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A pesar de la presión, la frontera sigue cerrada

A pesar de la presión, la frontera sigue cerrada

Frustración y deseo de confrontación se viven en la frontera, del lado colombiano, donde han quedado grupos de choque que durante el domingo y ayer intentaron pasar del lado venezolano. Se trata de un equilibrio inestable.

Desde la frontera con Colombia

Se vive desilusión en filas opositoras. Esperaban que el Grupo de Lima reunido ayer en Bogotá se pronunciara a favor de una declaración internacional contra Venezuela. La expectativa estaba puesta en los discursos de Mike Pence, vicepresidente norteamericano, e Iván Duque, presidente de Colombia. La frase no apareció, la reunión se vivió como un partido, como en la base del puente Santander, en la frontera del lado colombiano, donde se vieron imágenes de vecinos reunidos junto a la policía para escuchar las intervenciones.

Se podía anticipar que no darían ese paso. Tres declaraciones previas habían puesto freno y evidenciado una falta, todavía, de acuerdo. La primera fue del canciller chileno, Roberto Ampuero, quien afirmó que Chile no estaba “disponible para apoyar alternativas que no sea pacíficas”. La segunda fue de José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch, quien afirmó que se “debería descartar completamente la opción militar en Venezuela”, y la tercera declaración fue dada por Federica Mogherini, alta representante de política exterior de la Unión Europea, quien afirmó que se “necesita una salida pacífica, política y democrática, lo cual, evidentemente excluye el uso de la fuerza”.

Haber planteado la opción habría significado una posición norteamericana y colombiana sin acuerdo, con una tensión dentro del Grupo de Lima, el espacio creado únicamente para aislar, y bloquear a Venezuela, es decir el primer anillo diplomático continental, ya golpeado por la postura del gobierno de México que se desmarcó de la política del Grupo.

El resultado final fue entonces una ampliación del repertorio de acciones contra Venezuela, con más sanciones a funcionarios del gobierno –cuatro gobernadores– llamado a acrecentar los ataques sobre la economía, aprobar 56 millones de dólares por parte de Estados Unidos para apoyo/negocio, entre otros puntos. Juan Guaidó, quien estuvo en la reunión, mantuvo su línea actual que ya deja planteado la opción de la intervención, aunque sin afirmarlo: “Es momento de escalar la preocupación y considerar los niveles más altos de presión y acción”.

La postura de Guaidó es la que comparte su base social: la promesa de la salida rápida, con una intervención militar que propagandan como veloz, quirúrgica, indolora, a la que imaginan podrán seguir por redes sociales, darle likes y retuits desde los departamentos. Es parte de la imagen que han creado, la poetización de la guerra vía videojuegos y campañas comunicacionales. Algunos, menos propensos a pensarla de tal manera, aceptan el necesario sufrimiento colectivo que traería, una suerte de cruce del desierto necesario.

Esa frustración y deseo de confrontación se vive en la frontera, del lado colombiano, donde han quedado grupos de choque que durante el domingo y ayer intentaron pasar del lado venezolano, es decir cruzando el casi río. Aproximadamente cien en los puentes Simón Bolívar y Santander, encapuchados, con logística para comer, armar bombas molotov, amparados por la policía colombiana, conducidos por dirigentes muchas veces colombianos.

Las imágenes son nítidas: grupos en primera línea buscando ingresar por la fuerza a territorio venezolano, detrás, como retaguardia, la policía. ¿Qué sucedería en otro país del continente, en Estados Unidos o Europa en esta situación? En estos casos, ya se sabe la violencia con la cual reaccionan las policías.

La situación es aún más grave del lado colombiano por dos razones. En primer lugar, porque los grupos de choque reciben dinero y porque muchos venezolanos traídos para el día 23 no han podido regresar y han quedado a merced de nadie en las calles. Se trata de jóvenes de sectores populares, con un marcado corte de clase: quienes confrontan son jóvenes de barrio, quienes conducen son de clases medias y altas. Se nota en las pieles, las palabras, la ropa, los lugares donde cada uno pasa la noche.

