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“Nueva normalidad” ¡muerte a viejos, pobres y opositores! Autoritarismo y darwinismo social en tiempos del covid-19

“Nueva normalidad” ¡muerte a viejos, pobres y opositores! Autoritarismo y darwinismo social en tiempos del covid-19

El mes de septiembre inició con la llamada “nueva normalidad” declarada por el gobierno nacional. Una mirada a las cifras arrojadas por el covid-19 en las últimas semanas aclaran que tal decisión corresponde a un desprecio por la vida en dignidad que debería caracterizar a toda sociedad. Los retos a enfrentar.

La pandemia por covid-19 alcanzó los seis meses en Colombia. El gobierno nacional, pese a la propaganda diaria, no logra neutralizar su impacto humano, económico y social; pero sí ha reprimido la protesta social. El número total de inficionados suma 666.521 (acumulado al 7 de septiembre de 2020); el 48,8 por ciento corresponde al sexo femenino (325.077) y 51,2 al masculino (341.444). De las 21.412 muertes debido a la infección por el covid-19, el 87,5 por ciento son personas mayores de 50 años de edad (cuadro y gráfico 1). Según sexo para covid-19 confirmado por el Dane, se observa una diferencia de 28,0% en la frecuencia con la que fallecen los hombres frente a las mujeres. En todos los casos predominan las defunciones en hombres.

 

 

De los 50,9 millones de quienes habitan actualmente el país, el 23,3 por ciento están sobre el medio siglo de existencia; 46 por ciento son hombres y 54 mujeres. Del total de personas infectadas, los mayores de 50 años de edad representan el 28,2 por ciento: 14,5 hombres y 13,6 mujeres. En este grupo etario, según las estadísticas vitales del Dane, la letalidad del virus afecta doblemente a los hombres, quienes representan el 62,8 por ciento de las defunciones y las mujeres el 37,2 (gráfico 2), dado que estas últimas cuentan con un sistema inmunológico más fuerte para resistir al covid-19.

La tasa de letalidad de este microorganismo (muertes por covid-19 respecto al total de casos confirmados) es de 3,2 por ciento para el total nacional, 0,6 para los menores de 50 años y de 10 para las personas de 50 y más años de edad.

 

 

Los pobres son los más afectados por la pandemia, debido al hacinamiento en que viven, la carencia de servicios domiciliarios, la desnutrición, la inaccesibilidad a los sistemas de salud y a la precariedad en el trabajo a causa de la informalidad y el desempleo que los afecta (gráfico 3).

Una persona del estrato 1 tiene 10 veces más probabilidad de ser inficionado respecto a otra del estrato seis. Los estratos socio económicos 1, 2 y 3 concentran el 93,3 por ciento de las defunciones relacionadas con covid-19 en el país. Sin embargo, los estratos 1 y 2 concentran el 71,2 por ciento del total nacional. De acuerdo con el nivel educativo del fallecido, las mayores proporciones de las defunciones se encuentran en la población con básica primaria (20,8% en hombres y 14,6% en mujeres).

La ley capitalista de la población y la acumulación de capital hacen que parte de la clase trabajadora quede relativamente sobrante (desempleo forzoso), superflua en comparación con la necesidad que de ella tiene el capital (determinado por los ciclos económicos y el cambio tecnológico), se vea desalojada de la producción y condenada a las penalidades de la miseria, del hambre y la mendicidad. Los capitalistas, aprovechándose de la desocupación y la población sobrante, elevan la intensidad del trabajo de los ocupados y les reduce los salarios.

Los estudios sobre el comportamiento del nuevo coronavirus muestra que los impactos son menores en la población económicamente activa (principalmente los menores de 55 años). El 90 por ciento de los portadores del virus en sus cuerpos registran síntomas leves, benignos o son asintomáticos, por tanto no requieren de hospitalización (la excepción la constituyen quienes sufren afecciones de larga duración y de progresión lenta: cardiovasculares, neoplásicas, respiratorias crónicas, entre otras). En cuanto al covid-19 confirmado, según las estadísticas vitales del Dane, el 14,0 por ciento del total de fallecidos se encuentra en edades de 85 años y más, los adultos de más de 55 años concentran el 81,7 por ciento del total de las defunciones por covid-19 confirmado. Las defunciones en menores de 19 años de edad representan el 0,7 por ciento del total nacional. En consecuencia, el covid-19 no afecta la ley económica fundamental del capitalismo: la explotación del trabajo por parte del capital, la producción de plusvalía o de ganancia, su realización (consumo) y la acumulación de capital. Esta es la verdadera razón por la cual capitalistas y clases dominantes reactivaron la economía, lanzaron la gente de nuevo a la calle y reestructuraron los procesos productivos y las relaciones capital-trabajo.

