Home » Ensayo sobre un nuevo plan de administración en el Nuevo Reino de Granada (fragmento)

Ensayo sobre un nuevo plan de administración en el Nuevo Reino de Granada (fragmento)

Ensayo sobre un nuevo plan de administración en el Nuevo Reino de Granada (fragmento)

Después del juicio que se le siguieron por el delito de traducción e impresión del folleto titulado “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, por el cual fue condenado a diez años de prisión en África, y a destierro perpetuo del Nuevo Reino de Granada, Antonio Nariño se evadió en Cádiz, se reunió en Londres con Francisco de Miranda, y entre ambos acordaron el regreso de Nariño al Nuevo reino, por la capitanía de Venezuela, donde entraría en contacto con los venezolanos Manuel Gual y Pedro España, que estaban preparando un golpe revolucionario contra las autoridades de Caracas. La misión de Nariño era producir un levantamiento en el territorio de la Nueva Granada, pero el santafereño no encontró apoyo entre los habitantes de las provincias de Tunja y Pamplona (hoy Cundinamarca, Boyacá, Santander y Santander del Norte). Regresó en secreto a Santafé, pero lo reconocieron dos vasallos criollos del Rey y lo denunciaron. Las penalidades del trayecto y la frustración, le reavivaron su enfermedad pulmonar congénita, y tuvo que entregarse, con la mediación del arzobispo de Santafé. Lo encerraron en una celda del Batallón Auxiliar, pero gracias a la influencia del doctor José Celestino Mutis, no lo privaron de recibir las visitas de su esposa, Magdalena Ortega, y de algunos amigos. En ese momento, tanto en la metrópoli como en las colonias, se vivía una dura crisis económica. La Corte reclamaba mayores recursos a sus colonias, pero esos recursos parecían agotados. Por sugerencia del doctor Mutis, el Virrey Mendinueta autorizó al prisionero Antonio Nariño la redacción de un escrito con sugerencias para mejorar la economía de la colonia, específicamente la del Nuevo Reino de Granada. Nariño plasmó sus reflexiones en el Ensayo que reproducimos en este suplemento. Se suprimieron unos pocos párrafos que no afectan el texto principal, ni modifican en modo alguno el contexto, y se agregaron intertítulos para facilitar la lectura.

 

Sin entrar en el pormenor de la generalidad del reino, de sus producciones preciosas y ricas minas; sin detenerme en la pintura de su estado actual, y de las ventajas que ofrecen en general, sólo diré: que por rico que sea un país en minas y otras producciones, si sus habitantes son pobres, el Estado no puede sacar grandes ventajas; el que nada tiene no puede contribuir, y el único modo de que contribuya es proporcionarle medios de que adquiera. Qué medios son los que se pueden adaptar en este reino para que sus habitadores adquieran y puedan cómodamente contribuir, son los que voy a hacer el ensayo de proponer.

 

Entre abundancia y pobreza

 

La población de este reino, a pesar de lo que aparecen en los defectuosos padrones que hasta ahora se han hecho, monta a 1.880.000 almas, sobre poco más o menos, en una extensión de terreno descubierto de más de 100.000 leguas cuadradas. Su fertilidad es prodigiosa en todo género de producciones de ambas Américas y de las Indias Orientales en los países que se hallan bajo las mismas latitudes. Posee también renglones exclusivos al resto del universo, o a lo menos desconocidos hasta ahora en todo lo descubierto. Los caudalosos ríos que desaguan al este, al norte y al sur en ambos mares, proporcionan la salida de sus frutos; y la variedad de temperamentos, el cultivo de todo género de producción extranjera.

Aunque el reino ofrece, por su situación en tanta variedad de temperamentos bajo la zona tórrida, un comercio ventajosísimo a la monarquía y a sus habitadores, no obstante vemos todo lo contrario. El comercio es lánguido; el erario no corresponde ni a su población ni a sus riquezas territoriales; y sus habitantes son los más pobres de la América. Nada es más común que el espectáculo de una familia andrajosa, sin un real en el bolsillo, habitando una choza miserable rodeada de algodones, de canelos, de cacaos y de otras riquezas, sin exceptuar el oro y las piedras preciosas.

La riqueza sigue en todas partes a la población, aquí es su sentido inverso: a proporción que se multiplican los hombres, se aumenta su pobreza y la decadencia se anuncia por todas partes. Tunja, Mariquita, Vélez, Muzo, La Grita, Tocaima y un sin número de otras ciudades, que se hallan en el día casi desiertas, prueban bien la necesidad en que se han visto sus poblaciones de retirarse a una choza, para ocultar su miseria en medio de los bosques. […].
De estancos y compañías

Hay un género de contribuciones que son más gravosas por los obstáculos que oponen al adelantamiento de los vasallos, que por la cantidad que de ellos se exige, o por lo que el erario reporte. Tales son en este reino las alcabalas interiores y los estancos de aguardiente y tabaco.

Los estancos y alcabalas en este reino parece que han sido la piedra fundamental sobre que se ha querido estribar la prosperidad del erario. Pero si es indubitable que todo vasallo está obligado a contribuir a las cargas del Estado, no es menos que todo género de contribución no es igual aparentemente en todas partes. El producto que aquí dejan al erario los estancos y alcabalas interiores no corresponde al atraso que causan y al riesgo en que ponen continuamente al reino; pudiendo sustituirse en su lugar otro género de contribuciones que, sin deteriorar la real hacienda, no traigan estos inconvenientes.

El tabaco es aquí un ramo de primera necesidad, si ramo de primera necesidad puede llamarse a aquél sin el cual las gentes no se pueden pasar. La administración está muy mal servida: atropellan y maltratan con la autoridad de que se ven revestidos; y así no es extraño que el público se queje. El estanco limita las siembras al consumo interior, y no sólo esta limitación trae grandes escaseces los años que se pierde la cosecha de una provincia, sino que prohibiéndose la cultura en un ramo que prospera por todas partes, se hace más sensible a su privación. Permitiéndose la siembra y extracción de tabaco, se hará un ramo fortísimo del comercio, que contribuyendo a la salida del reino con un tanto por ciento, estoy cierto que en pocos años balanceará una parte muy considerable del producto que ahora deja ilíquido al erario. El tabaco no paga hoy diezmo y debería continuar del mismo modo, pero pagándolo a su majestad en el mismo fruto; que aumentándose, como es de creer su cultura, no será este renglón de poca consecuencia, si hacemos atención que sólo Marilandia y Virginia pagaban el año 723 al tesoro real de Inglaterra en este ramo 300.000 a 400.000 libras esterlinas, y que se cosechaban de 60 a 70 mil barracas, de a cuatro quintales.

Del producto de este diezmo real en materia, se puede establecer una fábrica de rapé, cedida a una compañía que reciba el tabaco en hoja al precio corriente, y que pague un corto derecho por la exportación o el expendio. Yo estoy pronto a comunicar las luces que poseo en la materia, si se adapta el pensamiento; sin que sirva de obstáculo la tentativa que se hizo años pasados, porque si no se sintieron sus buenos efectos, fue por la impericia del director encargado de su laboreo y composición. […].

