Una negociación de paz con sabor a sancocho

Jugándose una de sus más importantes cartas para certificar su slogan como gobierno del cambio, Gustavo Petro conformó por parte del Gobierno para negociar con el Eln, una delegación plural, multiforme, dispar en ideología y visión de país, en la cual comparten políticos, militares activos, terratenientes, religiosos, dirigentes sociales, exguerrilleros.

Al decir de Jaime Bateman, el más importante, imaginativo e irreverente de los fundadores del M-19, para alcanzar la paz en Colombia se trata de poner a cocinar un sancocho, y de ello parece que no se olvidó el actual Presidente colombiano, como tampoco Otty Patiño, excomandante M, jefe de la Comisión negociadora oficial.

En la cocción de ese plato, para que su degustación esté a la altura del paladar de necesidades y expectativas de todos los sectores de la sociedad colombiana, y en ella del Ejército de Liberación Nacional, estarán a prueba las más altas calidades de cocineras y cocineros.

Primero que todo, tendrán que saber escoger las verduras que llevarán a la olla, en un intercambio de agendas que le proyectará etapas, tiempos, debates a dar en pleno y en comisiones.

Algunos apurarán por escoger en la Plaza Colombia los plátanos, la papa, la carne, y los otros ingredientes de esa sopa tan criolla. Y allí aparecerán discrepancias pues enfatizarán algunos que solo con plátano verde, otros reclamarán también el maduro, exigiendo sazones no tan fuertes, pues eso afecta sus negocios. Cambiar el formato del sancocho tradicional vendrá de boca de los insurgentes, no hay duda, que exigirán que la pimienta no falte, que la sal esté en punto, pues si es poca quedará insípido.

Y allí las discrepancias no cesarán. Unos llevarán su cuchara a la olla para comprobar una vez y otra la sazón, otros para comprobar que las verduras sí estén a su gusto; no faltará quien pinche con un tenedor la carne y la saque a un plato para cortar un pedazo y comprobar si está dura o blanda. Y como cosa rara, al comprobar que esta ablandando mucho, reclamarán porque de seguir la olla aguantando fuego terminará por desmecharse, “… y tampoco es bueno que mi parte se desintegre para todos”.

Una mesa y una cocción compleja de una sopa tan especial, en medio de la fiesta de quienes esperan a lo largo y ancho del país degustarla, para comprobar si de verdad el país va a cambiar, si el conflicto armado y guerrillero que ha marcado por lo menos las últimas décadas su vida nacional ciertamente llegará a su final y conlleva como prueba para no encenderse de nuevo, un tizón sin chispas, adosado en su entorno con reformas que sellen a plenitud las más queridas reformas demandadas por la insurgencia, sin por ello arrinconar a terratenientes, industriales, comerciantes, militares. ¡Una verdadera obra de arte! ¡Un plato para todos los gustos! En verdad, algo pocas veces visto, en Colombia y en el mundo.

Para llegar a tal punto de satisfacción, como entremeses, en la recién aprobada prolongación y reforma de la otrora Ley de Orden Público (No. 418/1997), rebautizada como Ley de Paz Total (No. 2272), el Gobierno dispuso que en las negociaciones por llevar a cabo con los alzados en armas podrían aprobarse acuerdos parciales. Una determinación pensada y aprobada con claro mensaje para los insurgentes hoy sentados en la mesa de negociación, quienes encontrarán en esta opción un mecanismo para saborear logros parciales y comprobar que en efecto en determinadas regiones del país, o en su totalidad, las gentes de a pie, todos aquellos sectores identificados por ellos como excluidos y negados, en verdad se benefician de manera directa de cambios en los renglones por ellos exigidos. Un espacio, un tiempo, un ir y ver, un comprobar en la olla sin temores, que el sancocho sí está llegando al punto necesario y deseado por los más variados paladares.

Un tiempo para comprobar con sus bases, y más allá de ellas, con el país en diálogo nacional, como tantas veces lo han reclamado, que Colombia va cambiando y que en esta ocasión se respetará lo firmado.

Un tiempo, por tanto, que brindará ánimo para mantener encendido el fuego, y facilitar que esta sopa alcance la cocción perfecta, para ellos y para todo el país, incluidos sus enemigos, que entonces ya dejarán de serlo.

Al final del actual periodo presidencial, ¿podrá el chef Petro, con sus ayudantes de más confianza, saborear a plenitud los frutos de su rememorado sancocho nacional?

Información adicional

Gobierno-Eln
Autor/a: Periódico desdeabajo
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

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