Home » Toda historia y toda víctima reclama paz

Toda historia y toda víctima reclama paz

Toda historia y toda víctima reclama paz

“Cuando el comandante paramilitar ‘pata de palo’ decidió quitarnos nuestros hijos, mi mamá y yo convocamos a todas las mamás y hermanas de los jóvenes reclutados y marchamos al campamento donde estaban los muchachos y solo nos devolvimos cuando su captor nos los entregó”.

 

“Quiénes son ustedes, nos cuestionó; nosotras respondimos: somos madres, abuelas, hermanas, hijas, familiares y amigas de los muchachos que usted, abusivamente, secuestró de los colegios, parques y casas. Inicialmente nos trató de locas, pero después de varias horas de resistencia pacífica, entonando cantos y arengando que las mujeres de Córdoba no paríamos hijos para la guerra, terminó entregándonoslos”.

 

Este relato fue uno de los muchos presentados en la Cumbre Nacional Mujeres y Paz, realizada en Bogotá entre el 23-25 de octubre, por petición de la mesa de La Habana. La historia la contó Esther Polo Zabala, hija de María Zabala, premio nacional “Cafam a la Mujer” en el 2004. Su relato hace referencia a ‘Don Berna’, paramilitar que azotó la zona de Córdoba hasta que Uribe lo acogió en la Ley de Justicia y Paz.

 

La ‘Mechuda’, como ella misma se describe, estuvo en la Cumbre y, con una actitud muy descamisada, le contó a los presentes buena parte del trabajo organizativo que adelantan las mujeres de Córdoba. Su relación con la clase política, los paramilitares que hoy actúan como bacrim y la relación con el más importante vecino del sector, Uribe, que a su vez es el mayor terrateniente del departamento.

 

El nombre de su vereda es al tiempo de un sueño, una contradicción “Valle encantado” y la contradicción parte de la realidad del que es una tierra dominada por los paramilitares donde ‘Don Berna’ era la máxima autoridad de la zona, donde, además, tenía la tarea de cuidar las tierras de Uribe.

 

“Recuerdo que se paseaba en una cuatrimotor viendo cómo se llevaba a los hombres jóvenes, para ponerlos al servicio de la guerra contra su pueblo, o a las mujeres para prostituirlas”, explica la joven líder y describe su pueblo: “Valle encantado no tiene vías pavimentadas, las bondades del desarrollo van hasta las tierras del expresidente, que no solo son las miles de hectáreas del Ubérrimo, sino también otras tierras”.

 

Pero el asombroso testimonio de Esther no terminó así. Con voz pausada y firme explicó que en el 2004, cuando su madre obtuvo el premio “Cafam a la Mujer”, habló con el entonces presidente Uribe a quien pidió condonara el 30 por ciento de la deuda por tierra que cargaban, porque “[…] era injusto que las mujeres cabeza de familia tuvieran que pagarlo”, su respuesta fue negativa, “porque no podía”. El desacuerdo con esa actitud, y el descontento de las mujeres con el entonces Presidente fue más agudo al conocer lo realizado con el programa Agro Ingreso Seguro, que hizo mediante corrupción regalo de mucha plata, a personas que no lo necesitaban.

 

“No creo que haya paz, si el campo sigue en medio de las desigualdades. Creo en un acuerdo, pero nunca un pos-conflicto que solucione los problemas. Por ejemplo, si hoy pasara algo en mi pueblo no hay como sacar un enfermo. Si vemos son los grupos de paras o bacrim o neo paramilitares, ejército anti restitución o como los quieran llamar. Eso es lo único que una ve”, aseguró.

 

desdeabajo. ¿Usted cree que el presidente Santos le dirá a los dueños de los ejércitos privados que devuelvan las tierras que les robaron a los campesinos pobres?

Esther Polo Zabala. “Mire, el presidente Santos en sus discursos internacionales siempre habla de mi mamá como una mujer luchadora por la paz, pero nunca dice que nos condona la deuda de las mujeres cabeza de familia. Ahora el tema de la no repetición es solo mierda, la violencia contra los líderes comunitarios continúa o si no vea lo que le pasó a Yolanda Izquierdo o Ana Teresa Gómez, asesinadas por luchar por los derechos de los desplazados”.

 

Tumaco

 

Marlene Tello es una mujer afrodescendiente que explica como la violencia golpea a Tumaco. Su presencia en la Cumbre obedeció a la posibilidad de dejar constancia de su propuesta y exigencia de paz para Tumaco.

 

“Mi hermana perdió a dos hijos y yo uno, somos las que tenemos los hijos para que la guerra nos los quite. Eso no es justo, pedimos que las mujeres seamos escuchadas, reconocidos nuestros derechos políticos y la exigencia que las mujeres afro estemos en la mesa de negociación de La Habana, porque somos las que hemos puesto la cuota de sangre más alta del país. Lo hablamos desde el vientre porque nuestros hijos no están llegando a una edad adulta porque los violentos los asesinan”.

 

Si Karina es gestora de paz, ¿sus víctimas qué somos?

