Entre los días 13 y 14 de abril del 2016 fue realizado el foro “La geopolítica global y la economía colombiana” bajo la dirección de los periódicos desdeabajo y Le Monde diplomatique edición Colombia. El evento tuvo lugar en la Sociedad Colombiana de Ingenieros de Bogotá, escenario donde confluyeron intelectuales locales y académicos de talla internacional para debatir en torno a temas geopolíticos del orden local, regional y mundial. Las reflexión sobre las interrelaciones entre estas tres dimensiones constituyó uno de los ejes de análisis presentes en todos los discursos del foro.
Geopolítica y economía de espacios regionales y locales. Disputas y tensiones.
El profesor, economista colombiano e integrante de los consejos de redacción de los periódicos Le Monde diplomatique edición Colombia y desdeabajo, Álvaro Sanabria, abrió el foro en la mañana del miércoles 13 con la ponencia “Sector externo colombiano y geopolítica”. Sanabria empezó por analizar la inclusión de la región al mercado internacional a través del modelo de centro-periferia introducido por la Cepal (Prebisch y Furtado), traducido por las nociones de Sistema-Mundo definidas por Immanuel Wallerstein. Ambos esquemas analíticos empleados por el economista para sustentar las interrelación jerarquizadas propias del comercio mundial al que Latinoamérica y Colombia se articulan de forma subordinada, dependiente y asimétrica.
En el seno mismo de este sistema de intercambios y asociaciones en el que China comienza a consolidar una nueva situación macropolítica como resultado de la importancia inusitada que adquiere al convertirse en actor central dentro del sistema de intercambio de mercancías. Ya Estados Unidos no es quien ocupa la hegemonía en el mercado de las exportaciones latinoamericanas, tampoco en las importaciones, ahora China entra a disputar este estatus constituyéndose en importante socio comercial para países de la región como Perú, Chile y Argentina. Periodo de transición en el que pudo evidenciarse que las preferencias políticas fueron poco acompasadas al comercio de materias primas de la región; países con discursos antiimperiales y macroprocesos de transformación como Venezuela y en su momento Brasil, aún siguen teniendo como su principal mercado a Estados Unidos.
Dentro de este panorama mundial y regional, Sanabria vislumbra un panorama “complejo” para la economía colombiana, golpeada por la caída del precio mundial de materias primas como petróleo y carbón. Según el economista, son pocas las opciones que le restan para sobrevivir a la economía nacional, enlazada a través del extractivismo al sistema mundo. Por esto es probable que intereses y apetitos locales no puedan saciarse más que con la venta de la tierra, fuente de toda riqueza. Esta transacción podría sustituir de manera nociva los aportes de productos como el café y petroléo que en diversos momentos de nuestra historia, y gracias a estar cotizados en los mercados internacionales, irrigaron con divisas manteniendo boyante la economía del país.
En el posconflicto Colombia debe, de acuerdo a Sanabria, cuestionarse el hecho de que el comercio de materias primas desempeñe un rol central en el desenvolvimiento de la economía nacional. Los productos vegetales y minerales, los hidrocarburos e incluso la tierra ¿deberían ser las mercancías que integren la economía de Colombia a la del mundo, a los mercados o circuitos comerciales planteados por los Estados Unidos y China? Fue la pregunta con la que el economista cerró su presentación.
El segundo ponente fue el sociólogo, periodista y consultor internacional español Decio Machado, quien dictó una conferencia rotulada, “China y su presencia cada vez más activa en la región: ¿Oportunidad o amenaza?”. En ella, desde un primer momento, resaltó la nueva posición del país asiático como líder de las exportaciones y número uno del mundo en cuanto a su Producto Interno Bruto (Pib). Este ascenso fue el resultado de la implementación de nuevas políticas económicas al inicio de la década de los noventa, de donde resultó la modernización empresarial y la implementación del sistema socialista de mercado.