La supresión del estanco del aguardiente parece que no debe traer ninguna ventaja al público; pero no es así: va a influir poderosamente sobre otro ramo de mucha importancia como son los azúcares. Uno de los mayores obstáculos para la prosperidad de este ramo es el no poder los dueños de los ingenios o trapiches emplear la miel que llaman purga, y que así en La Habana como en las islas francesas se convierte en aguardiente de caña de tanto consumo en el día. Suprimido su estanco, se sacarán tres ventajas: el fomento de los azúcares que abundan en el reino y que nunca merecen tanta atención como en el día, por la destrucción o atraso de las islas francesas; el producto que deben dejar al erario los derechos, que así el azúcar como el aguardiente deberán pagar a la salida; y el remedio del reino de que se trata.

Se me objetará, quizá, que la sal es de más necesidad y que no obstante nada digo contra su estanco, mientras me limito a los que sólo son de los que se llaman vicios. Estoy muy lejos de hablar contra los estancos, sólo porque son estancos; y sólo creo éstos perjudiciales con atención a las circunstancias locales. El de la sal no sólo no lo creo gravoso, sino útil al público; y aquí se notará la diferencia que hay en saber elegir los ramos que convienen igualmente al público y al erario. Las salinas, que aquí se trabajan de cuenta de su majestad, están limitadas a ciertos terrenos que producen el mineral; el público está bien servido; se le provee de toda la que necesita, de buena calidad y a precio cómodo; y después de comprada a su majestad puede traficarse libremente con ella, lo que no sucede con el tabaco y el aguardiente. Si su majestad abandonara el trabajo de las salinas, se haría un daño manifiesto al público; porque éste no es un ramo que puede hacer florecer la industria y el trabajo, sino que está limitado a ciertos terrenos particulares, que cayendo en poder de algunos individuos alzarían el precio a su antojo, sacarían más o menos sal, según sus fuerzas y actividad y el público estaría expuesto a sufrir sus caprichos y alteraciones; mientras que ahora la tienen a precio fijo, cómodo y en abundancia. […].

El establecimiento de estancos y compañías sobre renglones que produce el suelo de una colonia y que permanecen dormidos por falta de conocimiento y de industria en sus naturales poseedores, es el medio de darles movimientos y sacarlos de la inacción, sin quebranto público, que no los disfruta y con notoria utilidad. Veamos un ejemplo que aclare este pensamiento. La quina de Santafé no se conocía en esta parte del reino ahora 20 años, hasta que los desvelos del sabio Mutis, de este hombre cuya memoria pasará con gusto y admiración a nuestra posteridad, la sacó del caos donde estaba; y habiéndose establecido un estanco de un ramo en que el público no tenía conocimiento, se hizo universal la idea de sus ventajas; por el precio a que su majestad la tomaba a los particulares, todo el mundo se animó y la quina de Santafé entró a ser un nuevo ramo de riqueza. Supongamos que hubiera continuado prosperando su estanco: que su majestad no sólo hubiera reembolsado los costos de su establecimiento, sino que hubiera continuado algunos años de utilidad, hasta dejar bien entablado su despacho y consumo, y que entonces lo hubiera abandonado al público con un derecho de salida. Pregunto ahora ¿si este estanco temporal y en un ramo desconocido, no habría sido útil a esta colonia, al erario, a la nación y al mundo entero? Pero ya veo que se me dirá, que en este mismo ejemplo manifiesto los inconvenientes de mi pensamiento; porque el ramo no prosperó y su majestad sufrió quebrantos de su real erario. No está el daño en el estanco, ni en el ramo; está en una enfermedad que padece la nación. Yo la comparo con un hombre opulento que goza grandes rentas y que esta abundancia le hace despreciar la economía y la constancia, que sólo forman la riqueza de otros hombres que no gozan tan ricas posesiones. Los holandeses no se habrían desmayado por el mal suceso que tuvo la quina en un principio; hubieran examinado la cosa en su origen; hubieran hecho nuevas tentativas, y al fin hubieran logrado un ramo más ventajoso, sin disputa, que el de la canela. Pero nosotros, que por todas partes se nos presentan ricas posesiones no queremos tener esa paciencia y economía que habrían salvado esos inconvenientes. La quina que se remitió al principio a Cádiz había experimentado los inconvenientes que tienen todas las cosas en su origen. Se mezclaron cortezas extrañas, que el amargo y las señales exteriores hacen parecer a la quina; se empaquetó en cajones húmedos, que con el calor de los distintos temperamentos por donde tuvo que pasar, alteraron su naturaleza; el señor Mutis no podía formar en un día hombres inteligentes. Estos inconvenientes se hubieran remediado; pero apenas se vio que las primeras remesas no correspondían a las esperanzas, se suprimió el acopio de cuenta de su majestad, y este ramo sufrió la suerte de otros muchos, de morir en su nacimiento por falta de paciencia. Yo, que conocía todas sus ventajas, emprendí el restablecimiento por mi cuenta; y si mi desgracia no me hubiera cortado el camino en la mitad de la carrera, ya se habrían conocido las utilidades con mi constancia. […].

Parecerá una paradoja el que se diga que para la prosperidad de las alcabalas conviene suprimirlas en lo interior del reino; pero si se examina maduramente este punto, se verá que no lo es. Las alcabalas producen en razón del consumo y de la extracción fueren más o menos abundantes. Las alcabalas interiores son un obstáculo invencible para la prosperidad del reino, que limitan la extracción y el consumo, y, por consiguiente, la prosperidad del mismo ramo.

No entro a demostrar por menor este punto, incontestable a mi ver, porque así éste, como los dos anteriores, los miro más como remedio del público, que como aumento del erario, no obstante las ventajas que ofrecen en su reforma; y así concluyo, que aun cuando el erario pierda, se deberían suprimir; así para quitar de raíz las quejas que ocasiona su administración, como porque, sustituyéndose otro ramo que los repare y no sea gravoso, parece que quedan llenas las miras del gobierno enteramente.

Como la supresión de unos ramos ya establecidos que producen una renta cierta, y la creación de otros nuevos en su lugar, podría hacer temer que las esperanzas, o no correspondiesen a la práctica, o que en caso de corresponder dejarían un vacío en el erario, ínterin se establecen y toman incremento, es necesario, para quitar todo temor y remediar este último inconveniente, sustituir un ramo, que independiente de las esperanzas que dan los otros, los llene desde su origen sin ningún género de duda. Este debía ser una capitación. Ya sé que este pensamiento ha sido propuesto en distintos tiempos, y en varias naciones; y que se ha despreciado, o imposibilitado su ejecución en unas; y que otras lo han adoptado en todo o en parte como la Rusia (tachado). Más sea lo que fuere del fundamento que en otras pares se ha tenido para adoptarlo, o despreciarlo, lo cierto es que aquí es fácil su ejecución; es útil, no es gravosa; y de ningún peligro su establecimiento, siempre que se adopten los pensamientos anteriores.

Haciéndose el establecimiento de este ramo al mismo tiempo que se supriman los otros; para que su imposición se reciba, no como una nueva carga, sino como un alivio; y para que comience a llenar el vacío que al principio dejaría la supresión de los otros ramos, creo que no habrá persona sensata que conociendo este reino, no convenga en que su imposición de este modo, será recibida con los brazos abiertos y que esparcirá por todas partes el contento y la alegría, que deben asegurar la tranquilidad.

