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Educación o infección de la mente

Todos ustedes, niños muertos, fueron engañados, porque vuestra muerte no ha conseguido nada y el mundo continúa viviendo como si vuestra sangre nunca hubiera sido derramada. Porque los líderes del mundo continúan jugando sus juegos asesinos, usándolos a Uds. como dados y a nuestro dolor como combustible para sus máquinas asesinas. Porque los niños son entidades abstractas para los generales y el dolor es un arma política. Viviendo en ambas partes, la de la víctima y la del asesino, yo me pregunto, una y otra vez , cuales son las razones por las cuales buenos chicos israelíes se han transformado en monstruos asesinos, cual es la razón por la cual están sus mentes tan infectadas como para matar, torturar y humillar a otros chicos, a sus padres y a sus abuelos, y para sacrificar sus propias vidas por nada que no sea la locura y la megalomanía de sus líderes. En el llamado mundo occidental ilustrado todos creen tener buenas razones cuando culpan al Islam por las bombas suicidas y el terror. ¿Pero quién acusaría jamás al judaísmo de asesinato? Y sin embargo, chicos judíos ultra ortodoxos, que nunca abandonaron Brooklyn, saben que matar árabes es una ‘mitzvá’ (mandamiento sagrado), porque ellos son ‘vilde jaies’ (bestias salvajes). Y chicos israelíes realmente cometen masacres y torturas. Ni el judaísmo ni el islam ni ninguna otra religión son la causa del asesinato y del terror. Sí lo es la educación racista. Sí lo es el imperialismo norteamericano , y también lo es el despiadado régimen israelí de ocupación . Las mujeres y los niños que más sufren la violencia occidental actualmente son las musulmanas, pero el racismo hace su propio camino y la culpa de sus sufrimientos se la atribuye a su identidad musulmana.

El mundo occidental está infectado por su temor al Islam y a la maternidad islámica. La Gran Francia de la libertad, la igualdad y la fraternidad está aterrorizada por niñas pequeñas con la cabeza cubierta por un pañuelo, los judíos israelíes en públicos discursos y en libros escolares se refieren a los ciudadanos árabes de Israel como la amenaza demográfica árabe y el peligro que ello entraña dentro del propio Israel. En cuanto a los refugiados palestinos que viven bajo la ocupación ,se los define en los libros escolares israelíes como “un problema a resolver”. No hace mucho tiempo, los judíos eran un problema que debía ser resuelto.

Y todo esto ocurre a pesar de que los que están destruyendo hoy el mundo no son los musulmanes. Los que están usando las más sofisticadas armas de destrucción para matar miles de inocentes civiles no son los musulmanes. Son cristianos, y judíos. Sin embargo, gente que pertenece a la cultura judeocristiana, que apoya los crímenes de los ingleses, norteamericanos e israelíes contra la humanidad y especialmente contra los musulmanes en todo el mundo, gente que manda a sus hijos a pelear en estas despiadadas e inútiles guerras en nombre de la democracia y la libertad, que no son más que las palabras empleadas para ocultar la codicia y la megalomanía, se atreven a llamarse a sí mismos iluminados y culpan de todo a un supuesto choque de civilizaciones. ¿Qué solución les promete este mundo afectado por el miedo a los palestinos, a los iraquíes, a los afganos, pueblos arrasados, abusados, torturados y hambreados por los crímenes y los saqueos occidentales? Lo único que este mundo ilustrado les ofrece es: Sean como nosotros. Establezcan una democracia como las nuestras, abracen nuestros valores, que los desprecian a Uds., que los consideran a Uds. como una población inferior y primitiva que debe ser re educada o borrada del mapa.

Esta, damas y caballeros, es la actitud que les permite a los soldados norteamericanos violar, torturar y matar a miles de hombres, mujeres y niños musulmanes, que permite a los soldados israelíes ordenar a las mujeres palestinas desnudarse delante de sus hijos por razones de seguridad, a los carceleros mantener a los prisioneros en condiciones infrahumanas, sin los cuidados higiénicos básicos, sin agua ni colchones limpios, y separar a las mujeres de sus pequeños a los que aún amamantan , bloquearles su camino a la educación, confiscarles sus tierras, destruir sus fuentes de agua, arrancarles sus árboles e impedirles llegar a sus campos para trabajarlos. Es la actitud que permite a los pilotos israelíes arrojar cientos de bombas de una tonelada por día en la zona más densamente poblada del mundo, Gaza. Esta actitud es la que permite a Israel dictar y llevar a la práctica leyes racistas que separaran a madres y padres de sus hijos.

Palestinas, iraquíes y afganas son madres como yo. Y cuando pierden un hijo, aunque sea uno de doce , su sufrimiento es igual al mío. Pero además de perder a sus hijos, pierden también sus hogares y su medios de vida y su futuro, porque el mundo no escucha sus sufrimientos y tampoco castiga a sus asesinos. Su honor de mujeres y de madres es destruido. Su identidad es destruida y su lamento no es escuchado, su fe y sus costumbres, sus centenarias formas de vida no son respetadas y son despreciadas.