En resumen, la población en mayor riesgo de morir por esta pandemia es la sobrante desde el punto de vista de los intereses y necesidades del capital, de las empresas intermediarias de la salud, de las administradoras de fondos de pensiones y de las políticas asistencialistas públicas. A este deshumanizante hecho se agrega el explícito odio y desprecio del presidente Duque, y del partido político que representa, por la vida de los “viejos” y “viejas”, los pobres, los críticos de su gobierno, los líderes sociales, los ambientalistas y los defensores de los derechos humanos. La consigna de “nueva normalidad”, con el consiguiente: ¡todos a la calle! responde a los intereses del capital y a su compromiso con el darwinismo social y los métodos eugenésicos. En términos castizos se refiere a las siempre utilizadas y criminales prácticas de la mal llamada “limpieza social”. Una versión adicional, sobre la misma lógica macabra, la constituye los homicidios intencionales llamados eufemísticamente “falsos positivos” o “ejecuciones extrajudiciales” que durante los gobiernos de Uribe-Santos cobró la vida de 5.000 jóvenes provenientes de los sectores populares. Mientras el covid-19 mata viejos, el Estado masacra jóvenes.

Con las cifras hasta aquí relacionadas, más la síntesis de lo que significan, queda claro que las medidas tomadas por el gobierno fueron tardías, erráticas, arbitrarias e interesadas. Después de decretar drásticas cuarentenas y llevar al país a la catástrofe, ahora que es evidente el fracaso de las cuarentenas generalizadas y el freno abrupto de la economía, sin variables de ningún tipo ni flexibilidad alguna en temas de salud colectiva, se envía a la calle a la población bajo la consigna ¡sálvese quien pueda!

Las fuerzas de la economía y el gran capital se impusieron. Ahora la estrategia utilizada por Colombia es similar a la adoptada por Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil y López Obrador en México; solo que ellos no bloquearon la actividad productiva. Después de superar a España, México, Sudáfrica y, recientemente, a Perú, Colombia se ubica entre las cinco naciones del mundo con el mayor número de casos confirmados de infección por covid-19, después de Estados Unidos, India, Brasil y Rusia. La tasa de reproducción de los virus, esto es, el factor de reproducción R, o sea el potencial de propagación que posee un virus, tiene un valor mensual de 1,4 en el promedio mundial y de 1,8 en Colombia (si bien viene ralentizándose: un mes atrás estaba en 2,5).

 

Lucha por la existencia, supervivencia del más fuerte y eugenesia

 

El pensamiento fundamental del darwinismo social consiste en la transferencia del principio de selección a la sociedad, localizado en el concepto de la lucha por la existencia, en la cual se imponen los dueños del capital, quienes controlan el poder político, y los más fuertes. Este pensamiento se integra a la ley capitalista de la población que determina la situación real de la clase trabajadora en la sociedad capitalista, donde ésta aparece en calidad de apéndice del capital.

En el trasfondo, el gobierno de Duque y los partidos de extrema derecha que le acompañan saben que la epidemia por covid-19 ataca mortal y principalmente a los hombres viejos (mayores de 50 años de edad), los pobres, los habitantes de las ciudades más densas y a quienes cargan con una comorbilidad (presencia de uno o más trastornos además de la enfermedad o trastorno primario). Esta oligarquía hace suyos los tres principios: lucha por la existencia, supervivencia del más fuerte y eugenesia; en resumen, su acostumbrada práctica de “limpieza social”.

Lo podemos corroborar a la luz de la historia. Al fascismo le corresponde la terrible primacía de haber tomado en serio, práctica y políticamente, el fanatismo por el pensamiento social-darwinista y eugenésico, fundamentado sobre un grosero reduccionismo biologista que defiende dogmáticamente tres principios: la lucha por la existencia, la supervivencia del más fuerte y las políticas eugenésicas que tienen como fin la mejora de la raza a través de la eliminación de la cadena hereditaria de quienes desde el poder identifican como una “vida indigna de ser vivida” y una pesada carga financiera para la sociedad, el capital y el Estado.

