, incluso, dos horas antes del fallo oficial. Extraña pero no sorprendente filtración, pese a la cual las partes seguían en la pantomima en el estrado judicial.

 

Sin solidaridad es una pelea de tigre con burro amarrado

 

La tenacidad y dignidad de los pilotos es innegable. Luego del fallo, los sindicalizados optaron por ir a la Corte Suprema de Justicia, como segunda instancia, alegando la ilegalidad del tribunal de arbitramento –el cual podía ser declarado luego de 60 días de paro y sin llegar a solución alguna–, de igual manera representantes de Acdac –en cabeza del Capitán Jaime Hernández Sierra– exigieron garantías para la huelga y exigieron que no se presenten represalias por parte de la empresa, la misma que persiste con la amenaza de despedirlos de su trabajo, negando el derecho a la organización sindical, la protesta, la huelga.

Esta es una pelea que debería importar a todo el sindicalismo colombiano. El conflicto de los pilotos de Avianca representa el más largo de la historia de la aviación comercial en todo el mundo y, según la empresa, le ha costado alrededor de 26 millones de dólares. Si se legitima el actuar ilegal de la empresa y del Estado, quedan en el limbo todas las luchas y exigencias sindicales, pues una vez derrotado Acdac, quedará el precedente que si Gobierno y empresa privada actúan como una mancorna, cualquier exigencia sindical futura será derrotada. De igual manera, quedará explicito un mensaje para toda la sociedad, en el sentido de que pertenecer a un sindicato, u organizarse, no vale la pena, ya que en el país los derechos son simple letra muerta. 

 

La crisis del país se profundiza

 

En este paro puede observarse que quienes están peleando son profesionales que no hacen parte de los sectores marginales del país. Es una pugna de un sector ilustrado de la sociedad, que en algún momento se encontraron en una posición privilegiada –igual que los abogados, ingenieros, médicos y otros profesionales–, y hoy experimenta la añoranza de tiempos mejores, sobrellevando con dificultad las afugias de un sistema que les recorta salarios, incrementa su jornada de labor, viola sus derechos y los coloca en la cuerda floja de ser despedidos en cualquier momento. 

 “Colombia cada vez es más comunista”, fueron las palabras del presidente de Acdac tras el fallo del Tribunal Superior de Cundinamarca el pasado 6 de octubre. Una aseveración en caliente, sin fundamento, que como dice el dicho popular “confunde la mierda con la pomada”. Al contrario, capitán Hernández, lo que evidencia este hecho es que el país se encuentra ante un proyecto cada día más salvaje de implementación del neoliberalismo, donde el Estado queda sometido –sin limite alguno– a la dinámica de las grandes empresas, arrasando con derechos fundamentales de la sociedad, violando sus propias leyes y códigos, quitándose el velo de supuesta imparcialidad por siempre difundida, creando las condiciones para que el capital cada día amase más ganancias. Realidad de frontera entre lo privado y lo público, entre el deber ser y el ser, que le recuerda a los trabajadores un viejo reto: ¡Uníos!

 


Nuevos aires

 

A cada época, nuevos retos sociales, políticos, comunicativos y organizativos. Así parece recordárnoslo la huelga de los pilotos de Avianca, de la cual deben resaltarse varias particularidades y rescatar retos abiertos para el conjunto social:

1. Un nuevos sujeto, llamado por algunos trabajador ilustrado, gana la palestra en el mundo del trabajo. Atrás quedaron los privilegios que gozaban quienes ejercían profesiones liberales –médicos, abogados, arquitectos–, quienes en muchas ocasiones se desempeñaban por cuenta propia, manejando sus horarios de labor, así como la forma de relacionarse con sus pacientes y clientes. Ahora, unos y otros, están vinculados a grandes empresas, y laboran bajo reglas y procedimientos similares a los de cualquier operario.

2. Estos trabajadores, por la formación académica a que han accedido –y también por su experiencia laboral–, aspiran a un salario que les permita en poco tiempo cancelar las deudas contraídas para poder formarse, o recuperar el dinero invertido por la familia en sus estudios, a la par de poder ahorrar rápidamente para adquirir todo aquello con lo que han soñado, ganando con ello un “status social”: vehículo, vivienda, etcétera.

3. De esta manera, el otrora ‘doctor’ pasa a ser un trabajador más, sometido a las dinámicas y a las reglas que rigen la relación patrón-trabajador: horario, funciones explícitas, puesto de trabajo, entrega de informes, relación de mando, cumplimiento de metas, etcétera. 