Una perfecta conjunción entre el Estado chino y el poder del capital fue instaurada por las reformas de finales del diglo XX, llevando la economía a un espectaular crecimiento producido, entre otros, por el apalancamiento que instituciones como el Concejo Chino para la Promoción Comercial Internacional (de constitución pública y privada), proporcionaron al sector industrial del país. Es el Estado chino quien toma un papel relevante en el respaldo, impulso y estructuración mediante diseños estratégicos de las relaciones comerciales establecidas entre sus empresas en los mercados internacionales. Dentro de esta dinámica, desde el 2008 comienzan a implementarse políticas entre China y América Latina que tienen como fin impulsar el crecimiento entre sus relaciones y el aumento de la cooperación del país con la región en los ámbitos de comercio, inversión, finanzas, agricultura, construcción infraestructura, industria recursos y energía.
La implementación del marco 1 + 3 + 6 como estrategia china para la profundización de sus relaciones con América Latina, responde a la voluntad de la potencia para impulsar sus empresas fuera del país y, por otro lado, asegurar el abastecimiento de materias primas para su economía. Capital publico aportado por el Estado, capital privado y estrategias de penetración, se entremezclan estructurando un sistema de intercambios inédito en la historia del comercio mundial, capaz de asegurar el crecimiento sostenido y la estabilidad económica del país.
Pero esta profundización de las relaciones, de acuerdo a Decio Machado, se soporta sobre la reprimarización de la economía de países latinoamericanos quienes han encontrado un mercado en expansión para sus mercancías de origen natural (sin valor agregado). El continuo crecimiento de la economía interna, auspiciado por recomposiciones demográficas en la ubicación de la población en el interior de China, impone exigencias desbordadas de recursos alimenticios y minerales que el país puede abastecer en parte, en los mercados latinoaméricanos. Con esto propicia una nueva interconexión primaria y dependiente de economías que han empezado, como el caso de Argentina, a transar con la propia tierra, tal como prospecta Alvaro Sanabria para Colombia. No aislarse de China, pero tomar algunas medidas para contrarestrar asimetrías (como la negociación en bloque) es la propuesta de Machado para asegurar el establecimiento de relaciones más equilibradas y menos nocivas.
Mónica Bruckmann, directora de investigación de la cátedra Ired Unesco y profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil), presentó en horas de la tarde su exposición titulada “Geopolítica de los recursos naturales: potencialidades, amenazas y los desafíos de la integración latinoamericana”. Bruckmann partió del reconocimiento de la lógica de apropiación de recursos de las potencias, así como de la lógica de dominación que ha convertido nuestra naturaleza en la despensa de materias primas para sus industrias.
Después de la derrota del Alca, los Estados Unidos implementan una nueva estrategia para asegurar el control de productos primarios. En esta oportunidad pretende justificar el uso de sus capacidades disuasivas, la intervención militar y con ella el uso de la violencia, para asegurar el abastecimiento de materias primas consideradas fundamentales para mantener la “seguridad nacional”. Esto significa que disposiciones oficiales del Gobierno de EU justifican el uso de la fuerza para “tomar” recursos como el agua o minerales estimados necesarios para mantener tal “seguridad” que puede ser la misma supervivencia de la Nación y del Estado, pero comienza siendo la insaciable necesidad del consumo desbordado de mercancías, la voracidad por la generación, financierización y apropiación de capitales, impuestos en su propia economía.
Postura optimista de Bruckmann. Es necesaria la creación de servicios geológicos regionales para que estos contribuyan a darle una gestión soberana a los recursos naturales. Conocer las potencialidades es importante, por lo que tales instituciones podrían contribuir a desarrollar un inventario de cada uno de los recursos en la región. No es suficiente el conocimiento, los países latinoamericanos pueden conformar bloques de negociación multilateral capaces de transar con recursos más acá de la demanda y del apetito voraz del mercado internacional. El sistema extractivista, aunque moderado y mejor gerenciado, desde la óptica de Bruckmann, sigue siendo una opción tanto para alimentar la economía como para generar procesos de innovación capaces de conferirle un valor agregado a las materias primas que reposan en nuestros suelos.
Uno de los ejemplos de esta forma de progreso y desarrollo lo presenta a través de China, país que en menos de cuatro décadas logró ponerse al tope de la economía mundial como país productor de tecnología e importador de materias primas, sorprendente ascenso propiciado a partir de una economía agraria y una sociedad con preponderancia rural. Una férrea voluntad política se propuso cambiar la situación y fue exitosa al lograr que esta cultura milenaria se pusiera a la altura de los tiempos, en la vanguardia de la economía mundial.
