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La biblia “sodomizada”

Impresiona el volumen de lectoras y lectores que se ha aproximado al tema “¿Jesús homofóbico?” en la publicación virtual del periódico desde abajo. Esas 1356 personas que buscan beber en otras fuentes nos obligan a tratar el tema homosexualidades-homofobias nuevamente y con otros liberadores matices. A los espíritus más inquietos les recomiendo consultar el libro de Renato Lings, “Biblia y homosexualidad. ¿Se equivocaron los traductores?”, publicado en 2011 por la Universidad Bíblica Latinoamericana de San José de Costa Rica

 

El lío de las traducciones bíblicas

 

Según Lings, toda lectura bíblica por fuera de contexto, cultura, historia y voluntad comunicativa del autor primario, tergiversa necesariamente el texto y termina por hacer planteamientos muy distintos de los originales. Eso es exactamente lo que sucede con los fundamentalistas bíblicos: cogen un supuesto hecho homosexual masivo de hace 28 siglos que es narrado unos seis siglos después (¡hace 2300 años!), lo traducen de otras traducciones y lo aplican al hoy como si acabara de ser escrito para entenderlo y aplicarlo en el presente. Los escritos conocidos como “Antiguo testamento” tienen una fuente original que es la Biblia Hebrea escrita en esa misma lengua. Cuando el macedonio Alejandro Magno es emperador, en el siglo IV antes de Cristo, la lengua y la cultura griegas permean todo el mundo imperial, incluida Palestina; los muchos judíos que están dispersos desean poder acceder a sus textos sagrados en la lengua que ahora hablan y entienden, el griego, lengua de la diáspora. Para responder a esa necesidad litúrgica y devocional, en el 200 a. C se hace una primera traducción de la biblia, del hebreo clásico que no entienden, al griego que entienden y hablan; nace la llamada Septuaginta. Ahí la biblia da un primer giro problemático, derivado de la traducción desde otra cultura, otra lengua y otra historia.

 

Luego, cuando el imperio romano se extiende por toda la cuenca del Mediterráneo, es el latín el que se enseñorea como lengua dominante en un ya complejo mapa lingüístico que cobija a los judíos dispersos por esa vasta geografía y que comprende el hebreo clásico, el hebreo tardío, el arameo, el griego y el latín mismo. Ahora toca verter la versión griega de la biblia en el latín dominante; es así como nace por el 400 después de Cristo, la Vulgata, obra de San Jerónimo. Por 11 siglos, hasta la Reforma Luterana del siglo 16, la Vulgata será la única fuente de lectura e inspiración cristiana. Pero esta versión ya viene arrastrando un problema, el que yo denomino la “sodomización” de la biblia, que se puede sintetizar en cuatro momentos: a) La biblia hebrea nunca fue escrita ni interpretada en clave de pesimismos sexuales y, por eso mismo y por otras razones, el concepto y el término equivalente a “homosexualidad” no existen en absoluto; b) Jesús de Nazaret, que entiende su misión como la encarnación y anuncio de la nueva ley, centra su predicación en el “mandamiento del amor” que significa, en suma, aceptación amorosa del prójimo como el prójimo es; c) la versión Vulgata de la biblia, en cambio, ya ha ideologizado el asunto de Sodoma y Gomorra en función de un interés de los varones representantes de la llamada doctrina patrística: ejercer control sobre los cuerpos para adaptarse a las demandas del imperio romano, con el cual andan en flirteos de poder; d) esa patrística, ya homofóbica, va actuar como soporte ideológico de la edad media y como justificación de la eliminación de los cuerpos con los métodos macabros y brutales del tribunal de la inquisición o santo oficio.

 

Toda lectura inteligente y honrada para con los seres humanos, creyentes o no y sea cual fuere su orientación sexual, tiene que hacer hermenéutica a partir de la biblia hebrea clásica, la primera, la fuente, la primigenia, en vez de en la Vulgata tergiversada e intencionalmente sodomizada hace 1600 años. Ese beber en la fuente no lo hace ningún fundamentalista bíblico del siglo 21 y por eso todos ellos terminan montados en el engaño. Y engañando. Negando, estigmatizando y eliminando vidas e historias humanas concretas en nombre de la biblia y de su dios.

 

Sodoma en la fuente hebrea

 

Según la biblia Vulgata y todas las posteriores traducciones, adaptaciones y adulteraciones, sobretodo del siglo veinte, Sodoma es destruida por voluntad de Dios y por la impiedad de sus habitantes que llega a su punto de desborde en un episodio dramático; dos arcángeles mensajeros de Dios llegan a la ciudad y son albergados por Lot, un dirigente religioso sucesor de Abraham. Cuando ellos se han ido a descansar, “los hombres de la ciudad, los sodomitas, rodearon la casa, desde el mozo hasta el más viejo, todo el pueblo sin excepción. Llamaron a voces a Lot y le dijeron: ¿dónde están los hombres que han venido donde ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos”1. Las forzadas exégesis patrísticas y medievales leen en el relato una voluntad lasciva de erotismo viril masivo y desbordado que, a todo trance, quiere “entrar” sexualmente en los dos bellos emisarios, penetrarlos. Como el hecho sucede en Sodoma, para la posteridad los emisarios son “sodomizados”.