De curas y obispos

 

Antes de entrar en materia sobre el modo de recaudar este ramo, es necesario decir una palabra sobre las cuartas que pagan los curas y los obispos; que aunque parece este punto ajeno al asunto, no obstante tiene una íntima ligazón con él. En el reino no hay padrones exactos, sino los que los curas forman en sus distritos para la percepción de sus derechos; pero como el ramo de las cuartas, que los curas creen que no deben pagar, les hace formar otros padrones diminutos para presentar a los obispos y visitadores y librarse por este medio de una parte de los derechos, de ahí viene que la población parezca menos de lo que en la realidad es; cuyo inconveniente no será fácil de remediar mientras subsistan aquéllas. Si la opinión de los curas es fundada, supuesto las crecidísimas rentas que gozan en el reino los obispos y arzobispos, sería conveniente suprimir esta contribución que tantos murmullos ocasionan a los curas. De este modo no sólo tendríamos padrones exactos, como yo he visto que los tienen los curas, sino que debiendo ellos concurrir a este nuevo ramo, a su establecimiento y recaudación, lo harán con más gusto y actividad, si se les impone esta pequeña carga al mismo tiempo que se les dispensa de las cuartas.

Como la recaudación de la capitación podría traer los mismos inconvenientes que se quieren remediar, y que quizá sería más gravosa que la misma contribución, yo voy a hacer ver el modo. Los curas, como dejo dicho, tienen padrones exactos con distinción de sexos, edades y condiciones, divididos por cuadrillas, y en cada una un hombre que ellos conocen bien por su probidad, al que encargan la recaudación de sus derechos, sin más sueldo que la excepción personal de la contribución. De este modo están bien servidos y sus vecinos no sufren los inconvenientes que en la administración de los ramos reales se experimentan.

La sencillez en todas las cosas aclara y facilita la ejecución. Este principio con el ejemplo de los curas me parece que es el que se debe seguir en la recaudación de la capitación. No creo que a pesar de las cuantiosas sumas que debe producir este nuevo ramo sea necesario ahora comenzar por la creación de nuevos tribunales, cuya complicación suele muchas veces detener los progresos de un ramo y no deja conocer comúnmente en quiénes consiste su malversación. Me parece que con sólo la creación de corregidores de partido, haciendo unas divisiones arregladas con los gobernadores y corregidores de provincia, con los oficiales reales, con la intervención o auxilio de los curas, y el nombramiento de cuadrilleros cobradores, estará este ramo perfectamente servido. […]

Los gobernadores o corregidores de cada provincia con dos oficiales reales, podrían formar el tribunal de que deberían depender inmediatamente los corregidores de partido y a cuyo centro deberían hacer sus remesas, para que de allí pasasen a los oficiales reales de la capital.

Los curas libres de las cuartas no tendrán embarazo en entregar a los corregidores de partido los padrones verdaderos, ni en remitir al gobernador de la provincia una copia firmada. Deberían también pasar noticia circunstanciada de los que nacen o mueren, para que sirviese de arreglo y claridad en la recaudación y formación de las cuentas.

Los cuadrilleros cobradores, en los mismos términos que los tienen ahora los curas, se les debería aumentar un pequeño tanto por ciento sobre lo que cobrasen. Los corregidores de partido y los gobernadores de provincia, de que se hablará en adelante, también deberían tener sus sueldos sobre este ramo, pero no fijo, sino sobre un tanto por ciento de lo que cada uno recaudara proporcionalmente. El sueldo de tanto por ciento trae la ventaja, en este caso, del interés que resulta al recaudador de no dejar partidas atrasadas y no trae inconveniente para el público, porque siendo fijos la cantidad de la contribución y el tiempo, no da lugar a extorsiones y otras violencias que el interés personal haría cometer a los recaudadores.

Vista la facilidad que hay para la recaudación de este ramo, los ningunos inconvenientes en su imposición y las ventajas que deben resultar al público por la supresión de los otros ramos, sólo nos resta hacer ver la utilidad que traerá al real erario.

Aunque esta demostración pedía tener padrones exactos a la vista, yo me contentaré con dar un cálculo, sobre poco más o menos, para hacer sensibles las utilidades que promete al erario.
Las mujeres en unas partes del reino exceden al número de hombres y en otras, como en Guayaquil, por ejemplo, exceden los hombres al de las mujeres; y así, haciendo una compensación, daremos número igual. Si de 1.880.000 almas rebajamos 18.000 esclavos de ambos sexos que tiene el reino, quedarán 1.862.000. Partamos el número de hombres y de mujeres y nos dará 931.000 hombres. Rebájese una tercia parte de párvulos varones, y una quinta de ancianos, religiosos y mendigos y quedará un total de hombres útiles, desde la edad de 15 hasta 60 años, de 434.467. de esta cantidad se deben rebajar un 2% para los cuadrilleros cobradores, y resultará un líquido en estado de pagar la capitación, sin incluir las tropas, de 425.768 hombres; que a razón de ocho pesos al año, producirán $3.406.224

Para que se vea que no hay arbitrariedad en este cálculo, he aquí mi cuenta. Los consumos interiores, se cree que son el termómetro o la base de la aritmética política, sobre que se deben reglar los impuestos: 1.880.000 almas me dan 376.000 familias, que consumiendo una con otra a $73, componen una renta de $27.448.000. Reglo que aquí los consumos interiores deben contribuir con una octava parte, y me dan 3.431.000, cuya cantidad se uniforma bastante con la de la capitación.

También pongo indistintamente una cantidad determinada de ocho pesos sobre cada hombre útil desde 15 hasta 60 años. Es un error creer que una misma cantidad repartida sobre todos los contribuyentes igualmente, es una desigualdad perjudicial a los pobres y a favor de los ricos que tienen más comodidad de contribuir. El pobre vive a expensas del rico y no le trabaja sino cuanto le contribuye con lo necesario para su subsistencia. En el día se regula que un hombre necesita para su subsistencia de $73 y que por esto se da en arrendamiento al rico en esta cantidad; pero al instante que se le grave con ocho pesos su subsistencia se regulará valer $81, y él no se dará por menos en arrendamiento al rico; De donde resulta que esta desigualdad es aparente y que la necesidad equilibra la contribución, haciéndola recaer sobre el que tiene; viniendo de este modo a pagarla las rentas en lugar de las personas, que es cuanto se puede desear en la materia.

Se podrá quizá objetar que este aumento de salario será un perjuicio para la agricultura que pretende animar. Pero no es así: porque el propietario ve recompensado de este aumento de gasto, con la excepción de los derechos interiores y con la salida de sus frutos. A más de esto, el derecho de capitación anima el trabajo; mientras que los derechos interiores sobre los frutos, lo desalientan. El hombre que por una parte se ve obligado a pagar las indispensables cargas del Estado y que por otra parte no se le ponen límites ni embarazos en su trabajo, sino que se le anima y se le presenta un vasto campo en qué ejercitarlo, es imposible que no trabaje. En lugar de que el derecho sobre los frutos detiene el cultivo y atrasa al erario; porque absorbiéndose lo que debía quedar al propietario, oponiéndole también obstáculos a su adelantamiento, lo desanima y abandona un trabajo de que no reporta utilidad, con cuyo abandono queda libre de contribuir; lo que no sucede con la capitación que le obliga a trabajar para poder contribuir, porque la ociosidad no lo exime de la contribución, como sucede en el día.

