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Del horror al desastre

Del horror al desastre

Cuando, en julio de este año, EIU dio a conocer su pronóstico de la industria automotriz estadunidense, describió como “horrible” la perspectiva a corto plazo de la industria. Ahora propone utilizar el término “desastroso”. Desde esa fecha, su previsión para 2008 respecto a registros de vehículos nuevos de pasajeros en EU (camionetas ligeras incluidas) ha descendido a sólo 14.3 millones de unidades, lo que representaría una disminución de 11% respecto de 16.1 millones de unidades en 2007. EIU sugiere que el mercado caerá 11.5% más en 2009, a 12.7 millones de unidades, antes de comenzar a recuperarse lentamente.

Tres meses de caos

Esta proyección ha sido confirmada por lo que sucedió en el mercado durante el tercer trimestre de 2008, cuando las noticias empeoraban cada semana. En julio, los registros de nuevos vehículos ligeros estadunidenses descendieron a una tasa anual superior a 13%, a 1.14 millones de unidades, las más bajas en más de 16 años. En agosto, la caída anual empeoró a 15.5%, aunque hubo una lucecita de esperanza ante los precios de combustibles a la baja. Para septiembre, sin embargo, la caída anualizada se incrementó a casi 27%, y el mercado cayó a apenas 965 mil unidades, en concordancia con la pérdida de 350 mil ventas en un solo mes.

La situación era tal, que George Pipas, analista de ventas de Ford, describió los últimos 10 días de venta de septiembre como “el equivalente a un desastre natural”. Los registros totales de vehículos ligeros estadunidenses de enero a septiembre de 2008 ascendieron a apenas 10.77 millones de unidades, casi 13% menos (1.6 millones menos aproximadamente) que los registrados durante los nueve primeros meses de 2007.

Mientras la crisis subprime se convertía en una verdadera crisis global financiera, la confianza del consumidor estadunidense se desplomaba y arrastraba al mercado automotriz. La baja confianza del consumidor ha dañado la economía estadunidense desde 2007, lo que se combina con otros factores, como altos precios récord de combustible y un mercado inmobiliario que se deteriora con rapidez.

Además, la industria automotriz estadunidense ha tenido que enfrentar su propia minicrisis crediticia, ya que la caída de los valores residuales ha paralizado la industria del arrendamiento. Por esta razón, empresas como GM, Ford y Chrysler han suspendido arrendamientos en los meses recientes, dejando a muchos consumidores sin acceso a crédito para autos. Y como el mercado estadunidense depende del arrendamiento, la desaparición de esta opción podría cancelar cientos de miles de compras de coches nuevos este año y el próximo. A principios de éste, los compradores subprime de vehículos nuevos eran candidatos ideales para arrendamientos; ahora casi todas las financieras han dado la espalda a los consumidores con mal historial crediticio.

Nadie está a salvo

Ninguna de las grandes corporaciones automotrices ha escapado del caos. Las Tres Grandes de Detroit, famosas por especializarse en camionetas y pick-ups, han sido las más afectadas en lo que va de año, ante una baja de la confianza de los consumidores que se aúna al efecto de los altos precios del combustible. La ventas de General Motors y Ford se redujeron 18% y 18.5%, respectivamente, durante los nueve primeros meses. Chrysler ha caído durante un trimestre completo, en comparación con 2007.

Para las marcas asiáticas la situación ha sido variada. La principal marca japonesa es la que más ha sufrido: las ventas de nueve meses del grupo Toyota han caído 10.5% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Sus compatriotas Honda y Nissan y la sudcoreana Hyundai han tenido la suerte de constreñir su pérdida de ventas a menos de 5% durante el mismo periodo, lo que ha elevado, hasta hora, su participación en el mercado estadunidense durante 2008.

A partir de enero de 2008 se dio en EU un cambio sin precedente en las tendencias de compras, cuando los precios de los combustibles impulsaron a los compradores a preferir los coches y olvidarse de las camionetas. Esto provocó enormes desequilibrios de inventarios; los fabricantes de automóviles no pudieron colocar suficientes vehículos de pasajeros en las agencias distribuidoras y se quedaron con decenas de miles de pick-ups y camionetas en sus lotes. De manera más reciente, los distribuidores han tenido que enfrentar otro problema: la clientela que se aleja totalmente de los distribuidores porque no desea comprar ni camionetas ni automóviles pequeños nuevos.

La información a septiembre sugiere que la tendencia se vuelve a equilibrar, esta vez hacia las camionetas, a medida que los precios de combustibles han comenzado a bajar de nuevo. Eso es, al menos, lo que GM sostuvo cuando convocó a los analistas a examinar el mercado de septiembre, destacando que sus ventas de camionetas ligeras durante el tercer trimestre se elevaron 23% respecto del trimestre anterior.

Fábrica de rumores

La caída de las ventas a septiembre, que fueron las peores desde 1989, ha ocasionado enorme especulación sobre lo que podría suceder en el principal mercado de vehículos nuevos del mundo.
Sin embargo, el rumor más increíble es que General Motors podría terminar fusionándose con alguno de sus rivales de Detroit, más pequeños: Ford o Chrysler. Aunque GM, como se sabe, ha sostenido negociaciones con ambas empresas, las conversaciones con Chrysler parecen más avanzadas.

Los rumores preocupan a los analistas, incluidos los de EIU. Es dudoso que pueda lograrse un ahorro sustancial de costos con una fusión así, la cual elevaría además el riesgo de despidos masivos. Si la restructuración se apresurara, podría conducir a mayores disputas con los sindicatos, que ya hablan de la enorme pérdida de empleos que significaría la fusión.

Por otra parte, los problemas que GM y Chrysler comparten en la actualidad, entre ellos la excesiva capacidad de fabricación, demasiados distribuidores en EU y una cartera de productos muy sesgada hacia las camionetas, no se resolverían con la fusión; más bien se complicarían.

Sin embargo, aunque no se realizara la fusión, la industria atraviesa una época difícil y caótica. Si el pronóstico de EIU es acertado, dejarían de venderse 3.4 millones de vehículos ligeros en el mercado estadunidense entre finales de 2007 y finales de 2009. Incluso si, como se ha previsto, 2010 fuese el punto de inflexión, la recuperación será lenta: en 2012 las ventas aún estarán por debajo de 14.5 millones.

En lo que la industria entiende esto, las cosas han llegado más allá del punto de “autoincentivación” para salir de la crisis. La única manera de enfrentar una caída en las ventas de esta magnitud es a la manera antigua: reducir drásticamente la producción.

Fuente: EIU
Traducción de textos: Jorge Anaya

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