La mala calidad es un negocio lucrativo

Por: Niwde

Las universidades colombianas están implementando innovaciones pero no todas para la gestión del conocimiento y el avance de la investigación, sino que cada vez más impera el modelo empresarial. No sólo sufren estudiantes con la mala calidad de la educación, además los costos van aumentando y los créditos se presentan como única alternativa para muchos. También la profesión docente desmejora por las condiciones laborales y pérdida de autonomía pedagógica.

El Observatorio de la Universidad Colombiana señaló que, hacia la primera década del milenio, la transparencia en la información al interior de varias Instituciones de Educación Superior –IES–, era complicada con acceso cerrado o asequible para un reducido número de individuos y para consultar solo un determinado caudal de datos. Algo que a primera vista parece extraño pero que responde a la mercantilización de la Educación Superior, la cual juega con las expectativas de muchas personas de ser profesionales. Una mercantilización por la cual se ofrecen títulos de saber fragmentarios, sometidos al vaivén del mercado laboral. Un modelo de enseñanza que favorece un capitalismo cognitivo o académico cuyo objetivo es la rentabilidad, desvirtuando el carácter humanista con que surgió la Universidad.

Uniminuto, ¿el lugar donde todos quieren estar?

Una cruda realidad: si en universidades acreditadas las formas de contratación y carga laboral van en detrimento de las condiciones de profesores, ¿cómo será en las otras instituciones?

No es casual, por tanto, que cada vez más los docentes se vean frustrados por sus condiciones laborales, por los contratos –que ya no son anuales–, que cubren exclusivamente los periodos de clase, contratos basura de cuatro meses y medio. Con procedimientos administrativos, según denuncias de Jorge Sánchez dirigente de Sintrauniminuto Sede Bogotá, que generan acoso laboral y que pretende minar la autonomía del docente, desmotivar su labor pedagógica e inducir a la renuncia de quien con espíritu crítico se atreve a manifestar su voz de protesta. Acoso laboral que también evidencia arbitrariedades que permiten inferir su propósito: inducir a la renuncia del empleado o trabajador. Todo mediante su descalificación, la carga excesiva de trabajo y el cambio permanente de horario en pos de producir desmotivación laboral.

En esta dinámica, ciertos directivos de la institución conciben a los docentes como simples piezas de una gran máquina, piezas que pueden trasladar –o reemplazar en caso de renuncia– de manera unilateral de un programa a otro, sin pensar en los perfiles y especialidades sino, única y exclusivamente, con la lógica de cubrir cursos de acuerdo a la demanda de los estudiantes. Ni siquiera es porque los cursos o programas se acaben, sino porque los docentes son sólo simples piezas o, como los llama la Uniminuto, ‘colaboradores’. Si hay protestas ante estas situaciones, de manera sutil le dicen que queda a decisión del docente qué hacer.

Todos los procesos se presentan a contrarreloj, las decisiones de directivos se convierten en noticias para los docentes antes de comenzar clases, es decir, se enteran de las materias a cargo, con el reto de proyectarlas y prepararlas, tres o dos días antes de comenzar clases. Es como una caja de sorpresas de la cual no saben qué le asignarán el semestre próximo y una vez llegado éste comienza la carrera de preparación en simultáneo con las clases. En muchas clases el número de inscriptos superan los treinta integrantes, es decir, con los grupos asignados fácilmente corresponde atender 120 o más estudiantes. Es una maratón, los días pasan y toca, de acuerdo a los plazos establecidos, revisar, calificar y subir notas de las actividades evaluativas, ¡todo al mismo tiempo!

Un verdadero caos. Para colmo de la mediocridad, ahora Uniminuto quiere desplazar la labor docente y profundizar más el modelo educativo virtual. Cursos virtuales donde el papel del docente se limita al envío de mensajes y a la evaluación de entregas preestablecida. Un ejercicio “educativo” con el cual se pierde el inmenso potencial de la sesión de clase en vivo, con el encuentro simultáneo profesor/alumno.

En medio de todo ello, sin planeación adecuada, desvirtuando el ejercicio educativo, improvisando, obligado a asumir nuevas dinámicas, plataformas y procesos sin tener tiempo para la adecuada preparación de cada una de sus sesiones educativas, debiendo atender de igual manera clases presenciales, por si fuera poco también debe asistir a reuniones que siempre se presentan como necesarias, urgentes y obligatoria, pese a las cuales nadie da solución pronta a los requerimientos de los docentes. Una constante que no hace sino aumentar la carga de trabajo y de estrés; acosado por cumplir el plazo, se pierde eso que Uniminuto dice proclamar por la praxeología. Adicionalmente, como ñapa, pueden tener horas de proyección social, sumdas a la carga académica.

La Universidad hace anuncios para que los profesores se involucren con las labores semestrales de promoción para completar el número de estudiantes requeridos para que la institución no solo logre sino que supere el punto de equilibrio. Siempre con sus eufemismos “Embajadores en los colegios”, una preocupación por cumplir metas cada vez más altas. Insisten en que se debe apoyar al departamento de marketing, que según su decir se encuentra saturado. Que ‘se hace un gran esfuerzo’ en esa labor, básicamente centrada en pauta publicitaria. Por ejemplo, Uniminuto tiene un pequeño comercial en las emisiones centrales de CM&, no se conoce su costo pero para 2012 un comercial de 30 segundos en el noticiero tenía un precio de 2.530.000 pesos.