Este impuesto se puede aumentar hasta cierto grado, a proporción que el reino vaya tomando incremento; y el aumento de esta contribución, que no ataca al manantial, aumentará la industria y el trabajo de los que pagan. “En donde el terreno es fértil y el pueblo no es numeroso –dice el caballero Temple–, las cosas necesarias a la vida se hallan tan baratas, que un hombre puede ganar en dos días de trabajo con qué alimentarse toda la semana. Considero esto –añade– como el origen de la pereza atribuida a los habitantes, porque es natural al hombre preferir el descanso al trabajo, darse a la ociosidad y vivir sin afán. Al contrario sucede cuando la necesidad ha hecho contraer el habito del trabajo; el hombre hecho laborioso por precisión, no puede vivir sin trabajar”.

Que se compare la cantidad que debe producir la capitación con lo que ahora producen a la real hacienda los ramos del tabaco, aguardiente y alcabalas interiores, y se conocerá la utilidad que ofrece, sin contar las esperanzas que estos mismos ramos prometen en lo sucesivo.
Es preciso que en esta comparación se rebaje el producto actual de los tributos, o número de indios que lo paguen, si se quiere excluir de la capitación, supuesto que el tributo excede comparativamente. Pero sería de desear que esta raza miserable de hombres saliera del estado en que se halla en el día. A pesar de los privilegios y especial protección que les acuerdan nuestras leyes, los que los estamos viendo, palpamos su miseria. Yo creo que reduciendo los indios a la clase de los demás vasallos, el Estado ganaría y haría una acción muy conforme a las piadosas máximas de nuestro gobierno y sus intereses.

No rebajo del número de contribuyentes a los empleados ni a los eclesiásticos, porque pagándolos el Estado por su trabajo, no halla razón para excluir a unos ni a otros de las cargas a que todo vasallo está obligado, cuando ellos disfrutan como los demás de la protección de las leyes*.
La moneda

Otra de las cosas que necesita remedio en el reino, es la moneda macuquina. El gobierno se ve precisado todos los días a expedir órdenes para obligar al público a que reciba toda la que no estuviese cortada; pero está ya tan diminuta y tan usada, que casi son infructuosos los desvelos del gobierno. Se ha pensado varias veces en recogerla; pero muchos quebrantos que debe ocasionar su refundición ha hecho suspender esta providencia con bastante fundamento, pues no baja de un 25% la diferencia de esta moneda en su peso respecto a la de cordoncillo. En una palabra, el gobierno como los particulares convienen en la necesidad de su refundición; mas en el modo de efectuarla sin un grave quebranto del público o del erario, es en lo que no convienen. Yo voy a hacer el ensayo de proponer uno que salve estos inconvenientes y que procure otras comodidades al público o del erario y al comercio nacional. Tal es en mi concepto la creación de vales reales, la amonedación del cobre y la introducción del papel moneda.

Para aclarar este pensamiento, […] asentemos primero sin contestación que es de necesidad suma el recoger la moneda macuquina: así porque su poco peso da lugar a la mucha moneda falsa que corre en el día, como porque siendo de figura irregular, se corta con facilidad, sin riesgo evidente de que se note. Bajo este principio, la sola refundición de la moneda va a ocasionar una pérdida a los particulares de un 25% en su caudal numérico; va a disminuir una cuarta parte de la masa de la circulación de esta moneda y va a abrirse su salida, reduciéndola a moneda corriente fuera del reino.

Todo el numerario que entra en el día en la circulación de este reino por el trabajo de sus minas y el poco comercio con las demás partes de la América, vuelve a salir para España y de contrabando, y no queda más moneda para los cambios interiores que la moneda macuquina, que reducida, como acabo de decir, a moneda de cordoncillo corriente fuera del reino, saldrá también como el oro de las minas y los duros que nos vienen de México y se quedará el reino sin signos con qué representar sus cambios interiores. Se dirá que se acuñe moneda provincial de menos peso. Esto es hacer un círculo para volver a los mismos inconvenientes. A más de esto, en el día está ya sumamente escaso el numerario; no es proporcionado a la circulación interior de cambios; y aun cuando no saliera la moneda reducida a cordoncillo; cuando no se disminuyera en un cuarto la masa de su circulación actual, siempre hay necesidad de un aumento de signos para sólo el cambio interior y de unos signos que no tengan valor fuera del reino, esto es, que no tengan valor intrínseco como el papel.

Introducido el papel en una justa proporción, el aumento de los signos facilitará los cambios. Los primeros años el aumento de la salida del numerario, que facilitará la refundición de la moneda macuquina, aumentará la introducción y el consumo de los géneros de Europa; y como el aumento de esta moneda es momentáneo, su disminución en los años siguientes obligará a los negociantes a cambiar una parte de sus mercaderías por papel, que no teniendo valor fuera del reino, se han de ver precisados a cambiarlo por frutos para poder exportar su valor; y he aquí el papel que a primera vista parece que va a destruir el reino, es el que va a forzar, digámoslo así, su prosperidad.

Por lo que hace a las ventajas que esta sola parte ofrece a la metrópoli, la cuenta es bien sencilla: las cantidades que ahora entran de esta colonia continuarán lo mismo y los primeros años se aumentarán con la refundición de la moneda macuquina. Pero esto no es nada: un millón de pesos, por ejemplo, sólo aumentan su riqueza en una riqueza pasajera de un millón de pesos; en lugar de que, recibiendo también materias primeras, un millón de pesos en algodón, aumentan su riqueza en una riqueza permanente de cuatro o cinco millones después de manufacturado: con el empleo de muchos brazos nacionales y de la marina.

El cobre, como el papel moneda, debe entrar en parte para saldar las pérdidas que la refundición de la macuquina debía ocasionar y para facilitar las compras en el menudeo, quebrados y gasto diario. Pero no circunscribamos su utilidad a tan estrechas miras: veámosla en grande.

Es cierto que el mayor volumen de la moneda de cobre hace que su tráfico en grande no pueda ser tan usual como el oro y la plata; pero también es cierto que en la Europa circula hoy un número inmenso de esta moneda. Acúñese al principio sólo la necesaria a nuestro intento del finísimo cobre de Moniquirá, con un tanto más de su peso respectivo a las monedas de Europa, y permítase su salida, no sólo para España, sino para los países extranjeros; désele un valor en España correspondiente a su peso respectivo a la que corre en el día: y las inagotables minas de Moniquirá van a ser un nuevo Potosí.

La Suecia paga una parte de las mercaderías del mediodía con su cobre. Las minas de este metal en Hungría se calculan como un manantial de riquezas, que harían circular muchos millones si su cobre fuera más manejable. ¿Por qué no lo serán las nuestras, que son más ricas, y su metal dulce, más manejable y cargado de plata, lo que sube naturalmente su ley?

