
Contiene este artículo reflexiones alrededor de la coyuntura electoral, a partir del análisis de algunos resultados de las elecciones a Congreso, con el propósito de establecer líneas de continuidad y tensión con la primera vuelta presidencial, y como referente para analizar lo que está en juego en la segunda vuelta.
El pasado 13 de marzo, en las elecciones al Congreso, y el 29 de mayo en la primera vuelta para la elección presidencial, presenciamos un cambio político electoral, notable, pero que no representa el fin de los partidos políticos tradicionales ni de sus prácticas políticas, ni tampoco es el fin de la derecha o el comienzo de un giro a la izquierda en el país. Una realidad, en pugna, fotografiada en el intento de fraude electoral sintetizado en la diferencia de más de un millón de votos entre el preconteo (el día de las elecciones) y el escrutinio, una cantidad de sufragios tal que niega que responde a errores puntuales.
Contrario a lo deseado, lo acontecido en estas dos votaciones parece más bien una reconfiguración del espectro en el que el centro político pierde apoyo, la extrema derecha –ante el fracaso de sus candidatos propios– se camufla detrás de un político regional que se presenta como antipolítico y antisistema, y gana cuerpo un proyecto político más cercano a la izquierda, debiendo aceptar alianzas incómodas para sumar votos pero que además enfrenta la tradicional guerra sucia electoral.
Elecciones a Congreso
Si se pueden establecer algunas características generales de los resultados electorales estas tienen que ver con los altos niveles de abstención. Las movilizaciones sociales de 2019 y 2021 se constituyeron en escenarios de repolitización de una ciudadanía popular encarnada en sectores como las juventudes, los grupos étnicos, las mujeres de sectores empobrecidas, las víctimas del conflicto armado y los sectores afines al proceso de paz, quienes de múltiples maneras manifestaron la necesidad de tomar el poder político y pasar de la resistencia en las calles a las curules del Congreso de modo que se reemplazara a los actores de la política tradicional.
Se esperaba entonces, con este antecedente, una masiva participación, pero la abstención una vez más fue cercana al 55 por ciento y los votos en blanco superaron el millón en el caso del Senado. Esto da cuenta de que persiste la incredulidad sobre los mecanismos de la democracia como vía para alcanzar los cambios estructurales que la movilización social reclamó. Quienes si acudieron a las urnas y escogieron permitieron la configuración del Senado que se presenta en la siguiente tabla:
xx | Senado Nacional | |||||||
Partido | xx | Votos | xx | % | xx | Escaños | xx | |
Pacto Histórico | 2.800.730 | 17,3 | 20 | |||||
Partido Conservador | 2.223.061 | 14,1 | 15 | |||||
Partido Liberal | 2.100.083 | 13,3 | 14 | |||||
Verde y CE | 1.954.792 | 10,7 | 13 | |||||
Cambio Radical | 1.610.651 | 8,8 | 11 | |||||
Partido de la U | 1.508.031 | 8,4 | 10 | |||||
Mira-Justas | 578.195 | 3,1 | 4 | |||||
Comunes | 5 |
En síntesis, las 17 fuerzas agregadas en el Pacto Histórico lograron 20 de las 105 curules disponibles lo que implica que es la coalición política más votada, pero que quedó bastante lejos de una mayoría que le permita actuar con independencia de otras fuerzas o, en otras palabras, que tendrá que buscar alianzas con otros movimientos que le permitan tener una actuación protagónica en la legislatura. En todo caso, es un Senado fragmentado en donde las negociaciones deberán ser permanentes, aunque su funcionamiento dependerá mucho de quien sea electo como Presidente ya que las relaciones entre Ejecutivo y Legislativo en Colombia están tradicionalmente marcadas por el intercambio de favores y prebendas que terminan por primar a la hora de conformar mayorías para la aprobación de iniciativas.
