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“Las olas de calor serán más intensas a causa del cambio climático inducido por el hombre”

“Las olas de calor serán más intensas a causa del cambio climático inducido por el hombre”

“Cada ola de calor que ocurra hoy día será más intensa debido al cambio climático inducido por el hombre.”

Estas son las palabras de Friederike Otto, directora asociada del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford y una de las principales expertas en clima extremo del mundo.

Otto es parte de un equipo que hace unos días reveló que la crisis climática global hizo que la reciente ola de calor de América del Norte fuera 150 veces más posible.

Sin el calentamiento causado por el hombre, el calor sin precedente –que ha matado a cientos de personas en Canadá y el oeste de Estados Unidos– habría sido “virtualmente imposible”.

La investigación es la más reciente de una serie de análisis científicos que vinculan el calor extremo reciente con la crisis climática. Estos estudios muestran que estamos destinados a alzas de las temperaturas más extraordinarias a medida que la crisis climática empeora.

Es probable que la ola de calor de América del Norte ocurra alrededor de una vez cada mil años, pero si las temperaturas globales llegan a los 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales –límite superior determinado por los países bajo el Acuerdo de París–, podría suceder cada cinco a 10 años, según los hallazgos del reciente trabajo.

El Reino Unido –con sus viviendas mal ventiladas y sus ciudades estrechas– no escapará al repunte. Un estudio de la Met Office encontró que la ola de calor extrema de 2018 en esa nación se hizo 30 veces más posible por la crisis climática. Añadió que, a mediados de siglo, esas temperaturas podrían volverse “normales”.

Aunque es inevitable que aumenten aún más el calor extremo, la escala de los peligros a los que nos enfrentamos dependerá en gran parte de las medidas adoptadas por los líderes mundiales.

En noviembre, está previsto que se reúnan en Glasgow para la Cop26, conjunto de conversaciones que serán cruciales para encarrilar al planeta si quiere cumplir su aspiración de limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius.

Las temperaturas ya han aumentado en 1.2 grados Celsius y la investigación muestra que las recientes promesas presentadas por los países todavía no son suficientes para cumplir con el objetivo.

La industria de los combustibles fósiles también se enfrenta a un intenso escrutinio por su papel en la conducción de la crisis climática y sus crecientes impactos. El informe más reciente de evaluación del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) reveló que la quema de combustibles fósiles representó alrededor de 78 por ciento del aumento de los gases de efecto invernadero registrados entre 1970 y 2010.

Se rumora que el próximo informe del IPCC –que se publicará a finales de este año– sentará nuevas bases al señalar a entidades, incluida ExxonMobil, que han tratado de retrasar la acción sobre la crisis climática a través de campañas de cabildeo y desinformación.

“El cambio climático ya no es un problema futuro”, aseguró ayer a The Independent Katharine Hayhoe, científica jefe de Nature Conservancy. “Sus impactos están aquí y ahora, y sus costos se están midiendo no sólo en dólares, sino en vidas humanas”.

Cuba: malestar e injerencismo

Miles de cubanos se manifestaron el domingo pasado contra el desabasto de artículos básicos, la carestía y los cortes intermitentes de la energía eléctrica, entre otras demandas. De manera completamente inusual en los actos de protesta que tienen lugar en la isla, durante las marchas se registraron saqueos de tiendas y ataques contra patrullas de policía, así como detenciones violentas de quienes causaban desmanes.

En respuesta, el presidente Miguel Díaz-Canel se apersonó en la protesta realizada en la localidad de San Antonio de los Baños para escuchar las demandas de la población y explicar los motivos de las estrecheces que aquejan al país. El mandatario reconoció que no todos los manifestantes son “contrarrevolucionarios ni mucho menos”, sino personas “insatisfechas”, pero también denunció la campaña de desestabilización urdida por la mafia cubanoestadunidense, y sostuvo que “quienes alientan esas manifestaciones no quieren el bienestar de la gente, sino la privatización de la salud y la educación, el neoliberalismo”.

Sería pueril negar que en ese país, como en muchos otros, existe un sector social descontento con las autoridades y decidido a tomar las calles para plantear sus exigencias; es sabido, por otra parte, que este malestar se ha exacerbado y ampliado a consecuencia de la prolongada pandemia que mantiene paralizado el turismo, una de las principales fuentes de ocupación e ingresos en la isla; por otra parte, es claro que las dificultades que experimentan millones de cubanos se origina, en parte, en las ineficiencias del gobierno y en las inercias burocráticas.

Sin embargo, supondría una enorme ingenuidad creer que no hay una promoción de estas manifestaciones desde Washington y Miami, y resultaría absurdo ignorar el peso que han tenido en la gestación de este enojo social las seis décadas del bloqueo estadunidense contra la isla, toda vez que esta brutal y permanente violación a los derechos humanos de todos los cubanos está expresamente diseñada para generar malestar contra el régimen y doblegarlo mediante el hambre y la carencia generalizada.

En las actuales circunstancias, la hostilidad de Estados Unidos contra La Habana se inserta, además, como una fuerza extraña que enturbia los legítimos reclamos de la sociedad cubana y oscurece el entendimiento de sus malestares.

Por ello, el llamado del presidente Joe Biden a que el gobierno cubano “atienda a las necesidades” de su pueblo en este momento vital resulta de una perversidad inaudita: es el bloqueo estadunidense y no las autoridades cubanas lo que impide a la isla adquirir los insumos básicos para lidiar con la pandemia, y la primera medida para terminar con el “sufrimiento económico” que denuncia el político demócrata pasa por levantar el embargo que mantiene maniatados al comercio y las finanzas cubanas desde hace más de medio siglo.

Está claro que la única actitud sensata ante las dificultades que enfrenta la isla es dejar que sean los propios cubanos quienes decidan qué quieren hacer con su país. Como lo expresó ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador, la situación del pueblo cubano no debe utilizarse para intervenir en los asuntos internos una nación independiente, libre y soberana, a cuyos gobierno y ciudadanos corresponde buscar una salida mediante el diálogo.

Información adicional

Autor/a: De La Redacción
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Fuente: La Jornada

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