Hoy China toca la puerta de Latinoamérica para comprar sus materias primas, con pactos regionales que garanticen el suministro continuo de productos durante al menos cincuenta años. Esta coyuntura de negociación debe ser aprovechada, según Bruckmann, por los países de la región para asumir una nueva posición de intercambios que opte tanto por una gestión soberana de los recursos naturales como por la defensa de la vida como elemento central. Existen ejemplos de defensa del medio ambiente y de cosmovisiones del espacio como recinto para la reproducción y felicidad del ser humano que pueden dar luces a los países latinoamericanos en esta labor. En definitiva, no podemos seguir exportando materias primas como el Niobio brasilero y el Litio boliviano sin conferirles ningún valor extra, al tiempo que se destruye la vida de los humanos y la estabilidad de la naturaleza.
Raúl Zibechi con su conferencia “Brasil y su proyecto estratégico, ¿Un vecino en el cuál apoyarnos?”, fue el encargado de inaugurar el segundo día de foro, el 14 de abril. Con esta exposición, el académico uruguayo introdujo un nuevo actor preponderante en la geopolítica de la región, Brasil. Inició su intervención por configurar un escenario para la enunciación, el de la transición hegemónica de Estados Unidos a China, periodo de grandes turbulencias, globales, sociales, culturales y militares, el telón de fondo en que se mueven los países de Latinoamérica.
Brasil, con la mitad de la población de Sudamérica, la mitad del producto interno bruto y la mitad del territorio del subcontinente, es un actor de primer orden en la geopolítica de la región. Es el país que por su estructura interna de clases tiene las condiciones, la posibilidad y la necesidad de enfrentarse a Estados Unidos, nación de vital importancia en la política de la región. Brasil tiene la única burguesía “propia” en América Latina, capaz de diseñar políticas que van más allá de cada gobierno, con una capacidad enorme de influencia en la región. Así lo demostró el descarrilamiento del Alca, obra de Venezuela a nivel discursivo, pero difícil de concretar sin la presencia Brasil y de esta burguesía que respaldó al gobierno.
Desde el ascenso a la presidencia del Partido de los Trabajadores (PT) con Lula en su liderazgo, se llevó a cabo la empresa de configurar un proyecto estratégico con amplio espectro para potenciar a Brasil y la región como jugadores globales. Adjunto fue desarrollado un proyecto integral de integración que cuajó en la conformación de instancias como Unasur y la Celac. En términos de economía tuvo un crecimiento importante por el auge de los commodities con el que se obtuvieron importantes recursos empleados para inyectar a las empresas líderes en Brasil y posicionarlas en los primeros peldaños del mercado mundial.
Durante este periodo de auge, el modelo extractivo de Brasil no fue tocado sino ampliado. El abundante flujo de dinero precipitó tanto la proyección económica del país a nivel mundial, como una política social ampliada, así como la profesionalización y crecimiento tecnológico de sus Fuerzas Armadas, en una política expansionista con ambición de proyección desde la región al mundo. El imperio regional-mundial brasilero, en plena estructuración.
Hoy el tal proyecto está a punto de colapsar, pues en palabras de Zibechi, tuvo muchas obras pero poca integración exterior. Tal iniciativa de Brasil nunca pudo consolidar un comercio intrazona, por ende la integración no tuvo buenos resultados en términos económicos. Se sumó la falta de firmeza estratégica que repercutió en que proyectos como el de Unasur y Celac se encuentren en profunda hibernación. Otra causal: cambiaron los colores del gobierno, pero la política continúo, la política de venta de materias primas (petróleo, minerales, etcétera) a mercados de países del norte global; nada más lesivo para la integración brasilera y latinoamericana.
¿Integración de la sociedad brasilera? El proyecto liderado por Lula da Silva consistió en integrar los menos favorecidos a través del consumo, pero tuvo sus límites. Generó una enorme dependencia de los sectores populares hacía el dinero entregado por el Gobierno, aumentando la dependencia de estos hacía la banca, sector económico que concentra los depósitos de la mitad de los ingresos de la población brasileña, sector económico que obtuvo espectaculares ganancias durante el Gobierno del PT, ganancias mucho más altas que las reunidas durante gobiernos neoliberales como el de Fernando Henrique Cardoso.
