No hay trato. Ni más opción para Grecia y para el resto de Europa que una nueva oleada de austeridad a pesar de los indignados de la plaza Syntagma en Atenas y de la de Neptuno en Madrid. La Unión Europea ha dado hoy a Grecia un ultimátum en toda regla tras dos días de maratonianas reuniones en las que se ha involucrado incluso el G-7 y que concluyeron con más amenazas que acuerdos. Toda la presión está ahora en Atenas. Si Grecia no aprueba los nuevos recortes que reclaman tanto la UE como el FMI no recibirá los 12.000 millones de euros necesarios para pasar el verano sin tener que cerrar la persiana. Sin el enésimo tijeretazo -al que se opone casi la mitad de la población, según las encuestas- tampoco habrá un segundo paquete de rescate, imprescindible ante la constatación de que el primero, aprobado en mayo de 2010, ha sido un sonoro fracaso. Grecia tiene dos semanas: el Eurogrupo celebrará una reunión extraordinaria el 3 de junio para dictar sentencia. En juego, según ha advertido hoy el FMI, está en evitar el contagio de los problemas al centro de la eurozona y, de ahí, a la recuperación internacional.
Grandes palabras como telón para una cumbre con exiguos resultados y apenas una conclusión: Grecia tiene la palabra. El drama encara sus capítulos finales. Y si Atenas quiere la ayuda de Europa, deberá capitular y aceptar sus condiciones, que se resumen en la receta habitual: más, más y más dosis de austeridad.
Por ANDREU MISSÉ / CLAUDI PÉREZ | Luxemburgo 20/06/2011
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