Cuando llevas la bandera del placer como lucha, parece una locura escribir un manifiesto en contra del squirt. Yo misma me he cuestionado si el título es un tanto exagerado o si estaré cayendo en las tentadoras redes del clickbait. Lo que con convicción puedo afirmar, es que acá no leerás sobre eyaculaciones dulces como la miel, ni tampoco inventaré legendarias recompensas por cazar orgasmos mitológicos. Hoy me dedicaré a describir esa mancha de squirt en la alfombra, de la que nadie habla, pero con la que todos se resbalan al idealizar un chorro de orina diluida.
¿Qué y quién define la eyaculación femenina?
A inicios de los ochenta, un concepto antiguo volvió a ponerse sobre la mesa; el Best Seller “The G Spot: And Other Discoveries about Human Sexuality” llegó a popularizar el punto Gräfenberg bajo un alias más chic que le daría fama internacional. Beverly Wipple, la sexóloga que lo bautizó como “Punto-G”, difundió este trabajo con la firme convicción de que ayudaría a las mujeres a sentir más seguridad en su placer, especialmente aquellas que de manera culposa y errónea creían que la eyaculación femenina se trataba de incontinencia.
El mundo abrazó con éxito este nuevo concepto, y aunque la intención de Wipple era buena, sus efectos han sido contradictorios. La descripción que realizó de este líquido, común habitante sorpresa de las sábanas, con un volumen no mayor a una cucharadita de té; poco a poco creció hasta transformarse en un producto comercializable que genera a chorros ventas millonarias con base en la inseguridad y el desconocimiento de las mujeres sobre sus propios cuerpos y las formas de sentir y obtener placer.
Mientras la especulación de los medios y el mercado que reclaman cada vez nuevos puntos G, nosotras como espectadoras nos vemos ajenas a toda esta divagación sobre nuestras vaginas. Intentamos no quedarnos fuera de la onda mainstream del placer femenino y buscamos alcanzar un poco de esta información a través de tutoriales como este, comprando la revista o el libro que revela cómo conseguirlo y como nada parece ser suficiente para llenar la inseguridad sobre nuestros orgasmos, también compramos ese dildo innovador que fue diseñado específicamente para ese punto. Vivimos en la ironía de burlarnos sobre cómo la masculinidad tóxica lleva a los hombres a hacer click en falsas publicidades agranda penes, cuando nosotras también tenemos un equiparable.
Sin adornos de unicornios y tesoros escondidos, el squirt es un reflejo físico provocado cuando nuestras vaginas son hurgadas de una manera repetitiva y específica. Si ponemos un equiparable realista, es más cercano a la reacción provocada cuando recibes un golpe en la rodilla y das una patada que a la eyaculación masculina con la que se le suele asociar.
¡Detente! tengo ganas de orinar; y la ausencia de consentimiento
Este erróneo paralelo con la eyaculación masculina ha llevado a que muchas personas asuman que entre más líquido salga, o que entre más ganas de orinar tenga su pareja, mejor se están haciendo las cosas. Lamento decepcionar, pero no hay nada más lejano de la realidad. El squirt no es indicativo de cuánto placer o goce se siente, puedes estar teniendo el sexo más incómodo que puedas imaginar, el peor polvo de tu vida; pero siempre que tengas una vagina y recibas la presión exacta en el momento justo, puede haber un squirt.
El idealizar el squirt conlleva a uno de los casos más comunes de abuso, que es fácilmente identificable si pensamos en la siguiente situación: entre charlas con amigas, conocidas, y rincones de chats abundan historias/relatos de hombres orgullosos de no detenerse cuando su pareja les pidió que parara, cuando ellas dijeron explícitamente que se sentían incómodas, que tenían ganas de orinar (No quiero ni imaginarme las que se quedaron quietas o hicieron cara de incomodidad– otra forma de comunicar que no se está a gusto!); ellos no se detuvieron, incluso continuaron con más fuerza presionando este punto. ¿Por qué lo hacen? La explicación que encuentro es que están ciegamente convencidos de que ellas van a tener un orgasmo diferente, una explosión de líquido similar a la que ellos experimentan, obviando las sensaciones o llamados a detenerse de sus parejas porque estamos en una cultura que les hace pensar que siempre tienen la razón, incluso por encima de lo que sentimos nosotras.
