Organizaciones religiosas protestantes de corte pentecostal o neopentecostal dominan el campo* religioso secundario en Bogotá, puede incluso decirse que en Colombia. Importante incidencia en un país donde el 94 por ciento de sus habitantes manifiestan ser creyentes. Estas organizaciones sobre las cuales apenas existen estimaciones en el número de fieles que congregan, así como sobre los multimillonarios montos de dinero que manejan–, poseen características mucho más “terrenales” que aquellas en las que inscriben los objetivos de funcionamiento y sus misiones organizacionales. La lectura cualitativa aquí expuesta puede motivar la ampliación del debate sobre las mismas, enfatizando en otros significados e influencias poco consideradas en las discusiones.
Iglesias protestantes, que con seguridad todas las persona que leen esta nota han visto proliferar y crecer en muchos de los barrios de nuestras ciudades, han sido estudiadas con rigurosidad desde el ámbito académico, efectuándose una interpretación “secular” y poco conocida de las mismas. Erigida sobre nuevos conceptos que pretenden organizar la complejidad organizacional y operativa de estas instituciones, fue elaborada una lectura de realidad que vale la pena conocer pues proporciona nuevos elementos para el análisis y el debate de estas organizaciones religiosas, tan presentes en la cotidianidad.
Estos conceptos o categorías, como Mega-iglesia1, Multinacionales de la fe2, Denominaciones3, Empresas Religiosas Centralizadas Multisede4 e Informalidad Religiosa5, resultan útiles para aproximarse a la comprensión del denominado “campo religioso secundario” a partir de la desagregación de sus tipos en la ciudad de Bogotá. Aunque esta interpretación pueda resultar confusa, adquiere relevancia en la medida que es útil para analizar comparativamente un tipo de organizaciones religiosas no católicas que producen, administran y/o distribuyen bienes simbólicos de salvación, al tiempo que compiten por la apropiación de capitales religiosos.
Bogotá es otro de los escenarios donde tiene lugar esta lucha por feligreses y sus capitales entre instituciones que promueven el acceso a bienes inmateriales y/o simbólicos como la prosperidad, la redención de los pecados y la salvación, además de otros intangibles a los que suelen restringir los objetivos y el sentido ulterior de sus operaciones. Sin embargo, no son los ámbitos subjetivos o religiosos donde exclusivamente influyen estas instituciones: sus propósitos desbordan los espacios inmateriales, introduciendo determinaciones sobre ordenamientos políticos, económicos y sociales en la capital y en el resto del país.
El debate acá propuesto prescinde de juicios valorativos sobre la veracidad, pertinencia o validez de los mensajes difundidos por estas instituciones, y sí pretende aproximarse a la interpretación secular de éstas en aspectos como sus relaciones con los fieles, sus vínculos con el Estado y las incidencias en la sociedad, aspectos que contribuyen a develar una faceta mucho más terrenal que la autopromulgada por estas empresas religiosas.
Las aristas terrenales de las organizaciones religiosas protestantes
Aunque heterogéneas, estas iglesias tienen determinantes comunes, por ejemplo, el hecho que compiten por “capitales” en el mercado religioso. A estos capitales se refiere William Mauricio Beltrán: “Como cualquier capital simbólico, el capital religioso se puede convertir en privilegios, autoridad, prestigio y riquezas; esto motiva a los agentes en competencia a implementar diversas estrategias para su apropiación, monopolización o desmonopolización”6. La lucha por estos capitales a través de estrategias debe entenderse a partir de la consideración que también es una lucha por autoridad, prestigio y riqueza en situación de pluralismo religioso7.
