Los datos duros y certeros reunidos en este artículo sobre los efectos del llamado ‘Homo sapiens capitalistus’, es decir, nosotros y el capitalismo que nos rige, conducen inexorablemente a lo que los expertos han designado como la sexta extinción de las especies en la historia del planeta.
Brevísimo resumen biográfico
El 2 de enero de este año falleció el paleoantropólogo, arqueólogo y ecologista keniano Richard Leakey (1942-2020), cuyos padres (Louis y Mary) fueron famosos descubridores de fósiles de homínidos de millones de años de antigüedad en África Oriental. Richard siguió en su juventud sus pasos y también logro descubrir fósiles de homínidos: en 1967, en el valle del Omo, en Etiopía, llamado el hombre de Kibish (considerado el Homo sapiens más antiguo); en 1969, un cráneo de Paranthropus boisei; luego un cráneo de Homo rudolfensis (knm er 1470) en 1972 y otro en 1975, que se clasificó como Homo erectus (knm er 3733); en 1978, un cráneo intacto de Homo erectus (knm er 3883). En 1984 dirigió la exploración que encontró el esqueleto completo de un niño, con antigüedad de por lo menos 1.5 millones de años, clasificado como Homo erectus o ergaster. r. Leakey y su colega Roger Lewin describieron este hallazgo del Niño de Turkana en su libro Origins Reconsidered (1992). Al poco tiempo, Leakey y su equipo descubrieron un cráneo de la especie Paranthropus aethiopicus (wt 17000). A finales de la década de los ochenta y principios de los noventa encabezó organizaciones conservacionistas de fauna; específicamente, en su país natal Kenia y otros países vecinos creó unidades bien armadas y adiestradas para luchar contra la caza ilegal de elefantes con colmillos de marfil.
En 1995 publicó, en coautoría con Roger Lewin, The Sixth Extinction [La sexta extinción] y en 2001, en colaboración con Virginia Morrell, Wildlife Wars: My Fight to Save Africa’s Natural Treasures (en español: En Defensa de la Vida Salvaje: Mi lucha por salvar las riquezas naturales africanas).
Basados en sus aportes sobre la vital importancia de luchar contra la factible Sexta extinción, hacemos una integración de su trabajo y de su actualidad ante esa amenaza apocalíptica para la biota, la humanidad y el planeta mismo.
El “Hiroshima” de la sexta extinción
El Homo sapiens sapiens es la especie más dominante sobre la tierra. Bajo el sistema capitalista y a pesar de la pandemia de Covid-19 en curso, la población humana global rebasa a inicios de 2022 los 7 mil 800 millones de ejemplares de nuestra especie; los seres humanos vivos representan la máxima proporción de protoplasma y biomasa que hay sobre este planeta. Sus impactos ambientales bajo el modo de vida que impone la lógica del capital son tremendamente devastadores, al grado que también estamos, desde la perspectiva de la historia biológica planetaria, no sólo en una megacrisis, sino a punto de vivir la sexta crisis de extinción masiva biótica, pues desde las explosión cámbrica de las primeras criaturas pluricelulares, hace 530 millones de años, se calcula que han vivido unos treinta mil millones de especies y ahora hay aproximadamente treinta millones de especies (las estimaciones varían entre 10 y 100 millones), la cuarta parte de las cuales ya ha desaparecido bajo la lógica destructiva del homo sapiens capitalistus (desde la acumulación originaria capitalista del siglo xvi a la globalización interimperialista de la segunda década del xxi). La gran amenaza es que hacia 2030 se destruya al menos el cincuenta por ciento de ellas, con lo cual se destruiría la biodiversidad fundamental para el sostenimiento de la vida planetaria y también humana.
Como especie, los humanos dependemos tanto de los seres invisibles (microscópicos: bacterias, hongos, algas, esporas, nematodos, virus, etcétera) como de los visibles (macroscópicos), ya que la vida que no vemos y la vida que vemos desempeñan papeles esenciales en el funcionamiento de los ecosistemas que nos sustentan y en nuestra propia ecorporeidad. Con la destrucción de ecosistemas por parte de las industrias y la prospección se está alterando la relación microbiota-sociedad, como lo vemos dramáticamente con la actual pandemia sindémica de Covid-19 de posible origen de virus zoonótico (y sus mutantes deltas y omicrones).
La biodiversidad como totalidad es la que sustenta vitalmente la dialéctica de la naturaleza, tomando el planeta Tierra como la red total interactiva de plantas, animales y entes micros, mesos y macros que conforma el macrosistema hipercomplejo de la bioquímica atmosférica y ecológica, sostén de la vida planetaria y su “biosociodiversidad”; incluyendo nuestro mundo económico y psicosociocultural (el paradigma humano psico-civilizatorio). A la gravísima alteración de esta Red ecosistémica, algunos (a partir del geólogo Paul Crutzen) la han llamado era del antropoceno, pero mejor podría considerarse (como sostiene Jason Moore) como capitaloceno.
Los efectos de la extinciones bióticas en los últimos años de pancapitalismo globalizador son muy grandes, paralela y conectivamente a las consecuencias sociales de sindemias, desigualdades y miserias; el índice de extinciones se ha acelerado a un ritmo infernal de aproximadamente dos especies cada treinta minutos (cuatro por hora, cerca de cien al día, más de 30 mil al año), cuando en los períodos de extinción “normal” o de fondo se extinguía una especie cada cuatro años en promedio. Igualmente se dan cifras del paso superacelerado de destrucción de bosques, del orden de 200 mil kilómetros cuadrados por año. Para 2050, sólo se podrá ver una diminuta mancha en los mapas geoecológicos; este otro ritmo febril es en la actualidad de más de media hectárea por segundo.
