La táctica de los empresarios fue la de siempre: dividir los trabajadores, amenazar con despidos, hablar con las familias para que presionaran a los hombres que estaban decididos a participar en la huelga, utilizar algunos trabajadores que no tienen la suficiente conciencia para que jugaran los partidos. Así, el América utilizó la Categoría C., para su enfrentamiento contra el Real Cartagena, convirtiendo en esquiroles a estos jóvenes que inician su carrera deportiva.
No permitamos que nos confundan. Esta no es una lucha de los trabajadores contra el fútbol. Es una lucha contra los mercaderes de este deporte, contra las grandes empresas nacionales y transnacionales que viven de la explotación del arte y de la capacidad de los futbolistas de atraer la atención de millones de espectadores a través de los medios masivos de comunicación.
Los trabajadores del fútbol realmente están exigiendo sus derechos laborales, ser tratados como seres humanos, tener seguros que los cubran en caso de incapacidad, invalidez y en su vejez, pero además, que les sea reconocida parte de las ganancias generadas por la utilización de sus cuerpos, como vallas publicitarias.
Nos solidarizamos con estos trabajadores que exigen unas mínimas garantías laborales y que a través de esta lucha nos muestran una más de las múltiples aristas que tiene en crisis al fútbol colombiano.
Consideramos que el fútbol y el deporte en general, deben responder a una política pública, planeada, dirigida y evaluada por el Estado colombiano, en la cual participen representantes del fútbol profesional y aficionado y no sólo los dueños de los clubes. El deporte y en particular el fútbol, debe ser parte de nuestra formación integral.
Esto quiere decir, que hoy nos solidarizamos con estos trabajadores por ser eso: trabajadores. Pero lo ideal es que nuestros jóvenes no basen sus expectativas de empleo y subsistencia en algo que ha desarrollado la humanidad para la recreación y el crecimiento humano y que el capital lo aprovecha para convertir a las personas en “productos” que se compran y se venden.
¿Qué sigue?
Los trabajadores del fútbol no deben desfallecer. Un gran reto que tienen ante si es asimilar esta primera envestida de los empresarios y el Estado. Entenderla como un primer partido dentro de una serie que podrían denominar como el campeonato de la dignidad, en donde es posible que una vez se gane y otra se pierda. Reconocer que no se tiene la suficiente experiencia, pero que ya se han ganado muchas cosas, como posicionar el tema de la explotación del trabajador del fútbol, difundirlo por los medios de comunicación y ganarse el favor, en alguna medida, de la opinión pública.
Hoy, aquellos dirigentes que le daban la palmadita en la espalda a los jugadores, y que aparecían por televisión como sus padres o abuelos bondadosos, demostraron que una cosa es la diversión y otra muy distinta los intereses de su capital. Y eso también es importante en el proceso educativo de los trabajadores del fútbol.
Como en toda lucha de los trabajadores, hoy es muy importante buscar la solidaridad de los demás gremios. Hacer las denuncias nacionales e internacionales y no desanimarse porque una buena parte de los compañeros no participan activamente. Reconocer que el miedo que siente cada uno sólo puede ser superado cuando se adquiera plena conciencia de la necesidad de unidad, lucha, solidaridad y mucha creatividad, como lo han reconocido algunos jugadores entrevistados:
«Nosotros vamos al paro por solidaridad, ya que hoy estamos en Once Caldas pero mañana no sabemos en dónde vamos a estar».Ruben Darío Velásquez
«A nosotros en el club no nos falta nada, pero tenemos que estar unidos. En el fútbol uno da muchas vueltas y puede estar sin las mínimas garantías». Óscar Díaz, jugador del Cali.
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