En segundo lugar, porque Cúcuta es una de las ciudades más humildes de Colombia, con 34% de pobreza, dentro de una provincia, Norte de Santander, donde dos municipios alcanzan 92% de pobreza. Junto a eso operan dentro de la provincia grupos paramilitares, como los Rastrojos y el Clan del Golfo, carteles de droga, como el de Sinaloa y el de Tijuana, y mafias de contrabando. Se trata de un cuadro complejo, golpeado, violento, con complicidades entre estos grupos e instituciones del Estado colombiano.

Es entonces cínica la acusación al gobierno venezolano de tener “complacencia con grupos irregulares, redes de narcotráfico y crimen organizado”, como afirmó Guaidó. Es la inversión de las partes, los roles, las responsabilidades, una forma medular de presentar el conflicto, el gobierno, la situación. La mentira comunicacional, diplomática, política, ha sido y es uno de los componentes centrales en el asalto para derrocar a Maduro. El problema se encuentra en la distancia entre las narrativas virtuales-diplomáticas y las situaciones como realmente existen.

Llegados a este punto, dentro del equilibrio inestable, se sabe de un nuevo paso y una especulación. Lo primero es que Estados Unidos convocó una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para hoy. ¿Qué buscarán de ese espacio? ¿Tienen una nueva carta que les permita un resultado diferente a la que convocaron el pasado 26 de enero?
Lo segundo es que la matriz de deserción de militares venezolanos cumple con el objetivo de mostrar un quiebre que no existe, y puede preparar un falso positivo: ¿qué pasaría si disfrazan a paramilitares con esos uniformes y cometen un ataque contra civiles en Venezuela o un puesto de policía de lado colombiano? Pence repitió que defenderán a Colombia en caso de una agresión venezolana.

Por Marco Teruggi


 Bolsonaro sufrió un traspié con el envío de ayuda a Venezuela

La operación resultó un fiasco

Brasilia se plegó a una maniobra cuyos responsables cometieron un error de cálculo grosero al considerar que Maduro se desmoronaría como un castillo de naipes el “23 F”. El vicepresidente Mourao no apoya planes belicistas.

Por Dario Pignotti

Desde Brasilia

Jair Bolsonaro sufrió un traspié diplomático por adherir a la estrategia de Donald Trump de atacar a Nicolás Maduro con el ariete de la ayuda humanitaria enviada a Venezuela desde la ciudad fronteriza de Pacaraima, en la Amazonia brasileña. Pensado como un golpe capaz de causar la desbandada de generales y almirantes bolivarianos, la operación del sábado fue un fiasco: sólo siete militares de bajo rango solicitaron refugio en Brasil. Un logro insignificante para el gigante latinoamericano cuyo vicepresidente, general Hamilton Mourao participó ayer, junto al canciller Ernesto Araújo, en la cumbre del Grupo de Lima realizada en Colombia.

El tono de las declaraciones pronunciadas por el general, citando el principio de no intervención en asuntos internos de otros países, está lejos de las realizadas por el presidente hace un mes y medio cuando sugirió participar en un plan “bélico” contra Caracas el cual contemplaba autorizar la instalación de bases norteamericanas.

En el discurso algo contenido del vicepresidente Mourao se adivina la posición del generalato brasileño que pretende diferenciarse de la intrepidez verbal del mandatario y sus hijos.
Paréntesis: Eduardo Bolsonaro, uno de los influyentes miembros del clan familiar, dijo en Estados Unidos que “el fin de Maduro (..) y su narcodictadura (..) está cerca”.

Desde Bogotá Mourao, en su discurso ante el Grupo de Lima y declaraciones a la prensa, no dejó dudas de que quiere diferenciarse de los Bolsonaro.

En entrevista al canal Globo News descartó toda “hipótesis” de la instalación de una base norteamericana en la frontera con Venezuela.

Claro que este juego de estilos puede ser sólo una jugada retórica en la que el vice simula oponerse al mandatario para que el régimen contenga dentro de sí al oficialismo y la pseudo oposición.

Tan cierto como lo anterior es que cuando se trata de juegos de guerra y de movimientos geopolíticos la realidad no se puede ocultar tan fácilmente.