Otro de los aspectos más importantes de estas organizaciones, en semejanza a la Iglesia Católica, tiene que ver con el hecho que contribuyen al sostenimiento del orden político de diferentes maneras: inculcando matrices de percepción, pensamiento y acción orientadas hacia la legitimación y perpetuación de las estructuras política o empleando su autoridad para contrarrestar la subversión al orden dominante desde iniciativas proféticas y sectarias que puedan presentarse8. Decisión estratégica. No es rentable generar controversias políticas con el Estado en ámbitos que van más allá de lo religioso cuando es quien instaura normas para garantizar su viabilidad, funcionamiento, reproducción e igualdad9.
De manera semejante a las empresas comerciales participan de un tipo de mercado, en este caso del religioso. Ese es el espacio de mayor interés para todas las doctrinas religiosas en Bogotá y en Colombia pues en una situación de pluralismo se enfrentan a los desafíos de retener o aumentar sus membresías y, tal como lo precisa Beltrán: “Para este propósito, recurren a los mismos métodos que utilizan las demás empresas que enfrentan problemas similares, es decir, a las estrategias de marketing (Berger, 1971, pp. 169-174)”10. A esto se debe el hecho que la mayoría de las iglesias protestantes hayan adaptado su liturgia para poder reclutar y satisfacer a feligreses de segmentos juveniles y profesionales de la población, adaptándose a la demanda de sus consumidores. La competencia ha estimulado la competitividad por los fieles, la baja regulación interna de estas ofertas religiosas, así como una mayor incidencia (empoderamiento) de los individuos en el mercado de la religión.
Si hay mercado, tiene que existir la mercancía. Aquí encarna en los denominados bienes religiosos11. A partir de estos se llevan a cabo intercambios con los feligreses quienes aportan en contraprestación sus capitales humanos, energías vitales, trabajo, voluntades y valiosos recursos económicos que constituyen uno de los pilares materiales más fuertes de estas organizaciones. Son ofrendados en el contexto de las doctrinas de la “teología de la prosperidad” y “súper fe” donde, según Beltrán: “El dar actúa de forma análoga a la siembra: “el que abundantemente siembra, abundantemente cosecha” suelen decir los predicadores de la prosperidad citando el texto bíblico. En la medida en que el creyente done a su congregación (ofrendas y diezmos) garantiza la bendición divina”12.
Esta es precisamente una de las determinaciones que sesga muchos análisis hacía la hiper significación de los mecanismos de apropiación de recursos latentes en estas organizaciones religiosas, así como las posibilidades de enriquecimiento individual que proporciona sus economías del diezmo pobremente reguladas en términos tributarios por parte del Estado13. Aunque pueda ser objeto de encarnizadas discusiones, los bienes religiosos ofrecidos tienen pleno valor para miles de feligreses que han encontrado en estos la fuente de sentido, familia sustituta o comunidad terapéutica, el Estado a quien nunca han conocido, espacios de construcción de nuevas solidaridades (así como los beneficios derivados), instituciones mediante las cuales han mejorado objetivamente las condiciones de su existencia.
Es necesario tomar en cuenta estos matices en el debate pues el desenvolvimiento de estas organizaciones religiosas no puede reducirse a su naturaleza económica, política, financiera, pero tampoco –como pretenden algunos de sus líderes–, reducir su operación a las subjetividades y la espiritualidad de los feligreses que las integran, recibiendo un trato gubernamental pletórico en consideraciones y laxitudes. Hay una compleja interrelación entre estos ámbitos, una transferencia de bienes y contraprestaciones capaces de otorgar esta compleja corporalidad a instituciones religiosas que proliferan hasta en los más recónditos lugares del país.
La voz del sociólogo de la religión
William Mauricio Beltrán Cely habló con el periódico desdeabajo. Es un destacado investigador del Centro de Estudios Sociales (CES) y profesor del departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, artífice de las obras propuestas en este artículo, las mismas que han llamado la atención en la comunidad académica latinoamericana. A continuación el diálogo sostenido:
Allan Bolivar. (AB): Existe mucha resistencia entre los líderes protestantes a ser definidos y tratados conceptualmente como empresas religiosas, ¿cuál es el motivo de esta oposición?
