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El plan del gobierno de Estados Unidos para salvarse a sí mismo en una guerra nuclear

El plan del gobierno de Estados Unidos para salvarse a sí mismo en una guerra nuclear

Con el nivel de alerta nuclear en niveles máximos, el historiador y periodista Garrett Graff explica cómo funcionan los tres refugios excavados en las montañas que permitirían a la Casa Blanca asegurar la continuidad del gobierno

“Es cierto que estamos más cerca de la catástrofe global que en ningún otro momento desde los años cincuenta”.

El 25 de enero, el Boletín de Científicos Atómicos movió las manecillas de su Reloj del Apocalipsis para dejarlas a sólo dos minutos de la medianoche. El simbólico reloj no estaba tan cerca del Armagedón desde 1953, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética completaron sus primeras bombas de hidrógeno.

Aunque la bomba de hidrógeno puede multiplicar hasta por mil la potencia de las que cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki, en Estados Unidos un pequeño grupo de 9.000 personas tiene autorización para salvarse si el reloj marca las 12. Sólo tienen que llegar a tiempo a los tres gigantescos refugios que la Casa Blanca ha excavado para ellos en las montañas con el fin de asegurar la “continuidad del Gobierno”, como se dice en la jerga militar.

La historia de esos tres refugios es el centro de Raven Rock, el último libro del historiador y periodista estadounidense Garrett Graff, que desde la portada se anuncia como el “plan secreto del gobierno de EEUU para salvarse a sí mismo mientras el resto de nosotros muere”.

Como dijo el propio Graff durante una entrevista por Skype con eldiario.es, “la gente no termina de entender lo que son esos refugios, montañas vaciadas con una ciudad dentro, edificios entre los que se puede caminar, centrales eléctricas, instalaciones médicas, lagos subterráneos…”.

Su libro repasa la construcción de los tres. El primero fue Raven Rock, en Pensilvania, que comenzó a excavarse bajo la presidencia de Harry Truman con el objetivo de crear un Pentágono paralelo. A medida que avanzaba la Guerra Fría se fueron construyendo los otros dos: Mount Weather, en Virginia, para resguardar la vida de legisladores y altos cargos del Gobierno; y Cheyenne Mountain, en Colorado, para detectar los ataques y coordinar la defensa aérea.

Pero cayó el Muro de Berlín, el Reloj del Apocalipsis se alejó 17 minutos de la medianoche, y los refugios comenzaron a parecer ridículos. Hasta que el 11 de septiembre de 2001 un avión se estrelló contra el Pentágono. “No voy a decir que hubo que encender las luces de Raven Rock de nuevo porque estaban apagadas pero casi. Ese día mucha gente se dio cuenta de lo desfasadas que habían quedado las instalaciones así que se invirtió mucho en nuevos equipos de comunicación y computación, y en dotarlas otra vez de personal”, explicó Graff.

¿La actualización fue sólo por la amenaza terrorista?

Están diseñadas para hacer frente a varios tipos de amenazas. Una de ellas es la catástrofe nuclear, ya sea por un intercambio limitado de misiles con Corea del Norte o por una guerra abierta contra Rusia. La segunda es un ataque terrorista, que podría ser con armas nucleares improvisadas, con un ataque químico o biológico sobre Washington. La tercera hipótesis es un ciberataque, la amenaza más reciente de todas y para la que estas instalaciones están preparándose cada vez más, ya sea proveniente de un Estado nación o de un grupo terrorista. O la posibilidad de un ataque con un pulso electromagnético sobre cualquier ciudad costera.

¿Por qué sería necesario estar dentro de una montaña durante un ciberataque?

Si Washington se queda sin agua ni electricidad por un ataque de ese tipo, dentro de Raven Rock no tendrían ese problema.

¿Cuánto tiempo pueden vivir dentro de la montaña?

Depende de los aprovisionamientos, pero las 3.000 personas que alberga Raven Rock, por ejemplo, podrían resistir entre dos y cuatro semanas.

¿Raven Rock es indestructible?

Ninguna de estas instalaciones fue diseñada para resistir un bombardeo nuclear directo. No hay en el mundo una instalación capaz de resistir algo así. Pero lo que pasaba en la Guerra Fría es que ni la Unión Soviética ni Estados Unidos ponían entre sus objetivos militares al mando de operaciones del adversario porque necesitaban tener a alguien con quien negociar la paz. Tenía que quedar alguien para apagar la guerra nuclear.

¿Esa lógica sigue vigente?

Eso no se puede saber. Nuestros planes de guerra son secretos y los del resto, también. En el caso de Corea del Norte creemos que no tiene las armas necesarias para terminar con el puesto de mando de EEUU. Tienen entre 10 y como mucho 20 bombas nucleares, y tal vez menos misiles balísticos capaces de llegar a Estados Unidos continental. No hay ningún indicio de que dominen el sistema de guiado necesario para apuntar con exactitud ni la tecnología necesaria para la reentrada en la atmósfera. Lo más probable es que no lograrían la precisión necesaria para destruir al mando estadounidense.

