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El misterioso diplomático que puso en jaque a Temer

El misterioso diplomático que puso en jaque a Temer

La dimisión del ex ministro de Cultura Marcelo Calero ha provocado la mayor crisis política desde que Michel Temer asumió la presidencia de Brasil. Sus denuncias acerca de las presiones recibidas por el Ejecutivo para favorecer los intereses privados del secretario de Gobierno provocaron que la oposición presentara esta semana un pedido de impeachment contra el mandatario.

 

La llegada de Marcelo Calero a Brasilia fue una cadena de casualidades. En la capital pocos conocían a este político y diplomático carioca que en apenas diez días ha revolucionado el gobierno de Michel Temer. La primera casualidad fue la de aterrizar en un ministerio que ni siquiera iba a existir.
En mayo, cuando Dilma Rousseff fue apartada por primera vez del gobierno, Temer asumía la presidencia en funciones con un nuevo gabinete, y entre sus primeras medidas anunciaba el cierre del Ministerio de Cultura. Después de semanas de manifestaciones y de que cientos de brasileños ocuparan once secretarías de Cultura en diversas ciudades, el mandatario que estrenaba cargo decidió dar marcha atrás y matar dos pájaros de un tiro para limpiar su imagen: reabrir ese ministerio y ofrecérselo a una mujer, otra de las críticas que se le hacían.

Temer ofreció la cartera de Cultura a cinco mujeres. Todas la rechazaron. Desde actrices hasta intelectuales argumentaban no querer participar de un gobierno que había llegado al poder “de forma truculenta”. Después lo intentó con dos hombres y la negativa fue la misma. Hasta que dentro de su partido (Pmdb) alguien le habló del secretario municipal de Cultura de Rio de Janeiro, un joven diplomático “serio y correcto”, apadrinado por el entonces alcalde carioca Fernando Paes. Así llegaba Marcelo Calero a Brasilia, a punto de cumplir 34 años y con un gran cargo en el Planalto.

EL APARTAMENTO.

Hasta hace dos semanas el rostro de Calero no era familiar en los medios, salvo por algunos abucheos en actos públicos de un sector de la izquierda. Ni Temer ni la oposición esperaban lo que sucedería el 19 de noviembre, cuando acaparó la portada de Folha de São Paulo y del Jornal Nacional para explicar por qué había renunciado un día antes: “Me presionaron para favorecer intereses personales”, dijo en una entrevista en la que acusaba directamente al secretario de gobierno, Geddel Vieira Lima, mano derecha de Temer.

El ex ministro explicaba que nada más ocupar su despacho Geddel le había pedido que “acelerara” un permiso de obra que tenía que ser aprobado por el Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan), para construir un edificio de 30 plantas en el centro de Salvador de Bahía. A fines de octubre las presiones aumentaron y por primera vez Geddel le explicó a Calero que él era dueño de un apartamento en la última planta y que el Iphan sólo tenía intención de permitir construir 13 pisos: “¿Y qué hay de mi apartamento entonces? Nos costó 2,5 millones a mi mujer y a mí”, le recriminaba supuestamente el secretario de gobierno al entonces titular de Cultura.

“No sé si soy muy ingenuo, pero me parecía tan absurdo que un ministro me llamara para permitir que liberaran la construcción de un apartamento suyo”, comentó Calero. Las presiones comenzaron a preocuparle más cuando quien las ejerció fue el ministro de la Casa Civil, Eliseu Padilha.
Fue en una cena en el Palacio de la Alborada –en la que el propio Temer le pidió que resolviera el tema– que Calero decidió renunciar: “Me di cuenta de que había perjudicado a uno de los hombres fuertes del gobierno y no quería formar parte de ese compadreo”.

Las declaraciones del ex titular de Cultura cayeron mal dentro del gobierno. El presidente del Senado, Renan Calheiros, salió a defender a su amigo Geddel: “Todo ha sido una mala interpretación”, afirmó. Mientras el gabinete de Temer mandaba una nota para confirmar que Geddel seguiría en su puesto, los diputados aliados al Pmdb despachaban otra en la que manifestaban su “confianza incondicional” en el secretario.

Todo cambió cuando Folha de São Paulo dio a conocer a finales de la semana pasada que Calero había decidido presentar una declaración en la Policía Federal denunciando que Temer lo había “coaccionado” para encontrar “una salida” para el caso Geddel, diciéndole supuestamente que “la política” tenía “ese tipo de presiones”. Además de la denuncia, el ex ministro también entregó a la Policía unas grabaciones de conversaciones mantenidas con el presidente y con otros dos ministros en las que se confirmarían tales acusaciones.

