Siglo XVIII: Motines, protestas, revueltas e insurrecciones

Enfrentamiento de los criollos a monopolios privados y religiosos

En defensa de sus intereses, fueron los casos de los Comuneros del Paraguay (1717-1735); Andrés López del Rosario, Andresote (1730-1733), un levantamiento en Guanare y el motín de San Felipe del Fuerte (1741), la Rebelión de Tocuyo y Francisco León en Venezuela contra la Compañía Güipuzcoana del Comercio, con predominio vasco (1749-1751), que puso a canarios y vizcaínos frente a frente. Una empresa que en 1760 tiene cuatro jabeques, tres balandras, dos goletas, una lancha grande y cinco botes, y pequeñas canoas armadas, y que en su astillero en España construye y envía dos jabeques de 18 cañones sin carga y listos para combatir. En 1764, además de 12 patrullas terrestres, tiene 10 navíos y 518 marineros.

Compañía Guipuzcoana en Venezuela. Las revueltas de López del Rosario (1730-1732), y Juan Francisco León en Venezuela (1749-1751) se orientaron contra esta Compañía, creada por Felipe V en 1728, para monopolizar el comercio y controlar el contrabando que adelantaba Holanda. Su creación indicaba: uno, que Venezuela, marginal en los siglos XVI y XVII, dada la relativa ausencia de minas de oro y plata, y comunidades indígenas con posibilidades de ser reducidas, en el siglo XVIII inicia un acelerado desarrollo agrícola y comercial; dos, que ante este hecho la Corona le prestó mayor atención a la Gobernación. En 1677 designó para sus puertos cinco naves de la Armada Real.

La concesión a la Guipuzcoana implicaba el monopolio del comercio, y además el derecho y el deber de reprimir el contrabando que dio lugar a las patentes de corso. Como estímulo significativo, al comienzo el monopolio garantizó mercados para los productos agrarios de criollos y mestizos de Venezuela. Pero luego la compañía se tornó un obstáculo, ya que su condición monopolista mantenía precios arbitrarios y jugaba con los productores.

Canoas y contrabando. Andrés López del Rosario. Zambo cimarrón, se coludió con los contrabandistas y las autoridades holandesas de Curazao. Con un ejército de cimarrones, indígenas y neerlandeses, cortó las rutas de la Guipuzcoana. A pesar de la confrontación contra la Compañía, y aunque su lucha fue limitada, declaró la independencia y planteó liberar a los esclavos y defender a los pobres, según los criterios de los cimarrones desde el siglo XVI. Militarmente derrotado, huyó a Curazao, donde murió.

Juan Francisco León, canario, hacendado, dueño de plantaciones de tabaco y cacao, cuando el gobernador de Caracas nombró al vasco Martín de Echevarría como cabo de guerra y juez de comiso en Panaquire y Caucagua, despojándolo a él de este cargo, armó un ejército y se levantó. Cercó a Caracas e inmovilizó al ejército español. En 1751 cayó preso y fue desterrado a Cádiz, donde murió. La particularidad de su rebelión fue la protesta contra la compañía, nunca contra el rey o las autoridades españolas: “[…] sin que se entienda que este mi escrito y pedimento se dirija a conspiración, tumulto, sedición, rebelión ni perturbación de la tranquila paz de esta referida ciudad y su provincia ni menos a desobedecimiento de los reales preceptos de nuestro soberano […]” (8).

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