Y el fracaso del sábado es un lastre que pesa por igual a toda la primera plana del poder, desde el Palacio del Planalto al Ministerio de Defensa.

Ocurre que Brasilia se plegó a una maniobra cuyos responsables cometieron un error de cálculo grosero al considerar que Maduro se desmoronaría como un castillo de naipes en el reciente “23 F”.

Una evaluación fallida que se hizo más evidente para la opinión pública por culpa –o gracias– a la propaganda desplegada el fin de semana.

En el momento más desbocado del operativo publicitario del sábado –cuando el Puma Rodríguez y Miguel Bossé le cantaban a la libertad en Cúcuta–, el opositor Juan Guaidó llegó a festejar en las redes sociales que un cargamento con alimentos brasileños había atravesado los controles de la aduana venezolana e ingresado al estado de Bolívar. Aquella noticia falsa fue asumida como propia por el gobierno brasileño y festejada por la prensa verdeamarilla insuflada de un espíritu de cruzada patriótica que se desmoronaría horas más tarde cuando llegó la información de que las dos camionetas no pudieron pasar el cordón de la Guardia Nacional Bolivariana establecido a pocos kilómetros de la ciudad venezolana Santa Elena de Guairén.

Hueco geopolítico

Pacaraima se encuentra a más de 2500 kilómetros en línea recta desde Brasilia, que aumentan a 4400 si el traslado se realiza por carreteras y algunos caminos que se vuelven intransitables en la temporada de lluvia amazónica.

Para Bolsonaro sería conveniente que la agenda nacional sea contaminada con relatos de una eventual conflagración en los confines de su país, con lo cual se disiparían los escándalos que mancharon al gobierno.

Ocurre que embarcarse en una aventura belicista entraña riesgos verdaderos.

El sábado quedó demostrado que el ingreso de ayuda humanitaria desde Pacaraima al sur venezolano no era sencillo y que el norte brasileño presenta vulnerabilidades.
Puntos flacos de los que hablaron las autoridades del estado de Roraima donde se encuentra la mayor parte de la frontera de 2199 kilómetros con Venezuela. El gobernador de esa provincia, Antonio Denarium, declaró que si la tensión con Maduro se agrava puede haber un apagón por tiempo indefinido ya que más de la mitad de la energía proviene de la represa hidroeléctrica venezolana Gurí.

Teresa Surita, la intendenta de Boa Vista capital de Roraima, afirmó ayer que los hospitales están al borde del “colapso” porque no tienen capacidad para recibir más refugiados venezolanos y el mismo cuadro de saturación presentan la salud y seguridad públicas. Sin olvidar que las cárceles más importantes de Roraima están controladas por la banda Primer Comando de la Capital, que hace poco más de un año desató una cadena de motines con decenas de muertos en varias capitales amazónicas.
Los problemas estructurales de la provincia de Roraima se suman a su poca población, menos de 600 mil habitantes. La baja densidad demográfica es una amenaza para toda la Amazonia brasileña que con sus más de 4 millones de kilómetros cuadrados tiene menos de 25 millones de habitantes.

Los especialistas en estrategia militar coinciden al señalar los vacíos geopolíticos que presenta la Amazonia brasileña y la desventaja en materia de equipamiento que tienen sus fuerzas armadas frente a las venezolanas, dotadas de modernos cazabombarderos Sukoi y baterías antiaéreas, todo de fabricación rusa.

Dos militares que también son ministros del gabinete de Bolsonaro dijeron al sitio de noticias UOL que Brasil se vería perjudicado si la crisis venezolana escala a una fase militar. Hablando a condición de anonimato señalaron que si se desata una guerra su país quedaría muy en desventaja ante la capacidad bélica es irrelevante de su aliado Estados Unidos y sus potenciales enemigos Rusia y China.

Información adicional

El líder opositor venezolano Guaidó se reunió con el vice de Trump y los cancilleres del Grupo de Lima
Autor/a: Marco Teruggi
País: Venezuela
Región: Suramérica
Fuente: Página12

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