De acuerdo al activista uruguayo, se anexaron movimientos sociales a los gobiernos de izquierda. Zibechi nombra tal proceso bajo el significante de “cooptación”, proceso análogo al que ha terminado por integrar a estas élites emancipatorias a las viejas élites en cada uno de los países del periodo de gobierno de la “izquierda rosada” en el continente. Niveles de gasto y nuevos tipos de consumo parecen confirmarlo. La corrupción, la otra cara de la moneda de esta nueva forma de “vivir” de las élites izquierdistas latinoamericanas en los gobiernos post neoliberales.
No todo está perdido, desatar el nudo gordiano parece sugerir que hay que revitalizar los movimientos populares, apostarle a este tipo de colectividades. De no hacerse, según el académico uruguayo: “Si no revitalizamos los movimientos populares y creamos nuevos vamos a tener y vamos a seguir, al cabo de un periodo histórico que abrió ventanas que luego se cerraron, en el sótano como en los últimos 200 años”.
El turno de Alfredo Jalife–Rahme, analista y académico mexicano, columnista del diario La Jornada, llegó en horas de la tarde del 14 de abril con la exposición “La alianza del Pacífico como cuña del TPP en la región”. La exposición estuvo centrada en develar el carácter geoestratégico de tratados de comercio.
El primero de estos tratados es la Alianza del Pacífico al que Jalife–Rahme denomina como el nuevo “monroismo” de los Estados Unidos en la región, un acuerdo de carácter defensivo para contrarestrar la influencia de China en esta parte del mundo, a partir de amplificar el dominio y asegurar el abastecimiento estratégico de algunas de las materias primas de sus socios más importantes (Chile, Colombia, México y Perú). En el Tpp (Trans-Pacific Partnership) se vislumbra un acuerdo de contención y carácter ofensivo inter continental, en contra de la ampliación de las redes de comercio y poder de la China en todo el océano pacífico; los países que lo integran son: Australia, Canadá, Japón, Malasia, México, Perú, Estados Unidos, Vietnam, Chile, Bruneo, Singapur y Nueva Zelanda. El TTIP (Trans Atlantic Trade and Investiment Partnership) es otro acuerdo comercial interoceánico entre los Estados Unidos y la Unión Europea encaminado a contrarrestar la influencia de Rusia (también de China) como gran potencia emergente en el Atlántico. Los océanos nuevamente en disputa.
Este es el panorama del mundo donde EU busca desesperadamente contener el dominio de Rusia y China, porque comienzan a fragmentar su hegemonía mundial. En términos económicos China está superando a EU en varios aspectos, de la misma manera en que las relaciones con Rusia parecen caldearse por la nueva postura geoestratégica del gigante europeo y asiático. Son estas nuevas relaciones y disputas las que el análisis académico e intelectual debe abordar, prescindiendo en la medida de lo posible de antiguas categorías dicótomicas como izquierda y derecha, que han dejado de ser útiles para evaluar la geopolítica global, sin ser tampoco muy útiles como mecanismos para develar las relaciones de poder detrás de los intereses de las potencias que disputan la región.
Libardo Sarmiento y Héctor Moncayo, fueron los encargados de aterrizar la “cuestión” geopolítica al contexto colombiano, cerrando de esta manera el Foro convocado por desdeabajo. Sarmiento, economista colombiano, investigador social, integrante de los consejos de redacción de Le Monde Diplomatique Edición Colombia y desdeabajo, empieza por caracterizar al país para compararlo en algunas de sus dimensiones de análisis con otros de la región.
Colombia, país esquinero (sobre el Caribe y el Pacífico), con 1.2 millones de kilómetros cuadrados, integra el 5.6 por ciento del total del espacio Latinoamericano y del Caribe. Con 48.3 millones de ciudadanos (7.6% de la población de América Latina y el Caribe), Colombia aporta el 6.1 por ciento del PIB de América Latina (AL) y el Caribe, por lo que su productividad es inferior al promedio de países en Región. Sin embargo, a partir de los años 90, el crecimiento económico del país ha sido bastante acelerado, al punto que en menos de 20 años ha igualado la dinámica del desarrollo de los países vecinos.
