El extraño inquilino se va de Manta, Ecuador

Testimonios de la Audiencia Pública:
“Los radares no me devuelven a mi esposo”

 En una casa de caña guadua, en las afueras de Manta,  donde no existen edificios enormes, ni sucursales de bancos internacionales, tampoco restaurantes de lujo y se percibe el aliento de la boca abierta de una fábrica empacadora de pescado; en este sitio fue donde  mujeres, ancianos, jóvenes, todos pescadores, se reunieron para expresar su rechazo a la base militar estadounidense, en la Audiencia Pública que la Comisión de Asuntos Internacionales de la Asamblea Nacional instaló.

 A pesar del pequeño espacio estaban todas y todos reunidos, no era para menos, era la primera vez que representantes del Estado los visitaban sin ser época de campaña electoral. Así, la Comisión Especializada de Relaciones Internacionales y Seguridad Pública de la Asamblea Nacional, como si fuera una sesión normal,  tomó el quórum y abrió la Audiencia.

El primero en tomar la palabra fue Milton Ayala Castro, Vicepresidente de la Asociación de Pescadores Autónomos Artesanales de Manabí, Miramar, quien todavía no creía que una Comisión entera estuviera presente para escucharlos. Después, impulsada por una fortaleza notable, una mujer con manos curtidas, mirada que guarda tristeza, pero con una voz de retumbar de olas, tomó la palabra. Ella es María Urgilés, esposa de uno de los 18 pescadores desaparecidos el 15 de junio del 2003. Su esposo y 17 pescadores más, salieron de su casa como todas las semanas a pescar en el barco “Jorge IV”, pero nunca regresaron.

El Jorge IV desapareció en el 2003, en un periodo en el que se dieron el mayor número de interdicciones de barcos. Existen indicios de que fue embestido por alguna nave muy grande, pero no se puede determinar con veracidad los hechos. Las mujeres de los pescadores y sus hijos aducen que este barco fue embestido por una nave estadounidense, de ahí la demora en iniciar un proceso de búsqueda, pues hasta dos días después de la desaparición, aún la Capitanía del Puerto y el propietario del barco Jorge Corral aseguraban a los familiares que el barco estaba bien y que habían hablado con la tripulación. Al final los radares, los satélites y la tecnología de punta con la que cuentan los Militares Norteamericanos en la Base de Manta no  dieron respuesta sobre el barco y hasta el momento no existen rastros.

Los pescadores, las viudas y las madres piden que se investigue cuál es la información qué tiene la FOL sobre el hundimiento y desaparición del Barco y preguntan ¿Cómo pueden desaparecer 18 personas en el mar sin dejar huellas? ¿Cómo puede un Centro de Operaciones de Avanzada con toda la tecnología de punta no saber lo sucedido con un barco? En torno a este testimonio, los asambleístas decidieron extender esta investigación a la Capitanía de Puerto y a los propietarios del Jorge IV para saber si las comunicaciones existieron realmente o porqué no se dio paso a los operativos de búsqueda de manera oportuna. María quiere hacer un trato con el gobierno de Estados Unidos: que se lleve la FOL, los radares y aviones y le devuelvan a su esposo.

Mientras María hablaba, un anciano escuchaba conmovido el testimonio de María y en una hoja de papel arrugada como su piel, escribía con letra manuscrita: “Imperio Norteamericano… Ministra Larriva… Colombia Ataque Angostura… Soberanía ecuatoriana… pescadores nobles…” Eran palabras claves para recordar lo que diría cuando tomara la palabra. Él es el Capitán retirado Jacobo Jara, del Comité Patria Tierra Sagrada, tiene 90 años de edad y cuando tomó la palabra un silencio solemne ingresó en la casa de caña guadua: “Ya son 10 años, ¿qué hemos sacado, qué beneficio nos han dado los norteamericanos? Por la presencia de ello, hay un grande e inmenso perjuicio. En primer lugar, aquí porque están ellos no pueden aterrizar aviones norcoreanos, no pueden aterrizar aviones vietnamitas, de Irán, aquí no pueden aterrizar aviones que sean enemigos de ellos, pero que de nosotros no son enemigos, entonces ¿qué beneficios nos trae cuando ellos son los que escogen los amigos que pueden venir a nuestra patria a visitar o a hacer comercio?, solo lo que ellos les convenga, ese es un gran perjuicio”

Después el miedo a hablar se perdió, mujeres, madres, hijas tomaron la palabra, querían contar sobre su esposo, su padre, su hijo desaparecido, mientras los pescadores querían saber quién les reconocerá los daños a sus barcos, quién sacará su barco del fondo del mar, quién les devolverá la libertad de pescar en su mar, donde también pescaron sus padres y abuelos.

En la tarde, la Audiencia Pública se abrió en la Sala de Postgrados de la Universidad Laica Eloy Alfaro, donde más organizaciones y personas particulares acudieron al llamado de la Comisión de la Asamblea. Todos y todas querían hablar, parecía que esta vez, a diferencia de años atrás, el silencio no había sido invitado.

Poco a poco los testimonios comenzaron a evidenciarse, algunos mostraban su rechazo desde una visión política-ideológica, mientras que otros, aún con temor, contaban sus encuentros en el mar con militares extranjeros. Uno de ellos, fue el Capitán del Barco “Ochossi”, otro de los barcos afectados por la presencia de militares extranjeros, quien contó: “En el 2005 militares extranjeros nos abordaron, y un avión nos sobrevoló 8 horas, nos arrinconaron en un hueco, nos pusieron armas, nos hicieron tomar fotografías con nombre y apellido como narcotraficantes, al siguiente día recién nos dieron de comer, destruyeron nuestras lanchas, ingresaron material para perforaciones, al no encontrar nada, se fueron. Cuando le preguntamos que quién pagaba los daños, nos entregaron una hoja y nos dijeron que vayamos a la  embajada, nos dejaron a la deriva”.

Luego, siguieron los testimonios de más pescadores, de pequeños barcos, de grandes buques, jóvenes, mujeres, contando las violaciones a los derechos humanos, barcos abordados, controles exagerados, incluso torturas. Sólo una profesora, de una escuela para niños con capacidades especiales, contó la ayuda que recibió de la FOL norteamericana. En total se recibieron denuncias de: 14 barcos hundidos, 4 barcos dañados y sin posibilidades de reparación, 1 barco desaparecido, 125 migrantes sometidos a tratos inhumanos y degradantes, reñidos incluso con la moral, 2 personas detenidas y desaparecidas. Todos estos testimonios se presentaron con la documentación requerida, incluso con fotografías y evidenciaron una realidad ocultada durante 10 años por medios de comunicación, autoridades locales, en complicidad con las autoridades de turno.

Estos testimonios, que confirman que la FOL durante su estadía en Manta realizó otras acciones, fuera de las bases del convenio, tendrán que ser investigados con mayor profundidad a través de la auditoría que propone la Comisión de Asuntos Internacionales, que se espera de respuestas a Manta y al Ecuador, para que los culpables sean sancionados y las personas afectadas sean reparadas física, económica y moralmente.

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