Además, sus bombas no son tan potentes: están en el rango del kilotón y no del megatón, como las bombas rusas. Alcanza con que fallen por muy poco para que Raven Rock o Mount Weather puedan sobrevivir.
¿Qué opina de la alerta de guerra nuclear anunciada por el Boletín de Científicos Atómicos?

Es cierto que estamos más cerca de la catástrofe global que en ningún otro momento desde los años cincuenta. Si te fijas en la historia, las guerras no necesariamente comienzan por una decisión deliberada de un país, sino cuando dos o más países se tropiezan y terminan desembocando en una. Y ya está pasando.
Hace solo unos días, los militares estadounidenses anunciaron que había habido una grave confrontación

entre un caza ruso y un avión de guerra estadounidense sobre el Mar Báltico. Algo así tiene ahora mucha mayor probabilidad de escalar si sigue habiendo accidentes o confusiones que aumenten las tensiones.

El 11 de septiembre de 2001 fue la primera vez que se pusieron en marcha los planes de “continuidad del Gobierno”, con evacuaciones de políticos y militares a los refugios. ¿Fue parecido a las maniobras?
No funcionó nada bien. Sirvió para entender todos los problemas que había con el sistema de comunicaciones. En el (avión presidencial) Air Force One, ni siquiera pudieron ver la televisión por satélite. Durante gran parte del día, el presidente (George W.) Bush estuvo mucho menos informado que cualquier persona normal con acceso a la CNN.

¿Lo corrigieron?

Se ha invertido mucho para arreglarlo, pero no sabremos si el sistema funciona hasta que tengamos que usarlo. Lo que sí es seguro es que ahora es mucho más sofisticado que antes.

¿A Bush no lo llevaron a Raven Rock porque volar es más seguro?

Desde los años setenta se comprobó que si el presidente estaba moviéndose era más difícil que fuera un objetivo militar. También puede alejarse volando de los peligros. El 11 de septiembre, la prioridad fue tenerlo en el aire tan rápido como fuera posible y así sigue siendo hoy. Hay un equipo de aviones llamados losvigilantes nocturnos, listos para despegar con un aviso de 15 minutos y recoger al presidente dondequiera que esté.

Pero el 11 de septiembre voló en el Air Force One.

Sí, pero cuando por fin aterrizó fue en la base de la Fuerza Aérea de Offutt, cerca de Omaha, donde está el hangar de estos aviones.

Otra cosa que demostró el 11 de septiembre fue la impopularidad que supone desaparecer durante la amenaza, como hizo Bush.

Esa siempre ha sido una tensión difícil de resolver. Los presidentes deben elegir entre estar a salvo o al mando. Ocurrió desde los días de Harry Truman, cuando decidió quedarse en la Casa Blanca durante una falsa alarma de un ataque con bombas al país.

Además de militares y políticos, ¿esos refugios también reservan espacio para periodistas?

Hay un montón de empresas privadas involucradas y planes de preservar a los periodistas, sí. La lógica es que en un desastre, si el Gobierno logra comunicarse con la población, lo mejor será que lo haga a través de personas de los medios y conocidas.

¿Donald Trump ha cambiado la lista de esos periodistas?

No sabemos exactamente quiénes son. No se conoce esa lista.

En caso de hecatombe nuclear, los senadores no están autorizados a llevar a su familia al refugio. ¿Eso es viable?

Eso siempre ha sido un desafío. Nadie sabe cómo reaccionarían. ¿Honrarían el deber hacia su familia o hacia su país?

¿No sería más fácil cambiar esa norma?

Las instalaciones no están diseñadas para salvar a las familias sino para que el Gobierno continúe.

¿Cómo ve el pueblo de EEUU que exista esta posibilidad de salvarse para unos pocos?

Creo que no hay una conciencia pública sobre la existencia de estos planes. No creo que la gente sepa que los políticos tienen un sistema para salvarse a sí mismos.

¿Cómo lo ve usted?

Yo sí creo que es importante que un gobierno tenga este sistema. De eso se trata ser un país soberano. Somos algo más que la generación actual y eso es lo que se está tratando de preservar. Estados Unidos quiere preservar la idea de Estados Unidos, algo que es mayor que ningún grupo de líderes, que ningún grupo de políticos, o que ninguna generación de estadounidenses. Por eso en todos estos planes, desde la Guerra Fría y hasta hoy, se incluye la evacuación de la Declaración de la Independencia o de la Constitución. Eso es el corazón de lo que necesita ser salvado.

También podría ser la excusa de los que quieren salvarse.

Sí, podría ser.

Durante la Guerra Fría la “destrucción mutua asegurada” contribuyó a que ninguno de los dos bandos diera el primer paso. ¿La existencia de un refugio casi inviolable termina con esa protección?

Eso es un tema muy interesante y complejo. Lo ideal es tener un sistema que crees que funciona, pero no uno que sabes con seguridad que funciona. Queremos que nuestros líderes sientan un poco de incertidumbre sobre lo que le pasaría al país en una guerra nuclear. Dentro de la estrategia nuclear, esa es una parte muy importante de la teoría de la disuasión.

 

Francisco de Zarate
03/02/2018 – 19:30h

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