Colombia, al igual que otros países (México, Panamá, Perú), guiados por sus gobiernos a través del sendero neoliberal, tuvo un crecimiento del 2.8 por ciento anual en los últimos 26 años. El crecimiento promedio de países en los que gobernaron (o gobierna) la denominada “marea rosada” como Venezuela, Brasil, Bolivia, tuvieron un crecimiento cercano al 1.9 por ciento. El crecimiento macro económico no puede usarse para evaluar la condición absoluta de cada país de los regímenes post neoliberales respecto a sus contemporáneos tradicionales, pero al recurrir a indicadores como tasas de desempleo, desigualdad, ingreso y reducción de la pobreza, Sarmiento afirma que no hay mayor diferencia entre estilos de gobierno.
¿Explicaciones? Apenas unas de las proporcionadas por el académico colombiano: “Es muy fácil ser socialista con la plata de los demás, lo que se montó en estos gobiernos fue con el boom de los commodities, de las exportaciones de los recursos básicos. Abajo pobreza, abajo tasas de desempleo, pero no cambio en la estructura económica, ni un cambio en el modelo estadocentrico de poder, ni en la influencia que tienen las grandes transnacionales en estos países”.
A diferencia de Jalife–Rahme retomó la utilidad de la idea de la izquierda, en consecuencia planteó: “Tocaría mirar el tema de la izquierda en América Latina. La estrategia de gobierno es por la izquierda [..] O está uno dentro de las reglas de juego del capitalismo y tiene que jugar dentro de las reglas del capital, o está contra del capital. Contra el capitalismo no solo en sus reglas económicas y políticas sino también una confrontación en el campo de las ideas, en el campo de la cultura, en el espacio concreto, diario, cotidiano”. La confrontación, de acuerdo a Sarmiento, no es contra el capitalismo, es contra la lógica del capital, la misma que subyace a las pretendidas relaciones entre China y Rusia con la región.
Dinámicas de polarización y antagonismos surcan el continente, al tiempo que el modelo extractivista y financiero se impone en todos los países. Grave error que terminó por hacer proliferar la enfermedad holandesa en Colombia, la destrucción del aparato industrial, concentración de la fuerza laboral en el sector de los servicios. A estos problemas se agrega la fatalidad de acostumbrarnos a vivir de los recursos naturales, factor que puede incrementar las disputas por el uso del suelo, inflamando la confrontación social justo en tiempos de paz, cuando deberían estar superadas.
Tres grandes retos para el posacuerdo en Colombia destaca Sarmiento. El primero de ellos consiste en superar las herencias y fantasmas que nos atormentan desde el pasado (violencia, problema agrario, estructuración política). El segundo tiene que ver con superar el modelo extractivo, rentístico y financiero que impera en el país. El tercero de los retos para el posacuerdo tiene que ver con el desarrollo de las fuerzas productivas para ponernos a tono con la cuarta revolución industrial y la innovaciones propias del mudo del Internet.
Hector Moncayo, Economista, investigador, profesor universitario, integrante de los consejos de redacción de los periódicos Le Monde Diplomatique y desdeabajo cerró el ciclo de ponencias estableciendo claridades sobre las situación de Colombia en el momento actual, así como la política y la economía en tiempos de paz.
Para Moncayo hay claridad sobre la posibilidad de que se concrete un acuerdo definitivo entre el Gobierno y los grupos insurgentes; en su opinión, la única duda al respecto tiene que ver con el tiempo en que estos acuerdos serán pactados. Sin embargo, la paz, el asunto central de discusión, ha recibido un significado económico desde diferentes ámbitos, entre ellos se encuentran las prospecciones de crecimiento del +1 por ciento anual hechas por el director del Departamento Nacional de Planeación Simón Gaviria, cuando se hayan silenciado los fusiles. El mejor negocio en los próximos años será la paz, como también lo fue desde siempre la guerra fraticida legataria de miles de victimas, sangre, dolor, al tiempo que de control político, enormes fortunas y extensiones inconmesurables de tierras en manos de pocos. Los mismos que antes ganaron con la guerra hoy también ganarán con la paz.
