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Periodismo honesto

Periodismo honesto

La campaña mediática contra el candidato de la Colombia Humana saca a la luz lo peor del rancio y godo periodismo colombiano

 

El periodismo debe ser, al menos, honestamente subjetivo, pero nunca torticeramente tendencioso. La posición declarada del grupo editorial El Tiempo es una muestra de que cada vez es más raro el periodismo honesto y que muchas y muchos profesionales se venden por un plato de sopa. Que si hay hambre es comprensible, pero si no es difícilmente justificable.

El medio históricamente liberal de la prensa colombiana ha girado su rumbo para pegarse sectariamente a las filas de uno de los candidatos para las elecciones presidenciales del próximo domingo. Solamente hay que echarle un vistazo a la portada, el editorial y las columnas de opinión de la edición del domingo 10 de junio de este medio impreso, uno de los periódicos de mayor difusión y mayor poder en la información nacional colombiana.

Este medio no tomó tan claramente partido por la paz, cuando el plebiscito de octubre de 2016, como ahora lo hace, y de manera descarada, por el candidato del Centro Democrático, un rótulo eufemístico alejado de la verdadera posición ideológica del partido y sus miembros. El CD es una agrupación política a imagen y semejanza de su principal ideólogo, que es quien realmente lo gobierna. Los de la mano firme y el corazón grande tienen la mano grande para dar hostias a todo lo que no case con sus pretensiones y el corazón duro para no dejar entrar a lo que no sea blanco, capitalista, heterosexual y cristiano, todo ello a su manera.

Dice el editorial que apoya a la marioneta “uriduque” porque su “programa de gobierno es serio y quien representa una esperanza de moderación y cambio generacional, deseable en la coyuntura”. Añadiendo que “Solo alguien con poco equipaje será capaz de tender puentes y enterrar odios que entorpecen la marcha hacia un futuro mejor”. ¿Ceguera?, ¿hipocresía?, ¿ignorancia? En cualquier caso, desinformación. Parece que tenía razón Kapuscinski cuando decía que los periodistas modernos, el periodismo, parece no tener problemas éticos ni profesionales y ya no se hacen preguntas.

El periódico de Bogotá ha perdido el Sur, ese que alguna vez tuvo. Como cuando libraba batallas editoriales a favor del liberalismo de Olaya Herrera, o contra la censura que le llevo a ser clausurado por el Gobierno de Rojas Pinilla, o cuando conformó aquel “Frente Unido” para denunciar la violencia contra el periodismo en los años 80 del siglo pasado.
Un medio que hoy está en poder de la fortuna más grande de Colombia, el señor Sarmiento Ángulo, y cuyos intereses, sobre todo económicos, han incidido sobremanera en su línea editorial. El Tiempo es el diario de información general más leído de Colombia y fue, durante siete años, los que duró la crisis de El Espectador, el único de circulación nacional. Pueden hacerse una idea de su poder de construir imaginarios sociales a semejanza de sus utilidades espurias.

Si bucean en sus intríngulis verán que la organización empresarial de Sarmiento Ángulo controla el ciento por ciento del periódico a través de sus variadas empresas: Inversiones Vistahermosa, Inversegovia, Seguros de Vida Alfa, Liinus Van Pelti e Inverprogreso. Entre sus propiedades, las ediciones de ADN de las principales ciudades colombianas, las revistas Portafolio y Aló, el canal televisivo City TV.

No voy a discutir que la libertad de expresión, recogida por la Constitución Política colombiana de 1991 en su artículo 20, les permite decir lo que quiera sin censura previa, pero apuesta tan terciada y desvergonzada por el candidato de la guerra, el que no aprueba los acuerdos de paz de La Habana; el que no defiende la diversidad, de ningún tipo, en un país tan diverso; el que sigue llamando públicamente presidente a quien ya no lo es, dejando claro que él es un títere en manos del otro; el que recibe sin reparos el respaldo de asesinos paramilitares; al que solamente le cabe un tipo de familia; el que se mueve con un elenco de corruptos y sindicados; el que mantendría el extractivismo que está acabando con los recursos naturales del país y que cada vez más están en manos de multinacionales extranjeras; el que quiere acabar con la judicatura y concentrar todos los poderes en sus manos, esa apuesta es una jugada contra la paz y una vuelta a la “seguridad democrática” que trajo los falsos positivos y otro montón de injusticias y delitos. Es jugarle sucio a la democracia.

El periodismo honesto le debe apostar a la paz

Señoras y señores de El Tiempo, ustedes podrán ser lo que quieran, pero con ediciones como la que han publicado nunca podrán llamarse un medio de información serio y decente. Y sus profesionales, opinadores sin escrúpulos, nunca podrán tildarse de periodistas. También era el fallecido periodista polaco quien afirmaba que el verdadero periodismo es una manera de y una razón para vivir, una identidad que ustedes parecen haber perdido.

Señores y señoras de El Tiempo, periodistas fueron y son Antonio Nariño, García Márquez, Alfredo Molano, Castro Caycedo, Guillermo Cano, María Jimena Duzán, María Teresa Herrán, Javier Darío Restrepo, Patricia Lara, Antonio Caballero, Gloria Pachón de Galán, Jineth Bedoya, Daniel Samper, María Teresa Ronderos, Gloria Castrillón o Juanita León, entre otras y otros muchos en un país de cronistas alimentados por el realismo mágico para narrar.

Gente de El Tiempo, por supuesto que éste es tan solo mi punto de vista. Habrá quienes estén de acuerdo con su propaganda. Pero intenten construir país, dar cabida a todas las tendencias y presentar todas las propuestas aunque se casen con alguna.

Casa Editorial El Tiempo, voten por quien quieran, es su derecho, pero intenten informar y formar decentemente, es un derecho que tiene la ciudadanía colombiana. Es un deber del periodismo honesto.

Esperemos que sus portadas, editoriales y columnas de opinión no provoquen más violencia y extremismos. Siempre será mejor que nos pase como a García Márquez cuando se dio cuenta y escribió que con los Beatles había cambiado todo. En mi opinión, con el delfín todo seguirá igual o peor. El día 17 de junio no será uno más en la vida, será un día en el que deberemos intentar hacer algo para que esto funcione (“we can work it out”).

Como García Márquez con el cambio que supusieron los Beatles, demos una opción a esa posibilidad de transformar el país, esperando que sus mujeres y hombres,mayoritariamente, le den una oportunidad a la paz (“give peace a chance”); que imaginen (“imagine”) otra Colombia posible; que le entreguen el poder a la gente (“power to the people”); porque es el momento de abrir las alas y volar para empezar de nuevo (“starting over”); porque es tiempo de poder envejecer juntos (“grow old with me”) y reconciliados; porque podremos, como ese “beautiful boy” (chico bonito), cerrar los ojos, sin tener miedo y pensar que el monstruo de la guerra se ha ido; pensar que los verdaderos héroes sean las y los colombianos, todas y todos, incluidos los de la clase obrera (“working class hero”), el campesinado y las poblaciones afro e indígenas, y que se puedan soñar con que las próximas navidades sean felices (“happy Christmas!”), en paz, con esperanza y sin miedo, para los débiles y los fuertes, para los ricos y los pobres, al negro y al blanco, al amarillo y a los rojos, y que termine de una vez el conflicto armado.

Con el cambio tendrán sentido e importancia de verdad palabras como paz, mujer, imaginación, madre, amor, dios…

La verdadera maquinaria es la gente, así que voten por el cambio, para no decepcionar (“don´t let me down”) a la población ni al país.

 

Información adicional

Autor/a: J. Ignacio Chaves G.
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: paterasalSur

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