Frente a mujeres que prefieren callar esta incomodidad o fingir un orgasmo en lugar de herir los sentimientos de su amante, tenemos como resultado un grupo de idiotas que asegura haber capturado la legendaria criatura, conseguida a partir de una serie de métodos que han creado con otras fieles testigos de su efectividad. Una táctica efectiva para conseguir sexo entre mujeres inseguras y carentes de conocimiento propio. A la mayoría de estos hombres poco les importará si te sientes cómoda o no o si realmente obtienes placer. Esta nueva especie de mansplaining sexual va a pasar por encima de cualquier sentimiento y conocimiento propio que expreses sobre tu sexualidad, te va a decir clarito que, aunque te incomode, tienes que aguantar o si no, no vas a conseguir el squirt.
Considero que la única manera de combatir esta manipulación es con la exploración propia, el empoderamiento sexual y una relación más comprensiva de nuestro placer. La serie de tutoriales que acompaña este manifiesto, busca que no nos vendan más alargadores de pene, que ya no compremos ese vibrador de cien dólares buscando encontrar algo que creemos nos falta, espero –al igual que Wipple–, que contribuya a explorar y disfrutar sin culpas ni cuestionamientos esos orgasmos que nos gustan, vengan de donde vengan.
Tutorial para realizar squirt
- Beber de una botella entera de agua –entra más cantidad bebas más rápido será el efecto–
- Ir a la ducha o un lugar donde te sientas cómoda de mojarlo todo.
- Estimularte con tus juegos e ideas sexuales favoritas.
- Penetrarte la vagina y presionar repetitivamente su pared frontal, a unos dos o tres centímetros. Allí está la próstata y la vejiga.
- Presionar con golpeteos constantes, encontrar el ritmo mientras sentimos como se llena la vejiga y determinar si es placentera o no la sensación. ¡Puedes parar si no te agrada!
- En caso de que decidas continuar, debes persistir con el golpeteo hasta tener la sensación de orinar.
- Cuando hayas acumulado suficientes ganas y quieras relajar, hazlo. También puedes pujar con fuerza y ¡voila! habemus squirt (Si te suena familiar, es porque la sensación es similar a orinar, ¡aunque no es enteramente orina!).
Alguna gente decide relajar a la vez que tienen un orgasmo. Puedes probar si consigues hacerlo simultáneamente estimulando tu clítoris. Cuando llevas la bandera del placer como lucha, parece una locura escribir un manifiesto en contra del squirt. Yo misma me he cuestionado si el título es un tanto exagerado o si estaré cayendo en las tentadoras redes del clickbait. Lo que con convicción puedo afirmar, es que acá no leerás sobre eyaculaciones dulces como la miel, ni tampoco inventaré legendarias recompensas por cazar orgasmos mitológicos. Hoy me dedicaré a describir esa mancha de squirt en la alfombra, de la que nadie habla, pero con la que todos se resbalan al idealizar un chorro de orina diluida.
Final alternativo:
Si no disfrutaste la sensación, te detuviste durante el camino de este tutorial o te diste la oportunidad de completarlo y definitivamente fue un ¡Meh!, no tiene nada de malo, no estas incompleta, no significa que desconozcas tu cuerpo o hayas fallado al cortar el cable que apagaba la explosión. El placer es tan diverso como la humanidad, y más que un punto y una instrucción de contacto genital, puedes darte la oportunidad de explorar cualquier sensación que estimule tus sentidos. El resultado ideal es que descubras que hay montón de sensaciones que rebasan la potencia visual de un modelo masculino de clímax.
Tutorial para desbloquear el verdadero final de este manifiesto:
Recuerda o imagina el olor dulce del sudor que produce alguien que deseas, el tacto de tu piel con la humedad, la sensación de los vellitos al calor de un suspiro, algunas caricias suaves en un lugar que siempre te pareció prohibido, o el sonido seco seguido del ardor que produce una bofetada. Piensa en una voz con palabras acaloradas, o varias voces que te arrullan en halagos y fantasías confesas. Una canción que se balancea entre ritmos y acepta que no necesita mapa, ni ruta, ni una frecuencia precisa que permita conquistar placer a nombre del capital. o zonas erógenas favoritas. Ten en cuenta que también a algunas personas la sensación de tener la vejiga llena no les va para nada con correrse.
Si te gusta la sensación vuelve a ella cada vez que quieras, con mucha convicción. Aceptando que hay un poco de orina diluida y no tiene nada de malo. Tu placer no tiene que corresponder al imaginario sexual propio de un quirófano, tampoco hace falta que escribas otro de los muchos tratados que persisten en maquillar este placer como modelo perfecto de antisepsia.
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