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La marihuana no es sólo psicoactiva

La marihuana no es sólo psicoactiva

La marihuana tiene alrededor de 400 compuestos diferentes, identificados científicamente como cannabinoides, de estos 113 están estudiados; cuenta además con más de 1.000 principios activos que poseen efectos antiinflamatorios, analgésicos, sedantes, entre otros. Los más reconocidos son el THC (psicoactivo), el CBD (Cannabidiol) que reduce los síntomas de ansiedad y el CBG que tiene propiedades antibióticas.

Entender el universo del cannabis más allá de una interpretación reduccionista de efectos psicoactivos, parte de reconocer sus especies, variedades, cruces genéticos y semillas que determinan los múltiples usos que puede tener y su grado de psicoactividad.

Todo en la planta puede aprovecharse. Las semillas pueden servir como proteína rica en fibra, productos industriales, elementos de higiene personal; el tallo tiene un uso textil, en el caso del cáñamo (una subespecie de cannabis); las hojas pueden transformarse en papel, material de construcción, y de las flores –donde residen los ingredientes activos– es de donde realizan las extracciones para uso medicinal y recreativo.

Los cannabinoides pueden ser herbarios, producidos naturalmente por la planta; están los endógenos producidos al interior de animales, por ejemplo la leche materna tiene anandamida, que es un principio activo de la marihuana; y los cannabinoides sintéticos compuestos generados en laboratorios para la venta, principalmente en dispensarios farmacéuticos de Europa y Estados Unidos.

 

Sistema endocannabinoide

 

Es un grupo de receptores ubicados en el cerebro, en algunas glándulas y en el sistema nervioso que determinan funciones como la percepción del dolor, el movimiento y en general mantienen el equilibrio interno del cuerpo.

Investigaciones científicas identifican que hay dos tipos de receptores cannabinoides: CB1 que se encuentran en el sistema nervioso, reproductivo, inmune y digestivo y CB2 ubicados en los tejidos periféricos como el pulmón y el bazo. Es por esto que diversos compuestos de la marihuana pueden entrar en relación con estos receptores y cambiar el funcionamiento del organismo, dicha compatibilidad es el interés central de los estudios en cannabis medicinal.

“En las escuelas médicas siempre nos han enseñado la marihuana como una sustancia de abuso, una droga potencialmente nociva y particularmente se le ve en toxicología y en siquiatría que precipita efectos sicóticos, pero jamás nos han hablado del sistema endocannabinoide, no se vincula el cannabis al potencial terapéutico de esta sustancia. Esto nos nos invita al deber de ampliar la perspectiva en la medicina” invita Celeste Romero, médica siquiatra en Argentina.

 

El cannabis es una medicina personalizada

 

Desarrollos científicos desde mitad del siglo XX han comprobado el uso del cannabis como tratamiento para el cáncer, la epilepsia, el alzhéimer, entre otras enfermedades, pero su catalogación en las políticas de drogas como narcótica e ilegal genera que pocos médicos la formulen.

Paola Pineda, médica colombiana, lleva varios años atendiendo a sus pacientes con cannabis. En aquellos con epilepsia observa una reducción considerable de las convulsiones, mejor apetito; en pacientes con cáncer, una disminución del dolor y, afirma, que ninguno presenta una adicción posterior al tratamiento. “No esperen que el cannabis va a curar todo en el primer día, algunos llegan con frases de cajón –lo va a volver adicto […] en unos años será heroinómano– y era un niño adicto a las benzodiacepinas y eso no nos preocupa como profesionales de la salud”, explica Pineda.

Jacobo, uno de los primeros niños con epilepsia tratados con cannabis “tomaba 7 anticonvulsivos, uno de ellos le había hecho perder la vista periférica, cuando le formulan a uno este tipo de fármacos no le explican los efectos adversos, le daba una crisis de ansiedad que hasta pasamos hasta tres meses sin dormir. Con cannabis todo ha sido distinto”, afirma Natalia Tangarife, madre de Jacobo.

La medicación con cannabis debe tener una justificación técnica, un consentimiento informado y una observación continua. “No hay una dosificación exacta, yo puedo tener pacientes con las misma patología pero cada uno tiene un suministro distinto, es recuperar algo que perdimos los médicos y es que la medicina es personalizada […] ¡Ojo! nos vendieron que el CBD era antiepiléptico y que el THC era el psicoactivo, se nos olvida que en epilepsia el THC funciona muy bien, todos mis pacientes tienen combinación de los dos cannabinoides en mayor o menor cantidad y con todo lo que tiene la planta”, sostiene Pineda tras su experiencia médica.

 

El autocultivo será la regulación del mercado

 

La Ley permite el cultivo hasta de 19 plantas para el consumo personal y no requiere ninguna licencia. Esta alternativa ha sido la salida para muchos familiares en búsqueda del cannabis medicinal antes de su legislación y la solución médica a niños con epilepsia como salida a medicamentos que generalmente formulados les producen efectos adversos. “Cuando iniciamos a suministrar cannabis a mi hijo, empezamos con el auto cultivo haciendo extracciones en la olla arrocera […] A nosotros nos formulan medicamentos que para la farmacéutica es un negocio, nosotros tenemos que ser conscientes que para muchos médicos somos considerados como clientes”, afirma Tangarife.

