Home » La Toma. Ocupar, resistir y producir. Entrevista a Naomi Klein y Avi Lewis, directores del documental

La Toma. Ocupar, resistir y producir. Entrevista a Naomi Klein y Avi Lewis, directores del documental

La Toma. Ocupar, resistir y producir. Entrevista a Naomi Klein y Avi Lewis, directores del documental

Pero además, el objetivo de la película desde el principio era centrarse en alternativas. Mostrar que hay respuestas, que hay otras formas de manejar una economía. Y eso significa hablar de producción. No es suficiente plantear teorías. -Además de la producción material, ustedes parecen percibir allí la producción de una nueva forma de política.

Naomi: Sí, creo que es cierto. No es el único lugar donde se observa una nueva manera de hacer política, pero allí existe esa combinación de democracia directa en el proceso de decisiones asamblearias, con el espíritu, el derecho a tomar medidas para satisfacer las necesidades de supervivencia. Son los dos temas que unen lo que llamaríamos nuevas políticas alrededor del mundo.

«No pidas. Toma» -La Toma, entonces, se refiere a la toma de fábricas, pero también a la toma de decisiones sobre la propia vida.

Naomi: Sí, creo que hay muchos significados distintos. Tomar decisiones, tomar lo que nos corresponde y es nuestro. Recuperar activos públicos. Redefinir incluso lo que es público y lo que es privado. Pero también se trata de un nuevo espíritu que atraviesa al nuevo activismo alrededor del mundo. Vi en Sudáfrica, en una protesta durante la cumbre mundial sobre desarrollo sustentable y contra la privatización del agua, un cartel muy simple y mal escrito que decía: «No pidas. Toma». «Dont ask, take». Es un desafío a la forma tradicional de hacer política…. Por un lado, se presiona al gobierno, se hace un petitorio, se pide para hacer valer los derechos de uno. Pero hace mucho que ese modelo no funciona. Así que lo que vemos alrededor el mundo, es que la gente ya no pide, sino que toma lo que es suyo.

Hay un conflicto -incluso legal- entre el derecho a la propiedad, y estos otros derechos (…) En mi país, se dice que la gente tiene derecho a la vivienda, aunque no tenga casa. En Sudáfrica la constitución dice que todos tienen derecho al agua. Pero en la práctica estos derechos no se respetan y lo que se aplica es el derecho a la propiedad privada con pleno apoyo del poder estatal. Entonces plantear «No pidas, tómalo», no significa robar, sino tomar lo que es nuestro pero se nos está negando.

Ocupar, resistir y producir -El derecho al trabajo, por ejemplo. Algo llamativo es que quienes han protagonizado esta recuperación de fábricas en la Argentina no son obreros «concientizados» al estilo de lo que suele reclamar la izquierda.

Naomi: Creo que este proceso desafía la idea misma de quién es y qué es la izquierda. Hay gente que reclama para sí ese cartel y esa marca, pero creo que cada vez más ese cartel y esa marca no son coherentes con las personas que realmente están tomando las medidas que están cambiando las vidas, cambiando al mundo y creando precedentes para cosas nuevas. Creo que el debate sobre la izquierda ya es irrelevante, porque lo principal para alguien a quien le importe la justicia social es entender quién está actuando, y quién está simplemente hablando.

-O sea que el carácter radical, o de izquierda, o como se lo quiera llamar, no depende de los discursos o programas, sino de las acciones concretas.

Naomi: Sí. Todo puede empezar con una necesidad práctica de un grupo de personas de salvar su empleo. Pero ese acto luego genera la necesidad de otra serie de actos, incluyendo el cambio de las leyes, y de una nueva relación con el poder. Si consideramos a Brasil y la reforma agraria, creo que el movimiento de fábricas recuperadas ha urbanizado la propuesta del MST (Movimiento Sin Tierra). Hasta usan el mismo eslogan: ocupar, resistir y producir. Son la versión urbana de lo que postulan los Sin Tierra. Ahí es muy claro que al ocupar la tierra y ponerla a producir, se empiezan a satisfacer las necesidades básicas de tu familia, pero eso tiene que ir de la mano con la lucha por la reforma agraria. Y creo que lo mismo es cierto aquí. Tiene que haber cambios radicales en las definiciones de propiedad privada, en la relación con las corporaciones multinacionales, para que esto crezca y sea sustentable. Dignidad, democracia directa, acción colectiva

-¿Qué cambios notaron en los obreros con los que estuvieron en contacto durante la filmación?