 

Carmenza María Álvarez Herrera ha sido desplazada tres veces del sector del Urabá antioqueño, más exactamente del municipio de Turbo. “Es un municipio que ha dado los hijos para la guerra, hoy esos muchachos sobrevivientes del conflicto van a regresar y tenemos que crear alternativas para un regreso con futuro, para eso el Gobierno debe garantizar que sus vidas serán respetadas, que habrá alternativas de desarrollo para ellos que, al fin y al cabo, fueron las causas las que los llevaron a hacer parte de esos grupos”.

 

Pero también, exige que la balanza de la justicia sea ecuánime porque quien la desplazó fue alias Karina. “Ella me desplazó siempre de donde estuviera”, y aseguró que sus tierras, pequeñas y humildes, siempre se perdieron. “Sin embargo ella es hoy gestora de paz y en ese caso ¿nosotras que somos? Deberíamos ser Nobel de Paz, además ella solo dijo la fórmula que al presidente de ese momento, Uribe, le convenía” explicó.

 

“Soy militante de la Ruta Pacífica de Mujeres del Valle, me llamo Elizabeth Ortega Carvajal, el Carvajal es por mi madre y no por los capitalistas del Valle, vengo en solidaridad de muchas organizaciones como los corteros de caña. Estamos respaldando los diálogos de paz y protestando a la indiferencia del Gobierno con los corteros de caña”.

 

Aquí hay una actitud de silencio cómplice de los gobiernos con los dueños de los ingenios de azúcar del Valle, atentando contra los núcleos familiares de los trabajadores que cumplen como esclavos en jornadas interminables de trabajo, sin salud, recreación, educación ni descanso, explica la vocera.

 

“Son situaciones de violencia estatal y de los grandes capitales, contra los trabajadores. Es una forma de aplicar las políticas de violencia y guerra contra un conglomerado que no sabe otra cosa que trabajar en la caña de azúcar. Es además, una situación que el país desconoce, pero que debemos denunciar, por eso estamos aquí”, aseguró.

 

Una excombatiente

 

En medio del escenario y de la tarde, una mujer, Alix María Salazar Salazar, apoyada en su bastón, habló ante el auditorio: soy excombatiente del M-19, y comenzó su relato. Contó cómo en la insurgencia también existe la discriminación y que son pocas las mujeres que llegan a cargos de mando.

 

Las mujeres en la guerra son medidas por un parámetro masculino: la fuerza, la resistencia, el valor en el combate. Todas son medidas para los hombres, creadas para ellos, explica. “El M-19 fue quizá la guerrilla más femenina que ha existido en Colombia, pero, igualmente, a las mujeres nos tocaba tener las mismas responsabilidades que los hombres”.

 

“Teníamos que siempre ser capaces, no importaba de qué, pero siempre tener esa actitud, para que los hombres no pensaran que no podíamos. Eran épocas diferentes, en las que nunca discutíamos de las diferencias de género, y cuando llegó la negociación solo una mujer nos representó. Después, ya en la vida civil, la única alternativa fue que las compañeras tuvieron que regresar a sus hogares paternos. Peor aún es que tras la aplicación de la nueva Constitución, hoy nos damos cuenta que nada cambió”.

 

Este quizá fue el relató más escuchado y, por los resultados expuestos, el de más desilusión. Sin embargo la expositora explicó que, con la intensidad del conflicto, es posible qué ahora el país pueda cambiar para beneficio de los desprotegidos.

 

Objetoras de conciencia

 

El evento fue el mejor escenario para que las luchadoras por la objeción de conciencia denunciaran la forma como violan la sentencia del Concejo de Estado sobre los operativos contra los jóvenes, por parte del ejército nacional. En realidad, son detenidos arbitrariamente, obligados a prestar el servicio militar. “Son operativos que además hacen en los barrios populares o las zonas marginadas, donde no existe información sobre esos fallos”, explica Daisy Palacios.

 

Ha sido un proceso largo, ligado a la guerra, el paramilitarismo que pone como carne de cañón a nuestros jóvenes. “Es una profundización de la violencia en la vida civil, familiar y juvenil. Por esta razón, es que las mujeres nos vinculamos a esta lucha. Pero, además, estamos por una lucha que nos dé la posibilidad de una paz con respeto, donde nadie sea obligado a portar un fusil”, explicó.

 


 

 

Recuadro

 

Otras voces de mujer

 

Entre el grupo de mujeres que han estado al frente del proceso se encuentran, además de las expositoras ya nombradas en este relato, las periodistas María Alejandra Villamizar y Jineth Bedoya Lima, Catalina Ruiz Naranjo, la politóloga Laura Gil, la abogada y docente de la universidad de los Andes, Julieta Lemaitre Ripoli y la politóloga y socióloga María Elvira Naranjo.

 

Como panelistas internacionales participaron Bety Bigonbe, negociadora de paz del conflicto interno de Uganda, Socorro Gómez (Brasil), presidenta desde 2008 del Consejo Mundial por la Paz, Manuela Mesa (España), directora del Centro de Educación e Investigación para la Paz, Elizabeth Porter (Australia), autora del libro “La experiencia y el papel de las mujeres en perspectiva internacional”, y Sarah Taylor (Estados Unidos), experta en política de género, paz y seguridad.

Información adicional

CUMBRE NACIONAL DE MUJERES
Autor/a: Guillermo Rico Reyes
País:
Región:
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.