Los nuevos profes: Coursera

Esta modalidad virtual se fundó en 2011, producto desarrollado por dos académicos de la Universidad de Stanford; Andrew Yan-Tak Ng del departamento de ingeniería electrónica pero con interés en las ciencias de computación junto con Daphne Koller del Departamento de Informática que trabaja la inteligencia artificial. Según dicen, Coursera quiere brindar educación masiva a todo tipo de población –un viejo sueño positivista, con propuesta desde el origen de la televisión satelital en Estados Unidos–, su plataforma contaba desde 2012 con millones de suscriptos. A corte de marzo del presente año suma 102 millones de aprendices, y su oferta ya incluye especializaciones y programas de grado que duran entre 2 y 3 años.

Ofrecen una educación gratuita abierta, pero para obtener certificación hay que pagar; es decir, papeles que soporten tu currículum. Esa forma de capitalizar en que los consumidores creen que encuentran un valor en la simple certificación. También ofrece una cuota de membresía Steep Coursera Plus con la cual se accede a alguna exclusividad. Porque eso sí, los nombres de los programas son rimbombantes y espectaculares, para crear expectativas de aprendizaje. Pero son simples módulos de contenidos generales, videos de 8 a 10 minutos. El problema de este tipo educativo no está tanto en la modalidad virtual que puede ser un potencial, sino en la pasividad en el aprendizaje. Aprender no es ver videos de personas impartiendo enunciaciones generales, se requiere diálogo, interpelación, dedicación, concentración y constancia para la apropiación del conocimiento. Coursera es un “Netflix” de la educación por proyectos guiados que no sólo están a cargo de universidades sino en asoció con empresas tecnológicas multinacionales como Google, IBM y Microsoft.

Con su proyección de lucro, quieren habilitar a las universidades de contenido para acercar alumno y egresado al mercado laboral, que es acoplarse a las demandadas de las grandes empresas. Coursera dice trabajar con la universidad y su equipo académico para diseñar cuáles son los programas que podemos ofrecer.Una de las instituciones con las que ha establecido vínculos es con Uniminuto, hoy con cerca de 100.000 estudiantes, convertida por ello en la más grande del país; las electivas que tiene la Universidad están asociadas con lo generalmente ofrecido en sus cursos por Coursera.

En realidad, es otra imposición de módulos dentro de los cursos que el docente también debe cursar. Según Renzo Casapía quien lidera la organización para América Latina, lo más demandado es gestión de datos, marketing digital y ciberseguridad. Cerca del 13 por ciento de los 17.9 millones de estudiantes con que cuentan en Latinoamérica provienen de Colombia.

Ante la pregunta de ¿quién hace la inversión?, responden que corre por cuenta de la universidad o de una empresa. El precio depende de la escala, argumentan: si se obtiene una certificación puede costar US$40, si quisiera tomar tres o cuatro podría subir a US$160, si logran un acuerdo lo hacen más rentable. La pandemia aceleró el crecimiento de Coursera, que apresuró un cambio en el modelo de sus servicios de educación digital, mientras que los profesores de universidades experimentaban la mayor pérdida de puestos de trabajo.

Universidades comodines

Las empresas-universidades van en ascenso, los casos en Colombia muestran que existe modelo empresarial que se concentra en un grupo de personas u organizaciones e incluso en clanes familiares, como lo señala el Observatorio de Universidades. Este grupo reducido ejerce el control y participa de todos os beneficios económicos. Todo gracias a la llamada autonomía universitaria, que en el marco legal permite a instituciones privadas ser controladas por el fundador o Rector, que puede tener cercanos o allegados herederos para que disfruten de los mejores salarios, primas y demás gastos cargados. Poseer un manejo directo en contratos con proveedores, administración de espacios entre tiendas o restaurantes, no existe un proceso claro de transparencia en dichas licitaciones.

Expresamente en la Ley 30 de 1992 dice que las instituciones de educación superior no tienen ánimo de lucro (Art. 98). Algunas instituciones se lucran con la educación, pero no contribuyen a mejorarla. Esta situación, traducida en beneficios tributarios, en no pagan impuesto de renta e IVA, hace más atractivo el sector, visto como inversión, es decir, como empresa.

Para su manejo se recurre a figuras como corporaciones, fundaciones, instituciones de economía solidaria. En la práctica la diferencia entre una u otra razón social no es notoria. Las corporaciones están sometidas a la voluntad de las personas y sus intereses por desarrollar, en tanto que las fundaciones duran mientras dure el patrimonio, mientras tanto se cumple la voluntad del fundador.

Una perversión con presencia ampliada en todo el país, proceso que desvirtúa y malogra el sentido histórico de la Universidad. Mientras se deteriora las condiciones salariales de los docentes, se disminuye la calidad educativa, se dejan los contenidos a cargo de grandes corporaciones que fomentan el soporte de papel. La rentabilidad de las instituciones se concentra en pocas manos que, con apetito de enriquecimiento, quieren sea permanente y en constante aumento. En una educación así ¿qué sentido tiene de proyecto humanístico?

Cómo opera el control

• La gestión que se presenta en asambleas o plenos decisorios está definido por los intereses de quien detenta ese poder.

• Las decisiones trascendentales de los cuerpos colegiados están aseguradas previamente con los votos elegidos por ellos.

• Los requisitos estatutarios son flexibles, asegurando así que alguien cercano a sus intereses llegue a un cargo importante.

• Normalmente quienes ocupan cargos claves, configuran una forma de nepotismo en el gobierno de las instituciones.

• El Rector fundador, o dueño y sus familiares, suelen estar rodeados de personas de su confianza, así no tengan calificación académica.

• Lo financiero depende de quien ejerce el control. La academia puede ser delegada a otras personas, pero las finanzas no.

• Se conoce algún caso en que el Rector ha traspasado o ha legado en herencia, dando lugar a luchas encarnizadas entre las partes afectadas.

• Esta clase de universidades suelen mantener en secreto todo lo referente a sus presupuestos, balances e inversiones, aspectos en los cuales debería existir total transparencia.

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