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Lucha y pensamiento de Gaitán

Lucha y pensamiento de Gaitán

Quienes en Bogotá vivimos el azaroso 9 de abril de 1948 no podemos olvidarlo. Al conversar decíamos: antes del 9 de abril, después del 9 de abril. El prestigio de Gaitán crecía por sus exitosas defensas penales, sus conferencias en el Teatro Municipal y su campaña por la Presidencia de la República. Sus vibrantes consignas tenían eco: …Pueblo, por la restauración moral y democrática de la República ¡A la carga!, …Pueblo, contra la oligarquía liberal-conservadora, ¡A la carga!, …Pueblo, por vuestra victoria, ¡A la carga! La palabra oligarquía enriqueció el lenguaje popular.

Durante 1933 en busca de la construcción de un movimiento popular creó la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria, UNIR, que pronto él mismo liquidó, sin que faltaran quienes lo llamaran traidor por haberlo hecho. Había dicho: “Será desde las filas cien veces dicientes, prestantes y rememoradoras del liberalismo, desde donde la actual generación realizarán su obra contra la burguesía y por la liberación económica del trabajo” .

Cuando fundó la UNIR dijo: “Las ideas que hoy proclamamos son las mismas que sosteníamos ayer como intérpretes de la masa, que se halla en contraposición con sus dirigentes”. Y en el momento cuando la disolvió: “Ingreso al partido liberal a la manera del Caballo de Troya, para hacer de él lo que me proponía dentro de la UNIR. El pueblo se tomará el mando del partido, expulsará a la oligarquía liberal y le dará la orientación programática acorde con sus intereses. Entonces el Partido Liberal, será el partido del pueblo (1933). Luchó siempre, incluida la UNIR, por la unión popular.

En 1947, ya como jefe del partido liberal, dijo: “Estamos a la defensa de esas inmensas masas que constituyen el Partido Liberal y de esas inmensas masas todavía obscurecidas del Partido Conservador, que no han visto el valor de la verdad”. Habló en otra oportunidad: “Los intereses de las masas liberales no pueden ser resueltos por quienes la dirigen y hoy detentan el poder, porque esos dirigentes son los banqueros liberales y latifundistas liberales, que tienen intereses contrarios a las masas que los siguen”.

Llevó su pensamiento y verbo a Venezuela. El 18 de octubre de 1946 dijo en Caracas: “Yo, que pertenezco a un gran país cuyo pueblo es superior a sus dirigentes, al ver la muchedumbre de rostros morenos reunidos en esta plaza, experimento hoy una emoción que hace contraste con la sensación de angustia que siendo estudiante experimentaba ayer, ante el dolor y la tragedia que se agolpaban sobre el alma grande de los herederos de Bolívar (…) Hasta ayer yo sabía que las dolientes masas venezolanas, vuestros padres y vuestros hermanos, rumiaban su dolor en las mazmorras que eran deshonra de América y que existía en esta tierra admirable una pequeña minoría oligárquica que disponía abusivamente de los destinos de esta patria del Libertador, a espaldas y sin querer el pueblo”.

“El hombre vale por su tenacidad, por su rotundidad que ponga en el amor en sus ideas. Nada puede detener al pueblo ni hacerlo vacilar”.

Gaitán estudió Derecho Penal en Italia, se graduó en 1924 con las mejores notas, apreciado y estimulado por una eminencia en ese campo, el profesor Enrico Ferri. Su tesis versó sobre “Las ideas socialistas en Colombia”.

Al respecto, la recomienda y dice el escritor Gerardo Molina: Para elaborar la tesis, el autor tuvo tiempo de leer y releer y sobretodo de pensar. Aún no había aparecido el tribuno capaz de llevar a sus oyentes a los extremos del éxito. El tiempo del orador es muy distinto del tiempo del escritor. Este dispone de un margen para reflexionar y volver sobre sus pensamientos; no así aquel que ha recibido de la naturaleza el don de la elocuencia. El tribuno tiene que obrar bajo el látigo de la prisa y del frenesí del momento. Por eso, a diferencia de sus discursos, inconexos, repetitivos, a veces deliberadamente confusos, la tesis de grado de Gaitán puede leerse todavía con interés y beneficio.

En carta dirigida a Luis Tejada en 1923, Gaitán expresó su credo en el estilo barroco que lo acompañó toda la vida: “El liberalismo no puede ser socialista, se dice, porque el liberalismo por su base y esencia es individualista y el socialismo es precisamente lo que se le opone como doctrina y como sistema. Si los partidos fueran siempre enunciaciones rotularias, si su vida se desarrollara en el plano lejano de los conceptos, si fueran evidencias subjetivas, todo sería enunciar el argumento para que nos viéramos obligados a creerlo”. Y a continuación Gaitán reafirmó su pensamiento: “Será desde las filas del liberalismo desde donde la actual generación realizará su obra en contra de la burguesía y por la liberación económica del trabajo”.

Gaitán fue siempre un liberal-socialista.Vio de un lado las raíces populares del viejo partido, y del otro, el auge universal del socialismo que ya empezaba a manifestarse en Colombia. Entre ambos, se propuso establecer la necesaria conexión.

