Después del asesinato de Javier Ordóñez, el pasado 9 de septiembre a manos de la Policía Nacional, la ciudadanía capitalina salió a las calles a denunciar los abusos policiales que desde hace años los azotan.
La indignación por estos hechos fue tan grande que miles se atrevieron a cuestionar y confrontar el poder violento de la policía y por su conducto desconocer –así sea por un momento– el poder dominante en el país desde tiempos tan pretéritos. En esa disputa, otros 13 ciudadanos fueron ultimados por las fuerzas confrontadas.
Música, pintura y expresiones culturales animaron y le dieron color a estas manifestaciones pacíficas que buscaban dar un claro mensaje a esta institución, que niega su objetivo fundamental: no matar a quienes dice proteger.
El CAI de “La Soledad”, ubicado en el barrio del mismo nombre se convirtió por unas horas en biblioteca pública, los vecinos del sector se acercaron con libros para alimentar esta iniciativa, la que generó unión y energía alentadora para estos tiempos donde el miedo por tener contacto con la gente es evidente y las expresiones culturales han quedado segregadas y llevadas a un plano individual.
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