Hay respuestas que son un silencio. Hay acusaciones que suponen un ocultamiento. En la edición de noviembre de Le Monde diplomatique Colombia publiqué un análisis sobre el resultado de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV) que trató de ser mesurado, sustentado y crítico. Entendía, que para el proceso de “entendimiento” en el que insistía la autodenominada como ‘Comisión de la Verdad’ el pensamiento crítico era valioso aunque fuera contundente. Me equivoqué.
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