Los acuerdos con la insurgencia podrían contribuir a un ordenamiento territorial favorable para numerosos emprendimientos dentro del modelo extractivo que impera en la sociedad. Se aproximan disputas. ¿Quién controlará los territorios? ¿Los herederos de los narco para terratenientes o las multinacionales? Es la pregunta que preocupa a Moncayo en el contexto de los nuevos conflictos que se vislumbran en tiempo de paz.
Buena fé de las izquierdas. Presumen que un eventual desbloqueo de la participación popular será posible después que levanten las restricciones democráticas imperantes en el Conflicto Armado; en palabras de Moncayo: “Si en un acuerdo se pacta una ampliación de la democracia, se desborda la partipación popular (candidatos de las Farc, Eln), entonces llegará una nueva corriente que transformará el régimen político”. Además de ello, de acuerdo al economista, siguen asumiendo como condición la posibilidad que numerosos gobiernos progresistas hayan asumido el mandato en varios países de la región “¿Por qué acá también no podría suceder lo mismo?”. Se concreta un viraje en la política de la región y comienzan a vislumbrarse ambiciones por parte de sectores poderosos en el país, en medio de esto no está claro si serán fecundas las esperanzas de la insurgencia y de la izquierda democrática en el país.
Al igual que lo hicieron los países del continente donde gobernaron los regimenes post – neoliberales, en Colombia se olvida que tiene burguesía, de la influencia de ella en los destinos del país. Opina Moncayo: “El gran error de la geopolitíca, que a veces toma visos de teorías conspirativas, es considerar que los sujetos son los Estados, las naciones, enfrentadas a las potencias”. Y los países, según su criterio, no son unidades homogéneas que se enfrentan entre si, sus composiciones son heterogéneas y en cada uno de ellos destacan sectores sociales privilegiados, con negocios, ambiciones de poder político y económico en el mismo escenario regional/mundial.
En el escenario regional, matizado por las disputas de superpotencias por el mercado, Moncayo es escéptico con que Colombia pueda sacar partido en tal coyuntura: “Si la gente joven hace el esfuerzo de leer a Lenin, la noción de imperialismo es inseparable de contradicciones inter imperialistas. Lenin dijo: “Es inevitable la existencia de las luchas entre las facciones del capital, el imperialismo es una fase superior del desarrollo del capitalismo que es una constelación de poderes en lucha que tienen como rasgo intrínseco, la guerra”. Por lo tanto, frenta a China y Rusia, nos enfrentamos a la posibilidad de establecer nuevas relaciones de subordinación de viejo cuño imperial.
El capital es incapaz de hacer un Estado, se fundamenta en varios proyectos de poder político. Por vía de los acuerdos, trata de construir una superestructura mundial (OMC). Pero lo que cada potencia pretende, es atraer a su periferias con los acuerdos económicos regionales. Estos acuerdos protagonizan en América Latina un regionalismo cruzado: empieza China a meterse en el rancho de los EU, un poco rusia, la UE. Pero EU también se mete en los otros patios traseros.
Época de recomposiciones. Transición de poderes entre diferentes facciones del capital en disputa por los recursos y las posibilidades proporcionados por los mercados de América Latina, al tiempo que la propuesta de los “gobiernos nacionales populares” empiezan a deshacerse. Moncayo caracteriza este último proceso: “Lo que encontramos es una fase de ajuste en que los gobiernos nacionales populares van a ceder su lugar a gobiernos de transición. ¿Qué es lo que está en disputa? En realidad no el modelo, pues este nunca cambió. Lo que está en disputa es la política social, porque es necesario ajustar los niveles de la deuda. Vamos a vivir un período de cambio. Uno de los supuestos del Eln y las Farc para negociar comienza a hacerse agua porque Colombia no se va a reinsertar en un modelo distinto, no va a salir del neoliberalismo para meterse en el modelo de Unasur, más bien Unasur se va a meter cada vez más en esta linea”.
