El conservador Partido Acción Nacional (PAN) fue expulsado ayer del poder. En realidad fue repudiado, al extremo de caer al tercer lugar en la elección presidencial que, según las primeras encuestas de boca de urna, apuntaban al retorno del PRI a Los Pinos, aunque el primer conteo rápido oficial del Instituto Federal Electoral (IFE) no se conocería sino un par de horas después del cierre de esta edición. Hasta después de esto, Andrés Manuel López Obrador tenía programado dar un mensaje.
La jornada se destacó por la aparente tranquilidad en que se desarrolló y que al final arrojará estadísticas electorales que sentarán varios records. En cualquier caso, los primeros sondeos, que se conocieron a las 8 de la noche en punto (las 10 en Buenos Aires), daban la ventaja a Peña Nieto por alrededor del 10 por ciento por sobre el candidato de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador, 40,3 a 31,8 por ciento, respectivamente, pero no son ejercicios definitivos. Aun así, una hora después de conocerse los primeros sondeos, en la sede nacional del PRI ya se iniciaban los festejos. A las 10 de la noche, el único ejercicio privado de encuesta de boca de urna dio 40,3 por ciento a Peña Nieto, 31,8 por ciento para López Obrador, 25,4 por ciento para Vázquez Mota y 2,5 por ciento para Gabriel Quadri.
La debacle del PAN se reflejó también en las seis elecciones locales para gobernador, en las que habría perdido Jalisco a manos del PRI. Ese estado tuvo gobiernos panistas durante los últimos 18 años y también ahí, como en la elección nacional, el oficialismo fue desplazado hasta el tercer lugar. Lo mismo era muy probable que perdiera Morelos, a manos del PRD, en una elección que estaba muy cerrada y casi nadie se atrevía a adelantar resultados. Y si bien el PAN conservó Guanajuato, donde repetirá en el gobierno, fue arrasado en Chiapas, Tabasco y Yucatán, que serían para el PRI. En la capital del país, la coalición de izquierda obtuvo alrededor del 63 por ciento de los votos para su candidato Miguel Mancera, y apenas 14,3 por ciento para la aspirante panista Isabel Miranda. El PRI quedó en segundo lugar con el 19,7 por ciento.
Ese fue el marco en el que la oficialista Josefina Vázquez Mota aceptó la derrota de su candidatura y de su partido, en el mismo tono de la fallida campaña. En conferencia de prensa en la sede nacional del PAN, media hora después de que cerraran todas las casillas en el país, la candidata leyó su epitafio.
Vestida con la sonrisa de esfinge que esbozó desde que compitió para obtener la postulación del oficialista PAN, con el mismo tono de promotora de autoayuda, la derrotada candidata aceptó que la campaña le permitió conocer el país, algo que no hizo como secretaria de Desarrollo Social en el sexenio de Vicente Fox ni como secretaria de Educación Pública en la administración de Felipe Calderón.
Su discurso de anoche fue el primero de un PAN que regresa a la cola de la oposición: “Este no es el fin de una campaña (electoral), es el principio de una campaña ciudadana donde el PAN retomará sus convicciones democráticas y ciudadanas”. Hará bien, porque justo haberse alejado de esa tradición fue uno de los factores que le costaron el poder.
De hecho, el contundente rechazo al PAN es resultado de doce años de desperdicio democrático, que comparten Vicente Fox y Felipe Calderón. Pero también de incapacidad administrativa que, en política, es una forma perversa de corrupción.
En una demostración de lo fácil que resulta ser no sólo demócrata sino disciplinadamente institucional, funcional al sistema, cuando se va perdiendo por no menos de 18 puntos porcentuales, Vázquez Mota sostuvo que “todos somos ganadores”, profesional del optimismo.
“Reconozco que las tendencias hasta este momento no me favorecen”, dijo, y avaló la legitimidad de las autoridades electorales, que no darán el resultado oficial hasta este miércoles, pero anticipó que desde este momento reconoce los resultados del Instituto Federal Electoral.
Vázquez Mota solamente reconoció haber perdido, pero no hizo referencia a quién habría ganado. Ese papel estaba reservado para Gabriel Quadri y el Partido Nueva Alianza (Panal), que rompió estratégicamente su alianza con el PRI para postular a Peña Nieto e hizo papel de comparsa.
Con apenas poco más del 2 por ciento de los votos, Quadri y el Panal son los únicos que celebran las miserias. Por eso, sabedor de que no es nada políticamente, más que una comparsa, Quadri se dijo sorprendido por haber superado sus propias expectativas.
Fiel al guión que le escribieron sus patrones políticos, felicitó a Vázquez Mota por reconocer su derrota, y pidió a López Obrador que también se declare perdedor. De paso, Quadri consiguió mantener el registro del Partido Nueva Alianza (Panal), propiedad de la dirigente magisterial Elba Esther Gordillo. Con ello, le dio vida a una franquicia familiar que se vende al mejor postor.
Hasta el cierre de esta edición, el candidato de las izquierdas, López Obrador, se mantenía en silencio. Según su equipo de campaña, esperaría al anuncio del IFE de las tendencias oficiales para emitir un pronunciamiento sobre la jornada electoral, aunque en el curso del día se habían perfilado algunos escenarios.
A las 6.30 de la tarde, el PRI pospuso una conferencia de prensa que había programado para esa hora. Poco después, el presidente del PRD, Jesús Zambrano, declaró que la elección presidencial se definiría entre tres candidatos. Una hora más tarde, el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, desmintió la tendencia anunciada por el dirigente izquierdista, pero tampoco se atrevió a señalar su propia tendencia.
A las 10 de la noche, Coldwell destacó el reconocimiento de la derrota de Vázquez Mota y de Quadri, y dijo esperar que López Obrador tenga “el mismo gesto democrático”.
Leave a Reply