
El secretario de Estado dejó solo a Duque hablando sobre Venezuela, no porque Washington haya cambiado el discurso, sino porque su prioridad con Bogotá es otra.
La primera visita del secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, a Suramérica supone un cambio diametral de agenda a las que hicieron sus antecesores en el cargo.
Durante la semana pasada, primero en Ecuador y después en Colombia, esta breve gira sirvió para avanzar en mitigar el principal dolor de cabeza estadounidense en lo que respecta a la región, desde que llegó al administración de Joe Biden: la migración.
Ubicar las giras de los anteriores secretarios de Estado, Rex Tillerson, en febrero de 2018, y Mike Pompeo, en septiembre de 2020, puede recordarnos que el problema en aquellos tiempos para la Casa Blanca, con Donald Trump a la cabeza, era Venezuela, pero ya no lo es para su nuevo encargado.
La supuesta ‘amenaza venezolana’ privilegiaba el tema de la “seguridad regional”, con agendas en los países fronterizos a esa nación suramericana, como Guyana, Brasil y Colombia, durante los años en que existía un activo Grupo de Lima.
Cambio de agenda
Tras nueve meses de la nueva gestión, el oficialismo colombiano sintió alivio al saber de la visita de Blinken, pues ya había pasado tiempo suficiente para al menos recibir a un alto funcionario enviado por Biden, con quien Iván Duque no ha podido reunirse, rompiendo la tradición que se tiene entre ambos países.
Como se sabe, la participación activa del gobierno colombiano en la campaña a favor de Trump en Florida dejó fuera de juego a Duque ante el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Por ello, el mandatario colombiano se esmeró en tratar de pasar la página organizando en su suelo una cumbre ministerial, a la que asistieron 17 cancillerías, sobre la principal preocupación que traía Blinken: la cuestión migratoria. Aunque su “buena voluntad” no lo salvó.
Blinken confirmó que la única cabeza de playa de la región sigue siendo Colombia, pero también dejó claro que el período que le resta a Duque en el poder será para saldar deudas y no para nuevos proyectos.
“La rendición de cuentas es de vital importancia: la rendición de cuentas por las más graves violaciones de los derechos humanos y los abusos cometidos durante el conflicto del país; la rendición de cuentas por los abusos cometidos en respuesta a las protestas de este año; y, por supuesto, la rendición de cuentas por los responsables de los ataques a los defensores de los derechos humanos, los periodistas y otros líderes de la sociedad civil”, lanzó el alto funcionario en su primera visita.
Así como Duque tuvo su candidato en la campaña de EE.UU., Blinken hizo un gesto con uno de los enemigos del mandatario colombiano, al aplaudir los acuerdos de paz alcanzados durante el Gobierno del expresidente Juan Manuel Santos.
Además, el secretario estadounidense demandó una evaluación sobre las actuaciones del Estado en lo concerniente a derechos humanos de manifestantes, la política en los territorios abandonados y lucha contra el narcotráfico, una agenda que Duque deberá cumplir en lo que queda de su gestión.
Blinken confirmó que la única cabeza de playa de la región sigue siendo Colombia, pero también dejó claro que el período que le resta a Duque en el poder será para saldar deudas y no para nuevos proyectos.
Y es que, antes de la salida de Blinken de Washington, el Congreso de EE.UU. había tramitado enmiendas que le permitían exigir información, detalles e informes minuciosos sobre los recursos que han sido entregados a Colombia, con la posibilidad de revaluar su uso, si Bogotá no cumple con el derecho humanitario.
Durante su estadía en la capital colombiana, el secretario de Estado fue enfático en el respaldo de EE.UU. al acuerdo de paz de 2016 y a su efectiva implementación, por lo que dejó sobre la mesa la inquietud ante el retraso de las medidas de reparación y restauración de derechos de las víctimas del conflicto, especialmente por la “poca presencia del estado en zonas rurales desatendidas”.
El propio Duque tuvo que admitir que la agenda común estaría centrada en “temas como defensa de la democracia en la región, crisis migratoria, lucha contra el narcotráfico, mitigación de la crisis climática” y su llamada política de “paz con seguridad”, lo que pareciera haber dejado a Venezuela fuera de los primeros ítems de la reunión.
Los coletazos de la visita
Dos días después de que finalizara la visita de Blinken a Colombia, se anunció la captura del jefe del Clan del Golfo, Dairo Antonio Úsuga, alias ‘Otoniel’, un narcotraficante buscado desde hace varios años y por cuya detención Washington ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares. Esa ‘coincidencia’ ha sido señalada por muchos detractores de Duque como un simulacro de arresto.
¿Es mera casualidad que la captura se produjera horas después de la despedida a Blinken? Eso lo sabremos según la rapidez con que se efectúe su extradición, pero, en todo caso, no es el único ‘efecto’ atribuido a la visita del secretario de Estado de EE.UU.
La comisión bicameral creada por el poder legislativo colombiano para restablecer relaciones con Venezuela, facturada horas antes de su llegada, seguramente no es otra casualidad.
La visión de Juan Manuel Santos en torno al tema Venezuela dista mucho de la asumida por la derecha radical en su país, ya que propone normalizar la relación entre vecinos. Esta postura puede estar imponiéndose en el enfoque de la secretaría de Estado, lo que también incluye retomar el vigor de los acuerdos de paz.
Blinken dejó solo a Duque hablando sobre Venezuela, no porque Washington haya cambiado el discurso en torno al tema (que mantiene pocas diferencias con la posición que tenía Pompeo), sino porque no fue a Colombia para eso.
