¿El Centro en Bogotá es solo otro rostro de las élites tradicionales?

Este artículo puede leerse como una continuación de “El modelo de ciudad peñalosista y el gobierno de las elites tradicionales,” que publiqué en 2022 en este mismo periódico1. En ese análisis, se revisó el gabinete de Claudia López y realzó que, aunque la exalcaldesa prometió un gobierno para las ciudadanías diversas, el control de Bogotá permaneció en manos de las élites tradicionales, reforzando el modelo de ciudad instaurado por Enrique Peñalosa en sus administraciones. 

El gabinete de López y las juntas directivas de empresas estratégicas como la ETB y el Grupo de Energía de Bogotá (GEB) demostraron una fuerte presencia de tecnócratas formados en instituciones de élite y representantes de intereses corporativos. Estos actores, al parecer, han dejado de lado las demandas de la mayoría para favorecer, en cambio, una gobernanza orientada al sector privado y a los grandes grupos económicos, tanto nacionales como internacionales.

En esta ocasión, el objetivo es hacer un ejercicio similar con el alcalde Carlos Fernando Galán, quien se enfrentó a Claudia López en las elecciones de 2019 y perdió la oportunidad de ocupar el Palacio de Liévano por apenas 80.000 votos. Tras esta derrota, Galán decidió asumir la curul en el Concejo de Bogotá que le otorgaba el Estatuto de Oposición, hasta que renunció para intentar, sin éxito, alcanzar un escaño en el Congreso como candidato del partido que heredó, el Nuevo Liberalismo.

Durante el primer año de su gobierno, Claudia López le concedió a Galán la presidencia del Concejo y la moderación de su Plan de Desarrollo, consolidando una ruta que delineaba su eventual sucesión en la Alcaldía, la cual finalmente se materializó. Esto explica por qué López no impulsó una candidatura propia del Partido Verde en las últimas elecciones, y en su lugar optó por un compromiso tácito para posicionarse como posible candidata presidencial en 2026. Se trata de un proyecto de “derecha moderada,” alternativa al Pacto Histórico, pero autodefinido como el “centro” del espectro político.

Cabe recordar que Claudia López fue la fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo en 2018, obteniendo el tercer lugar en la contienda y quedando a solo 250.000 votos de la fórmula Petro-Robledo, que pasó a segunda vuelta contra Iván Duque. El pacto entre Fajardo y López fue que él la apoyaría en su candidatura a la Alcaldía en 2019, y ella le brindaría apoyo en su pretensión presidencial de 2022, que no tuvo éxito. A pesar de ello, como recompensa, Fajardo obtuvo puestos burocráticos en la administración de López.

López, Galán y Fajardo, junto con Oviedo –a quien volveremos más adelante–, hoy disputan el liderazgo del autodenominado “centro.” Sin embargo, la diferencia entre ellos radica en que Galán, sobre la base de su apellido y la memoria de su padre, ha forjado su carrera pública de la mano de dos figuras tradicionales de la política colombiana: César Gaviria y Germán Vargas Lleras.

El ascenso de Carlos Fernando Galán no se entiende sin el apadrinamiento de César Gaviria en sus inicios, ni su primer cargo de elección popular como concejal de Bogotá por Cambio Radical en 2007, de la mano de German Vargas Lleras, durante la administración del Polo Democrático. Galán fue candidato a la Alcaldía de Bogotá en 2011 por el partido de Vargas, cuando perdió frente a Gustavo Petro, quien, a pesar de la crisis de Samuel Moreno, logró retener la ciudad para la izquierda y el progresismo.

En su trayectoria, Galán fue designado por Vargas Lleras como presidente de Cambio Radical entre 2013 y 2015, con el objetivo de mejorar la imagen del partido. Sin embargo, en 2018, tras la derrota presidencial de Vargas Lleras y el crecimiento del proyecto progresista de Petro-Robledo, Galán se distanció de su padrino y renunció a Cambio Radical, enfocándose en lograr la personería jurídica del Nuevo Liberalismo, lo que finalmente consiguió.

Este contexto nos permite analizar la administración de Carlos Fernando Galán, con la comprensión de que en Bogotá se está forjando el proyecto de la élite tradicional de la ciudad para recuperar el gobierno nacional, bajo una retórica de “centro político” que pretende guardar las formas, mientras protege a los verdaderos dueños del país de cualquier expresión popular que busque ocupar los lugares que consideran propios en la administración de lo publico como ocurre de manera tan palpable con el presidente petro y el proyecto de país del Pacto.