El cobre bajo la forma de moneda no deja de ser fuera del reino una mercadería que compra, no sólo el que tiene necesidad de este metal, sino el que tiene necesidad de signos. En una palabra, el cobre bruto lo compra el comerciante que quiere traficar con él; y el cobre moneda lo compra el comerciante, el artesano, el labrador y todo el mundo.

Ya se conoce que no es aquí el lugar donde yo debo entrar a detallar el método de recoger la moneda macuquina, y de hacer el cambio del papel y del cobre.

 

Del empleo de los fondos; del pago de los réditos de los vales y de la caja de descuentos para su extinción

 

Los fondos deberían emplearse en la compra de negros para darlos en arrendamiento a los particulares. Aunque este pensamiento parezca a primera vista no muy acertado, no obstante es, en mi concepto, de muchísima importancia; con él se van a asegurar los réditos de los vales y la caja de extinción. El erario va a formarse un nuevo fondo; la agricultura y las minas van a tomar un nuevo incremento y el Estado va a criar una milicia sin costo, que en caso urgente puede ser de mucha utilidad, empleándola, cuando no todos en las armas, a lo menos en el transporte de municiones y bagajes y en el trabajo de fortificaciones, etc. Veamos si será fácil su despacho.

Los hombres que se reciben en arrendamiento, computando los salarios que varían algo en el reino, cuestan al año, sin incluir los días festivos, 73,2 reales; y no en todas partes es fácil conseguirlos, lo que retarda y atrasa el cultivo. Los negros, por los gastos de transporte, etc., los pondremos, unos con otros, a $300, que comparándose con el fondo de los vales, que deben correr a un 3%, cuesta al año cada negro nueve pesos. Póngaseles el precio de arrendamiento, unos con otros, a $21 al año; agréguense siete pesos que cuesta su mantenimiento y tres del vestuario, y le costarán al arrendatario $31. Quiere que la tercera parte de los que recibe le sean inútiles y que se cargue a los útiles; le vendrán a costar $46,4 reales, que rebajados de $73, 2 reales, que le cuesta el hombre libre, quedarán a su favor $26,6 reales y la incomparable ventaja de tener todo el año trabajadores prontos.

Se dirá que, supuestas las ventajas de los esclavos sobre los hombres libres, tendrá más cuenta a los particulares el comprarlos por sí, que el recibirlos en arrendamiento. Es verdad que se les tendría más en cuenta; pero no todo el que tiene $2.100 para recibir en arrendamiento 100 negros tiene $30.000 que le costarían comprarlos. A lo que se agrega que los $2.100 los desembolsa después de un año de servirse de los negros, en lugar que los $30.000 tendría que desembolsarlos de contado y antes de haber sacado algún provecho de sus brazos.

El erario recibe, como queda dicho, $21 al año por cada negro, que multiplicados por 2.000 negros, que es el número que regulo que se pueden comprar, hacen la cantidad de $420.000. Rebájense nueve pesos por cada negro, para el pago de los réditos de los vales, a razón de un 3%, y quedarán líquidos $240.000 cada año para la caja de extinción, que asegurarán a su majestad un fondo de seis millones de pesos, que dentro de 30 años redituarán $420.000; con las notorias ventajas que seguirán a este reino y al comercio nacional.

Quizás esta especie de préstamo es único en su clase y el solo en que se encuentren todas las utilidades, sin ninguna desventaja ni inconvenientes. La necesidad de recoger la moneda macuquina es su origen o la causa de la introducción del papel. Los réditos se ven asegurados con el mismo fondo que los ocasiona; la hipoteca es el mismo fondo, y el mismo fondo el que extingue el papel dentro de un número fijo de años, vivificando la agricultura, las minas, el comercio, la población; y asegurando al Estado una milicia y un fondo independiente del papel; pero producido de su creación. Semejante establecimiento sólo tendría que temer los excesos. La misma humedad que fecundiza la tierra, si es excesiva pudre las raíces de las plantas y las destruye.

Aunque he apuntado, hablando de las alcabalas, que los frutos deben pagar a la salida, recompensarán las pérdidas que la supresión de los derechos inferiores debían causar, pero no creo que deba entrar a tratar tarifas. Este importante punto pide un plan bien meditado, y formado sobre buenos principios; esto es, sobre el conocimiento práctico de los frutos del reino y de las distancias de los puertos en que se cultivan con mejor suceso; su estimación respectiva en los mercados de Europa; en su mayor o menor competencia; y finalmente, los que merecen fomentarse con preferencia, distinguiendo los que entran en nuestro consumo y manufacturas, de los que sólo entran en el comercio con las otras naciones. Sin estos conocimientos particulares en cada ramo; sin esta atención en equilibrar la utilidad del erario, con las ventajas del comercio y de la nación en general, siempre se encontrarán en las tarifas una porción de inconvenientes que se entrechocarán para destruirse mutuamente. El cacao, por ejemplo, paga hoy derechos crecidos y el añil no los paga, sin otra razón que un principio demasiado general, de que es un ramo nuevo, y que libre de derechos se animará su cultivo. ¿Pero se ha examinado si conviene el cultivo de añil en este reino? ¿Se han pesado los inconvenientes que puede traer en lo sucesivo este fomento? El añil, de menos volumen que el cacao y sin derechos, va destruyendo su cultivo, que para restablecerlo se necesita de siete a 10 años. El añil es destructor de la población; es un ramo ya muy común en los mercados de Europa; la química va sustituyendo otros colores en su lugar y la competencia del añil no puede durar largo tiempo sin decaer mucho de su valor. En lugar que el cacao se hace cada día de un uso más universal; su cultivo no ataca a la población, ni hace temer la competencia; es una de las producciones que más convienen a este suelo; ésta es su patria, y su consumo en algunas partes de España y en toda la América se puede mirar como de primera necesidad. Así el añil debería pagar derechos en este reino, que quizá no convendría que pagase en Guatemala; y el cacao debería pagar menos de lo que paga en el día.

Por lo que queda dicho hasta aquí, se ve que mi idea ha sido sólo presentar mis pensamientos a un golpe de vista, sujetándome a lo que he creído sumamente preciso para que se conozca su utilidad, sin entrar en detalles ni reflexiones que ofuscan muchas veces el fondo del asunto principal; pero si se creyese que merecen toda la atención que yo pienso, estoy pronto a levantar las dificultades que ocurran, y a dar un plan detallado de cada punto en particular y de todos en general, con los auxilios necesarios. Sólo me tomo la libertad de suplicar que no se decida, a primera vista, de su utilidad e inconvenientes, sino que antes bien se examinen con un sabio pirronismo; porque no es extraño el encontrar oposición cuando se trata de reformar abusos inveterados, por más esfuerzos que se hagan para correr el velo que los cubre. Newton, el primer calculador del universo, tuvo que ceder en un asunto de cálculo al imperio de la preocupación, cuando se trataba de reformar la moneda de plata en Inglaterra; así, yo repito lo que decía el caballero Bernard tratando del mismo asunto: “Convido –decía– a todos los que conocen el daño presente a que en lugar de desaprobar mi proposición hagan otra mejor; servirán a la patria, y yo se lo agradeceré de todo corazón”. […]

