Con las masas haitianas en la calle, oponiéndose a las ‘fuerzas de oposición’ reaccionarias y apoyando al gobierno de Jean Bertránd-Aristide, la prensa capitalista está mostrando nerviosismo por haber provocado quizás una lucha con consecuencias inesperadas. Palabras como ‘maleantes’ han comenzado a aparecer en los diarios del establecimiento para describir a aquellos que están tratando de tomar el poder en Haití. Hasta ahora los medios noticiosos se han referido a estos sólo como una ‘oposición democrática’.

Fue tan solo semanas después de la celebración del bicentenario de la victoria de Haití contra la esclavitud y la dominación colonial, que la oposición, la cual ha tenido el respaldo de Washington, ha escalado sus acciones para derrocar al gobierno de Aristide.

El 5 de febrero una pandilla armada conocida como “El Frente de Resistencia de Los Gonaives,” tomó violentamente el control de la cuarta ciudad más grande del país. Presuntamente resultaron muertas siete personas y centenas de heridos. Según algunos reportes sin confirmar, el brazo armado de la oposición contra Aristide, compuesta de duvalieristas y ex soldados como el coronel Himmler Rebu, tomaron el control de St. Marc, Ennery, Gros Morne y Grand–Goave además de Gonaives.

Los Duvalier –”Papa Doc” y “Baby Doc”– eran una dinastía apoyada por los Estados Unidos que dominó a Haití mediante terrorismo extremo por 29 años.

Sin embargo, se ha reportado que desde el 11 de febrero el gobierno ha recobrado algunas de estas ciudades. Y en el norteño puerto de Cap– Haitien, “los partidarios de Aristide han incendiado barricadas bloqueando la ciudad por dos días para detener una posible incursión rebelde.”

La complicidad de la fuerza policial de Haití con 4.500 miembros, y con diferentes alianzas, fue evidente en algunas de las tomas. Por ejemplo, la policía en St. Marc, bajo el comando de un oficial ligado al ex soldado y líder de la oposición Dany Toussaint, abandonó su puesto, dejando atrás todas sus armas y municiones.

Según el Miami Herald del 9 de febrero, Jean Tatoune lidera la Fuerza 86, la cual tomó parte en el asalto de Gonaives. “Tatoune había sido condenado por haber participado en el asesinato de partidarios de Aristide en 1994 en lo que se conoció como la Masacre de Raboteau, y era uno de los más de 150 presos que escaparon de la cárcel de Gonaives en el 2002.”

El 7 de febrero, Aristide le dijo a una multitud de cientos de miles de partidarios en la capital Puerto Principe, que el gobierno “desarmaría a los terroristas.” En el pueblo sureño de Jacmel y en las áreas de Canape Verte y Carrefour cerca de la capital, sus partidarios levantaron barricadas y se prepararon para defender sus vecindarios. Algunos estaban armados. También respondieron en Grand-Goave el 8 de febrero, quemando una escuela dirigida por uno de los golpistas. En Cap-Haitien, el 7 de febrero, fue incendiada la estación Radio Vision2000 que lanzaba propaganda contra Aristide, El 9 de febrero, el Primer Ministro Yvon Neptune acusó a la oposición, encabezada por la élite empresarial de Haití y los grandes terratenientes, de tratar de forzar el golpe. Él les pidió que detuvieran la violencia. Según la cadena noticiosa inglesa BBC, “Un vocero de la oposición negó haber apoyado las acciones y pidió la intervención extranjera para evitar una guerra civil”.

El Partido Popular Nacional de Haití por mucho tiempo ha advertido que el único propósito de la campaña desestabilizadora de la oposición ha sido el de proveer un pretexto para una intervención extranjera.