William Beltrán (WM): Esta resistencia tiene que ver con que ellos tratan justamente de negar que sus proyectos religiosos tienen algún interés de lucro (los pastores especialmente). Es decir, hay un vínculo muy fuerte entre lógicas empresariales y proyectos religiosos porque las iglesias, sobre todo las grandes, las que llamamos Mega Iglesias, movilizan cantidades inmensas de dinero, no se sabe cuánto porque ellos tienen mucha reserva con esos datos […] que nadie sepa puede ser preocupante. La Dian ha tratado de hacer indagaciones al respecto, pero es difícil, habría que ver hasta dónde llegó la Dian. Obviamente, en mi papel de investigador, no les puedo preguntar a los pastores cuánto dinero ingresa a sus iglesias, eso no es información que ellos suministren, o la dan con mucha desconfianza. Todo tipo de información que puede implicar para ellos alguna posibilidad de ser gravados con impuestos, pues la manejan con mucha prudencia […].
AB. Enormes cantidades de dinero que no son objetos de tributación, ¿por qué no ha sido posible gravar a este tipo de organizaciones religiosas ni aún ahora, cuando son requeridos tantos recursos para financiar la paz?
WM. Cualquier intento de gravar las nuevas organizaciones religiosas implicaría, por la Ley de Libertad Religiosa, aplicar los mismos gravámenes financieros a la Iglesia católica. Eso no va a ocurrir, la Iglesia católica no aceptará que la graven. Las grandes iglesias, sobre todo la Católica, tienen –todavía– un gran poder de movilización social, de protesta […]. Esto implica que cualquiera de estas propuestas tiene un costo político muy alto. Es decir, que un senador, un congresista, no quiere medírsele a eso por el costo político que le implica, […] además porque las organizaciones religiosas manifiestan que son entidades sin ánimo de lucro y que sus servicios son para la comunidad. […] Puedo equivocarme, pero veo muy difícil cualquier intento de gravar con un impuesto para la paz, con una contribución para la paz, a las organizaciones religiosas. Siempre será una cuestión voluntaria, les pueden proponer que contribuyan voluntariamente, pero como una obligación no me parece realista.
AB. Una de las críticas a estas organizaciones tiene que ver con la contribución de la mayorías de las organizaciones religiosas (ubicadas entre las categorías de Informalidad Religiosa y Multinacionales de la fe) al sostenimiento de los ordenamientos establecidos, ¿qué puede usted decirnos al respecto?
WM. Algo propio del cristianismo en general (incluso del catolicismo). El protestantismo ha considerado un valor someterse a las autoridades legalmente instituidas, es un valor cristiano que está presente en el evangelio y que se expresa un poco en el mandato que le da Jesús a los discípulos cuando les dice, “dad a Dios lo que es Dios y dad al César lo que es del César”, donde está implícito un sometimiento al orden legal establecido. Las iglesias mantienen ese principio, hay argumentos bíblicos que usan para decir que una institución religiosa debe obedecer al gobierno, incluso cuando el que gobierna es un infiel o un impío. A menos de que ese gobernante los obligue a hacer algo que vaya en contra de sus demás convicciones religiosas. Pero si ese orden no los obliga a negar su fe o actuar en contra de su fe, ellos creen que deben someterse.