Naomi: Vimos cambios muy grandes desde el día de la ocupación. La primera transformación tuvo que ver con la confianza y la dignidad. Había mucha vergüenza en varios de los hombres porque estaban sin empleo, o haciendo trabajos precarios e informales, como cartoneros. Tenían incomodidad en admitirlo, en hablar al respecto (…). Otro cambio muy fuerte, al vivir todo lo que vivieron, es que lograron evitar que hubiera nuevos jefes, nuevas jerarquías entre ellos. Asumieron una democracia directa, en asamblea.

-Pero hay también claramente amenazas a la democracia del movimiento. Naomi: Y esa democracia directa es lo que hace que el movimiento sea distinto. Las fábricas ocupadas no son nuevas. En la película decimos que ha habido fábricas ocupadas en Rusia o Cuba. Lo nuevo es que no son manejadas por burócratas estatales.

Avi: O caudillos.

Naomi. Esto las diferencia de un estado socialista fracasado.

Avi: Es un fenómeno del nuevo autonomismo. La verdadera democracia de los obreros en cada fábrica, eso es lo más inspirador para la gente alrededor del mundo. Eso es lo más radical, y lo más revolucionario. Pero requiere una cantidad de coraje increíble enfrentarse no solamente al Estado, a los dueños, a la policía, a los jueces y legisladores, sino también a cualquiera que quiere entrar a una fábrica, dividir a la gente y decirles qué es lo que deben hacer.

-Ustedes cuentan que cuando los acusaban en Canadá y los Estados Unidos de no tener propuestas alternativas que mostrar, se pusieron a buscar y encontraron el movimiento de recuperación de fábricas. ¿Creen realmente que son una alternativa frente al actual modelo?

Naomi: Sí. Representan un cambio muy simple en la manera que pensamos. No es fácil de hacer, pero la idea es tremendamente poderosa por su simplicidad y por su versatilidad. No pidamos: tomemos. Recupera lo que es tuyo. No es solamente con respecto a las fábricas. Y creo que ya está ocurriendo en varios países.

Avi: ¿Quién es el dueño de la capacidad productiva de una sociedad? Este es el argumento de la propiedad moral. El argumento es que la gente tiene un derecho legal a beneficiarse de las empresas de su comunidad, que ellos han pagado muchas veces a través del Estado, de los subsidios y de las enormes ganancias que tienen esas empresas, que a su vez muchas veces sólo causan perjuicios a la comunidad. Esa idea puede ser aplicada en muchos contextos. No sólo con respecto a las fábricas recuperadas.

-¿Por ejemplo? Naomi: Creo que vamos a verlo más y más con respecto a los servicios, cuando se reviertan las privatizaciones que han sido semejante desastre en todo el mundo. Hay empresas estatales vendidas muy baratas a empresas privadas que todavía siguen siendo subsidiadas. Ocurre con aerolíneas, con trenes, y la gente se está hartando de tener que ayudar a mantener a flote a estas empresas. Me parece que vamos hacia un proceso de renacionalización. Pero la cuestión es: ¿se puede renacionalizar de manera democrática?

-Lograr que las empresas sean verdaderamente públicas. Avi: El secreto está en la participación de los empleados y de los usuarios…podrían ser más eficientes en manos de los trabajadores, que en manos de los que hablan de eficiencia.

-Además de las amenazas externas, ustedes observan una situación de peligro interno para las fábricas si son utilizadas políticamente. ¿Se refieren a la cooptación por parte del Estado? ¿Y cómo se combate?