La administración de justicia
Una de las enfermedades más destructoras de este reino es la manía de los pleitos, que junto a la lentitud y el embarazo de los procesos y al pillaje de los escribanos, etc., causa un retraso increíble en la fortuna de los particulares. Nada es más común que ver a un propietario abandonar sus posesiones, hacer un viaje de 20 y 30 días de camino, permanecer años enteros en la puerta de los tribunales y consumir finalmente la parte de hacienda que tiene cultivada en litigar otro terreno inculto, que ni él ni sus hijos podrán cultivar. ¿Quién creería, si no lo estuviéramos palpando, que en donde nada está más de sobra que las tierras, la mayor parte de los pleitos sean por un pedazo de tierra? Pero no se limita a este punto su manía y el desorden de los procesos. Todos los días vemos comenzar un pleito por los linderos de unas tierras y acabar por la honra y la hacienda de los litigantes. Homero habría encontrado aquí en qué emplear su fecunda imaginación, si hubiera querido limitarse a cantar las guerras de los particulares que han comenzado por un capricho y acabado por la ruina de ambas partes. Podemos asegurar sin exageración, que los pleitos en este reino son un azote más destructor que los huracanes y los terremotos en las Antillas. Yo conozco una población entera en la provincia de Mérida, que años atrás estaba floreciente y que en el día no reconoce más riqueza que los legajos de los pleitos que la han destruido. ¿No se podrá oponer un dique a este torrente impetuoso que arrastra tras sí la desolación del reino? […].

Todo el celo y actividad de los ministros de la real audiencia no puede dar a abasto a la multitud de pleitos y causas criminales que ocurren diariamente, y así sería conveniente crear un tribunal criminal enteramente separado de la audiencia, o una sala de alcaldes del crimen como la tiene México, para que de este modo se facilitara el despacho; pues si los litigantes sufren en sus haciendas, no sufren menos en sus personas los infelices a quienes su desgracia conduce a una prisión.

El adoptar aquí el establecimiento de los jueces de paz, me parece que sería otro remedio para cortar de algún modo la manía de los pleitos. Si por una parte se obliga a los litigantes a que no puedan ocurrir a los tribunales sin haberse presentado a los jueces de paz, y oído verbalmente las proposiciones de acomodo; y por otra se les asigna a los jueces de paz una cierta cantidad sobre los litigantes, en el caso que terminen sus querellas, para animarlos con el interés que les resultará en el acomodo de las partes, creo que bien presto se harían sentir los buenos efectos de su establecimiento.

El pie sobre que están montados algunos de los gobiernos, corregimientos y tenencias en este reino, es el menos a propósito para mantener la tranquilidad, la justicia y el buen orden; el tráfico con sus súbditos es permitido a unos, ordenado en otros y tolerado por casi todos. Este punto me arrastraría demasiado lejos si quisiera pintar las extorsiones, las injusticias y desórdenes que ocasiona esta tolerancia o abuso; bástame con un poema:
…el vil interés,

Árbitro de suerte,
Vende siempre al más débil
Al crimen del más fuerte

 

He oído decir muchas veces que estos desórdenes son inevitables en América; pero lo cierto es que si hay desórdenes inevitables en todo el mundo, éstos no lo son absolutamente en América. ¿Por qué ha de ser inevitable que, como lo vemos todos los días, parta un gobernador o teniente sin camisa y vuelva al cabo de tres o cuatro años cargado de los despojos de los pueblos que se le confiaron para que les administrase justicia y promoviese su adelantamiento? Me parece que esto necesita remedio y que lo tiene; escoger personas de luces y de probidad para estos empleos; el asignarles rentas proporcionadas y prohibirles el comercio; el promoverlos al fin de sus gobiernos, si han llenado las intenciones del soberano y el castigarlos irremisiblemente si han abusado del poder que se les confirió, son, en mi concepto, verdaderos remedios para un mal tan contagioso en América y que puede al fin ocasionar muy malas consecuencias, por la ignorancia y arbitrariedad de los que llenan comúnmente estos empleos.

No sé si será fuera de propósito el apuntar aquí, que sería conveniente la formación de un pequeño código criminal americano. ¿Por qué los distintos climas que producen la palma y el moscatel no producirán variedad en los delitos y exigirán un método distinto de castigarlos y precaverlos? Además de esto, su formación simplificaría las fórmulas y abreviaría los procesos, haría sensible el terror que trae una pronta ejecución del criminal y aliviaría al inocente de una larga prisión mil veces peor que la muerte. Me parece que ésta no es una obra de muchos años. Los modelos que en esta clase ofrece hoy la Europa y el conocimiento del hombre y sus costumbres de estos países, para poder hacer justas aplicaciones, creo que son todos los materiales que necesitan para facilitar su propia formación.
Estos son, en mi concepto, los remedios que la necesidad, la justicia y el interés de la monarquía exigen por ahora en estas provincias. Estos son los medios de hacer florecer el erario, el reino y el comercio nacional; estos son, finalmente los muros de bronce que deben asegurar una perpetua paz, a pesar de cuanto han dicho respetables políticos que conocían la América por anteojo de larga vista. Yo no propongo el que se establezcan fábricas o manufacturas, que harían decaer el comercio nacional y que perjudicarían en una colonia naciente, abundante en frutos y escasa en brazos; no me olvido de que las riquezas de una colonia deben ser diferentes de las de la metrópoli, y que esta diferencia es la que debe entretener el comercio recíproco. No propongo la impunidad de los delitos, sino el que se castiguen sin demora y que se reformen los abusos en la administración de justicia. No presento pensamientos metafísicos e impracticables, sino fáciles y accesibles. No me olvido del interés de los pueblos cuando trato del fomento del erario, ni de éste cuando hablo de los medios de fomentar el reino; y finalmente, en el conjunto de todas estas cosas, más bien que en la fuerza de las armas, creo que consiste la seguridad y la paz de estos dominios. […].

 

* Es decir, que los fueros son gravosísimos a los pueblos porque constituyen una multitud de derechos que pesan como doble carga sobre los no exceptuados, para poder formar equilibrio. Claro está que si las contribuciones valen como 500, los contribuyentes son 1000, pero entre éstos hay 300 empleados y eclesiásticos, los 700 individuos restantes pagarán como 1.000 (Nota de Nariño).

 


 

Línea de tiempo

 

1800
– Se crea el Banco de Francia, del cual es accionista el propio Napoleón.
– Los franceses arrebatan Luisiana a los españoles.
– Napoleón derrota a los austriacos en Marengo (14 de junio).
– Napoleón Bonaparte, primer cónsul de Francia, se salva de un atentado terrorista en París (24 de diciembre).
– La población de Estados Unidos se calcula en 5.300.000 habitantes (31 de diciembre).

1801
– Se dicta en Inglaterra la “ley de los deslindes” que da a los hacendados mano libre para robar impunemente a los campesinos. Se verifica la revolución agraria que crea enormes reservas de obreros asalariados.
– Francisco de Miranda es expulsado de París como conspirador contra Napoleón Bonaparte (22 de marzo).
– Llega Santafé de Bogotá el barón Alexander von Humboldt, con el propósito exclusivo de conocer al sabio José Celestino Mutis (19 de abril).
– Guerra hispano inglesa. La armada española sufre duras derrotas por la marina inglesa (6 de mayo).