De sus análisis Gaitán concluía con respecto de la tierra que era un régimen perjudicial, causa indiscutible de la situación azarosa en que viven gruesos sectores de la comunidad y ese régimen solo puede modificarse acabando con la propiedad privada sobre este medio de producción: …Mientras la propiedad de la tierra siga siendo individual, mientras la renta de la tierra esté sometida a la Ley ya señalada, no hay esperanza de mejora. Esa propiedad es injusta, es indebida, esa vida social que engendra es un crimen, los hombres que la explotan a virtud de una inversión de los verdaderos valores sociales, marchan, como decía Ferri, por las pautas blancas del código penal.

Continúa el profesor Molina: de la lectura del libro de Gaitán se desprende que sin haber sido un socialista científico, aceptó las tesis cardinales del marxismo, o sea, la interpretación materialista de la historia, la lucha de clases, la contradicción entre producción social y apropiación individual, y el rol del Estado como representante de los grupos favorecidos. Gaitán nos dijo que …El revolucionario debe saber que la labor es ardua, y por tanto considera que la revolución no es para hoy, las pirámides no se comienzan por el vértice. Su concepto de la revolución fue el de que ésta “es el remate de una evolución antecedente, orgánica y formal”.

A Gaitán lo indujeron a adoptar esa actitud cautelosa realidades como 1. La debilidad de la clase obrera, 2. La falta de conciencia política de ésta pues aún no había aparecido el Partido Socialista Revolucionario, y 3. la perplejidad en que se encontraban los hombres de avanzada de la época acerca de si la revolución soviética se iba a consolidar o si la esperaba la derrota. Todo indica que el alma de Gaitán estuvo dividida entre sus sinceras convicciones socialistas y la precariedad de los instrumentos políticos para su realización. El socialismo de Gaitán fue sufriendo de esa suerte una reducción escalonada. En 1932, al fijar el programa de las izquierdas, dio una definición que cualquier liberal podría suscribir: …El socialismo más que un partido, es un nuevo criterio económico y sobretodo un nuevo temperamento, una manera distinta de ver la grandeza del país”. Prueba, de que en el caudillo naciente el aspecto sentimental y romántico prevalecía sobre el aspecto doctrinario.

Con los hechos, cambiaron sus tácticas, como sucede a todos los políticos, pero él fue la demostración viviente, a lo largo de 25 años extenuantes que siguieron, de que el hombre público, honesto, cualesquiera que sean los avatares, permanece fiel a los ideales de la juventud. Concentró el fuego de su ofensiva, no sobre el conjunto de las clases explotadoras sino sobre la crema de ellas, la oligarquía, entendida por él como el conjunto de los monopolios capitalistas que actúan en el interior, y que cuando lo hacen a nivel internacional constituyen fuerzas imperialistas. ¿Hasta dónde ha alcanzado su influencia? Mucho conservamos de él, y Luis Carlos Pérez (su gran amigo y admirador) lo señaló: “es lo que queda de la obra de Gaitán: una invitación permanente a la acción contra los usufructuarios del trabajo nacional y contra sus explotadores extranjeros. Contra las oligarquías que cada día concentran más su poder a través de las organizaciones del capital monopolista y contra el imperialismo”.

Nosotros pensamos que para apreciar el papel de un adalid de masas como Gaitán, sin duda el más efectivo que hemos tenido, la pregunta que debe hacerse es si las muchedumbres a quienes se dirigía cambiaron con su acción. Para nosotros no hay duda de que después de él, y gracias a su obra, las clases populares de Colombia son distintas de las anteriores: más seguras de sí mismas, conscientes de que sin ellas no puede concebirse la evolución del país y convencida de que en la ciudad futura, después de muchos reveses, tendrán el sitio que les corresponde y que se les reconocerá su dignidad.

Gaitán regresó al país en 1929 y a fines de ese año ya estaba defendiendo los presos políticos enjuiciados por su participación a favor de los trabajadores de la Zona Bananera. En marzo de 1948, un poco antes de su asesinato, en Manizales, Gaitán hizo una intervención dolorosa en la que pedía al presidente Ospina Pérez cesar la violencia contra el liberalismo y darle a éste el mismo trato correcto que Ospina daba a sus familiares y copartidarios. Acá resultan oportunos trozos de una poesía de Jorge Robledo Ortiz:

“De sobra sabes, Presidente,
Que regaron azufre en la heredad;
Que en tierra buena somos mala gente;
Que el honor tiene sed;
Que está botada la simiente;
Que es un dogal la duda;
Que se murieron de hambre
las cigarras
En las noches de luna;
Que tienen sal de lágrimas las fuentes
Y que hay pólvora en la harina
para el pan

De ti depende Presidente,
Que a nuestros hijos
les regrese el alma;
Que no sepan a plomo las naranjas
Ni la paterna bendición a muerte;

En tus manos dejamos, Presidente,
Esta noche de tumbas
Para que tu las vuelvas madrugada”.

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