LAS GRABACIONES.

La incertidumbre sobre el contenido de las grabaciones ha puesto durante estos días al equipo de Temer contra las cuerdas. El viernes 25 Geddel percibió que la única opción para salvar al presidente era pedir su dimisión, y lo hizo en una carta “al amigo Temer”en la que no da ningún tipo de explicación sobre las acusaciones vertidas por Calero.

Desde aquel momento los aliados del Palacio de la Alborada comenzaron una campaña de difamación contra el ex ministro de Cultura por haber grabado conversaciones con sus compañeros. Los primeros “indignados” fueron el líder del Psdb, Aécio Neves, y el ex presidente Fernando Henrique Cardoso.

A esa altura, el programa de televisión Fantástico de la cadena Globo había anunciado que en la noche del domingo saldría una entrevista con Calero. En Brasilia tanto el Ejecutivo como el Legislativo se pusieron nerviosos y el mismo domingo, horas antes del programa, Temer, Calheiros y el líder de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, ofrecieron una rueda de prensa insólita. El mandatario aseguró que “no tenía miedo” y dijo que iba a pensar “la posibilidad” de grabar todas las audiencias del Planalto para “evitar confusiones”.

Pero en esa rueda de prensa también se habló de un polémico proyecto de ley, que se aprobaría esta semana en el Congreso, que permite amnistiar a todos los diputados que hubieran recibido dinero no declarado (“caja 2”) en sus campañas en el pasado. La propia abogada de la acusación en el impeachment contra Rousseff, la letrada Janaina Paschoal, publicó un video en las redes sociales para pedir al Congreso que no permitiera esa amnistía. El domingo 27 Temer acabó prometiendo que “no se votaría ninguna amnistía de la caja 2” porque el gobierno había “escuchado a las voces de la calle”.

INESTABILIDAD EN BRASILIA.

La entrevista del domingo fue menos peligrosa de lo que temían algunos. “Yo nunca llevé una grabadora para hablar con alguien, como algunos han dado a entender”, dijo Calero aludiendo a Aécio Neves. “Sé que ellos están acostumbrados a esos juegos, pero yo no. Sólo grabé conversaciones telefónicas por orientación de amigos de la Policía Federal.” El ex ministro insistió en que las grabaciones no tenían como objetivo inculpar a Temer, sino demostrar que él no aceptaba dichas presiones.

En las conversaciones con el presidente, los dos interlocutores sólo hablan acerca de la renuncia de Calero. Por ahora se desconoce el contenido de las grabaciones con otros dos ministros del Planalto. Uno de ellos aparentemente sería el responsable de la Casa Civil, Eliseu Padilha. La Policía Federal analizó los audios y los envió al Tribunal Superior Federal, y la Fiscalía General de la Unión tendrá que analizar si abre una investigación.

A pesar de que las grabaciones no señalen directamente a Michel Temer, la imagen del presidente ha quedado seriamente tocada. Esta semana uno de los responsables de redactar el pedido de impeachment contra Rousseff, el jurista Hélio Bicudo, declaró que se “arrepentía” de haberlo hecho, después de ver quiénes habían asumido el poder.

El Partido Socialismo y Libertad (Psol) presentó el lunes 28 en la Cámara de Diputados un pedido de impeachment contra Michel Temer por un crimen de responsabilidad con base en la acusación del ex ministro Calero de haber sido “coaccionado” para favorecer a Geddel Vieira Lima. Según el Psol, el jefe de gobierno habría incurrido en cinco crímenes descritos por la ley de impeachment.

A pesar de que las probabilidades de que este pedido prospere son escasas –por ahora Temer está cubierto gracias al apoyo del Congreso–, el solo hecho de haberse formulado ha puesto gran presión sobre el mandatario. A ello se une el miedo de los diputados ante la investigación de corrupción Lava Jato (sobre las tramas de sobornos en Petrobras), una vez que la amnistía que pedían no ha salido adelante. La situación económica tampoco ha mejorado desde que Temer asumió el gobierno y su índice de popularidad no alcanza el 15 por ciento.

Además, Temer todavía tiene que escoger a un sustituto de Geddel, quien se encargaba de lidiar entre el Ejecutivo y el Congreso. Para ello tendrá que debatirse entre escoger a otro hombre de confianza (la mayoría de ellos tienen su nombre marcado por el Lava Jato) o elegir un perfil más administrativo e inocente. Con Marcelo Calero la jugada no le salió bien.

Información adicional

Autor/a: AGNESE MARRA
País: Brasil
Región: Suramérica
Fuente: Brecha

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