1802
– Fabrican en Alemania la primera hiladora de seda.
– Entra en vigor en Inglaterra la primera legislación laboral.
– En Francia, Napoleón se proclama cónsul vitalicio.
– Paz de Amiens entre España y Gran Bretaña. Por ese tratado España recuperó la Isla de Menorca (22 de marzo).
– Se inicia en Santafé de Bogotá la construcción del observatorio astronómico (24 de mayo).

1803
– El alemán Didingsley diseña una taladradora vertical.
– Los Estados Unidos compran a Francia el territorio de Luisiana 12 de abril).
– Los haitianos vencen a los franceses en Ventien.
– Se implanta en Francia el carnet laboral (1 de diciembre).

1804
– Se redacta el Código Civil de Napoleón.
– Richard Trevithick logra por primera vez que una locomotora a vapor avance sobre rieles (21 de febrero).
– Napoleón Bonaparte se proclama emperador de Francia (26 de mayo).
– Combate del Cabo de Santa María entre ingleses y españoles. España acusa a Inglaterra de agresión y estalla la guerra (23 de octubre).

1805
– Aparece la máquina de Jacquard para confeccionar vestidos de seda con cenefa.
– El sindicato de obreros del calzado de Filadelfia es acusado de “atentar contra la libertad del país”.
– Gran terremoto arruina la villa de Honda (26 de junio).
– A la edad de 23 años Simón Bolívar jura en el Monte sacro que será el Libertador de América (15 de agosto).
– Aparece el Diario de México, primera publicación periódica de la capital mexicana (1 de octubre).
– Las escuadras española y francesa son vencidas por Nelson en Trafalgar (21 de octubre).
– Victoria de Napoleón en Austerlitz sobre los rusos y los austriacos (2 de diciembre).

1806
– El bergantín Leandro o Leander se hace a la mar con Francisco de Miranda y su expedición libertadora a bordo, rumbo a Santo Domingo. De esto da informes un espía que el propio cónsul de España instaló en la casa de Miranda. Fracaso de la expedición en Ocumare. Nueva expedición y fracaso en Coro (12 de febrero-13 de agosto).
– Deplorable condición de las mujeres en los Estados Unidos. El machismo rampante de la ley.
– Una expedición inglesa al mando de Beregard toma a Buenos Aires. El pueblo de Buenos Aires recupera la ciudad y expulsa a los ingleses (27 de junio-12 de agosto).
– Napoleón firma en Berlín el bloqueo continental contra Inglaterra (27 de noviembre).

1807
– Simón Bolívar llega Charleston. Se embarca para regresar a Caracas, donde hará reuniones secretas en su casa (1 de enero).
– El alemán Breithampt diseña una taladradora horizontal.
– Gran rebelión de los negros en Kingston, Jamaica, duramente reprimida (13 de enero).
– Se expide la constitución republicana de Haití, que declara abolida la esclavitud para siempre (5 de mayo).
– Se ajusta la Paz entre Napoleón y los rusos, en Tilsit (8 de julio).
– Robert Fulton construye el primer buque impulsado por vapor, el Clermont, botado en el río Hudson. Realiza en 37 horas la travesía entre N. York y Albany (7 de agosto).
– Terrible huracán en el Golfo de México. Naufragan 50 barcos (1 de septiembre).
– Napoleón Bonaparte y el gobierno de España llegan a un acuerdo para la división de Portugal (27 de octubre).
1808
– Con el pretexto de cruzar sus tropas hacia España, Napoleón inicia la invasión de España. Depone a los borbones y el pueblo español comienza la Guerra de Independencia. (28 de febrero-2 de mayo).
– Napoleón decreta en Viena la anexión de los estados papales al Imperio francés (17 de mayo)
– Victoria española sobre los franceses en Bailén (19 de julio).
– Fallece en Santafé de Bogotá el doctor José Celestino Mutis (11 de septiembre).
– Los habitantes de Montevideo, reunidos en cabildo abierto, crean la llamada Junta del Año VIII, en señal de sublevación contra España (21 de septiembre).
– Madrid capitula ante las tropas de Napoleón (13 de diciembre).
– Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre, crea en Quito una Junta de Conspiradores (25 de diciembre).

1809
– Inventan en Estados Unidos la máquina de hacer papel.
– Inglaterra y España se unen contra Napoleón. (14 de enero).
– La Junta Central de España en Sevilla declara que las posesiones americanas forman parte de la soberanía española (22 de enero).
– Primer grito de Independencia de Alto Perú (Bolivia), en Charcas. Junta de Chuquisaca (25 de mayo).
– Son descubiertos y apresados por Ruiz de Castilla los patriotas de Quito (10 de marzo).
– Antonio de Narváez, Mariscal de Campo, es designado representante de la Nueva Granada a la Suprema Junta Central de Sevilla (20 de septiembre).
– El patriota boliviano Pedro Domingo Murillo asalta los cuarteles de La Paz y domina la ciudad (16 de julio).
– Grito de Independencia en Quito (10 de agosto).
– A instancias de su esposa, Francisca Villanova, el Virrey Amar denuncia como conspiradores a Antonio Nariño y otros.
– Comienza en Santafé un fenómeno solar. Por espacio de seis meses estuvo el sol sin irradiación sensible. Con el cielo limpio se veía el sol de media día sin ofender la vista, como se ve la luna (11 de diciembre).
1810
– Se instala en Alemania la primera hiladora de lino.
– Por el Tratado de Constantinopla Turquía acepta que Rusia se anexe la Crimea (6 de enero).
– La revolución en Caracas. Deponen a las autoridades españolas y una Junta de patriotas, entre los que está Simón Bolívar, asume el gobierno. (19 de abril).
– Salen en misión especial ante el gobierno de Inglaterra los jóvenes caraqueños Simón Bolívar, Andrés Bello y Luis López Méndez, con el encargo de proponerle a Francisco de Miranda que venga a asumir la presidencia de la Junta de Gobierno (6 de junio).
– En el virreinato de la Nueva granada, el pueblo de El Socorro proclama la Independencia (10 de julio).
– El pueblo de Santafé de Bogotá depone al Virrey Amar y Borbón y pone fin al régimen colonial (20 de julio).
– La ciudad de Mompox proclama la Independencia absoluta (6 de agosto).
– Miguel Hidalgo en México inicia la Independencia con el grito de Dolores y decreta la libertad de los esclavos (16 de septiembre-6 de diciembre).
– Simón Bolívar desembarca en La Guaira, al tiempo que Antonio Nariño regresa a Santafé después de un año de prisión en Cartagena (8 de diciembre).
– Miranda llega a La Guaira. Se posesiona como jefe de la Junta Revolucionaria (11-12 de Diciembre).