En el particular de la Cámara el comportamiento de la abstención y del voto en blanco fue prácticamente idéntica al Senado. Una diferencia importante está en el número de votos nulos que en este caso fue cercano a los 850 mil, lo que sin duda cuestiona acerca del diseño del tarjetón que puede inducir al error a los votantes. Los resultados pueden observarse de manera general en la siguiente tabla:
Cámara de representantes | ||||
xx | Partido o movimiento | xx | Escaños | xx |
Pacto Histórico | 34 | |||
Partido Liberal | 32 | |||
Partido Conservador | 25 | |||
Centro Democrático | 16 | |||
Cambio Radical | 16 | |||
Partido de la U | 15 | |||
Alianza Verde | 11 | |||
Coalición Centro Esperanza | 2 | |||
Liga de Gobernantes Anticorrupción | 2 | |||
Alternativos (Alianza Verde-Polo Democrático Alternativo) | 1 | |||
Coalición MIRA – Colombia Justa L. | 1 | |||
Nuevo Liberalismo | 1 | |||
Coalición CR-Colombia JL-MIRA | 1 | |||
Coalición Conservador-Partido de la U | 1 | |||
Coalición Conservador-Centro Demo. | 1 | |||
Coalición Pacto Histórico-Alianza Verde | 2 | |||
Coalición Liberal-Colombia JL | 1 | |||
Coalición Partido de la U-Colombia JL | 1 | |||
Juntos por Caldas | 1 | |||
Fuerza Ciudadana | 1 | |||
Colombia Renaciente | 1 | |||
Gente en Movimiento | 1 |
La situación es la misma para el Pacto Histórico, que a pesar de ser la fuerza más votada y alcanzar 34 escaños de los 167 disponibles apenas tiene un peso del 20 por ciento por lo que de nuevo las alianzas serán necesarias para impulsar cualquier iniciativa.
Tanto en el caso de Senado como de Cámara hay que destacar que los tradicionales partidos Liberal y Conservador siguen siendo fuertes electoralmente entre los votantes que los situaron entre las fuerzas más votadas. Finalmente, cabe destacar que el gobernante partido Centro Democrático perdió la preponderancia que alcanzó en los comicios de 2018, producto de la pésima gestión de la presidencia de la República que, entre denuncias de masivas violaciones de derechos humanos, represión y atentados permanentes a la democracia, dilapidó el capital electoral acumulado por años alrededor de la imagen de Álvaro Uribe Vélez.
Cabe destacar que a pesar de los numerosos obstáculos que debió sortear se llevaron a cabo las elecciones de las Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz, que a partir de los Acuerdo de Paz de 2016 tienen como propósito garantizar la representación política de las víctimas en los territorios más afectados por la guerra en el país. Aunque las denuncias acerca de que no todas las personas que resultaron electas proceden de procesos organizativos o comunitarios de víctimas, no deja de ser una señal favorable para un país que funciona de espaldas a estos territorios.
Elecciones presidenciales: primera vuelta
Si hay una línea de continuidad entre las elecciones legislativas y la primera vuelta corresponde precisamente el descrédito de la autoridad electoral y el establecimiento de rápidas alianzas para intentar frenar el impulso del Pacto Histórico. El primer paso lo dio el Centro Democrático cuyo candidato Óscar Iván Zuluaga renunció muy rápido para adherir a Federico Gutiérrez, de la Coalición Equipo por Colombia, que resultó ganador de esa consulta y en principio pareció recibir el apoyo de los sectores de la derecha, sin embargo, la apuesta fue arriesgada y perdieron con una figura que no se posicionó frente a su electorado.
Quienes sí se posicionaron fueron Gustavo Petro y Rodolfo Hernández. El primero gracias a su aplastante victoria en la consulta interna, pero también por la acertada decisión de escoger como su fórmula presidencial a quien quedó en segundo lugar de dicha consulta, la lideresa Francia Márquez, que renovó los apoyos hacia esta candidatura y aseguró el soporte de múltiples sectores que vieron cómo el racismo estructural se expresó de formas violentas contra la candidata a vicepresidenta. Esta fórmula obtuvo, el pasado 29 de mayo 8.542.020 votos, que equivalen al 40,3 por ciento de la votación.
Por otro lado, Rodolfo Hernández quien en dos semanas dio vuelta a las encuestas y se ubicó en segundo lugar, mantuvo una campaña con un discurso antipolítico, con las banderas de la anticorrupción y antipartidos, pero que, sin embargo, termina siendo muy cercano a las ideas políticas de la derecha, lo que fue suficiente para obtener 5.965.531 votos, equivalentes al 28,17 por ciento de la votación. Con estos resultados no hubo un ganador con más del 50 por ciento que exige la norma, así que estos dos candidatos pasaron a segunda vuelta, con escena el 19 de junio.
Hasta el momento ha sido una campaña difícil para la fórmula Petro-Márquez. Al siguiente día de las elecciones los medios hegemónicos intentaron mostrar su victoria como una derrota e incluso algunos dieron por seguro ganador a Hernández. La guerra sucia, la construcción de escándalos y la generación de miedo hacia este proyecto político han marcado unas semanas convulsas en las que se disputan uno a uno los votos. Las encuestas, en constante empate técnico, dan cuenta del rigor de la disputa.