El Concejo de Bogotá y el Plan de Desarrollo: Victoria de Camacol

En mayo de 2024, se aprobó el Plan Distrital de Desarrollo “Bogotá camina segura,” que establece las líneas que moldearán la ciudad bajo la alcaldía de Carlos Fernando Galán. En el Concejo, varios concejales actúan como piezas claves de este proyecto. Entre ellos destacan Sandra Forero y Daniel Briceño del Centro Democrático, Julián Sastoque y Espinosa del Verde, Baena y Quintero del Nuevo Liberalismo, Samir Abisambra del Liberal y Juan Daniel Oviedo, otrora director del Dane y quien registró en segundo lugar en las últimas elecciones de alcaldes, proyectado ahora como un competidor de López para 2026, por lo cual pronto deberá renunciar a su curul.

Además de Oviedo, es probable que Briceño, Sastoque, Baena y Abisambra también renuncien en pocos meses para buscar escaños en el Congreso. Estos concejales, con sus matices, coinciden en su alineación ideológica con el “centro” como alternativa de poder. Las fuerzas que representan lograron que Sandra Forero, ex presidenta de Camacol, presidiera la Comisión del Plan de Desarrollo, dándole así un papel central en la discusión del Plan en el Concejo.

En esta comisión se definieron superpoderes de ordenamiento territorial para la empresa Metro y TransMilenio, y se otorgaron facultades extraordinarias al IDU. Además, se promovieron proyectos como la reactivación de la ALO Norte, la expansión de la infraestructura de agua y alcantarillado a 150.000 nuevos usuarios, a pesar de la crisis de agua. Los principales impulsores del Plan fueron Gustavo Quintero, secretario de Gobierno y antiguo alto consejero de Peñalosa, y Miguel Moyano, secretario general de Galán, que ocupó la secretaria de Planeación en medio de la discusión del Plan y venia de trabajar en la administración de Fico Gutiérrez en Medellín. Moyano es la mano derecha de Galan desde que fue coordinador de su Unidad de Apoyo Normativo (UAN) en el primer año de gobierno de López.

¿Y dónde se ubica Enrique Peñalosa?

La administración de Galán también ha integrado a figuras clave del equipo de Peñalosa, continuando con su modelo de ciudad. Dora Lucía Bastidas, ex concejal del Partido Verde y directora del Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público, lleva adelante una visión corporativista del espacio público, persiguiendo a la economía popular. Bastidas, que renunció al Partido Verde para unirse al gobierno de Galán, ha recorrido un sinuoso camino político, oportunista, comenzando en el Polo Democrático con Lucho Garzón y moviéndose luego según conveniencia, pero fiel a Enrique como una de sus principales escuderas durante los 8 años que ocupó una curul en el Concejo de Bogota siendo el ala derecha del Verde en el cabildo.

Orlando Molano, director del Instituto de Desarrollo Urbano –IDU– y antiguo director del Instituto Distrital de Recreación y Deporte –IDRD– durante la alcaldía de Peñalosa, fue recomendado por Peñalosa a Galán y tiene una investigación abierta por irregularidades en proyectos adjudicados en su gestión anterior. La secretaria de Educación, Isabel Segovia, ex fórmula vicepresidencial de Peñalosa, viceministra de educación de Alvaro Uribe Vélez, también es parte del gabinete y mantiene lazos con el poder económico desde su trabajo en la Fundación Compartir. El abuelo de Segovia fue Ministro del presidente Alberto Lleras y su padre fue ministro del presidente Betancur.

Además de Bastidas, existe un dúo dinámico de tendencia peñalosista proveniente del Grupo de Estudios en Sostenibilidad Urbana y Regional de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes (Grupo SUR), dirigido por el exsecretario de Movilidad de Enrique Peñalosa, Juan Pablo Bocarejo. Este grupo complementa la labor de Orlando Molano, actual director del IDU, en la implementación del modelo de ciudad que ha caracterizado las administraciones de Peñalosa. Cabe recordar que la actual congresista del Partido Verde, Catherine Juvinao, fue jefa de prensa de Bocarejo durante su gestión en la administración de Peñalosa.

Del Grupo SUR proviene también la actual secretaria de Movilidad de Galán, Claudia Díaz, quien, además de haber investigado con Bocarejo, trabajó bajo su dirección cuando él lideraba la Secretaría de Movilidad. María Fernanda Ortiz Carrascal, la actual gerente de TransMilenio, ha seguido un recorrido similar: además de su vínculo con Bocarejo y el Grupo SUR, fue subgerente de TransMilenio durante la alcaldía de Claudia López. Esto evidencia una continuidad del proyecto de ciudad peñalosista desde 2015 hasta hoy.

En paralelo a este equipo, se encuentra Leónidas Narváez, quien continúa como gerente de la empresa Metro, tras ser nombrado en 2021 por Claudia López. Narváez ha sido objeto de críticas por favorecer a ciertos contratistas en puntos críticos de la primera línea del metro, como el intercambiador de la 72, y por insistir en una convocatoria para la adjudicación de la segunda línea del metro, la cual ha sufrido retrasos sistemáticos de más de un año debido a señalamientos de conflictos de interés por parte de la banca multilateral.

