Vivimos en un sistema económico dominante que hace siglos se propone explotar de forma ilimitada todos los ecosistemas y sus recursos naturales. Esta estrategia trajo crecimiento económico. Lo que fue llamado “desarrollo” por algunas naciones, privilegió el consumo y el bienestar social de una parte muy pequeña de la humanidad e infelizmente excluyó de las condiciones mínimas de sobrevivencia a la gran mayoría de la humanidad.
El costo de ese sistema de explotación de la naturaleza y de las personas, junto al consumismo desenfrenado, fue pagado con el sacrificio de millones de trabajadores pobres, campesinos, indígenas, pastores, pescadores, y otras personas pobres de la sociedad, que entregan sus vidas cada día. También fue pagado con la agresión permanente de la naturaleza, que continúa siendo sistemáticamente devastada. La integridad y la diversidad de formas de vida que son el sustento de la biodiversidad están amenazadas.
Si la naturaleza de nuestro planeta está amenazada, con ella está amenazada la propia vida humana. Hasta la “Evaluación Ecosistémica del Milenio” hecha por
Por causa del dramatismo de esta situación, sentimos la necesidad de afirmar alternativas que aseguren un futuro de esperanza para la vida, para la humanidad e para
Como habitantes del continente americano tenemos la conciencia de nuestra responsabilidad universal. El futuro de
La selva amazónica presente en nuestros países representa un tercio de las ambientes tropicales del mundo y abriga más de 50% de la biodiversidad. En ella existen por lo menos 45.000 especies de plantas, 1.800 especies de mariposas, 150 especies de murciélagos, 1.300 especies de peces de agua dulce, 163 especies de anfibios, 305 especies de serpientes, 311 especies de mamíferos e 1.000 especies de aves.
Por causa de esta riqueza,
Queremos hacer frente, de forma decisiva, a este proceso de expoliación. Proponemos políticas consistentes que busquen:
1.- Conservar la diversidad biológica y cultural de nuestros ecosistemas.
Se trata aquí de cuidar del conjunto de los organismos vivos en sus hábitat y también de la interdependencia entre ellos dentro del equilibrio dinámico, propio de cada región ecológica y de las características singulares de las especies, así como de la interacción social y ecológicamente sustentable de los pueblos que viven en la región.
2.- Proponemos políticas articuladas que busquen garantizar la integridad y la belleza de los ecosistemas y de los pueblos que cuidan y dependen de ellos.
Eso implica el mantenimiento de las características que aseguran su funcionamiento y mantienen la identidad del ser vivo y del conjunto vivo, sea en su aspecto territorial, biológico, social, cultural, paisajístico, histórico y monumental. La preservación de la diversidad biológica y cultural, de la integridad y de la belleza de los sistemas ecológicos ofrece sustentabilidad a las múltiples funciones ambientales y a los beneficios que el ser humano obtiene para sí y para las futuras generaciones. Entre otros: agua potable, alimentos, medicinas, maderas, fibras, regulación del clima, prevención de inundaciones y enfermedades. Al mismo tiempo constituyen las bases del sustento de la recreación, de la estética y de la espiritualidad, así como el suporte de la conformación del suelo, la fotosíntesis y el ciclo de nutrientes, entre otras funciones vitales para el sustento de toda la humanidad.
3.- Nos oponemos resueltamente a la introducción de especies exóticas, inadecuadas a nuestros ecosistemas.
Como acontece en muchos biomas con la introducción de plantaciones homogéneas, industriales, de eucalipto, pino, etc., que destruyen los ecosistemas naturales y provocan fuertes impactos sociales a los pueblos que moran en esas áreas, se llevan el lucro, los dólares, la celulosa, el carbón, agua extraída; y dejan la degradación y la pobreza.
4.- Nos oponemos resueltamente a la introducción de organismos transgénicos en el ambiente.
No es aceptable la introducción de OGM, sea en la agricultura, en las plantaciones, en la pecuaria o cualquier otro cultivo en el medio ambiente, pues además de no ser necesarios, no sirven para nada, a no ser para el lucro de unas pocas empresas transnacionales. Traen riesgos potenciales a la salud de las personas y generan modificaciones permanentes e irreversibles para la naturaleza y a los ecosistemas. Nos oponemos enfáticamente a la introducción de árboles transgénicos, que significan un peligro todavía mayor debido, entre otras cosas, al hecho de que el polen tiene la posibilidad de diseminación a lo largo de millares de kilómetros, contaminando inevitablemente otras florestas, incluyendo las florestas nativas, con multiplicación del impacto sobre la flora, los insectos y otros componentes de la fauna, afectando también el sustento de los pueblos indígenas, pescadores, campesinos, cimarrones y otras comunidades locales.
5.- Combatimos decididamente las semillas “Terminator” porque ellas atentan contra el sentido de la vida.
Estamos contra la reproducción de ese tipo de semilla estéril, pues se trata de una semilla suicida que busca beneficiar tan sólo a las grandes empresas transnacionales controladoras de las semillas y mantener a los agricultores bajo su dependencia.
6.- Nos oponemos a la tentativa del gobierno imperial de los Estados Unidos y de sus empresas transnacionales.
Ambos desean imponer al tratado del ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas); tratados bilaterales, llamados “TLC” (Tratado de Libre Comercio); tratados de garantía de inversiones extranjeras, o a través de acuerdos de cúpulas, tramados sin ninguna participación popular en
7.- Manifestamos nuestro apoyo y la necesidad de reconocer a los pueblos y comunidades que durante siglos y milenios han desarrollado la biodiversidad agrícola.
Reconocemos a las comunidades que a través de la adaptación y creación de semillas constituyen las bases de toda la agricultura y alimentación de la humanidad. Para mantener esas bases de sustentación y esa enorme riqueza de biodiversidad agrícola y alimentaria, es preciso reconocer y afirmar los derechos de los campesinos, indígenas, pastores, pescadores, cimarrones, a la tierra, al territorio y a los recursos naturales, para que puedan proseguir esa tarea crucial de conservación de las semillas criollas y nativas, que sólo pueden ser multiplicadas a nivel local y diverso.
Combatimos aquellas empresas que buscan el control sobre las semillas, contra toda la tradición de los pueblos que cuidaron y cuidan celosamente de las semillas y siempre las conservarán como fuente de vida que jamás debe transformarse en mercancía.
En fin, exteriorizamos nuestro deseo de que estos propósitos redunden en beneficio para nuestros pueblos, garanticen la soberanía alimentaria, o sea, el derecho que todos, y cada pueblo tiene de producir su propio alimento, en condiciones saludables y socialmente justas y en equilibrio con la naturaleza. Defendemos a aquellos que trabajan en el campo, nuestros agricultores y campesinos. Defendemos su derecho a vivir en el modo campesino para así garantizar el sustento de nuestras poblaciones. Ese modo de producción contribuye decisivamente a dar sustentabilidad a nuestro planeta, con desarrollo integral, imprescindible para garantizar el futuro de la humanidad.
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