Natalia, en el tratamiento de cannabis, cultiva la planta y hace sus propias extracciones en aceite. “Creemos que cultivando nuestra propia medicina es la forma de democratizar el acceso, para que no vengan a decirnos que esto vale 300 dólares y lo tenemos que comprar”, plantea Tangarife, a lo cual agrega la médica Pineda “No hay que perder esa posibilidad que tenemos ahora, cuando puedes cultivar tú medicina estas regulando el precio de los fitoterapéuticos”.

 

En riesgo de diversidad genética

 

En Colombia, “somos el único país productor de semillas, lo que nos convierte en un atractivo para el mundo”, dice Mónica Sánchez de Cannabis Medical Group. Dada la latitud, climas y la duración de la luz durante el día, Colombia es una fuente semillera de cannabis y la diversidad genética lograda, tanto de semillas criollas como hibridas, es producto del trabajo de décadas de sus cultivadores.

Con la entrada del cannabis medicinal se espera que la industria farmacéutica incida en la formalización de la semilla certificada de cannabis, lo que implicaría un monopolio y un riesgo para los pequeños cultivadores que tienen sus propias semillas y desarrollos genéticos.

Por el momento, la Ley establece para los cultivadores de cannabis medicinal hacer una inscripción ante el ICA de las variedades naturalizadas y nativas, “tendientes a la caracterización”. Las semillas de cannabis es aún un tema que irá avanzando en su legislación.

 


Tensión entre cultivadores y transformadores de marihuana

 

Alexandra X. Gómez

 

Con la Ley 787/2016 fue reglamentada en Colombia la marihuana para uso medicinal y científico, con lo cual queda abierta la generación de productos farmacéuticos, así como una brecha de participación en el negocio entre los cultivadores y quienes adquieren las licencias para su transformación. Además de promulgar la Ley como una opción en los programas de sustitución de cultivos ilícitos, la producción de cannabis puede aumentar en el país.

La ventana abierta con la legislación del cannabis medicinal, es la etapa de la industrialización de la marihuana a través de laboratorios, su inserción en la farmacéutica exige normas técnicas de cultivo, análisis químicos, estricto control en la transformación y estandarización de un producto que puede tener fines de exportación. Cumplir dichas condiciones, exige un gran capital de inversión y determina quiénes participan de esta industria.

Actualmente 12 empresas tienen la licencia para la transformación de derivados del cannabis, todas constituidas en Colombia, de capital privado, con accionistas extranjeros o filiales farmacéuticas principalmente en Canadá.

Según el Decreto 613/2017 se contemplan cuatro tipos de licencia: fabricación de derivados, uso de semillas para siembra, cultivo de cannabis psicoactivo y no psicoactivo.

De acuerdo a esta normatividad, la licencia para la fabricación de derivados de cannabis tiene una vigencia de 5 años y requiere cancelar dos ítems: el monto de de evaluación que realiza el Ministerio de Salud para expedir la licencia que oscila entre 162 a 176 millones de pesos y los costos de seguimiento que realiza el Fondo Nacional de Estupefacientes, que obliga a cancelar cada año entre 164 a 167 mil pesos según la modalidad.

Esté Decreto establece al titular de la licencia que el 10 por ciento de su producción debe provenir de un pequeño o mediano cultivador, pero el mismo artículo los exime “en caso de no poder cumplir con este requisito por condiciones del mercado, los licenciatarios de fabricación de derivados de cannabis deberán hacer una declaración juramentada”. Respecto a esto una fuente consultada advierte “de esta forma cualquier licenciatario de los grandes puede declarar que ninguno de los campesinos que cultivamos cumple con las normas técnicas y él mismo siembra el 10 por ciento que supuestamente le debemos aportar, y de todas maneras para comprarnos son ellos los que colocan las condiciones. Ellos siempre apuntan a la integración vertical, es decir al control de todo el proceso desde la siembra, la transformación hasta la comercialización”.

Para la formalización de la compra de tal porcentaje la empresa constituye un contrato y unas condiciones técnicas de cultivo, a la entrega de la cosecha será sometida a análisis microbiológico, detección de metales pesados, entre otros “si no cumple con las condiciones la Ley nos obliga a destruir el cultivo, asegurando que no se vaya para el narcotráfico”, advierte Mónica Sánchez de Cannabis Medical Group, una de las empresas que tiene licencia.

