Las evidencias de que algo anda mal con nuetra ‘casa’ son cada vez más potentes. Prueba de ello, durante la primera semana de mayo se registraron tres hechos noticiosos de suma importancia, que, sin embargo, pasaron perfectamente desapercibidos en el país. El primero: el aumento de las temperaturas en Pakistán, la India y el sudeste asiático hasta 50o y 60o grados1. Algo jamás observado desde que se tienen registros. El segundo: el ritmo de descongelamiento de la Antártida es más vertiginoso, día a día, semana a semana. Exactamente seis veces más rápido de lo que sucedía en los años 19902. Las consecuencias sí son conocidas. El tercer hecho: la deforestación de la selva amazónica, particularmente en Brasil, gracias a la torpeza de Bolsonaro, que no parece conocer un límite. La deforestación entre enero y marzo de 2022 creció un 64 por ciento con respecto al 2021. El Amazonas, el principal pulmón del mundo3.
Pero como acontece con recurrencia, una vez más lo urgente nunca da paso a lo importante. Ni en Colombia ni en el mundo. En Colombia, por estos días, todo pivota en torno a las próximas elecciones. Y claro, los desmanes del paramilitarismo en una tercera parte del país, con la anuencia del gobierno de Duque. Y en el mundo, todo gira en torno a la guerra en Ucrania, los líos del aborto en E.U., la crisis de la pandemia –que aún no está superada– y algún escandalo regional o local. Lo urgente, lo inmediato.
Pero lo importante hace referencia a la inminencia de la catástrofe climática. Veamos.
Conceptual, o analíticamente, es preciso distinguir cuatro cosas (= niveles). Primero, el calentamiento global, segundo, el cambio climático, tercero la crisis climática y la última, la catástrofe climática. Los dos primeros emergen, con fuerza, en los años 1970 y 1980. Hoy nos encontramos en la crisis climática. El paso siguiente, verosímilmente irreversible es la catástrofe climática; esto es, literalmente, un punto de no retorno.
Un indicador del eventual tránsito de la crisis climática hacia la catástrofe climática es el seguimiento que lleva a cabo la comunidad científica mundial alrededor del Instituto Stockholm y los límites planetarios.
Los límites planetarios
Los límites planetarios han sido identificados como nueve, a partir de las más importantes amenazas a la supervivencia de la vida en el planeta. A la fecha, cinco de estos límites planetarios han sido superados; esto significa que, verosímilmente, no es posible echar marcha atrás en ellos. Quedan aún cuatro límites planetarios adicionales, uno de los cuales está, según parece, próximo a ser superado.
Los nueve límites planetarios son:
i) El cambio climático –que ya se verificó en los años 1970 y 1980
ii) El carácter integral de la biosfera
iii) El flujo bioquímico, esto es, los ciclos biogeoquímicos
iv) La acidificación del océano
v) La carga de aerosoles en la atmósfera
vi) El agotamiento de la capa de ozono
vii) Los altos índices de contaminación, principalmente químicos
viii) La incorporación de nuevas entidades (se trata de la incorporación a la biomasa de nuevos materiales artificiales que, literalmente, hacen al planeta más pesado; por ejemplo, cemento, hierro, plástico)
ix) El uso del agua dulce
Pues bien, dicho de modo genérico, la razón de la crisis climática, hoy; y ayer, del calentamiento global y el cabio climático, se debe a razones específicamente antropogénicas. En otras palabras, los seres humanos están asesinando a su madre, la Madre Tierra, Gaia, la Pachamama, la Tonanzin, o cualesquiera otras denominaciones, según los pueblos, las culturas. Pero, específicamente, la razón de la crisis es el desarrollismo, un tema económico, político y cultural de gran calado.
Tanto el capitalismo como el socialismo –lo que quiera que sea–, son sistemas distintivamente desarrollistas. Digamos: el capitalismo, y el modelo chino; o escandinavo, o alguno similar. La idea de base es que la sociedad debe desarrollarse, la economía debe crecer, el consumo no puede disminuir, y se debe mantener un cierto balance entre oferta y demanda de suerte que haya siempre crecimiento económico. Este es exactamente el núcleo del problema. Desarrollo, consumo, crecimiento. Engendros del demonio, diría alguien.
En el caso colombiano, las referencias centrales de los límites planetarios son: el uso del agua dulce –por ejemplo, el precio creciente de los costos del agua, acueducto y alcantarillado–, la creciente deforestación en amplias zonas, no solamente en el Amazonas, sino también en Caquetá y en los departamentos controlados por el paramilitarismo, en el norte del país; la alta contaminación de ríos, el aire y la contaminación acústica y visual en las grandes ciudades; y la introducción de nuevos materiales, específicamente a partir de esos monstruos que son los centros comerciales –pequeños, medianos y grandes–.