La tecnocracia de siempre en la primera línea 

María del Pilar Uribe, como secretaria de Desarrollo Económico, es una de las principales representantes de este núcleo, junto con Ana María Cadena en Hacienda y Roberto Angulo en Integración Social. De manera paralela, también destacan Adriana Soto Carreño en Ambiente, Vanesa Velasco en Hábitat y Carlos Felipe Reyes como director de la Empresa de Renovación y Desarrollo Urbano de Bogotá –Renobo.

Estos funcionarios han trabajado como consultores de la banca multilateral y en instituciones clave del universo tecnocrático nacional, tales como Planeación Nacional, el Ministerio de Hacienda y el Banco de la República. Algunos han trabajado tambien en ministerios y otros departamentos administrativos clave como Prosperidad Social. Además, cuentan con formación académica en universidades de élite nacional, como la Universidad de los Andes, y han realizado posgrados en prestigiosas universidades de Estados Unidos y Europa, lo cual ha reforzado sus supuestos académicos.

Es fundamental destacar cómo este núcleo tecnocrático logró institucionalizar en el Plan de Desarrollo una propuesta austericida impulsada por el concejal Briceño del Centro Democrático. Durante las discusiones, se promovió un recorte estándar en la inversión pública bajo el pretexto de enfrentar los problemas estructurales relacionados con el sostenimiento de la deuda de la ciudad. Sin embargo, esta medida implica, principalmente, sacrificar los derechos sociales de la ciudadanía.

En estos primeros meses de gestión, han demostrado –con la excepción de Roberto Angulo– serias dificultades en la ejecución de sus responsabilidades, probablemente debido a su falta de experiencia en administración pública a este nivel. No es lo mismo escribir un paper o un documento de politica publica que ejecutar presupuesto y dirigir equipos en los territorios. Estas dificultades parecen agravarse por las contradicciones que enfrenta el alcalde, quien recibe presiones de sus aliados en el Concejo para otorgar mayores cuotas burocráticas, lo que compromete la imagen cuidadosamente proyectada de “impolutez centrista” que el marketing y los medios corporativos se han empeñado en cuidarle a Galán y su proyecto.

Para cerrar

La administración de Carlos Fernando Galán en Bogotá parece repetir un patrón similar al observado en la gestión de Claudia López. Pese a que se presenta como una alternativa de “centro,” esta administración refleja un fuerte control de las élites tradicionales sobre la capital, reforzando un modelo urbano que favorece los intereses de grandes grupos económicos y corporaciones nacionales e internacionales. El análisis de su gabinete y las alianzas políticas en el Concejo revelan que varias figuras clave están comprometidas con la continuidad de un proyecto neoliberal y corporativista, al estilo peñalosista, que prioriza la expansión económica sobre el bienestar popular y la democratización radical de todas las esferas de la vida en nuestros territorios.

Galán ha forjado su carrera con el respaldo de figuras como César Gaviria y Germán Vargas Lleras, y su gobierno se apoya en tecnócratas formados en universidades de élite y con lazos en la banca multilateral. Estos actores suelen favorecer decisiones que consolidan la influencia de las élites, mientras que el “centro” se muestra cada vez más como una fachada retórica que pretende ocultar el desplazamiento de las demandas populares bajo la excusa de que son ilusiones “Inviables” en su marco de análisis liberal de este mundo en crisis.

En esta administración, como en la de López, se observa la misma tendencia a recurrir a figuras del pasado y alianzas con las fuerzas políticas de siempre, lo que evidencia un proyecto de ciudad dirigido a salvaguardar los intereses de una minoría, manteniendo la exclusión de los sectores populares. La estrategia de Carlos Fernando Galán parece más enfocada en construir una plataforma política personal hacia futuras contiendas nacionales que en democratizar realmente el poder en Bogotá. Está pendiente analizar en los próximos dos años cómo se resolverá la disputa por el liderazgo entre el, López, Fajardo y Oviedo.

La continuidad del modelo de ciudad y la captura de instituciones públicas por intereses privados no solo refuerzan la dependencia de Bogotá de la élite económica, sino que también desvirtúan el significado del “centro” político, convirtiéndolo en un espacio que intenta apropiarse de un discurso moderado para proteger el status quo y limitar cualquier avance hacia una gobernanza verdaderamente inclusiva y democrática.

Posdata: es importante que quienes leen desdeabajo revisen la manera como esta administración configuró las juntas directivas de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá –ETB– y el Grupo Energía Bogotá –GEB. Su análisis da para un nuevo artículo. 

* Thahir, S. (2022). “El modelo de ciudad peñalosista y el gobierno de las elites tradicionales”. Periódico desdeabajo, Nº287, enero 20 – febrero 20.

** Analista y asesor político. Twitter: @ShameelThahi

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Información adicional

Carlos Fernando Galán:
Autor/a: Shameel Thahir Silva*
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo Nº318, octubre 18 - noviembre 18 de 2024

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