El TLCAN, la ASPAN, la Iniciativa Mérida, la Enmienda de Hidrocarburos Transfronterizos EU/México (H.R. 1,613 y S. 812; http://www.gpo.gov/fdsys/pkg/BILLS-113hr1613eh/pdf/BILLS-113hr1613eh.pdf; ver Bajo la Lupa, 18/12/13) son complementarios de la Enmienda de Infraestructura (¡supersic!) Energética de Norteamérica(H.R. 3,301), que controlará toda la infraestructura energética, de hidrocarburos y/o eléctrica, de Canadá y México (Norteamérica), por Washington: uno de los máximos triunfos geopolíticos de Obama.
La Enmienda de Infraestructura Energética de Norteamérica (http://beta.congress.gov/bill/113th/house-bill/3301) formula sus objetivos geopolíticos en forma perentoria para requerir la aprobación de la construcción, conexión, operación o mantenimiento de los oleo/gasoductos de petróleo, gas natural o la transmisión eléctrica en los límites nacionales de Estados Unidos, para la importación (sic) o exportación (sic) de petróleo, gas natural o electricidad hacia o de Canadá y México, y para otros propósitos (22/10/13). ¿Cuáles serán tales propósitos?
Mientras Pemex dilapida sus inversiones en la disfuncional petrolera española Repsol (casi 10 por ciento de su capital) y en los astilleros de Galicia, Norteamérica impondrá su red de infraestructura de oleo/gasoductos bajo la batuta del Pentágono y su seguridad nacional.
No hay que perder de vista la insólita cuan asimétrica visita del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, al secretario de Hacienda (http://es.scribd.com/doc/192136282/Biden-Videgaray), un mes antes de la Enmienda de Infraestructura de Norteamérica, que delata que la entrega de los hidrocarburos de México rebasa la simple exploración/extracción/producción al englobar la infraestructura energética de toda Norteamérica con el fin de proseguir un mercado (sic) energético más seguro (sic) y eficiente (sic) en Norteamérica.
Así las cosas, “ninguna persona (¡supersic!) puede construir, conectar, operar o mantener un oleo/gasoducto o una planta de transmisión eléctrica en las fronteras nacionales de Estados Unidos. ¡Ni siquiera los canadienses o mexicanos que exportan o importan hidrocarburos o electricidad de Estados Unidos podrán atreverse a hacerlo sin la aquiescencia de Washington!
La Secretaría de Comercio (de Estados Unidos, obviamente) vigilará los oleoductos, mientras la Comisión Federal Reguladora de Energía (de Estados Unidos) lo hará con los gasoductos y la Secretaría de Energía (de Estados Unidos) con las plantas de trasmisión eléctrica que serán operativas en su totalidad el primero de julio de 2015.
A mi juicio, se trata de un apartheid energético de Norteamérica, dominado por Estados Unidos, donde son discriminados sus humillados socios menores: Canadá (con canadienses) y México (sin mexicanos, vejados migratoria y militarmente).
Según Fuelfix (13/12/13), los inversionistas estarán ansiosos (sic) para iniciar la construcción de oleo/gasoductos para trasladar el shale gas de Eagle Ford, Texas, a la frontera con México, con el fin de surtir la demanda de manufactura y generación eléctrica.
La consultora estadunidense Wood Mackenzie considera que la generación eléctrica alimentada por gas natural se duplicará en 2023, lo cual abre la oportunidad (sic) para que las empresas de Estados Unidos abastezcan con gas natural barato que necesita México como economía creciente. ¿Rescata el “México neoliberal itamita” de su inminente quiebra a las polémicas empresas estadunidenses extractoras del shale gas mediante su tóxico fracking?
Las trasnacionales de Estados Unidos serán las grandes beneficiadas, según el Washington Examiner (19/12/13), quien adelanta que los grandes beneficiarios en aguas profundas serán gigantes como BP y Shell.
Al Washington Examiner no le perturba que la máxima depredadora de la historia en el Golfo de México haya sido justamente BP, lo cual tampoco incomoda a la suicida reforma energética Peña/Videgaray/Aspe, que gratifica la devastación ambiental al adoptar la extracción del telúrico cuan polémico shale gas por las trasnacionales de Estados Unidos dejadas a su libre albedrío.
Se calcula que la parte mexicana del Golfo de México podría tener un mínimo de 29 mil millones de barriles y, según Sam Ori, vicepresidente de Garantizar la Energía Futura de EU, el Golfo de México es una prolífica (¡supersic!) fuente de petróleo.
Por cierto, ExxonMobil predice que entre los años 2010 a 2040 la producción global de aguas profundas se incrementaría en 100 por ciento.
A mi juicio, en aguas profundas se encuentra la mayor tajada con la que se quedan las trasnacionales anglosajonas ante la deliberada claudicación del “México neoliberal itamita”.
The Washington Examiner se compadece sobre el papel de Pemex en las asociaciones que hará con los exploradores foráneos (sic), donde planea la incertidumbre y se pregunta lastimosamente: ¿Será el accionista mayoritario? ¿Necesitará operar la plataforma?
Que no se preocupe tanto: las próximas leyes secundarias del Congreso supino y genuflexo mexicano (suena a triple pleonasmo) dejarán en claro el papel irrelevante del agónico Pemex, que será obligado al suicidio crónico en aguas someras ( v.gr. la pletórica parte de Tabasco y Chicontepec).
Los cleptómanos de los hidrocarburos de México, como el británico Duncan Wood a proclividad de pirata –director del Instituto México (sic) del Wilson Center y profesor del ITAM (http://es.scribd.com/doc/190772197/C-Financiero2)–, se mofa de la emasculada resistencia de los mexicanos y su irrelevancia (sic) contestataria (Forbes, 11/12/13 http://www.forbes.com/sites/doliaestevez/2013/12/11/mexico-reverses-history-and-allows-private-capital-into-lucrative-oil-industry/) y festeja anticipadamente la Navidad energética de las trasnacionales anglosajonas ( Forbes, 12/12/13, http://www.forbes.com/sites/themexicoinstitute/2013/12/12/mexican-oil-gas-christmas-arrives-early/).
Vale la pena exhibir la membresía del Instituto México (http://es.scribd.com/doc/179992461/WWC-Mexico-Institute-Advisory-Board) del Wilson Centar (http://es.scribd.com/doc/190331938/l-Hamilton), vinculado a Chevron y a Condy Rice(http://es.scribd.com/doc/190332817/CRice).
Ken Medlock, de la universidad texana Rice, comenta que la porción regulatoria de México necesitará parecerse ampliamente a las prácticas de Estados Unidos: es decir, más que regulatoria será neoliberalmente desregulada.
La reforma energética Peña/Videgaray/Aspe comete los peores errores que nunca debe hacer un país respetable con rumbo geoestratégico: cede triplemente propiedad (en aguas profundas y con el shale gas), control y regulación (de la que carece de experiencia), para favorecer la legendaria desregulación neoliberal de las trasnacionales anglosajonas. Además, omite los resguardos ambientales de salud pública frente a las connotadas depredadoras ambientales anglosajonas tanto para el petróleo como para el fracking del shale gas.
Todavía hay peor: cede su seguridad energética para entregársela a Estados Unidos mediante la Seguridad Energética de Norteamérica, un genuino apartheid energético donde son discriminados los mexicanos bajo la próxima férula del Comando Norte (NorthCom/Norad), cuando ha sido controlado por el CiberComando (CyberCom) del Pentágono.
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