Avi: Después de ocupar, resistir y producir, hay que volver a resistir otra vez. Los procesos de resistencia deben continuar. Un obrero nos dijo que es difícil recuperar una fábrica, pero más difícil aún es recuperar a la gente que trabaja allí. El objetivo no es sólo recuperar una empresa, sino la acción colectiva. Y el objetivo es también superar generaciones de un individualismo que solo garantiza que permanezcamos divididos. Pero no quiero volverme muy abstracto. En la práctica, una fábrica ocupada significa que debe tener una asamblea abierta, que es ahí donde deben tomarse las decisiones, y tiene que ser verdaderamente democrática. Quiere decir que debería haber debate, debería haber discusión, y todo eso debería ocurrir abiertamente. Cuando las discusiones son a cielo abierto, es más difícil que exista corrupción o manipulación. Puede ser menos eficiente actuar así, más agotador. A veces desmoralizador, a veces euforizante. Pero es real. Y es la única esperanza. Lo que vimos en Zanón, aunque hay contactos con partidos políticos y líderes que pertenecen a partidos políticos, es que las asambleas son las que le dicen a los dirigentes lo que tienen que hacer. Los dirigentes ganan unas y pierden otras…la gente que vive en comunidades reales tiene más experiencia de cooperar, y si la cooperación es lo que está en el núcleo de esta lucha, tiene sentido que les salga mejor.

Naomi: Pero están más comprometidos con la democracia que con su ideología particular. -Lo que muestran ustedes entonces es a las fábricas como una cuestión de poder: no como lugar de privilegio y dominio, sino como capacidad de hacer cosas y transformar la realidad.

Avi: Claro, se trata exactamente de una palabra que ustedes usan: protagonismo…es una idea muy fuerte en el corazón de la lucha de las fábricas. Los protagonistas son los trabajadores. Son ellos los que van a cambiar su futuro. Primera muestra de cine documental social El cine documental representó en los años 60’s y 70’s del siglo XX una poderosa herramienta para sectores progresistas de múltiples países. Realizar cine era imposible, su alto costo lo alejaba de movimientos y personas que por su procedencia social no contaban con recursos económicos. Importantes producciones como La hora de los hornos se efectuaron con esta técnica, mostrando al mundo situaciones particulares que de otra manera no hubieran trascendido sus fronteras. En esas circunstancias se conoció el primer gran desarrolló del cine documental. Transcurridas unas décadas todo ha cambiado: la técnica se desarrolló, los precios de los equipos los hicieron accesibles a un mayor número de grupos sociales y se multiplican las facultades de cine. Muchos otros movimientos sociales incorporaron el documental como una herramienta comunicativa por excelencia.

Nuevos realizadores surgen (Michael Moore), el documental está viviendo una segunda época de oro. Su difusión vive igual transformación. De aquellas experiencias donde se trasteaba con un proyector de 16 mm y numerosas cintas, hoy se hace lo mismo con un vhs o un dvd, en cualquier sala de casa, en un salón comunal, en una tienda, en un teatro de barrio, sindicato o cualquier otra institución. Conscientes de estas facilidades, los enamorados del séptimo arte abren en múltiples sitios cine clubes. En muchas ocasiones se valen, para empezar, de películas comerciales, pero poco a poco, conscientes de las limitantes que tiene este tipo de cine, van virando al cine documental. No están herrados, simplemente no hay manera de comprender la infinitas posibilidades de la imagen, de los argumentos, del manejo de cámara, de las tomas, etc, si no hay un acercamiento a lo experimental, a lo nuevo, a la cotidiano, a la necesidad de hacernos visibles.

Consecuentes con esta realidad, y pretendiendo darle curso a una experiencia articulada, colectiva y crítica, los cineclubes: La Chimenea, Memento, Cinespacio, Uneb y el periódico desde abajo, se han unido para realizar la Primera muestra de cine documental y social, a realizarse en Bogotá en febrero próximo. Con una muestra integrada por más de diez documentales, y teniendo como invitado especial al director Fernando Solanas (La hora de los hornos -1969-, Memorias de un saqueo -2003-), se presentará en Bogotá durante 10 días de manera simultánea y por distintos barrios y espacios públicos (en los meses siguientes en otras ciudades) la nueva experiencia del cine documental, en particular el que aboca las problemáticas sociales.

Harán parte de la muestra: Título País El futuro es nuestro Guatemala La Toma Argentina Mate y arcilla Argentina La guerra del agua Bolivia Los forajidos Ecuador Como Bush ganó las elecciones (en Ecuador) Ecuador La memoria obstinada Chile Director invitado Fernando Solanas La hora de los hornos – Memorias de un saqueo Inauguración: El documental los retos del presente (Carlos Álvarez)

Clausura: Los movimientos sociales en América Latina.

Información adicional

Autor/a: Anónimo
País:
Región:
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.