Esteban Ardila dibuja desde que tiene memoria. Con tres años de edad los lápices ya eran sus amigos de juego. Y también su forma de expresión. Hacía retratos de quienes le rodeaban. Sus padres acompañaron la vocación tempranamente definida. Después, poco a poco, fue apareciendo en su espíritu creador la escultura, la elaboración de máquinas insólitas, y el cine. La profesora Elena, del taller de artes plásticas en un colegio liberal, sumó el aliento y el impulso decisivo para sus estudios universitarios en artes gráficas.
Con ocho años realizó su primera actuación y su primer corto: “Charles Chaplin en problemas”. En Señal Colombia apreciaron el trabajo pionero, el mismo que han pasado muchas veces.
En la actualidad trabaja cómo director de artes en una animación. La artesanía virtual exige la elaboración de los personajes con moldes de arcilla, estructuras de alambre y látex. No es casual que la obra múltiple, diversa y genial del gran Leonardo Da Vinci cautivase pronto la pasión de estudio de este joven creador.
Cuando la perfección técnica se encuentra con la visión que busca el cauce expresivo, emerge la personalidad artística. En un país en el que la juventud ha sido sacrificada en los altares de Mammón y condenada a los míseros antros del odio y de la guerra, la irrupción de jóvenes creadores habla por sí misma con formidable voz de lo que significan las artes, las ciencias, el amor, y la sabiduría en el cuidado de nuestra niñez.
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