En general, esa ha sido la actitud tomada por las iglesias cristianas, con muy pocas excepciones, de hecho una excepción se observa en lo sucedido hoy con la Misión Carismática Internacional que ha hecho parte del bloque constituido por el Centro Democrático para oponerse al proceso de paz. En ese sentido la Misión Carismática Internacional se ubica más en la oposición al Gobierno. Digamos que han existido otros casos en América Latina –como la Teología de la Liberación–, donde sectores de la Iglesia católica se pusieron del lado de la protesta, de la revolución, del movimiento social. Pero […] las iglesias cristianas, en general, han tratado de mantenerse dentro del orden establecido, y de verse en muchos aspectos como aliadas del Estado, lo que le ha generado muchos conflictos en zonas donde hay presencia guerrillera, porque allí su afinidad con el Estado se lee como contrarrevolucionaria. Hay episodios recientes de nuestra historia –finales de los años 90 e inicios de la década del 2000– donde se multiplicó el asesinato y secuestro de pastores evangélicos, vistos por la guerrilla como “objetivo militar”, […] en buena medida porque se oponían a que la guerrilla reclutara a sus jóvenes o que estos portaran armas, y porque no se identificaban con la propuesta política de la insurgencia.
AB. Considerando que también han sido víctimas en el conflicto armado, ¿cuál es la posición de estas organizaciones religiosas frente al postacuerdo?
WM. Dentro del protestantismo evangélico hay un sector que está muy a favor del acuerdo, y ya se está movilizando para buscar la reconciliación. Ese sector está liderado por figuras muy reconocidas, entre ellas Viviane Morales, Jimmy Chamorro y Darío Silva Silva, tal vez ellos son los más destacados. […] Un abanderado de la reconciliación que es muy influyente en el mundo protestante es Darío Silva Silva, él tiene programas de televisión donde promueve todas las ventajas de la reconciliación. De hecho, él estuvo presente en momentos simbólicos importantes, como la campaña de Santos por la reelección, o la sanción presidencial de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras.
De hecho, usted puede consultar en la página Web de la Casa Sobre la Roca, donde aparecen registros de escenarios donde esta organización religiosa ha propiciado encuentros con guerrilleros, con paramilitares, con excombatientes, en zonas de conflictos, haciendo pedagogía por la paz. En otras palabras, ya hay iglesias muy comprometidas con el proceso de reconciliación. Por ejemplo, esta ha sido durante muchos años la bandera de la Iglesia menonita y de su ONG Justapaz […] Allí hay procesos muy interesantes, hace poco celebraron jornadas de oración por la paz, muy de estas minorías, de iglesias muy pequeñas, que muestran mucho compromiso con las víctimas, movilizan recursos, hacen difusión a nivel internacional de lo que está sucediendo en Colombia cuando las amenazas a las víctimas se multiplican.
También hay otro sector, liderado sobre todo por la Misión Carismática Internacional, por los esposos Castellanos, que están en la oposición, que están con el Centro Democrático. Ellos se manifiestan afines con el discurso de que el acuerdo de paz promueve la impunidad, llamando a rechazarlo porque perpetuaría la impunidad… en fin son muy cercanos a Uribe.
Para consultar una versión ampliada de este artículo ir a: http://www.desdeabajo.info/component/k2/item/29263-los-rostros-otros-de-las-iglesias-protestante-en-bogota.html
* El campo, se refiere al espacio teórico donde se lleva a cabo la competencia por apropiarse de capitales religiosos entre las empresas que producen, administran y distribuyen bienes simbólicos de salvación.
1 Mega iglesias: Organizaciones religiosas pentecostales o neopentecostal conformadas por un número elevado de feligreses, propietarias de millonarios templos capaces de albergar miles de integrantes, organizadas de acuerdo a los principios racionales de la burocracia y provistas de sofisticadas estrategias de marketing para disputar capitales en el campo religioso. Algunas de ellas son: Centro Misionero Bethesda, Iglesia Casa sobre la Roca, Avivamiento Centro para las Naciones, El Lugar de su Presencia, Misión Carismática Internacional.
2 Multinacionales de la fe: Integra a un tipo de organizaciones transnacionales dotadas de un gran poder económico, productoras de bienes simbólicos de salvación y servicios religiosos en todo el mundo. Tienen una organización mundial centralizada desde donde coordinan sus estrategias de funcionamiento, de expansión, su unidad corporativa y doctrinal de forma estandarizada. Entre algunas de las Multinacionales de la fe en Bogotá y en Colombia se encuentran: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días y los Testigos de Jehová.
