Los días 3 y 4 de febrero de 2.005 se realizó en Cartagena de Indias la segunda reunión de
No dejar ni la semilla
El 21 de febrero del 2.005, Luis Eduardo fue masacrado con crueldad inconcebible junto a su hijo de once años, Deiner, y su compañera Bellanira. Otros dos hombres (Alfonso y Alejandro), una mujer (Sandra) y dos niños, Natalia (6 años) y Santiago (once meses), de
Con esta masacre, los victimarios reafirmaron la determinación de exterminio total que desde hace tiempo está en marcha sobre las Comunidades de Paz, los pueblos campesinos, indígenas y afrocolombianos, y sus liderazgos populares. También se reveló la voluntad desafiante al tejido solidario internacional por parte de un poder que pretende sostenerse sobre el crimen y la mentira2.
Ha pasado un largo año y los responsables de la masacre permanecen aún en la penumbra, todavía lejos de la justicia de los hombres. Esta vez el gobierno colombiano no ofreció recompensas para hallar a los asesinos. El Informe de Human Right Watch sobre Colombia el 2.005, señaló: “Antes de cualquier investigación, la reacción inmediata del gobierno ante la masacre fue acusar a la guerrilla y negar cualquier presencia militar en la zona. Sin embargo, los miembros de la comunidad han alegado que participaron militares y posiblemente grupos paramilitares, y existen pruebas que señalan movimientos del ejército cerca del lugar de la masacre ”.3
Pese a los testimonios y las pruebas, los ejecutores directos de los crímenes, los que los autorizaron y ordenaron, los que vieron o supieron y han callado, y los que han encubierto, continúan deambulando en total impunidad frente a ese esperpento triste y repugnante llamado “justicia colombiana”.
Este espantoso crimen cometido contra una pequeña Comunidad de Paz que desde su creación en 1997 ha sufrido la muerte de 167 de sus integrantes y a pesar de ello se mantiene firme en su principio de rechazo a la presencia de cualquier actor armado en su territorio4 , está desatando un asombroso movimiento de solidaridad internacional que potencia el extraordinario acompañamiento a los pueblos de Colombia sostenido durante décadas por parte de tenaces colectivos de solidaridad desde diferentes lugares del mundo. Este atentado contra la humanidad entera, ha conducido a que en múltiples escenarios se conozca más y se comprenda mejor la sistematicidad del exterminio con que se ha castigado de manera inclemente a la población civil colombiana y a la oposición política legal.5
Tan solo en España
Con relación a la impunidad, será necesario tener en cuenta que tan solo en los últimos cinco años, el gobierno de los EE.UU -contando con el irrestricto apoyo del gobierno británico- ha destinado más de cuatro mil millones de dólares a desmadrar una confrontación que desangra a los colombianos, mientras multiplica las utilidades de sus corporaciones, así como las europeas, que se lucran con el estado de guerra y corrupción6. Miles de millones dólares han sido utilizados para crear una atmósfera de odio y desconfianza, para movilizar y envilecer personas al punto que son capaces de cometer o amparar actos monstruosos.
En este sentido, será preciso determinar la responsabilidad que compete a quienes desde la alta dirección del Estado y desde miles de kilómetros de distancia han impedido un proceso real de reconciliación y paz entre los colombianos y en cambio han promovido, con falso patriotismo, diversas estratagemas y miles de millones de dólares, el desangre fratricida.
1 Ver
2 En la obra “Hijos de la violencia”, escrita en 1996 por Alejandro García, se refieren los métodos bárbaros que desde hace años se utilizan en los entrenamientos militares para enajenar y lograr que los ejecutores reproduzcan la furia que se ha descargado sobre ellos. En el artículo “Nunca Antes”, publicado en febrero de 2.006 en www.rebelion.org, la canadiense Naomi Klein documenta las raíces del entrenamiento en violación de los derechos humanos y tortura enseñada por
3 www.hrw.org
4 Para conocer más sobre
5 Ver, entre otros: http://www.citymayors.com/orgs/mayors4peace.html; www.forusa.org; www.peacebrigades.org; www.kolko.de; www.acompaz.org; www.globalexchange.org; Red italiana de solidaridad con las Comunidades de Paz colombianas, coordinación: Alcaldía de Narní, [email protected]; Internacional Peace Observatory; Fundación Lelio Basso, Fundación Charles Magne, www.selvas.org .
6 Ver “El negocio de la guerra” de Dario Azzellini, Editorial Txalaparta, 2005.
Solidaridad internacional
Desde el siglo XVI la región de Urabá ha estado en el centro de los apetitos y codicia geoestratégica de las potencias occidentales. Por eso tienen significado universal la resistencia no violenta y la dignidad que respiran en
La entereza moral de Luis Eduardo está movilizando millares de personas en diversos lugares del mundo. Movilización unida a las múltiples resistencias de la vida y el amor, también a las reservas éticas de una humanidad que cree que la vida merece ser vivida si se hace en condiciones de dignidad. Esta humanidad no está dispuesta a aceptar el exterminio y saqueo armado bajo la mentira ramplona de una supuesta “guerra contra el terror” que ejerce el más bestial de los terrores.
En diferentes espacios de Colombia y en diversos lugares de la tierra se ha iniciado, desde hace tiempo, la construcción de un mundo diferente desde una concepción elemental de la decencia que reúne, con el apoyo de las ciencias y las artes hermanadas, la práctica de las agriculturas agro ecológicas, el consumo de alimentos que no signifiquen la masacre industrializada y la extinción de otras especies, el cuidado y la edificación de habitats con arquitectura ecológica, con atmósferas no envenenadas con tóxicos, ni anegadas por el miedo, el odio y la estolidez cotidiana, la producción y uso colectivo de la energía solar, el abandono radical de la dominación patriarcal y la violencia sobre las mujeres, la recuperación de la matriz sagrada de la vida, la adopción de formas económicas fundadas en la confianza, el respeto y la cooperación, la educación para la libertad y el perfeccionamiento de nuestra esencia creadora, y la construcción de formas de decisión sobre los rumbos colectivos en las que no prevalezca ni la violencia armada ni la manipulación*.
Este incontenible y esperanzador movimiento internacional que acompaña a San José y a las otras comunidades de paz en Colombia y que ha crecido con cada nueva agresión, exige de manera cada vez menos soslayable el fin de la impunidad, el inexorable esclarecimiento de los crímenes del 21 de febrero, y el cese de las amenazas, atropellos y crímenes con el que aún se pretende silenciar o hacer desaparecer a las Comunidades de Paz y su propuesta de genuina reconciliación para los colombianos.
* Ver el trabajo del Instituto Global por
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