Durante los pasados 3-5 de agosto sesionó en Cali, en el Centro de Eventos Valle del Pacífico, el Foro Nacional de Víctimas. En su día final, casi al unísono, las delegaciones del Gobierno y de las farc emitieron el comunicado Nº40, que instaló las discusiones en desarrollo en La Habana desde el 12 de agosto. Puntos tan decisivos como la visita de las víctimas a capital de Cuba. y la conformación de una Comisión histórica del conflicto y sus víctimas, resaltan el carácter que tendrán los siguientes ciclos de conversación, que puede pasar de un cara a cara bilateral, hacia un relativo diálogo trilateral.
Del Foro Nacional a La Habana
El turno fue para las víctimas. En el reciente Foro realizado en Cali, con el cual las partes pretenden abrir e incluir en sus debates al conjunto de la sociedad colombiana, la agenda de paz de La Habana llega a puntos espinosos. La convocatoria y asistencia fue amplia: un total de 1.457 personas fueron registradas, procedentes de los 32 departamentos que integran el país.
Para el debate de la temática, fueron constituidas mesas temáticas, así: el reconocimiento de las víctimas, la responsabilidad frente a ellas, los derechos de distinto tipo que les han negado, el esclarecimiento de la verdad, reparación, garantías de protección y seguridad, garantías de no repetición, el principio de reconciliación, enfoque de derechos, además de un punto central: su participación en la Mesa de La Habana. Los anteriores son los puntos de acuerdo definidos por las partes en negociación esbozados en el comunicado conjunto Nº 37* que debían debatirse en el cuarto foro de participación ciudadana coordinado por la ONU y la Universidad Nacional, por medio del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz.
En el Informe General del Foro Nacional de Víctimas quedó claro que “En general se presentaron propuestas tendientes a ampliar el universo de quienes deben ser considerados víctimas, reconociendo a un número mayor de personas y hechos victimizantes. Así, se solicitó reconocer a todas las víctimas, individuales y colectivas, con independencia del actor que ocasionó la vulneración (Fuerzas militares, farc, paramilitares y otros grupos armados al margen de la ley como las Bacrim)”.
En contravía a ese planteamiento inicial que tuvieron las víctimas en el Foro, en la Mesa las delegaciones tienen disputas ante la idea de ampliar el universo de víctimas, pues, por un lado la guerrilla sugirió que los prisioneros políticos fueran catalogados como tal, mientras que el Estado plantea que los miembros de la fuerza pública heridos, secuestrados o asesinados y sus familias puedan ser catalogados como víctimas, dada su participación dentro del conflicto.
Además, existe ahora un punto significativo de debate que está relacionado con el mecanismo de selección y participación que tendrán las víctimas que irán a la Mesa de conversaciones a sustentar las propuestas que tienen acerca de este punto decisivo en la negociación. Según el comunicado No. 39, ambas delegaciones acuerdan que “Los criterios principales para la selección de las delegaciones son el equilibrio, el pluralismo y la sindéresis, que se deben ver reflejados en la composición de cada una de las delegaciones. En particular las delegaciones deben reflejar todo el universo de violaciones a los derechos humanos e infracciones al DIH que se hayan presentado a lo largo del conflicto interno, teniendo en cuenta los diferentes sectores sociales y poblaciones, y el enfoque regional”.
Ahora bien, habría que interrogarse si con el desarrollo del conflicto, la pregunta central que deben hacerse ambas delegaciones se encamina hacia la consecución de una representatividad en la Mesa. Esto es, si deben existir mayores representantes de las víctimas del Estado o de las ocasionadas por las farc. Tensión evidenciada en artículo de El Espectador, cuando el Partido Liberal “le pidió al Gobierno Nacional priorizar la presencia de las víctimas de las FARC en la mesa de negociaciones de La Habana”. Incluso, discuten sobre la posibilidad de un equilibrio justo, que no resulta ser claro para quién, puesto que la capacidad decisoria al respecto descansa exclusivamente en los negociadores.
El debate es duro y no promete resultados claros en esta ronda de conversaciones, aunque sí la fragmentación de las víctimas, oponiéndolas entre sí, reduciendo la importancia que pudieran tener aquellas que sufrieron la acción de un victimario distinto o el rigor del conflicto desde todos los actores armados en disputa.