En 2019, el informe Evaluación global del panel intergubernamental sobre biodiversidad y servicios de los ecosistemas (ipbes) advirtió que un millón de especies están en peligro de extinción, más que en cualquier otro momento en la historia de la humanidad. El informe de la ipbes revela que las acciones humanas han “alterado significativamente la mayor parte de las áreas de la tierra y del mar”.
Muy recientemente, el 17º Informe de riesgos globales 2022 (Global Risks Report) del Foro Económico Mundial recoge los diez principales riesgos en el corto, medio y largo plazo (diez años), tras una encuesta realizada a casi mil expertos de varios países del mundo. Predominan los referidos a cuestiones bioclimáticas, estando la pérdida de la biodiversidad en tercer lugar: 1) fracaso de la acción climática, 2) climas extremos, 3) biodiversidad perdida, 4) erosión de la cohesión social, 5) crisis de medios de subsistencia, 6) enfermedades infecciosas, 7) daño medioambiental, 8) crisis de recursos naturales, 9) crisis de la deuda y 10) conflictos geoeconómicos.
A esta infernal crisis ecosistémica se le ha llamado “el Hiroshima del Apocalipsis biológico” (según el ecólogo Les Kaufman,), una amenaza para la civilización “sólo superada por la amenaza termonuclear” (Club de la Tierra). Por lo tanto, al Homo sapiens capitalistus subordinado al capital se le considera maduro, según Leakey y Lewin, para “ser el destructor más colosal de la historia, sólo superado por el asteroide gigante que chocó con la Tierra hace sesenta y cinco millones de años, barriendo en un instante geológico la mitad de las especies de entonces”. Por ello es vigente la parodia crítica de la autoextinción de la humanidad que se hace en la película No mires arriba (Don’t look up, de Adam Mckay).
Se ha llegado a plantear, siguiendo esta dirección, que la extinción de la especie humana sería benéfica para el ecosistema del planeta Tierra, pues así se resolvería el problema de la exacerbada tasa de extinciones de otros seres vivos. Hay autores bioecocentristas que, siguiendo la lógica nihilista de Jean Braudillard (quien afirmó que la solución para terminar con el infierno capitalista era la muerte de todos los humanos), ven como opción la extinción humana que el capitalismo está empujando. El megaempresario Elon Musk también asegura que habrá extinción y fin del mundo, pero propone –y justifica su labor productivista como gran empresario– la fuga a otros planetas mediante poderosas naves espaciales de última generación y su colonización mediante hipertecnología.
Para 2050 habrá una población humana de más de 10 mil millones de personas y –nos dicen Leakey y Lewin– si todas estas personas quieren vivir por encima del nivel de pobreza que domina en muchas de las regiones menos desarrolladas del mundo actual, la actividad económica global tendrá que multiplicarse por lo menos por diez. Actualmente, de toda la energía disponible contenida en todos los procesos fotosintéticos de todo el mundo, conocida como Productividad Primaria Energética Neta (ppen) disponible para sostener a todas las especies de la tierra, el Homo sapiens (en abstracción, pues no se consideran sus clases sociales) se queda con casi la mitad; para 2050 sobrepasaría ampliamente el
cincuenta por ciento, y para 2100 sería la debacle total; es decir, la extinción masiva y en cadena de todas especies. A diferencia de las anteriores cinco extinciones masivas planetarias, provocadas por acontecimientos atmosféricos “naturales” (combinación de azar, selección natural y genes), “la Sexta” sería producida por la especie humana (pero ya no considerada en abstracto sino dominada totalitariamente bajo lo que Karl Marx llamó la bestia del capital); más concretamente, por sus actividades y comportamientos antiecológicos, expoliadores, destructivos y derrochadores en los ciclos y leyes malignas del sistema capitalista.
La bestia del capital humanamente superada
Siguiendo a Marx, llamamos “la bestia del capital” a este modo económico y de vida, productivo y reproductivo, social y cultural maquinal y virulento basado en trabajos, circulaciones y consumos subordinados por la valorización del valor (un dispositivo catalizador depredador y alienante). De aquí a veinte, cincuenta o cien años, si continúa el modo de acumulación capitalista con sus ciclos y anticiclos contradictorios y esquizofrénicos de crisis de producción/reproducción demente de riqueza y destrucciones, basados precisamente en la esquilmación de esos recursos energético-materiales (matergéticos) salidos de los procesos geológicos, fotosintéticos y de la biodiversidad planetarios, irremisiblemente sobrevendrá la temible Sexta extinción, definitivamente apocalíptica.
Parafraseando y corrigiendo a Víctor Manuel Toledo, la factible Sexta extinción no es antropogénica sino capitalogénica. La conclusión es clara: la humanidad proletarizada y gravemente amenazada por la nueva normalidad y el “nuevo viejo” orden del capital, para sobrevivir y dignificarse como tal debe remontar el capitalismo, reconstruir la biodiversidad y el planeta y construir el socialismo comunista.
Por Miguel Ángel Adame Cerón 10 Apr 2022
Leave a Reply