El nuevo coronavirus detonó una crisis con origen y evolución en los años 1970; desde entonces, la oligarquía colombiana viene construyendo e imponiendo a sangre y fuego su concepción de Estado y de sociedad. Le corresponde a esta oligarquía cínica, corrupta, mafiosa y criminal, desarrollar durante el último medio siglo un bárbaro pogromo, esto es, el asesinato, la persecución y el desplazamiento forzoso multitudinario, premeditado y planificado, cuyas víctimas principales son los pueblos originarios, clases trabajadoras, sectores populares y opositores políticos, acompañado de la destrucción o el expolio de sus bienes, tierras y medios de trabajo. Es un comportamiento de violencia sin cuartel sobre amplios segmentos sociales, de despojo y exclusión, acompañado de políticas ideológicas y sociales que lo llevaron a hermanarse con la extrema derecha, y con el fascismo, que es el partido del gran capital financiero, terrateniente, extractivo y comercial. El fascismo se presenta como un régimen que ordena de arriba abajo toda la vida económica, política y cultural de una sociedad, según los intereses y necesidades de la clase en el poder, oprimiendo y explotando ferozmente a quienes venden su fuerza de trabajo, a los opositores políticos y a los sectores populares en general.

En medio de tal despliegue manipulador, de exclusión y de antidemocracia, la pandemia resaltó las nefastas consecuencias del neoliberalismo al privatizar, desmantelar y precarizar, la salud pública, entre uno de los factores sociales fundamentales que ha dispuesto para el enriquecimiento de la minoría que controla gobiernos y el Estado mismo.

El modelo oligárquico-neoliberal hizo de la enfermedad un rentable negocio privado y financiero, con desprecio de la salud como derecho humano universal. La presidencia de Iván Duque (2018-2022), continuador de tal modelo, representa la alianza de partidos de la extrema derecha y sectas religiosas conservadoras; en consecuencia, su mandato autoritario, en el centro de la pandemia por covid-19, ha utilizado ventajosa y oportunistamente la crisis para concentrar todos los espacios de poder y restringir los derechos humanos y las libertades, a la vez que conduce al país a la ruina económica, el sobreendeudamiento público y al escalamiento de los antagonismos sociales.

Dignidad, la condición básica de la vida

El teórico anarquista Piotr A. Kropotkin (1842-1921) promulgaba ¡Nada de la lucha por la mera existencia sino lucha por una existencia de calidad, libre y digna! La naturaleza humana se fundamenta en su dignidad y no en la biología desnuda. La dignidad, núcleo del ordenamiento jurídico de los derechos humanos, anima el despliegue histórico de las fuerzas esenciales: la progresiva transformación del aspecto externo e interno del ser humano y su mundo, construido colectiva y culturalmente, mediante el ejercicio de su conciencia, libertad, existencia social, trabajo y ser genérico, universal y natural.

Paralelo a esta visión sobre la vida, a la teoría marxista le correspondió desenmascarar la ambigüedad del lema darwinista de la lucha por la existencia: “la libre competencia, la lucha por la existencia –la cual festejan los economistas como el máximo logro histórico– es el estado normal y bestial del reino animal”. En el marxismo clásico, el ser humano explotado, oprimido y alienado ha de hacerse cargo de su propio destino, transformar las relaciones sociales, hacerlas más humanas y emanciparse, de manera consciente, emocional, material y espiritual.

Uno y otro paradigma de vida, hermanados, ilumina sobre el qué hacer que reta a nuestra sociedad para garantizar que concepciones autoritarias y fascistas sobre la vida ni enraícen, profundicen o prolonguen su dominio en nuestro país. Es la hora de las alianzas solidarias, constituyendo potentes tejidos entre los movimientos sociales y organizaciones políticas, entrelazando procesos económicos políticos, culturales, ambientales y sociales alternativos, todo ello soportado en autonomía, democracia plural y radical, autogestión y libre creación. Es el momento de disrupciones sociales a todo nivel; a esto nos invita la pandemia, sin lo cual la llamada “nueva normalidad” (que todo siga como era antes del covid-19), llevando a la muerte a viejos, débiles, pobres, excluidos, sobrantes y críticos del sistema hegemónico, prolongará su lógica en la coyuntura y su dominio en el futuro mediato.

* Economista y filósofo. Integrante del comité editorial de los periódicos Le Monde diplomatique, edición Colombia, y desdeabajo.

 

 

 

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Información adicional

Autor/a: Libardo Sarmiento Anzola
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