La salud mental, poco apreciada en nuestro país por el Estado, las personas y las empresas que dicen velar por la salud y vida de los cerca de 51 millones que somos, requiere ser atendida con prioridad. Los efectos de trastornos mentales pueden ser de distinto orden hasta llegar, incluso, a incapacitar a quien los padece. Sus manifestaciones pueden ser propiciadas por factores socioeconómicos, emocionales y biológicos, así como por factores coyunturales asociados a la nueva pandemia del covid-19.
En estos tiempos sorpresivos y de incertidumbre la humanidad enfrenta la explosión del desempleo, dificultades económicas, cierre de empresas, enfermedades, muertes y pérdida de seres queridos. Ante el avance de la pandemia y la declaratoria de cuarentenas, los estudios adelantados por la Universidad Autónoma de Barcelona, muestran la agudización de las afecciones a la salud mental de los colombianos: 35 por ciento de los colombianos ha tenido síntomas de depresión, 29 por ciento de ansiedad y 21 por ciento de soledad.
De acuerdo con las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe un alto predominio de problemas de salud mental en el mundo debido a la pandemia del covid-19. La OMS pidió a los gobiernos que no dejasen de lado la atención psicológica dado que se registra un aumento de trastornos y suicidios. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) resaltó que en el continente americano aumentaron el estrés, la ansiedad y la depresión, al igual que la violencia doméstica y el consumo de sustancias psicoactivas. Según las encuestas, en Estados Unidos y Brasil, los dos países del continente americano con mayor número de infectados, aproximadamente la mitad de los adultos están estresados debido al nuevo virus. Colombia ya se encuentra entre los seis países del mundo con mayor número de casos de personas infectadas.
Atención profesional
La salud mental se concibe, debate y trata de formas distintas alrededor del mundo. En Argentina, por ejemplo, las personas van con más frecuencia al psicólogo que al odontólogo. En Colombia, por su parte, el temor a ser juzgados y el miedo a ser tildados de locos o simplemente el hecho de querer ser aceptado por otros, lleva a quienes padecen un trastorno mental a silenciar e ignorar lo que sienten y sufren. Para las personas afectadas por un trastorno mental toda tarea cotidiana es difícil de emprender; además, en muchas ocasiones no saben qué hacer ante su dolencia ni a dónde acudir; es común que sientan soledad, vacío, sufrimiento y desubicación.
Asistir al psicólogo sigue siendo un tabú, rodeado de estigmas e incomprensión, lo que impide recuperar el bienestar emocional y la salud mental. Las creencias falsas sobre las enfermedades mentales agravan este tipo de trastornos, que básicamente resume una alteración de tipo emocional, cognitivo y comportamental que afecta procesos psicológicos básicos, dificultando a quien la sobrelleva su adaptación al entorno cultural y social en que vive, provocándoles sufrimiento subjetivo.
Depresión y ansiedad
Los síntomas y trastornos depresivos y ansiosos son problemas de salud mental comunes, y pueden afectar severamente la calidad de vida de las personas. Sin embargo tener un trastorno no nos hace disfuncionales, asociales ni culpables. Estos trastornos son equiparables a cualquier otra enfermedad física. En algún momento de la vida puede sucederle a cualquier persona, lo que requiere de tratamiento adecuado.
Se ha comprobado que la psicoterapia y el uso de fármacos han sido efectivos para el tratamiento de trastornos de depresión y ansiedad, a veces de manera separada o en combinación, dependiendo el origen y gravedad del trastorno. El primer paso es obtener el diagnóstico adecuado de parte de un profesional de salud mental certificado y decidir cuál es el camino del tratamiento que funciona para cada quien.
Todo ser humano que experimenta ansiedad está nervioso, tenso, aprensivo e irritable. Las características de la ansiedad incluyen sentimientos de incertidumbre, desamparo, excitación fisiológica, angustia y percepción exagerada de las circunstancias diarias. Esa es la realidad en la que viven muchas personas durante la actual pandemia.