Los proyectos comunitarios, asociaciones campesinas, cooperativas para el cannabis medicinal, ahora de auge en el Cauca, en la cadena de valor del Decreto se reducen solamente a ser cultivadores. En julio de 2016 Alcibíades Escué, alcalde de Toribio, durante el lanzamiento de la primera cooperativa de productores de cannabis, en Corinto, mencionó: “El gobierno expide el decreto que legaliza la marihuana medicinal en Colombia buscando que haya inversión extranjera en ese campo y que desde Colombia se produzca barato para exportar productos terminados, es bastante simbólico que la primera de las licencias para cultivo se haya dado en un municipio que cuenta con un aeropuerto internacional a una empresa canadiense. Pero también es muy diciente que las inversiones necesarias para obtener todas las licencias para la comercialización de los productos finales, requiera inversiones multimillonarias”.

 

El diamante farmacéutico

 

En Estados Unidos el uso medicinal de la marihuana está aprobado en 30 de los 50 estados del país. Canadá, Reino Unido, República Checa, Croacia, Israel, son algunos de los países donde es legal el consumo de marihuana con fines terapéuticos y su industria farmacéutica está especializado en aislar el THC y CBD para vender sólo concentraciones de un sólo cannabinoide.

Usos y disparidad. El esposo de María Llorente sufrió una crisis de epilepsia tardía, lo llevó a un dispensario médico en Denver, Estados Unidos, donde le dieron Epamin, además de una dosis de CBD que le alcanza para un mes, todo ello por 150 dólares; de acuerdo a su opinión, igual tratamiento “nos puede valer 50.000 pesos en Colombia”.

“En California un paciente de cáncer de seno consumiendo 300mg diarios, puede gastar en cannabinoides al año, si lo ingiere a través de aceites, 7 millones de dólares al año aproximadamente y 495 dólares mensuales” comenta Mara Gordon, especialista en tratamientos terapéuticos con cannabis en California.

En España se encuentran el Marynol y Cesamet, son medicamentos sintéticos de cannabis que tienen poca efectividad. “El único producto cannabinoide que está aprobado en España, cubierto por la seguridad social, es el medicamento Sativex, los únicos pacientes que pueden recibir este tratamiento son aquellos que tienen esclerosis múltiple, sólo por la prescripción de un neurólogo, además son pocos los que conocen que esto es una opción”.

“Hay otros pacientes con cáncer que lo pueden recibir para el tratamiento del dolor, para lo cual deben tener una preinscripción de un especialista y pasar por un tribunal siquiátrico; sí logran pasar estas barreras, el medicamento de 30ml (810mg de TCH+750mg CDB) le cuesta 510 euros, lo que en pesos equivale a 1.800.000, le puede durar un mes y en pacientes con cáncer la dosis debe ser mayor. Es un tratamiento insostenible por los costos”, afirma Cristina Sánchez, médica, integrante del Observatorio Español de Cannabis.

En Toronto-Canadá uno de los extractos que ofrece la empresa Biohem –de 1500mg con 15% de CBD– cuesta 156 dólares.

Las empresas canadienses Biohemp y MdKearl, ofrecen en su portafolio de productos aceites, parches de gel, cosméticos y alimentos de extracciones de TCH y CBD “Nuestro interés en Colombia por ahora no es comercializar nuestros productos, es la extracción”, afirmó un representante de la empresa durante el II Congreso de Cannabis Terapéutico realizado el 18 y 19 de noviembre de 2017 en Bogotá.

 

Más marihuana en Colombia

 

A diferencia de la coca, “en Colombia no se ha desarrollado una metodología censal que permita conocer el área sembrada con marihuana” sostiene la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. En el monitoreo que presentan de territorios afectados por cultivos ilícitos en el 2016 advierten, en relación al cultivo de marihuana en el Cauca: “se encontraron 507 km² de posible presencia de invernaderos para producción de marihuana que se localizaron en 36 de los 42 municipios del departamento”, con una concentración en el norte del departamento.

Con la firma del Acuerdo de Paz y la solución al problema de las drogas ilícitas, el cannabis medicinal podría verse como una alternativa, pero el Decreto 613 estipula que, “en ningún caso los proyectos de cannabis, para fines medicinales avalados por el Programa de Sustitución Voluntaria de Cultivos de Uso Ilícito, podrán ser utilizados para legalizar plantaciones que preexistan a la solicitud de incorporarse a los procesos de sustitución voluntaria”.

“Siendo así, entonces, vamos a tener más marihuana en el país: la legal y la del narcotráfico, los que hemos invertido tanto tiempo y plata en estos cultivos pues no la vamos a desechar de la noche a la mañana por la medicinal que exige empezar de cero. Pensar en la reconversión del cultivo es también complicado, los suelos están llenos de metales pesados, fosfatos y otros químicos, que hacen inviable cultivar aquí para uso medicinal. Y ahora están entrando empresarios extranjeros con la excusa de la cannabis medicinal pero ellos vienen tras los intereses de la marihuana recreativa y las licencias de cultivo de cannabis psicoactivo para llevar a sus países, es ahí donde hay mayores ganancias”, señala un cultivador consultado en Miranda-Cauca.

Información adicional

Autor/a: Alexandra X. Gómez
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo Nº243, febrero 20 - marzo 20 de 2018

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