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Petro y la hora de su destitución, ¿final?

Petro y la hora de su destitución, ¿final?

“Convocamos a una movilización permanente en la ciudad de Bogotá a partir de la confirmación cuando ocurra el golpe de Estado, que (se) está arbitrariamente dando contra el voto popular en Bogotá”, esto dijo Gustavo Petro en su discurso en la plaza de Bolívar el pasado 10 de enero. Este lunes 13 de enero se completó la música para el baile, al ratificar la sala disciplinaria de la Procuraduría la destitución del alcalde capitalino.

La respuesta, según los antecedentes, es de esperarse. La plaza de Bolívar volverá a verse copada por decenas de miles de demócratas, Progresistas, revolucionarios y algunos centenares de empobrecidos. Y Petro, desde el edificio Liévano, dará un discurso histórico, que será recordado no por ser el último ni por la novedad de lo que diga, sino porque este 13 de enero de 2013 será instituida –en las palabras del alcalde– como el nuevo 19 de abril.

En estas circunstancias, y mientras el escenasrio político nacional está más removido, la consulta sobre la posible revocatoria del alcalde, convocada para el próximo 2 de marzo, queda anulada, y en su defecto se abre el abanico de candidatos para reemplazarlo, decisión que puede asumirse con algo de temor por estos hasta tanto la Comisión Inter Americana de Derechos Humanos –CIDH– no falle y Santos tome la última decisión. En caso de elecciones, deben citarse dentro de los 55 días siguientes a la ratificación del fallo del Procurador, lo cual enturbiaría las elecciones al Congreso e incluso las presidenciales.

Opiniones

 

¡Golpe contra la democracia!, saltó a decir no sólo el protagonista de la noticia, sino también Medofilo Medina, Antonio Morales, y algunos analistas más con opinión permanente en Canal Capital. Mientras tanto un séquito de “demócratas” de cafetín que pululan en la radio, que van desde Darío Arismendi y pasan por Hernán Peláez y otros muchos, pareciera que gritaran ¡por fin! ante la decisión auto complaciente de Alejandro Ordoñez.

 

Para que este fallo llegara al punto hoy conocido, no le faltaron polémicas, recusaciones, tutelas, demanda ante la CIDH, y cuanto mecanismo legal fue considerado viable en las abigarradas oficinas de abogados que pululan hoy en la izquierda criolla. Pero, la jugada fue más bien un pase de la muerte, la CIDH pretende –según el Abogado Rafael Ramos– cobijar esta semana con medidas cautelares al alcalde Petro, de ser así el fallo del Procurador tendría que pasar por encima de este escudo de protección y confirmarse a través de un decreto de destitución a firmarse por el mismo presidente Santos –facultad que le otorga el artículo 323 de la Constitución.

 

Ordoñez, previsivo y planificador como siempre, en la mañana de este lunes 13 afirmaba en Caracol Radio “Lo que decida la Comisión Interamericana respecto al proceso del acalde no es vinculante, es decir que las mismas no son de obligatorio cumplimiento.

 

Queda a discreción del Ministerio Público o del Estado aplicarlos o no”. Sin embargo, la pregunta es: ¿Pasará Santos por encima de una medida cautelar de la CIDH, cuando él es quien firma el decreto?

 

Si llegase el Presidente a consumar los placeres del Procurador, estaremos ante un acto más de ratificación de que la destitución de Gustavo Petro es un llamado al orden del conjunto del bloque dominante, donde no tiene que ver solo la ultra derecha en lo político sino también los grandes capitales financieros involucrados en el negocio de la ciudad (Camacol y grupos financieros, entre otros), utilizando de telón de fondo una interpretación formalista del derecho, es decir literal, propia del siglo XIX en palabras del fiscal Montealegre.

 

En medio del respeto o no a las decisiones no vinculantes de la CIDH, del decreto que debe firmar Santos, de la alegría de Ordoñez, del inmovilismo de las altas Cortes y de la posibilidad que lo ocurrido sea un argumento más para un posible fallo a favor de Petro y en contra del Estado, por la de por si deshecha y sí vinculante Corte Interamericana de Derechos Humanos –que solo ratificaría el artículo 23 del Pacto de San José–, se mueve el escenario de arriba de esta turbulencia para la rancia democracia colombiana.

En el abajo político, económico y social, vale la pena cuestionarnos con más decisión: ¿lo que peló el cobre con esta decisión fue la Procuraduría o la arquitectura del Estado en su conjunto? O si ¿lo que ocurre es una demostración del poder de los de arriba, y ante ello habrá que oponerle la posibilidad de otra democracia?

Información adicional

Autor/a: Miguel Suárez
País: Colombia
Región: Sur América
Fuente:

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