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Estudiantes C. K.. 15 años gambeteándole a las dificultades

Claro, es que constituir una pequeña escuela de fútbol que le permitiera sobrevivir, pero más que eso, ayudar a convertir en realidad las ilusiones de tantos y tantos niños y jóvenes de Ciudad Kennedy (localidad situada al su occidente de Bogotá) para quienes practicar este deporte implicaba (y todavía hoy), más que ganas, superar la barrera de las dificultades económicas, no se vislumbraba como una empresa fácil.

Y no lo ha sido, porque este hombre, periodista profesional y licenciado en Educación Física, que renunció a cargos más promisorios, ha tenido que enfrentar en numerosas oportunidades el trago amargo de ejercer como técnico de equipo barrial, con presupuestos exiguos y limitantes de toda índole.

Pero los esfuerzos han valido la pena. De cinco o seis pupilos con que empezó hace tres lustros, en la actualidad cuenta con más de 180, que entrenan con relativa comodidad en el estadio de La Paz y en las zonas verdes y bien cuidadas del parque Timiza, la mayoría de ellos lejos de sospechar las penurias que implicaba hacerlo en la cancha pelada y embarrada o polvorienta del Lucerna, según si llovía o hacia sol, de aquellos días, semanas, meses y años que tardó el primer tiempo de este largo partido, que sin embargo apenas comienza.

Sí, es que Estudiantes C.K., ha logrado llegar lejos y se perfila como uno de los clubes y escuelas deportivas de más alto rendimiento físico y táctico de la capital, con una excelente nómina de preparadores, diversas categorías y brillante actuación en los torneos de Liga y en otros de carácter distrital y departamental. Todo ello, gracias al tesón de este guerrero, un convencido de que de su cosecha saldrán frutos para el fútbol nacional e internacional, «porque todo lo que uno se propone en la vida se logra con disciplina y esmero», sostiene.

Por ejemplo, sin lugar a dudas, uno de los pasos más grandes que ha logrado la escuela en los últimos años ha sido el de obtener por parte del Instituto Distrital para la Recreación y el Deporte el permiso necesario para desarrollar sus principales actividades en el parque Timiza, lo que si bien conlleva más carga económica, constituye un verdadero privilegio por las características ambientales, de infraestructura y de seguridad que ofrece ese lugar.

Aún así, el reto es grande. Las necesidades abundan, puesto que muchos de los alumnos no pueden cancelar ni siquiera lo de la pensión, cuyo precio es relativamente bajo, pero el Profe se resiste a la idea de tener que expulsarlos por este motivo y prefiere pensar más con su enorme corazón, lo que en distintas ocasiones le ha significado serios dolores de cabeza, en especial a la hora de ponerle el pecho a los cobros que nunca faltan.

Es que la guerra, declarada o no, que se libra en Colombia ha venido reduciendo año a año de manera importante los rubros estatales destinados al deporte, lo que equivale a que quienes lo practican o pretendan hacerlo deben asumir todos los costos, lo cual no siempre resulta sencillo, en particular en un país en el que los ingresos del grueso de la población escasamente alcanzan para medio alimentarse.

Ojalá en cada barrio de la ciudad y en cada municipio de esta sufrida patria se repitiera un Tito. ¿Cuántos niños, jóvenes y familias se librarían de los sinsabores que acarrean la falta de oportunidades y la inadecuada utilización del tiempo libre?

Tomás A. Maldonado Z. lo entendió así hace 15 años y por eso continúa ahí, obstinado, abrigando la esperanza de adquirir algún día una sede propia y un bus para trasladar a sus muchachos a los compromisos fuera de casa, pero por ahora no le caería nada mal que un alma generosa se le apareciera con lo de los uniformes, lo del botiquín y lo de las inscripciones para los próximos torneos. ¿Por qué no, si soñar no cuesta nada?

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