Hace falta un estudio específico en el país sobre la situación nacional y los límites planetarios. El tema no aparece para nada en la campaña electoral. Sólo lugares comunes.
Buscando soluciones
Los seres humanos se olvidaron de vivir, hace tiempo, por culpa de todos los aparatos y sistemas de la cultura. Atávicamente, los seres humanos viven para trabajar; y con el trabajo, para consumir, pagar las deudas (cuando pueden), y gastar la existencia en sistemas de trabajo de cualquier índole.
Precisamente en este contexto, emerge el ideal saber vivir; o del vivir bien; o del vivir sabroso, por ejemplo. Un tema que se dice fácilmente pero que es sumamente difícil de llevar a cabo.
Vivir bien, o saber vivir, o vivir sabroso, significa sencillamente saber qué se quiere y qué no se quiere, qué se necesita y qué no. Y la verdad es que todos los productos, mercancías, bienes y servicios que ofrece la sociedad, el Estado y la economía, la mayoría de ellos no los necesitan los seres humanos. Sólo que la inmensa mayoría de la gente no lo sabe, obnubilados, prisioneros de la publicidad y la propaganda, del mercadeo, del consumo, de las presiones sociales, de la imagen, el diseño industrial, el diseño textil y gráfico, por ejemplo, y del sistema de crédito. En últimas, la bonitura, digamos. Lo superficial, banal y trivial. Análogamente a como la gente vive para trabajar, asimismo vive para consumir. No para vivir. Un tema de la mayor importancia.
Política y cultura
En el panorama actual de la política colombiana, en vísperas de elecciones, la inminencia de la catástrofe climática no aparece para nada. Tan solo, en el mejor de los casos, sosos temas ambientales. Nada de fondo. De un lado, y de otra parte, con la notable excepción de Francia Márquez, el tema sensible de saber vivir, y de aprender a vivir bien no aparece en la agenda. Y lo que aparece es, hasta el momento, simple eslogan. Ninguna elaboración de fondo. Se habla de la vida, pero el tema de base no se toca para nada. Otro motivo de eslogan.
Los políticos no están para pensar ni tampoco es lo suyo. Ni candidatos, ni ministros, ni presidentes. En general, los puestos directivos de cualquier índole o tamaño, no tienen a gente que reflexione, ni tampoco que lea. Para eso están los equipos asesores, que les presentan a los directivos “resúmenes ejecutivos” (horribile dictum). Los directivos en general están donde se encuentran para tomar decisiones. Pero nadie puede tomar decisiones inteligentes, y acaso incluso sabias, sin reflexión. El tiempo de la política es perfectamente distinto al del arte, la ciencia o la filosofía, por ejemplo.
La realidad es tosuda y el silencio de unos y otros sobre lo que estamos viviendo no debería prolongarse por más tiempo; necesitamos una política de y para las mayorías, para la vida en dignidad, para la vida sabrosa. Es por ello indispensable un diálogo entre los directivos de cualquier tipo, y la comunidad de académicos, científicos, investigadores y artistas con base en los intereses de la sociedad; esto es, con base en el bien común. Dejar intactos el saber vivir y la inminencia de la catástrofe climática equivale al negacionismo. Como si la crisis no fuera real, como si los problemas reales no existieran.
Manifiestamente que los temas de la paz y la guerra son sensibles. Evidentemente que no se puede cohonestar con la corrupción, la pobreza y la inequidad. Desde luego que las injusticias son inaceptables desde cualquier punto de vista.
Lo importante postergado, relegado por lo urgente. Si damos la espalda a la naturaleza, y al tema cotidiano del saber vivir, las luchas contra la corrupción, el paramilitarismo, la inequidad y la injusticia habrán sido en vano. Hay aún una oportunidad.
1 Cfr. https://www.hindustantimes.com/india-news/surface-temp-tops-60-c-satellite-images-show-101651343166998.html
2 Cfr. https://climate.nasa.gov/news/2958/greenland-antarctica-melting-six-times-faster-than-in-the-1990s/
3 Cfr. https://www.aljazeera.com/news/2022/4/8/brazil-sets-worrying-new-amazon-deforestation-record#:~:text=Brazilian%20Amazon%20sees%2064%20percent,compared%20with%20a%20year%20earlier.&text=Brazil%20has%20set%20a%20new,concern%20and%20warnings%20from%20environmentalists.
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