La comisión bicameral creada por el poder legislativo colombiano para restablecer relaciones con Venezuela, facturada horas antes de su llegada, seguramente no es otra casualidad.
La prioridad del funcionario estadounidense era presentar la nueva agenda política de EE.UU., que privilegia otros temas más allá del venezolano, sin prestarse a los típicos escenarios que acostumbraba Duque durante la administración Trump, en forma de conciertos, disturbios o tragedias humanitarias.
Lo que sí valoró fue la política de Duque con respecto a los migrantes venezolanos, al considerar que Colombia “ha demostrado una enorme generosidad” al recibirlos.
En todo caso, la estadía de Blinken precedió a otra visita clave: la de Karim Khan, el Fiscal de la Corte Penal Internacional, quien cumplirá un periplo de 10 días entre Colombia y Venezuela para intensificar “las relaciones directas con la región“.
Por Ociel Alí López, sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.
Publicado: 26 oct 2021 21:49 GMT
La aspersión de glifosato es necesaria en algunos lugares, según el Gobierno nacional*
El consejero para la Estabilización, Emilio Archila, aseguró que hay partes del país en las que esta opción resulta como la más eficaz para eliminar los cultivos ilícitos
27 de Octubre de 2021
El consejero Presidencial para la Estabilización y la Consolidación, Emilio Archila, se mostró satisfecho en la tarde de este martes luego de que la Oficina para el Control de Drogas de los Estados Unidos diera a conocer algunos de los lineamientos bajo los que se desarrollará la política conjunta para la lucha contra el narcotráfico entre ese país y Colombia. Uno de los puntos clave tuvo que ver con el uso del glifosato.
“Es muy grato ver que implica un apoyo a los lineamientos del presidente Duque en la política de paz con legalidad”, señaló el funcionario, recordando que el actual gobierno considera que es importante echar mano de todas las herramientas que estén a la mano para combatir el narcotráfico, “en particular en lo que tiene que ver con los cultivos, utilizar todos los instrumentos que la ley nos entrega”.
Dicho esto, el consejero recordó que los planes de desarrollo con enfoque territorial continúan siendo las bases para continuar la transformación de los territorios afectados por los cultivos ilícitos en el largo plazo, que en su mayoría son poblaciones PDET. “De esos 170 municipios, en 120 está el 95 % de la coca del país. Luego, la transformación que se está logrando, los 9.5 billones de pesos que se están invirtiendo van precisamente a que el Estado llegue a donde debería estar llegando”.
Archila recordó que además están los ocho municipios Pisda (Plan Integral Municipal y Comunitario de Sustitución y Desarrollo Alternativo), en los que se adelantan esfuerzos voluntarios de erradicación y para los cuales también se está formulando planes de desarrollo que contemplan la colaboración con la oficina norteamericana.
A fin de cuentas, esta última está participando tanto en la sustitución voluntaria de cultivos, en la que trabajan cerca de 100.000 familias de todo el país; como en el programa Formalizar para Sustituir, con el que se formaliza la tenencia de tierras que no tenían títulos para fortalecer la siembra de cultivos legales; o el pago por servicios ambientales para generar presencia en zonas apartadas y que necesitan vigilancia, como parques naturales.
Igualmente, está el tema de la aspersión con químicos como el glifosato para acelerar la erradicación de cultivos. Sobre este último, Archila señaló que, “nuestra visión es que hay zonas donde se debe trabajar con erradicación forzosa y hay zonas en las cuales se debe utilizar el mecanismo de aspersión con precisión”.
Valga recordar que, la estrategia de la oficina norteamericana tiene varios frentes. En primer lugar, pretende seguir reduciendo la oferta de las sustancias. De esta forma, tal como se viene ejerciendo, se destruirán laboratorios y, a su vez, se fortalecerán esfuerzos contra el lavado de activos y judicialización de los delincuentes.
Segundo, la ONDCP encuentra de suma importancia el cumplimiento de los Acuerdos de Paz, pactados en La Habana con la extinta guerrilla de las FARC. Con esto, se busca mejorar la seguridad y el desarrollo en zonas rurales de Colombia, con esfuerzos adicionales en inversión y en facilitar el acceso a la justicia.
Lo anterior también busca proteger a los líderes sociales –quienes son objeto de amenazas y asesinatos en Colombia–, reducir la dependencia económica a la hoja de coca en ciertas zonas, ampliar la regulación de los títulos de propiedad de las tierras y formalizar el suelo para otras actividades productivas. Con esto, cambiaría también la forma en la que ambos países miden el éxito en materia de control de los territorios de siembra.
Tercero, Estados Unidos recalcó que esta lucha contra las drogas debe tener un enfoque de protección ambiental y las acciones nocivas que los delincuentes suelen realizar contra el ecosistema. Incluso, se menciona una restauración de selvas tropicales, eliminación de cultivos de coca y la férrea oposición a los “santuarios para los grupos armados ilegales”.
Así, Estados Unidos tendrá un rol de apoyo y vigilancia frente a los delitos ambientales que se cometan en el marco de la lucha contra las drogas en las zonas rurales. Esto, por el hecho de que los narcotraficantes significan un impacto “profundamente negativo en el medio ambiente de Colombia y la región amazónica”.
Con todo, Archila señaló que, “el renovado entusiasmo de los Estados Unidos de fortalecer el desarrollo rural integral, de llegar con carreteras, educación, salud, de seguir apoyándonos en la política de tierras, en la formalización de los títulos, el catastro multipropósito y demás, es una muy buena noticia”.
*Publicado en Infobae
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