Segun Moncayo Colombia tiene, como los otros países, un modelo extractivo financiero. Ese modelo no fue una decisión, es una adaptación pasiva a la dinámica del mercado mundial, adaptación pasiva a la órbita de los Estados Unidos. Este es el mismo modelo que va a imperar en el país en tiempo de paz, el mismo que generó prosperidad e inversiones en el país a cuenta de la buena cotización en el mercado de minerales, petróleo o el comercio, precisa el economista: “En condiciones de paz … otra vez petróleo. Se va a insistir con el carbón y se va a continuar con el oro. ¿Pero cual es la locomotora que ellos piensan? La infraestructura que es medio y objeto en si mismo. Ese es el problema, no es solo para garantizar el transporte, construir puentes, carreteras, es ya un negocio”. La corrupción en Colombia será un serio obstáculo para la construcción de infraestructura.
Termina Moncayo: “La conclusión, un modelo no se acaba hasta que no es reemplazado por otro. La burguesía colombiana, con el apoyo de la constelación geopolitica, seguirá desarrollando el modelo extractivo financiero, fuera del gasto público social y de lo que puede implicar el reordenamiento territorial; la conversación con la insurgencia no va a generar cambio en el modelo, ya sea por pragmatismo o ya sea por concepción. La prosecución de ese modelo (extractivista financiero), el reordernamiento territorial, origina conflictos. En Colombia van a resultar nuevos conflictos que a su vez producirán nuevos sujetos sociales”.
Los aportes generales del foro
Una imagen actualizada de la realidad latinoamericana, de algunos procesos geopolíticos y de transiciones que tienen como telón de fondo su espacio, así como la situación de Colombia con sus procesos de paz en medio de esta yuxtaposición de poderes y estrategias regionales, son algunas de las contribuciones fundamentales del Foro convocado por los periódicos desdeabajo y Le Monde diplomatique edición Colombia en la ciudad de Bogotá.
Queda clara la importancia de Latinoamérica como espacio de primer orden para la producción/reproducción estratégica de capitales y para el abastecimiento de materias primas para potencias emergentes como China y Rusia, que disputan el espacio hegemónico de los Estados Unidos. Sin embargo las nuevas relaciones de poder desplegadas en los países llevan consigo el establecimientos de nuevas relaciones imperiales, sustentadas sobre enlazamientos asimétricos entre economías “desarrolladas” como China y las economías re primarizadas y financierizadas de los países de la región. No parece existir una estrategia concreta de los países latinoamericanos para fundamentar intercambios a partir de figuras multilaterales que potencien intercambios más equitativos y desarrollos de economías internas más eficientes, menos dependientes.
Sudamérica vive un proceso de transición de regímenes de gobierno. Los gobiernos de la “marea rosada”, “nacionales populares” o “post neoliberales”, como han sido denominados por los académicos participes del foro, comienzan a retroceder, a entregar los mandatos a gobiernos clásicos neoliberales. Fueron incapaces durante su gestión de introducir cambios estructurales sobre el régimen de distribución y apropiación de los recursos, sobre los mecanismos de reproducción interna y externa del capital. Contribuyeron a disminuir la desigualdad, distribuyendo las rentas obtenidas por el Estado con el auge de los commodities, proceso acaecido durante la primera década del siglo XXI, pero una vez extinta la bonanza, quedaron con pocos recursos para seguir financiado extensos programas sociales nunca fundamentados en la superación de la hiper concentración de recursos y capitales característica a todos los países de la región. También resultaron inmiscuidos en prácticas corruptas que coartaron su legitimidad y credibilidad entre los electores.
La posición de Colombia en medio de este panorama no es muy cómoda. Afrontando una crisis económica en ascenso, su Estado se dirige a pactar acuerdos de paz con las dos fuerzas insurgente del país. Su economía reprimarizada, el crecimiento demográfico, su participación característica en los mercados internacionales de materias primas y nuevas posibilidades de explotación que llegarán de la mano con la paz, permiten prever una agudización de los conflictos locales en tiempos de post conflicto. No existe una estrategia clara del Estado para evitar estos potenciales riesgos, así como tampoco disposición de sectores dominantes en propiciar una ampliación democrática real que permita la modificación del estado de cosas imperante, responsable de las extremas desigualdades, de las violencias endógenas a la sociedad colombiana.
Lúgubre y poco esperanzador panorama para una realidad nacional que muchos confían pueda ser cambiada por un nuevo ascenso de los movimientos populares, capaces de generar propuestas y lograr modificaciones especificas sobre ordenamientos económicos y políticos en planos locales.
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