Es probable que ni los norteamericanos, ni tampoco los soldados israelíes que realmente perpetran las masacres de ‘árabes’ palestinos o libaneses, hayan visto nunca un rostro humano árabe hasta que son alistados en el ejército, pero aprenden durante doce largos años, que ese pueblo es primitivo, cría hijos con el objetivo de mandarlos a las calles a tirar piedras a nuestros soldados portadores de paz, no están educados porque no reciben nuestra educación, son encubridores, y sucios, porque tienen diferentes ideas sobre la cortesía, se visten de manera diferente y cubren sus cabezas con diferentes trozos de tela. Bien, en mi experiencia hay muchas más ‘kefies’-el pañuelo que cubre la cabeza de los musulmanes (nota del t.)- en el campo de los amantes de la paz que ‘kippas’ -solideo judío-. Se priva a los niños israelíes de conocer a sus vecinos más inmediatos, su historia y su cultura y sus valores. Los chicos israelíes son educados para ver a sus vecinos como un elemento indeseable. Esto no es educar, es infectar la mente.

El científico Richard Dawkins fue el primero en hablar sobre virus en la mente. Los niños, debido a que su mente es crédula y abierta a casi cualquier sugestión, no son inmunes a las infecciones mentales de toda clase de propagandas y modas. Son fácilmente persuadidos a perforarse o tatuarse, a darse vuelta los gorros y a dejar su vientre al descubierto, a creer en ángeles y en hadas. Es fácil conseguir que adquieran determinadas creencias políticas y que adopten mapas mentales que luego influirán sobre sus decisiones en cuestiones como los futuros límites geográficos para el Estado y la necesidad de la guerra. Todos nuestros niños tienen las mentes infectadas desde temprana edad. Tanto que cuando llegan a la edad de convertirse en soldados realmente, ellos ya han aprendido a ser buenos soldados, lo que significa que sus mentes están totalmente infectadas y son incapaces de cuestionar la ‘verdad’ que les fue inculcada. Esta es una de las explicaciones que uno se puede dar sobre los terribles actos que son cometidos hoy por buenos muchachos israelíes, a quienes se caracteriza una y otra vez como miembros de un ‘pueblo con valores’. Por lo tanto este es el momento de preguntar, ¿cuáles son estos valores? Las próximas líneas son parte de una introducción de Tal Sela, uno de mis estudiantes universitarios en un trabajo que incluía el análisis de un texto de historia:

“El día 5 de septiembre de 1997, me encontraba en el Líbano, en una misión de rescate. Todos mis amigos estaban en la batalla, 12 soldados murieron. Los días siguientes yo estaba feliz: .”Estoy vivo, sobreviví”, me decía a mí mismo. A pesar de esto, un año más tarde me encontraba en una depresión profunda. Triste y malhumorado. Decidí consultar a un psicoanalista. Después de unas pocas sesiones, estuve capacitado para remontar mis fuerzas nuevamente, tanto físicas como morales. Pude reorganizar mis pensamientos. Entonces comprendí que la crisis mental que tuve fue de hecho una crisis moral, una crisis de conciencia. Lo que en realidad sentía era frustración, vergüenza y enojo. Cómo pude ser tan influenciado y permitir que me embaucaran así. ¿Cómo se puede explicar que un hombre de paz se exponga a una experiencia tan morbosa voluntariamente? Hoy, como lo hago cada dos semanas, conduzco a activistas por la paz a los puntos militares de control del ejército israelí en los territorios palestinos ocupados. Vi como un oficial esposaba a un chofer de taxi que no obedeció la orden de un soldado de estacionar su vehículo “allí y no allá”. “Se lo dijimos mil veces”, decía el soldado. El hombre estaba tendido en el piso en el momento más caluroso del verano, sediento, durante interminables horas. Su amigo era más afortunado: debía estar de pie, en una celda, sin esposas. ¿Qué mueve a estos jóvenes israelíes a ocupar el lugar de jueces supremos hasta perder todo juicio de valor?. En mi opinión es la Gran Narrativa Sionista que funciona como una conciencia colectiva de toda la sociedad israelí, tanto explícita como implícitamente. Esta gran narrativa es el sistema de valores que nos hace pertenecer a este colectivo en particular”.

Este es el sistema que dicta nuestras relaciones con los palestinos. ¿De qué otra manera se puede uno explicar que gente joven que fue educada para amar a su prójimo como se ama así mismo mate a su prójimo, destruya sus instituciones educativas, sus bibliotecas y sus hospitales, por ninguna razón aparente sino por ser su vecino (prójimo)? La única explicación posible es que su mente está infectada por sus progenitores, sus maestros y dirigentes, que los convencen de que el otro no es tan humano como lo somos nosotros, por lo tanto matarlo no es verdaderamente matar; esa acción tiene otras formas de ser legitimada, se la llama “limpieza”, “purificación”, “castigo”, “operación”, “misión”, “campaña” y “guerra”. Aunque yo hablo sobre muchachos israelíes, no se trata exclusivamente de un asunto israelí porque, como Uds. saben, la epidemia es mundial. Mi sobrino, Doroni, de 7 años, que vive en los Estados Unidos, vino a visitarnos en la fiesta de Hallowen y dijo que quería ser soldado, y luego ir a Irak y salvar a América. ¿Cuántos jóvenes americanos, ignorantes como él de lo absurdo de esta declaración, de hecho fueron a Irak y murieron allí sin saber el por qué, pero con las palabras “salvar a América” en sus labios? La cuestión es saber cómo estos falsos valores fueron implantados en sus mentes y cómo se los puede borrar.