El lugar de las víctimas y el nuevo ciclo de negociaciones
El punto de víctimas, número 4 de discusión en la Mesa de La Habana y el número 5 en el “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, tiene una relevancia determinante en el curso que puedan tomar los Diálogos. Durante el primer día del Foro Nacional, el coordinador de la ONU en Colombia, Fabrizio Hochschild, resaltó que el “tema de víctimas es el más importante y más difícil de la agenda. Con el tema de víctimas se define el modelo de justicia transicional, una arquitectura integral de medidas para asegurar la verdad, la justicia, la reparación, la no repetición y la reconciliación”. Sin duda, este tema desborda los puntos de acuerdo sobre política de desarrollo agrario integral, participación política y solución al problema de las drogas ilícitas, ya que sin un reconocimiento del lugar que tuvo la guerra dentro de la población civil, no es posible solventar las consecuencias más profundas que tuvo la confrontación entre las partes negociadoras.
Aún más, cuando el centro de atención en el tema de discusión no está exclusivamente en el gobierno y la insurgencia, sino que implica un nuevo actor, diverso, heterogéneo e independiente en su composición, que incluso interpela la Mesa y lo ya acordado. En definitiva, las víctimas no se negocian, porque no son un botín político para la negociación. No se trata pues, de ubicar quién es el victimario mayor, sino asumir que a la Mesa llega una voz que exige ser escuchada en su entera complejidad, sin desequilibrar hacia ningún lado.
Por primera vez, desde el 2012, los Diálogos de Paz tienen la posibilidad de pasar del acuerdo bilateral, hacia una experiencia relativa trilateral del diálogo. La figura gris y hermética que ha tomado hasta el momento la Mesa, puede verse modificada cuando la delegación de víctimas llegue a La Habana, buscando trascender la vida secreta que asumió el curso de las negociaciones. Aunque, vale decir, que esto no significa que la llamada sociedad civil vaya a ser tenida en cuenta, sino, simplemente, que con ella llega una apelación al sentido común, donde otra voz será tenida en cuenta. Queda la duda, entonces, de ¿por qué previamente no fue posible que existieran delegaciones que representaran sectores distintos en torno a los temas ya tratados en la Mesa?
El 12 de agosto arrancó el nuevo ciclo de conversaciones en La Habana, que tiene como temas iniciales la mencionada delegación de víctimas y lo que serán los esbozos constitutivos de la Comisión histórica del conflicto, que servirá para develar los orígenes, causas y consecuencias de la confrontación, desde distintas lecturas de reconocidos intelectuales.
Esta Comisión, si bien no determinará el rumbo del proceso, sí colaborará en “la comprensión de la complejidad del conflicto y de las responsabilidades de quienes hayan participado o tenido incidencia en el mismo, y para el esclarecimiento de la verdad”, según lo precisa el comunicado conjunto Nº 40. Sin embargo, es claro que cualquier resultado que arroje el informe no podrá eximir de responsabilidad a ninguna de las partes a lo largo del conflicto.
* https://www.mesadeconversaciones.com.co/comunicados/comunicado-conjunto-la-habana-junio-7-de-2014
Algunas cifras
Según el informe “¡Basta ya!” del Centro Nacional de Memoria Histórica –Cnmh– en los últimos 54 años el conflicto armado causó 220 mil asesinatos, 5.712.000 desplazados, casi 2.000 victimas por violencia sexual, y 39.058 secuestros, a través de modalidades como masacres, “ataques terroristas”, pescas milagros y campos minados.
Este ejercicio de victimización genera polémicas alrededor, tanto del origen social, político y económico del conflicto, como de las modalidades de guerra degradada instaladas en el país, operadas por actores insurgentes, paramilitares –relacionados con el Estado-, y de la misma fuerza pública. ¿Quién violentó? ¿Cómo lo hizo? ¿Bajo el mando de quién? ¿Con qué justificación y apoyado por quiénes logro hacerlo? ¿Cuáles eran las razones con las que los victimarios auto justificaban su acción? Todas estas son parte de las preguntas determinantes para lograr debelar toda la verdad y nadar en las tormentosas, pero necesarias aguas de la realidad de un conflicto armado que la historia oficial se encargó de enmarañar y desvirtuar en sus raíces, formas, proyecciones, prolongaciones y realidad actual.
Leave a Reply