Como hace 4 años, candidatos perdedores como Sergio Fajardo, que se posiciona en el centro político, prefirió promover el voto en blanco, aunque después de que intentara acercamientos a Hernández lo que puede ser tomado como una confirmación de que el centro en realidad en el espectro ideológico es más cercano a la derecha, incluso a una peligrosa que defiende un proyecto político autoritario y personalista como el que encarna Hernández.
Cada día los anuncios de adhesiones parecen ratificar la hipótesis de un campo político dividido entre quienes privilegian a la fórmula que sustenta su candidatura en un programa político estructurado y quienes simplemente se ubican del otro lado, aunque todo dependa de una figura voluble y con poco conocimiento del país o sus realidades.
Hacia la segunda vuelta
Es imposible hacer un vaticinio sobre los resultados de la segunda vuelta y, sin embargo es posible caracterizar el panorama que enfrentará quien resulte ganador. El balance de los últimos cuatro años es adverso: democracia aún más debilitada, concentración de poder en la figura presidencial del saliente Duque, toma de las instituciones por una élite cleptocrática que odia a quienes ven como inferiores, es decir, al país empobrecido, al país indígena, al país negro, al país que lucha por la paz y la justicia social. Además, un paramilitarismo fortalecido y presente en el territorio nacional con alianzas con trasnacionales criminales del narcotráfico que fortalecieron su filtración incluso en los altos mandos militares. El nuevo gobernante enfrentará una grave falta de legitimidad porque el país quedará dividido y la animadversión entre ganadores y perdedores se mantendrá.
Así mismo, enfrentamos un escalamiento del conflicto que revictimiza a las gentes en el Pacífico, el Caribe y en el sur del país: asesinatos selectivos, masacres, confinamientos, paros armados y desplazamientos forzados de nuevo nos llevarán a profundizar la crisis humanitaria que parece no tener fin. La crisis económica no entendida ni atendida por Duque y que ya llevó a millones a la pobreza seguirá avanzando dado que la crisis del capitalismo es global y, por ello, sus defensores atizan la guerra en Europa en un intento de detener su caída.
En un contexto de disputa y cambio, la derecha intentará realinearse y recuperar fuerzas en las elecciones locales de 2023 y por ello atacarán sin ninguna consideración a quien salga electo. Esta idea, sin embargo, no debe llevar al equívoco de creer que es igual quien resulte ganador en segunda vuelta. De ganar Hernández todas estas situaciones se verán magnificadas dado que hemos sido testigos de lo que pasa cuando alguien sin capacidad ni inteligencia llega a la presidencia: otros cuatro años como los del gobierno de Duque condena a millones de personas en Colombia a más hambre y más guerra. Rodolfo Hernández no es un cambio en ningún sentido, representa por el contrario la continuidad del proyecto de unas élites que apuestan por los títeres que pueden manejar a su antojo para materializar sus reformas aporofóbicas y guerreristas.
Esperanza
Votar por Gustavo Petro es intentar detener el espiral de muerte, es una cuestión de sobrevivencia. No porque sea un alquimista con la fórmula perfecta, o porque no vaya a tener una oposición feroz y sucia sino porque volver sobre el Acuerdo de paz, volver a plantear la necesidad de poner fin a la guerra, respaldar el llamado de verdad, justicia y reparación para las víctimas, hablar de derechos y libertades, poner en debate el modelo económico y tener a la cabeza del país dos personas conectados con lo que le sucede a la gente es fundamental para abrir espacios para un cambio sustantivo frente al elitismo de la tecnocracia que nos ha gobernado.
Hoy las diferentes encuestas muestran un empate técnico entre los candidatos. Muchas de estas encuestas contratadas para mostrar a Hernández como un candidato viable o serio, ante la indiferencia de muchos que prefieren quedarse en su peldaño de superioridad moral y buenas formas, porque al final tienen cómo librarse de los males del hambre y el miedo, pueden huir o simplemente quedarse en la comodidad de sus privilegios. Estamos, por tanto, ante cambios necesarios. Es por ello que puede decirse que en estas elecciones se juegan muchas cosas, pero tal vez las más importantes sean detener el bombardeo de campesinos inermes, la represión de la juventud que protesta, la desaparición y el asesinato de jóvenes para hacerlos pasar por caídos en combate. Aunque parezca un cliché, para muchas personas, en particular las que se encuentran en condiciones más vulnerables, estas serán unas elecciones de vida o muerte.
Para adquirir suscripción
https://libreria.desdeabajo.info/index.php?route=product/product&product_id=179&search=suscri
Leave a Reply