AMALGAMA DE DUVALIERISTAS Y SOCIALDEMÓCRATAS

Aristide fue el primer jefe de estado elegido por voto popular en Haití. Él ganó la presidencia por primera vez en 1990 con un diluvio de apoyo que fue también un rechazo al candidato respaldado por los Estados Unidos, Marc Bazin, un ex oficial del Banco Mundial. Nueve meses después, Aristide fue derrocado en un golpe de estado sangriento instigado por la CIA. Retornó a Haití de su exilio en 1994 y fue reelegido como presidente en el 2000 con un 92 por ciento del voto. La oposición boicoteó entonces esa elección para ahora decir que hubo “irregularidades”.

Desde entonces se ha desatado una campaña muy bien pagada para calumniar y desestabilizar al gobierno. Esta campaña está apoyada por los EE.UU. y varios países europeos, incluyendo a Francia, el país colonizador de Haití en el pasado. Estas potencias imperialistas han financiado a la oposición, incluso a la Con ver gencia Democrática, un frente cuyos grupos varían desde los socialdemócratas hasta los neo–duvalieristas y el burgués Grupo de 184, encabezado por el empresario súper explotador, Andy Apaid.

Un embargo de la ayuda al país también ha sido puesto en vigor, creando tremendas dificultades para las mayorías pobres. Otras trampas sucias incluyen el entrometimiento diplomático, el fomentar la violencia en los barrios más pobres y ataques terroristas al estilo “contra”. Estos han incrementados con la toma armada de Gonaives, la ciudad donde el 1 de enero de 1804, el Gen. Jean–Jaques Dessalines declaró la independencia de Haití de Francia.

Aristide ha hecho muchas concesiones a las demandas de reestructuración del FMI y el Banco Mundial, lo que le ha costado apoyo popular. Pero los EE.UU., no satisfecho con esto, ha ido prestando apoyo a la oposición. Aristide ha acordado desarmar a las pandillas políticas y nombrar conjuntamente con las fuerzas de la oposición a un nuevo primer ministro. Ha prometido llamar a elecciones para la legislatura. Pero la oposición ha amenazado con un boicot y demanda la renuncia de Aristide.

Las personalidades antigubernamentales de la élite burguesa no son meramente patrones de pequeños talleres súper explotadores Ellos controlan y son dueños de la mayoría de los medios de comunicación de Haití. “Son participantes activos en la campaña para desestabilizar al gobierno constitucional de Haití”, dice el periodista independiente Kevin Pina.

“Circulan reportes exagerados de violencia de parte de Lavalas [el partido político de Aristide], ignoran la violencia de parte de la oposición, y no reportan la verdad sobre el tamaño y la frecuencia de las manifestaciones de Lavalas demandando que Aristide cumpla su período electoral de cinco años.

Regularmente producen y difunden anuncios comerciales que exhortan a la población a ‘reclamar sus derechos demo cráticos’ uniéndose a las acciones callejeras en contra de Aristide. Igual que en Venezuela, donde las élites locales utilizan sus medios de comunicación para dirigir la oposición al Presidente Hugo Chávez, la meta clara en Haití es echar la constitución en la basura y forzar al Presi dente Aristide a renunciar.

“Fun ciona así”, explica Pina, refiriéndose a las varias fuentes noticiosas de Haití y del extranjero: “Metropole reporta una noticia fabricada; Prensa Asociada y RFI la repiten en sus servicios de cable, y entonces Kiskeya y otras la reportan de nuevo en Haití, ahora avalada por la credibilidad de la prensa internacional. Entonces se completa la confabulación de desinformación de las fuerzas opositoras”.
(www.blackcommentator.org, del 15 de enero)

“El imperialismo y sus lacayos están tratando de elaborar otro golpe de estado y ocupación militar extranjera de Haití”, dice Ben Dupuy, secretario general del Partido Popular Nacional de Haití (PPN). “Esta es la única forma en que ellos pueden esperar retomar el control del país”.

El PPN y el movimiento popular siguen movilizando contra las conspiraciones de la administración de Bush y la oposición en contra de Aristide de lograr la recolonización de Haití con fines de obtener mano de obra barata. Esta es verdaderamente una lucha por la segunda independencia de Haití–esta vez, independencia de los EE.UU. y de la dominación capitalista.

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