Pensar en posibilidades es la más auténtica, innovadora y radical de las tareas de una inteligencia sensible. No es necesario, desde ningún punto de vista, reducir los intereses y la atención a lo que sucede, lo que hay y lo que está “allá afuera”.
La teoría cuántica ha logrado un sólido avance, no solo y no principalmente en el campo de la física. Además de la física cuántica, existe también la biología cuántica, la química cuántica, tecnologías basadas en principios y comportamientos cuánticos (de hecho todas las tecnologías de punta, hoy), y ciencias sociales y humanas cuánticas. Como se lee.
Desde luego que en materia de la ciencia de la cuántica hay mucha habladuría. Hay quienes hablan de la “organización cuántica”, de “sanación cuántica”, de “liderazgo cuántico”, y muchas otras chorradas. Por esta razón es fundamental hacer un sólido estudio de lo que es la cuántica.
Pues bien, ha habido un sólido avance de la teoría cuántica también en el campo de las ciencias sociales y humanas, y de algunas humanidades. Hoy por hoy existe un diálogo y un trabajo pionero, con textos sólidos, en campos como la filosofía, la psicología, la economía, la teoría de la decisión racional, la política, las relaciones internacionales, la sociología, la historia, los estudios sobre urbanismo, la antropología, la geografía, e incluso la literatura y los estudios sobre metodología. Concentrémonos, aquí, en la literatura.
En literatura, estamos acostumbrados a la literatura costumbrista, al romanticismo, a la novela corta, el cuento y otros géneros más. Pues bien, recientemente se ha desplegado un capítulo novedoso y sugerente. Se trata del ejercicio de ficción basado en un muy buen conocimiento de las ideas fundacionales o básicas de la teoría cuántica.
Sin ninguna duda, la primera obra colosal, fuente de la literatura cuántica, es el Cuarteto de Alejandría de A. Durrell. Como es sabido, se trata de una misma historia contada desde cuatro perspectivas diferentes. En la jerga cuántica, se trata de dos de las interpretaciones más importantes de la mecánica cuántica, a saber: la interpretación de múltiples mundos (Everett) y la de múltiples mentes (Zeh). Sin la menor dificultad, cabe también la interpretación de Feynman sobre historias posibles. Esta idea puede ampliarse y complicarse un tanto más. Dejemos los detalles técnicos de lado.
Se han escrito varios trabajos (tesis de doctorado y estudios) sobre la obra de Durrell en el sentido mencionado.
Como quiera que sea, el origen formal de la ficción cuántica se centra en una novela de 1995 de V. Bonta: Flight: A Quantum Fiction Novel. Las novelas de este género van siendo relativamente numerosas a la fecha, y ya en el país se encuentran en algunas librerías algunos títulos. La verdad es que hay muy buenas novelas, autores que se dedicaron con seriedad a estudiar lo mejor de la mecánica cuántica y se lanzaron a abrir terrenos hasta ahora inexplorados. Una buena parte de estos autores son jóvenes. Los títulos de las mejores novelas hacen referencias, algunos a Einstein, a la materia oscura, al tiempo; los mejores títulos son alrededor de doce, pero la lista aumenta.
Flight: A Quantum Novel: una reflexión literaria sobre el carácter arbitrario de la realidad, una sospecha sobre cualquier realismo ingenuo, en fin. Una exploración de multiversos. Una buena novela, en verdad.
El tema de base de la ficción cuántica consiste en trabajar con posibilidades y con probabilidades, dicho de una manera general. En términos más específicos, se trata de la exploración de mundos paralelos, superposición cuántica, trabajos acerca del principio de complementariedad tanto como el de incertidumbre, y otros.
Apasionante, la ficción cuántica tiene el mérito de tomar distancia o rechazar cualquier interpretación del mundo y de la realidad basados en la mecánica clásica; esto es, la creencia justamente en el determinismo, en la causalidad (y la multicausalidad), el reduccionismo y realismo ingenuo.
En efecto, una idea central de la mecánica cuántica, adelantada ya por P. Jordan y N. Bohr, es que la realidad no existe, “allá afuera”, independiente del observador. Por el contrario, más radicalmente, la observación del fenómeno al mismo tiempo crea el fenómeno y modifica el comportamiento del objeto observado.
Ello en contraste con las ciencias sociales normales (Th. Kuhn), las cuales hablan de “hacer trabajo de campo”, “entrar a las comunidades y ganar confianza”, “hacer pasantías”, hacen elaboraciones largas sobre etnografía, o sobre investigación —acción participativa, y muchas otras.
Las ciencias sociales y humanas permanecen ancladas ampliamente en el marco de la mecánica clásica.
La literatura es un campo de una enorme libertad. Combina conceptos y metáforas, investigación e imaginación. Trabaja con datos, pero elabora variaciones libres de las teorías y los hechos. Entre otras características.
Si es verdad que el género de la novela corresponde con el ascenso e intereses de la burguesía (la novela nace en el siglo XIX), existen desarrollos de la literatura que han desbordado con mucho los orígenes de la novela y el espíritu originario (por ejemplo, el Madame Bovary, o los numerosos textos de Balzac). La literatura es un campo fértil y muy vital que va arrojando nuevas luces sobre el mundo tanto como sobre sí misma.
Pensar en posibilidades es la más auténtica, innovadora y radical de las tareas de una inteligencia sensible. No es necesario, desde ningún punto de vista, reducir los intereses y la atención a lo que sucede, lo que hay y lo que está “allá afuera”.
Las heurísticas para pensar en posibilidades son en verdad amplias y sugestivas, y conforman, grosso modo, el núcleo de las ciencias de la complejidad.
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