Antes del nuevo covid-19, y según la OMS, la depresión y la ansiedad afectaban a más de 600 millones de personas en el mundo. Los trastornos mentales y neurológicos representaban el 22 por ciento de la carga total de enfermedades en América Latina y el Caribe (OPS), representando una elevada carga de la enfermedad en términos de morbilidad, mortalidad y discapacidad. En Colombia, el 40,1 por ciento de la población entre 18 y 65 años de edad ha sufrido, está sufriendo o sufrirá alguna vez en la vida un trastorno psiquiátrico diagnosticado; de estos, los trastornos de ansiedad encabezan la lista con el 19,5 por ciento; le siguen los trastornos del estado de ánimo con el 13,3.
La ansiedad es una emoción y una respuesta natural a eventos estresantes preparándonos para manejar de forma anticipada los peligros. En pequeñas dosis la ansiedad nos puede ayudar a enfrentar situaciones tensas y nuevas, además de darnos un impulso de motivación como, por ejemplo, cuando nos enfrentamos a un nuevo trabajo o cambiamos de espacio vital. Sin embargo, cuando los síntomas de ansiedad comienzan a interferir con la vida cotidiana pueden ser señales de un trastorno de ansiedad, la que tiene como síntoma central una ansiedad desproporcionada, persistente y duradera que afecta en varias áreas la vida cotidiana de quien la padece, a tal grado que le dificulta o lo incapacita para trabajar, estudiar, convivir con su familia y sus amigos.
Así mismo la tristeza es una más de las emociones humanas y relativamente pasajera, no es por sí misma indicador de ningún trastorno mental. Es la reacción psicológica ante pérdidas o circunstancias molestas de las que nos parece complicado escapar. La aparición de la tristeza es normal, más en los tiempos difíciles e inciertos que estamos enfrentando.
De manera distinta, la depresión es un trastorno del estado del ánimo que se caracteriza por, entre otros síntomas, una emoción de tristeza intensa que perdura en el tiempo, acompañada de apatía o irritabilidad excesiva, cansancio, sentimientos de culpa e inutilidad, visión negativa de uno mismo y del futuro, cambios en el apetito, en el sueño y dificultades para concentrarse. Si queremos identificar una depresión en una persona cercana es importante fijarnos en si ha dejado de hacer cosas que antes le gustaban, así como si refleja cambios significativos en su estado de ánimo y alimentación. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM5), para ser diagnosticada con depresión una persona debe presentar durante un período continuo de dos semanas este tipo de sintomatología.
En Colombia, una investigación de los departamentos de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana arrojó datos del impacto de la pandemia en la salud mental de nuestra población. Entre ella, los jóvenes y las mujeres son los más afectados por trastornos de ansiedad y depresión. En las actuales circunstancias, quienes tenían un diagnóstico psiquiátrico preexistente, experimentan un agravamiento de la enfermedad.
La OMS confirma que la depresión tiende a ser más habitual en las mujeres que en los hombres. Las personas que padecen trastornos mentales graves presentan una especial vulnerabilidad durante las emergencias; por ello, requieren servicios de atención a la salud mental oportuna, accesible y acorde a sus necesidades, los cuales no son ofrecidos de manera adecuada por las EPS, las que también se caracterizan en este particular por prestar un servicio insuficiente y discontinuo.
Sabemos que la pandemia provoca graves efectos sobre la salud mental, propiciado también por el aumento del desempleo, la inseguridad económica, la violencia intrafamiliar, las adicciones y la pobreza. Es urgente, por tanto, que las instituciones de salud desarrollen programas y líneas de acompañamiento que contribuyan al bienestar psíquico-social de los colombianos. La salud mental es igual de importante que la salud física, el ser humano es psicosomático, espiritual y social. Promover el bienestar socioemocional genera grandes beneficios económicos al potenciar la productividad, y contribuir a mejorar los resultados educativos, elevar la calidad de vida y armonizar la convivencia.
La emergencia sanitaria como la que estamos viviendo, en lo que respecta a salud mental, no puede depender solo de las autorizaciones de las EPS y su deficiente servicio. Para garantizar una adecuación del servicio de salud en este campo, es indispensable, por un lado, que el gobierno aumente la inversión para programas de prevención, promoción e intervención en salud mental; pero por el otro coincidiendo con la OMS, es fundamental asumir que la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. La salud mental es también un derecho humano primordial y universal.
*Psicóloga, especialista en intervención en crisis.
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