La mente humana, dice Dawkins, tiene dos grandes enfermedades: el impulso de llevar la venganza a través de generaciones y la tendencia a etiquetar grupos humanos en vez de verlos como individuos. Todos sufrimos por las etiquetas, pero solamente aquellos de nosotros que murieron por ser señalados como diferentes a causa de las etiquetas se han dado cuenta de cómo se debe luchar para rechazar esos etiquetamientos. La forma de derrotar falsos valores es de exponerlos a la luz. Los virus de la mente son sólo parcialmente debilitados por gente joven como Tal y otros israelíes que se niegan a ir al ejército como por ejemplo los ‘Combatientes por la Paz’. Pero la mayoría de nuestros chicos con las mentes infectadas no estarán liberados de estos virus hasta que encuentren su descanso final en el siempre creciente reino subterráneo de los niños muertos. Solamente allí se darán cuenta de que no importa si sus cabezas estaban cubiertas o no en una sinagoga, en una mezquita o en una iglesia, si fueron circuncidados o no, si pronunciaron palabras prohibidas, si comieron cerdo ó vaca o si tomaron chocolate caliente después de su pizza de salame, justo antes de explotar a causa de una bomba lanzada por alguien que no hacía ninguna de estas cosas . Madres israelíes, americanas inglesas o italianas crían a sus hijos con todo el amor y cuidado con el fin de sacrificarlos al dios de la muerte, como si su útero fuera un bien nacional o internacional y los padres presionan a sus hijos para que se alisten en ejércitos cuyos objetivos nada tienen que ver con la defensa. Y cuando estos niños mueren por los intereses de otro, sus padres lo soportan con dignidad y orgullo, como se les enseñó, ponen las fotografías de sus hijos muertos sobre una repisa de la chimenea y dicen suspirando: “Estaba tan apuesto con su uniforme”. Es hora de decir a esos padres que nadie es apuesto vestido con el uniformes de la brutalidad. Es hora de decirles que uniformes y grados y medallas se han vuelto feos. Debemos decirle que su dignidad y orgullo han estado mal colocados. Es el momento de decir al pueblo judío que la única manera de desalentar el antisemitismo es condenar al único gobierno del mundo que deliberadamente envía jóvenes judíos, chicas y muchachos, a una muerte segura, y que persigue hasta el punto del genocidio a toda una nación semita; es el momento de explicarles que es el gobierno judío y las acciones de su ejército, no un odio primordial hacia la raza judía, las razones de la invención de un nuevo signo que vemos a menudo en las demostraciones pro-palestinas, donde la estrella de David está equiparada a una svástica.

Es una terriblemente pesada tarea para gente que fue educada en Israel, o en estados Unidos o en algún otro país ‘occidental’ y ‘democrático’, admitir que crecimos con falsos valores racistas, con heterofobia, con temor al diferente. La único que puede intensificar semejante cambio espiritual es la constante imagen de los pequeños cuerpos mutilados de las víctimas de esos valores. Mañana será Iom Kipur, el día más sagrado para los judíos. En este día se invita al pueblo a pedir perdón. No a perdonar sino a tratar de ser perdonados. Quisiera citar una estrofa de un poema escrito por el difunto Hanoh Levin, uno de los mayores escritores israelíes, en los 70′:

Querido padre, cuando estés parado sobre mi tumba Anciano y cansado y muy solo, Y veas cómo me entierran en la tierra Pídeme que te perdone, Padre mío.

Todos debemos pedir a nuestros hijos que nos perdonen, por no haber estado más alertas, por no haber peleado lo suficientemente duro para cumplir con nuestra promesa de un mundo mejor, por no haber rechazado los malignos virus antes y por haberlos dejado ser víctimas de esta horrible infección mental, de la que todos padecemos; debemos mirar sus inocentes, sorprendidas, desilusionadas caritas y preguntarnos: ¿Por qué esa línea de sangre desgarra el pétalo de sus mejillas?

 

La Dra. Nurit Elhanan-Peled es profesora en Educación del Lenguaje en la Universidad Hebrea de Jerusalem. En septiembre de 1997, Smadar, su hija, murió a consecuencia de un ataque suicida palestino. Ella y su familia son miembros de Familias en Duelo Israelíes y Palestinas por la Paz. Este discurso fue pronunciado en la Universidad de Connecticut, New London, 27 de septiembre de 2006.

Traducción al castellano de Julia Majlin con revisión de Marta Seghezzo

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