3 Denominaciones: Son organizaciones religiosas doctrinalmente homogéneas que cuentan con sedes en diferentes lugares de la ciudad y el país. Gozan de un grado relativo de autonomía a la vez que responden a una organización central. Algunas de las denominaciones que destacan por su número de congregaciones y por la cantidad de miembros, son: las Asambleas de Dios, la Iglesia Cuadrangular, la Iglesia Adventista del Séptimo Día y la Iglesia Pentecostal Unida.
4 Empresas Religiosas Centralizadas Multisede: son grandes organizaciones pentecostales de estructura centralizada, que funcionan bajo la autoridad de un líder carismático. En estas organizaciones, cada una de las sedes funciona como un eslabón que replica los planes y estrategias de la autoridad central; por lo tanto, tienen una escasa autonomía local y pueden ser observadas como «sucursales» de una única empresa centralizada.
5 Informalidad Religiosa: Comprende congregaciones que nacen a partir de inversiones económicas bajas, en locales alquilados o en pequeños espacios dispuestos para tal fin. Pueden ser descritas dos tipo de organizaciones informales: pequeñas congregaciones con una clara curva de crecimiento en busca de convertirse en Iglesias, Mega iglesias o Denominaciones, por otro lado se encuentran pequeñas congregaciones que no crecen, pero tampoco dejan de existir manteniéndose en los límites de la informalidad religiosa.
6 Beltrán Cely, William (c). “La teoría del mercado en la pluralización religiosa”. Revista Colombiana de Sociología, N. 33. N 2. Editorial Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Julio-Diciembre 2010. p. 42
7 Situación en la que un Estado tolera, sin hacer suyo, diferentes grupos religiosos en competencia. En términos teóricos no existe ningún el monopolio religioso y ninguna organización de este tipo hace uso de la fuerza legítima para excluir a sus rivales.
8 Beltrán Cely, William (c), Óp. Cit., p. 45
9 Un ejemplo de ello se encuentra en el “concordato evangélico” (Decreto 354 de 1998. “por el cual se aprueba el Convenio de Derecho Público Interno número 1 de 1997, entre el Estado colombiano y algunas Entidades Religiosas no Católicas”) donde fueron concedidos algunos derechos como el reconocimiento de los derechos civiles de los matrimonios, la posibilidad de impartir su doctrina en instituciones educativas del Estado y su participación como capellanes en cárceles, hospitales y establecimientos asistenciales. Es de manera precisa esta capacidad de convivir con el Estado lo que ha potenciado la victimización de algunos de sus líderes e escenarios del Conflicto Armado en Colombia.
10 Beltrán Cely, William (c), Óp. Cit., p. 48.
11 Pueden ser: a) promesas de compensación futuras o trascendentales (curaciones, disfrutar del cielo); b) beneficios que se desprenden de la membresía del grupo religioso (privilegios, contraprestaciones, acceso a capitales sociales y beneficios de sus dinámicas solidarias); c) servicios (bautismos, matrimonios, funerales, visitas a enfermos consejerías); d) actividades colectivas o bienes comunitarios (cultos, coros religiosos, oraciones comunitarias, fiestas religiosas; e) bienes públicos o servicios caritativos(servicios a los sectores vulnerables); e) estatus (beneficios económicos y simbólicos a sus fieles relacionados con las posibilidades que otorgan a sus miembros para alcanzar puestos de prestigio, influencia o autoridad dentro del grupo religioso.
12 Beltrán Cely, William (a). “De la informalidad religiosa a las Multinacionales de la fe”. Revista Colombiana de Sociología, N. 21. Editorial Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2003. p. 145.
13 De acuerdo a la de libertad de cultos manifiesta en la Constitución Política de Colombia, todas las demás iglesias reciben el trato de la Iglesia católica quien es declarante, pero no contribuyente.
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