4. Pero además, por la masificación de su labor y por la dinámica que rige el mundo del trabajo (la supuesta oferta-demanda), ven quebrada la posibilidad de acceder a un sueldo acorde con el tiempo y el dinero que le demandó su formación. 

5. Mejorar su sueldo, así como las condiciones diarias de trabajo, los concita a relacionarse y llegar a concretar acciones conjuntas con sus pares de su sitio de oficio, dándole paso a la constitución de sindicatos. Lo que parecía una necesidad y un reto para los obreros tradicionales, ahora lo es para ellos.

6. Mundo del trabajo que en ocasiones, como en esta de los pilotos, los inserta en las lógicas y dominio de las multinacionales, con un accionar por encima de las fronteras nacionales, empresas blindadas con poder para presionar y doblegar a los Estados donde tienen registradas sus oficinas.

7. Este poder multinacional, ahora queda patético en Colombia cuando se ve a las grandes cadenas de comunicación bailando al ritmo que impone la patronal, pero también al propio Estado, saltándose los derechos de este tipo de trabajadores, así como los códigos y reglamentaciones que determinan el mundo del trabajo.

8. Pero no solo esto, consecuente con su rol y poder extra nacional, así mismo es su lógica patronal: la contratación de esquiroles para romper la huelga así lo ejemplifica.

9. La respuesta a esta nueva realidad del mundo de trabajo le demanda a las organizaciones sindicales una comprensión novísima del sujeto al cual ahora deben dirigirse, adentrándose en las formas y demandas culturales que los motivan y condicionan. Hoy requieren poner en marcha, es claro, una nueva forma de convocar, organizar y funcionar, acorde con las posibilidades y expectativas de los nuevos sujetos del trabajo.

10. Nuevas formas de organizar que también implican nuevas formas de comunicar. No es posible afrontar los retos ahora abiertos por el mundo del trabajo abordándolos como si fueran asunto de un gremio; es claro que ahora son retos que implican proyecto de país. En el caso de los pilotos, liderar la propuesta de un proyecto de transporte público aéreo nacional, que garantice desmonopolizar el servicio, a la par de quebrar tarifas, garantizando que sea un servicio al cual pueda acceder todo aquel que lo requiera, y dejar de ser un lujo como en ocasiones funciona en nuestro país.

11. Un proyecto que, por demás, implica una política soberanista en ciencia y tecnología.

12. Con visión global. Un sindicalismo renovado requiere hoy una visión ciertamente internacionalista, solidario, politizado, con visión y proyecto de humanidad; un sindicalismo para el cual el sentido de justicia sobresalga, y donde las propuestas que concretan ese sentido de humanidad destaquen en cada aspecto de la vida y de la sociedad. Pasar de las demandas y exigencias a las propuestas debe ser algo que resalta en todo momento.

13. Un sindicalismo abocado a la calle, al relacionamiento social, buscando hacer participe de sus proyectos y actividades, en todo momento, al más amplio conjunto social. Ninguna actividad es ajena a un proyecto global de país ni de humanidad, y así deben sentirlo tanto los trabajadores directos de una empresa como todos aquellos que no lo son. De ello depende, en buena medida, la solidaridad que puedan reclamar y despertar en un momento dado, como sucede al momento de encarar una huelga. 

14. Activar un paro o jornadas de protesta, en solidaridad con quienes están en huelga, sería la más grande demostración de sentido de clase por parte de las centrales obreras y sindicatos en general; lograr que tales jornadas trasciendan a la escena internacional, sería la demostración efectiva de que los trabajadores, de viejo y nuevo cuño, están al tanto de lo que hoy demanda la lucha contra el capital global. Mientras éste contrata esquiroles, y paga con papel moneda el atraso político de técnicos y profesionales, la contraparte debería levantar la ética y el amor como las defensas infranqueables para vencer en este y en todo momento a su enemigo de clase.

 

1 A propósito de las exigencias de Acdac https://www.desdeabajo.info/colombia/32552-pilotos-de-avianca-pelea-por-las-nubes.html

2 Entrevista 2016 al presidente de Acdac sobre los riesgos de volar en Colombia https://www.desdeabajo.info/colombia/28287-grandes-riesgos-en-las-alturas.html

3 Video sobre tribunal de arbitramento https://www.youtube.com/watch?v=5PgMmdDtJnc

Información adicional

Huelga de los pilotos de Avianca
Autor/a: Felipe Martínez
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