 

Para las exégesis o midrashim judías posteriores que buscan arrojar luz sobre relatos vagos de su biblia, como es el caso del relato de los hechos de Sodoma y Gomorra, el episodio de marras nada tiene que ver con un hecho sexual homoerótico y sí, en cambio, deja ver que “ambas ciudades representan y ejemplifican fenómenos censurables de falta de hospitalidad, egoísmo y crueldad”2. En efecto, diversos midrashim demuestran falsa hospitalidad de los sodomitas, crueldad con los visitantes, amargo existir de los mendigos propiciado por los ricos sodomitas para sacarlos de su territorio, prohibición de tránsito por su vecindario a pobres y extranjeros3.

 

Sodomía y pensamiento colonial

 

Pero la tendencia colonialista normalizadora del occidente cristiano se negó a acoger las lecturas exegéticas de los midrashim judíos porque eran del todo esquivos y contrarios a su interés geopolítico: de las provincias había que hacer colonias y de los cuerpos, sujetos al servicio de las colonias. De la biblia “sodomizada” y del discurso patrístico domador de corporeidades, y dado el estrecho vínculo entre iglesia y estado, el concepto de sodomía pasó en muchos países al derecho penal: “El concepto de sodomía se extiende a amplias partes del mundo occidental y desde allí hasta las nuevas colonias conquistadas en otros continentes. En el código penal de muchos países el vocablo se aplica a distintos fenómenos sexuales no deseables”4: En Inglaterra, entre 1533 y la segunda mitad del siglo XIX, rige la ley de represión del comportamiento sodomita masculino o femenino; en España, desde 1250 hasta 1822, diversos códigos castigan la sodomía con torturas y pena de muerte; en Dinamarca, desde la edad media hasta 1933, y basándose en justificaciones bíblicas, la sodomía es un delito; en Alemania hasta el año 1965, la homosexualidad fue delito que se pagó con cárcel; en Estados Unidos ¡hasta el año 2003! la sodomía fue castigada como delito en algunos estados

 

Lectura poscolonial

 

Hace poco un joven universitario marxista-leninista, confeso izquierdista ortodoxo con capacidad crítica me decía: vengo estudiando los movimientos de reivindicación de los plenos derechos de las personas LGBTI; vengo conociendo la manera cruel como estas personas, secularmente excluidas, estigmatizadas y lastimadas en su sique, luchan por el derecho a una vida con dignidad y sin señalamientos. En gran soledad y en franca lucha, algunas logran hacerse a un puesto en la vida; pero, sin iglesias, sin instituciones, sin estado y, lamentablemente, ¡sin la izquierda! Sólo unos pocos líderes de izquierda entienden esa lucha como parte significativa de las luchas de los empobrecidos y oprimidos históricos. Todavía se sostiene en las izquierdas oficiales que las luchas de los diversos sexuales no nos pertenecen porque la homosexualidad es un vicio de la burguesía, porque ésa no es la contradicción principal. Siento –me decía el muchacho– que, en una extraña alquimia, la homofobia real junta en un mismo discurso y en comportamientos muy afines a la ultra derecha, a las iglesias y a la izquierda ortodoxa.

 

Quiero terminar estas reflexiones con un momento altamente poético-político de mi conversación con aquel muchacho, –”izquierdista de limpio corazón” como lo llamé parodiando el encuentro de Jesús de Nazaret con un muchacho de su tiempo–; me dijo: “las personas diversas sexualmente nada tienen que esperar de las iglesias, normalizadoras naturales al servicio de los aparatos de poder; pero de los procesos revolucionarios tenemos que esperarlo todo. Con una nueva certeza, ¡que si la revolución no es en colores, no es revolución!

 

* Comunión sin fronteras, Medellín: [email protected]

1 Los hechos de Sodoma y Gomorra son relatados en los capítulos 18 y 19 del libro del Génesis. El detalle mencionado se encuentra en Gen. 19, 4 – 11.
2 Ver: Lings, Renato: “Biblia y homosexualidad, ¿Se equivocaron los traductores?”, editorial Sebila Universidad Bíblica Latinoamericana, San José de Costa Rica, 2011, pp. 199 y 200.
3 Ib., pp. 201 y 202.
4 Ib., p. 196.

Información adicional

EVANGELIO DESDE ABAJO
Autor/a: Ancízar Cadavid Restrepo
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