1811
– Grito de Ascencio, que inicia el movimiento uruguayo por la independencia (28 de febrero).
– El patriota uruguayo José Miguel de Artigas vence a los españoles en Las Piedras (18 de mayo).
– Tratado de alianza entre Cundinamarca y Venezuela. Suscribe por Venezuela el Canónigo José Cortés de Madariaga, quien sustituye en Antonio Nariño su carácter de comisionado del Estado de Venezuela cerca de Santafé (28 de mayo).
– El Congreso de Santiago de Chile decreta la primera ley antiesclavista (4 de julio).
– El gobierno de Venezuela proclama la Independencia absoluta (5 de julio).
– Antonio Nariño publica en Santafé de Bogotá La Bagatela (14 de julio).
– En el pueblo de Chihuahua –México– es fusilado por los españoles el generalísimo Miguel Hidalgo (27 de julio)
– Fuerte presencia popular en las calles para apoyar la elección de Antonio Nariño como presidente de Cundinamarca (19 de septiembre).

1812
– La producción de la economía agrícola francesa se evalúa en unos 300 millones de marcos.
– Las Cortes de Cádiz juran la Constitución llamada de La pepa (19 de marzo).
– Un terremoto espantoso devasta las ciudades de Caracas y Mérida en Venezuela (25 de marzo).
– Miranda firma la rendición de los patriotas venezolanos. Prisión del general Miranda (25-31 de julio)
1813
– Queda abolido el monopolio del comercio con la India, que detentaba la Cia. de las Indias orientales.
– Batalla de San Victorino en Santafé. Antonio Nariño y el pueblo de la capital derrotan a las tropas del Congreso y capturan a todos sus oficiales. Termina la guerra civil entre Cundinamarca y el Congreso (9 de enero).
– En Venezuela, Domingo Monteverde ordena pasar a cuchillo a todos los que hagan resistencia a las tropas españolas (11 de enero).
– El coronel Simón Bolívar comunica al Congreso de Nueva Granada la liberación de Cúcuta hecha por sus tropas (28 de febrero).
– Simón Bolívar declara la Guerra a Muerte (15 de junio).
– A instancias del presidente Antonio Nariño, Cundinamarca declara su independencia absoluta (16 de julio)
– Simón Bolívar entra con sus tropas en Caracas. Es proclamado Libertador (6 de agosto).
– Parten de Santafé las tropas de Nariño a la campaña del Sur (23 de septiembre).
– Victoria de los patriotas al mando de Bolívar en el Bárbula (30 de septiembre. Muerte de Atanasio Girardot (30 de septiembre).
– Napoleón es derrotado en Leipzig. Invasión de Francia (Octubre 16-19).

1814
– Los inventores alemanes Koening y Wamer crean una instalación rápida de imprenta que tendrá profunda influencia en las artes gráficas.
– Después de cinco victorias consecutivas sobre los españoles y los patianos, Nariño se dispone a tomar a Pasto. Tras feroz combate en los ejidos, es abandonado por la retaguardia de su ejército, y capturado por los pastusos (12-14 de mayo).
– Los patriotas chilenos son derrotados en Rancagua (1 de octubre).
– El novelista francés. Marqués de Sade, autor de obras de aguda crítica social y de costumbres, muere en el asilo de locos de Charenton (2 de diciembre).

1815
– Como órgano de la dictadura clasista de los terratenientes, el Parlamento inglés aprueba la “Ley del Trigo”.
– Los estadounidenses derrotan a los ingleses en Nueva Orleans y termina la guerra (8 de enero).
– Bolívar sale de Bogotá con un ejército de 2.000 hombres para reforzar a Cartagena (25 de enero).
– El pacificador Pablo Morillo entra en Caracas (11 de mayo).
– Derrota de Napoleón en Waterloo. Es desterrado a la Isla de Santa Helena (junio 18-octubre 16).
– Sitio de Cartagena por las fuerzas de Morillo (15 de agosto-6 de diciembre).
– Simón Bolívar escribe la Carta de Jamaica (6 de septiembre).
– El patriota mexicano José María Morelos es fusilado en San Cristóbal Zacatepec (22 de diciembre-20 de marzo).
1816
– Simón Bolívar es elegido comandante en jefe de la expedición libertadora de Venezuela. Parte de los cayos de Haití al frente de la expedición (7 de enero).
– La heroína boliviana Juana Azurduy, al frente de un grupo de patriotas, derrota a las fuerzas españolas (23 de marzo).
– Simón Bolívar decreta libertad de los esclavos que luchen en la Independencia (16 de junio).
– Se inicia la publicación por las autoridades pacificadoras del semanario Gazeta de Santafé. Trae una manchete de página a página que dice: ¡Viva Fernando VII, Rey de España y de las Indias! (13 de junio).
– El Congreso de Tucumán declara la Independencia absoluta de las provincias Unidas del Río de La Plata (8 de julio).
– Muere Francisco de Miranda en la cárcel de La Carraca, de Cádiz (14 de julio).

1817
– Las tropas al mando de José de San Martín efectuaron el heroico cruce de Los Andes, durante la Campaña Libertadora, y obtienen su primera victoria sobre los españoles en la batalla de Achupallas (4 de febrero).
– Luis López Méndez contrata los servicios de los ingleses para colaborar económica y militarmente en la Guerra de Independencia y se inicia la deuda externa de Colombia.
– Carta de Simón Bolívar a Juan Martín Pueyrredón, desde Angostura. le ofrece entablar el Pacto Americano (12 de junio).
– Un segundo informe de la Real Audiencia de Santafé al Rey, asegura que la situación del gobierno colonial es angustiosa (29 de octubre).
– Policarpa Salabarrieta y otros cuatro patriotas son fusilados en Bogotá (14 de noviembre).

1818
– Victoria de San Martín en Maipú (15 de abril).
– Pablo Morillo remite a España los varios y preciosos objetos que pertenecieron a la Expedición Botánica que dirigió el sabio naturalista José Celestino Mutis (11 de mayo).
– Se abre nueva cátedra de Medicina en el Colegio Real Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Santafé. Catedrático, doctor Benito Osorio (8 de junio).
– Por iniciativa del Libertador Simón Bolívar se publica en Angostura El Correo del Orinoco (27 de junio).
– España firma un tratado con Gran Bretaña para poner fin al tráfico de esclavos (23 de septiembre).

1819
– El Virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela y Sánchez, 1er Marqués de Viluma, considera que no hay esperanzas de ganar la guerra a los patriotas (25 de enero).
– Campaña Libertadora de la nueva Granada. Avance del ejército de Simón Bolívar por los llanos de Apure hacia Tunja. Travesía por la cordillera andina y los picos nevados del Cocuy (1 de Marzo 1-15 de junio); Batalla del Pantano de Vargas (25 de julio); fusilamiento de la jefe guerrillera Antonia Santos en El Socorro (28 de julio); Batalla de Pienta entre la guerrilla de Charalá y los pobladores de la villa contra las fuerzas españolas del Socorro que se dirigían a apoyar al general Barreiro, y que son contenidas por los patriotas charaleños (4-6 de agosto); Batalla del puente de Boyacá. Los patriotas liquidan al ejército del general Barreira y culmina la Campaña Libertadora de la Nueva Granada (7 de agosto); el Libertador Simón Bolívar entra en Bogotá, que abandonaron precipitadamente las autoridades españolas de ocupación al conocerse en la capital la derrota de Barreiro. l

Información adicional

Autor/a:
País:
Región:
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.